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viernes, 26 de julio de 2024

El primer penal atajado en el profesionalismo argentino

El 4 de junio de 1931 se jugaba la segunda fecha del campeonato, el primero del profesionalismo. En La Paternal, Argentinos Juniors recibía a Independiente cuando a los 4 minutos de juego el árbitro Enrique Liñeyro marcó penal para la visita.

El arquero Luis Pastor Pardiés contuvo el disparo de Manuel Seoane... fue el primer penal atajado en el profesionalismo

Aquella tarde Argentinos Juniors formó así: Luis Pastor Pardiés - Pascual Di Paola, José Giachetti - Emilio Méndez, Juan Vichera, Blas Lobianco - Enrique Ruffo, Armando Tarrío, José Gatti, Juan Meraldi y José Luis Rodríguez.

Independiente salió con: Néstor Sangiovanni - Felipe Cherro y Ernesto Chiarella - Ernesto Bartolomedi, Carlos Gros y Gerardo Echeverría - Juan Facio, Antonio Sastre, Luis Ravaschino, Manuel Seoane y Ruperto Constante.

El partido terminó 1-1 (goles de Ravaschino para Independiente y Gatti para el local). Para los de Avellaneda también fue una tarde histórica: fue el debut de Antonio Sastre.

En cuanto a Pardiés (en varios medios, erróneamente, lo escribían con Z al final), había llegado ese 1931 desde el Club Atlético San Isidro. Defendió el arco de Argentinos Juniors hasta 1934, cuando pasó a Boca Juniors, donde fue suplente durante dos temporadas. En 1936 cerró su carrera en Atlanta.


lunes, 22 de julio de 2024

El fútbol argentino en los Juegos Olímpicos

Con su clasificación a París 2024, la selección argentina de fútbol participará en sus décimos Juegos Olímpicos. La estadística resume 23 victorias, 7 empates y 8 derrotas, con un saldo de goles de 84 a favor y 36 en contra.
Pero lo más destacado está en los cuatro podios, con dos medallas de oro (Atenas 2004 y Beijing 2008) y dos de plata (Amsterdam 1928 y Atlanta 1996).
Medalla de oro Atenas 2004
Medalla de oro Beijing 2008









Este es el repaso a los 38 partidos que ha jugado desde 1928:

AMSTERDAM 1928 
En la primera salida de Sudamérica el seleccionado causó excelente impresión a fuerza de gol. El Estadio Olímpico fue testigo del poder de gol de los campeones sudamericanos, hasta que chocaron en la final con Uruguay, ganador de la medalla dorada en París 1924. El empate obligó a un segundo partidos tres días después y los orientales se impusieron 2-1. Fue una confirmación del poderío del fútbol rioplatense y los muchachos argentinos regresaron a Buenos Aires con sus medallas de plata.
Domingo Tarasconi (Boca Juniors) fue el goleador del torneo, con 11 tantos. El bronce quedó para Italia.
Los finalistas contra Uruguay
30/5/1928 - Amsterdam: Argentina 11-2 Estados Unidos
2/6/1928 - Amsterdam: Argentina 6-3 Bélgica
6/6/1928 - Amsterdam: Argentina 6-0 Egipto
10/6/1928 - Amsterdam: Argentina 1-1 Uruguay
13/6/1928 - Amsterdam: : Argentina 1-2 Uruguay

El plantel: Ángel Bossio, Fernando Paternoster, Juan Evaristo, Segundo Médici, Ludovico Bidoglio, Luis Monti, Roberto Cherro, Manuel Ferreira, Raimundo Orsi, Domingo Tarascone y Alfredo Carricaberry.


ROMA 1960
Treinta y dos años después de Ámsterdam, la celeste y blanca retornó a la cita olímpica. Con un equipo ajustado a la norma del amateurismo, se convocó a jugadores que no hubieran firmado su primer contrato. No pudo superar la fase de grupos. El entrenador fue Ernesto Duchini. Juan Carlos Oleniak, quien en ese mismo año había debutado en Racing, fue el goleador argentino, con cuatro tantos.
Las medallas quedaron en manos de Yugoslavia, Dinamarca y Hungría.
Victoria argentina ante Túnez
26/8/1960 - Roma: Argentina 2-3 Dinamarca
29/8/1960 - Pescara: Argentina 2-1 Túnez
1/9/1960 - Napoli: Argentina 2-0 Polonia

El plantel: Marwell Periotti, Juan Carlos Staukas, Roberto Blanco, Pedro De Ciancio, José Díaz, Hugo Salvador Ginel, Carlos Salvador Bilardo, Hugo Zarich, Roberto Bonnano,  Mario Desiderio, Juan Carlos Oleniak, Raúl Adolfo Pérez y Alberto Rendo.


TOKIO 1964
Argentina decepcionó y no pasó la primera ronda. Apenas logró un empate con Ghana, por entonces un equipo casi desconocido, perdió con el local Japón y quedó eliminado. La selección estuvo nuevamente dirigida por Ernesto Duchini. Los dos goles que le marcó a Japón, Juan Carlos Domínguez (Villa Dálmine) fue el goleador argentino.
El oro lo ganó Hungría, la plata fue para Checoslovaquia y el bronce para Alemania Democrática.
Escena del inesperado empate con Ghana
12/8/1964 - Yokohama: Argentina 1-1 Ghana
14/8/1964 - Tokio: Japón 3-2 Argentina

El plantel: Agustín Cejas, Andrés Bertolotti, Otte Sesana, Horacio Morales, Miguel Ángel Mori, Roberto Perfumo, Néstor Manfredi, Héctor Ochoa, Antonio Cabrera, Juan Risso, Juan Carlos Domínguez, Ricardo Pérez, Jose Malleo, Carlos Alberto Bulla, José Marín, Juan Carlos Sconfianza, Emilio Pazos, Francisco Brandán y Miguel Ángel Tojo.


SEÚL 1988
Tras 24 años de ausencia, el conjunto celeste y blanco retornó al fútbol olímpico, esta vez con el aura del campeonato del mundo ganado dos años antes en México. Pero el seleccionado comandado por Carlos Pachamé sumó una nueva frustración. Carlos Alfaro Moreno (Independiente) anotó tres goles y fue el topscorer de Argentina.
La Unión Soviética logró su segundo oro (el primero en 1956), Brasil se llevó la presea de plata y el bronce quedó para Alemania Federal.
Victoria argentina sobre el anfitrión, en el cierre del Grupo C
18/9/1988 - Daegu: Argentina 1-1 Estados Unidos
20/9/1988 - Daegu: Argentina 1-2 Unión Soviética
22/9/1988 - Busan: Corea del Sur 1-2 Argentina
25/9/1988 - Seúl: Argentina 0-1 Brasil

El plantel: Luis Islas, Hernán Díaz, Néstor Fabbri, Néstor Lorenzo, Mario Lucca, Pedro Monzón, Hugo Pérez, Carlos Alfaro, Jorge Comas, Mauro Airez, Dario Siviski, Rubén Agüero, Claudio Cabrera, Carlos Mayor, Alejandro Ruidiaz y Alejandro Russo.


ATLANTA 1996
Cambios reglamentarios permitieron la inclusión de jugadores profesionales, pero tenían que ser menores 23 años, excepto tres que no tenían límite de edad. El DT Daniel Passarella conformó un equipo verdaderamente competitivo pero no pudo sostener la ventaja en la final y en el último minuto fue derrotado por Nigeria, que logró así la primera medalla de oro para el fútbol africano.
Con seis tantos, Hernán Crespo (River Plate, luego de los JJOO fue transferido al Parma) fue el goleador del torneo junto al brasileño Bebeto. La presea de bronce quedó en poder de Brasil.
Los finalistas contra Nigeria
20/7/1996 - Birmingham: Estados Unidos 1-3 Argentina
22/7/1996 - Washington: Argentina 1-1 Portugal
24/7/1996 - Birmingham: Argentina 1-1 Túnez
27/7/1996 - Birmingham: Argentina 4-0 España
30/7/1996 - Athens: Argentina 2-0 Portugal
3/8/1996 - Athens: Argentina 2-3 Nigeria

El plantel: Carlos Bossio, Roberto Ayala, José Chamot, Javier Zanetti, Matías Almeyda, Roberto Sensini, Claudio López, Diego Simeone, Hernán Crespo, Ariel Ortega, Hugo Morales, Pablo Cavallero, Héctor Pineda, Pablo Paz, Christian Bassedas, Gustavo López, Marcelo Delgado y Marcelo Gallardo.


ATENAS 2004
El entrenador Marcelo Bielsa encaró el torneo olímpico con la seriedad que se merece y preparó a un equipo que fue en busca del máximo objetivo: el oro. Lo logró con un juego de alto nivel, marcando con 17 goles y con el arco invicto. Carlos Tevez señaló el gol de la victoria sobre Paraguay y con sus ocho tantos a lo largo del certamen fue el goleador.
La medalla de plata sigue siendo para Paraguay la única presea de su historia. Italia completó el podio olímpico.
Los campeones, antes de la final con Paraguay
11/8/2004 - Patras: Argentina 6-0 Serbia y Montenegro
14/8/2004 - Patras: Argentina 2-0 Túnez
17/8/2004 - Atenas: Argentina 1-0 Australia
21/8/2004 - Patras: Argentina 4-0 Costa Rica
24/8/2004 - Atenas: Argentina 3-0 Italia
28/8/2004 - Atenas: Argentina 1-0 Paraguay

El plantel: Wilfredo Caballero, Roberto Ayala, Nicolás Burdisso, Fabricio Coloccini, Javier Mascherano, Gabriel Heinze, Javier Saviola, César Delgado, Luciano Figueroa, Carlos Tévez, Kily González, Mauro Rosales, Nicolás Medina, Clemente Rodríguez, Andrés D'Alessandro, Lucho González, Mariano González y Germán Lux.


BEIJING 2008
Alfio Basile, DT de la selección, le cedió su lugar para los Juegos Olímpicos a Sergio Batista y se perdió la chance entrar a la historia olímpica con un equipo exquisito, que ganó todos los partidos con categoría y conjugó en la cancha dos talentos de la talla de Lionel Messi y Juan Román Riquelme.
Tres argentinos marcados dos goles: Lionel Messi, Sergio Agüero y Ángel Di María, este último anotó el de la victoria final, sobre Nigeria. El tercer escalón del podio fue para Brasil.
Los campeones, antes de la final con Nigeria
7/8/2008 - Shanghai: Argentina 2-1 Costa de Marfil
10/8/2008 - Shanghai: Argentina 1-0 Australia
13/8/2008 - Beijing: Argentina 2-0 Serbia
16/8/2008 - Shanghai: Argentina 2-1 Holanda
19/8/2008 - Beijing: Argentina 3-0 Brasil
23/8/2008 - Beijing: Argentina 1-0 Nigeria

El plantel: Sergio Romero, Ezequel Garay, Luciano Monzón, Pablo Zabaleta, Fernando Gago, Federico Fazio, José Sosa, Ever Banega, Ezequiel Lavezzi, Juan Román Riquelme, Ángel Di Maria, Nicolás Pareja, Lautaro Acosta, Javier Mascherano, Lionel Messi, Sergio Aguero, Diego Buonanotte, Óscar Ustari y Nicolas Navarro.


RÍO DE JANEIRO 2016
Luego de la renuncia de Gerardo Martino a la conducción de la selección argentina, y con la AFA acéfala, la guía del equipo olímpico recayó en Julio Olarticoechea, quien conducía a selecciones menores y femeninas. A las apuradas tuvo que convocar a un equipo que, en medio de la desorganización reinante, se despidió en primera ronda con una sola victoria.
Argentina, antes de debutar contra Portugal
4/8/2016 - Río de Janeiro: Argentina 0-2 Portugal
7/8/2016 - Río de Janeiro: Argentina 2-1 Argelia
10/8/2016 - Belo Horizonte: Argentina 1-1 Honduras

El plantel: Gerónimo Rulli, José Luis Gómez, Lisandro Magallán, Lautaro Gianetti, Víctor Cuesta, Leandro Vega, Alexis Soto, Santiago Ascacibar, Mauricio Martínez, Lucas Romero, Giovani Lo Celso, Joaquín Arzura, Cristian Pavón, Ángel Correa, Cristian Espinoza, Giovanni Simeone, Jonathan Calleri y Axel Werner.


TOKIO 2020
Por la pandemia de covid-19 la cita olímpica se pasó a 2021. La albiceleste, conducida por Fernando Batista, llegaba con la medalla de oro panamericana pero no logró pasar la fase de grupos.
Los once que enfrentaron a España.

22/7/2021 - Sapporo: Argentina 0-2 Australia
25/7/2021 - Sapporo: Argentina 1-0 Egipto
28/7/2021 - Saitama: Argentina 1-1 España

El plantel: Joaquín Blázquez, Lautaro Morales, Jeremías Ledesma, Hernán De la Fuente, Marcelo Herrera, Nehuén Pérez, Leonel Mosevich, Facundo Medina, Francisco Ortega, Claudio Bravo, Fausto Vera, Santiago Colombatto, Tomás Belmonte, Martín Payero, Fernando Valenzuela, Alexis Mac Allister, Thiago Almada, Agustín Urzi, Esequiel Barco, Pedro De La Vega, Adolfo Gaich y Ezequiel Ponce.


PARÍS 2024
La selección argentina, dirigida por Javier Mascherano, apenas llegó hasta los cuartos de final B:
El equipo que venció a Ucrania.

24/7 - St-Étienne: Argentina 1-2 Marruecos
27/7 - Lyon: Argentina 3-1 Irak
30/7 - Lyon: Argentina 2-0 Ucrania
2/8 - Bordeaux: Francia 1-0 Argentina 

El plantel: Leandro Brey, Gerónimo Rulli, Marco Di Césare, Julio Soler, Joaquín García, Gonzalo Luján, Nicolás Otamendi, Bruno Amione, Ezequiel Fernández, Santiago Hezze, Cristian Medina, Kevin Zenón,  Giuliano Simeone, Luciano Gondou, Thiago Almada, Claudio Echeverri, Julián Álvarez, y Lucas Beltrán.



El fútbol en los Juegos tiene una gran obra en el libro 100 años de fútbol olímpico, de Eduardo Cantaro.
Fue editado en 2008 y cuenta con un prólogo de Alejandro Fabbri. Para adquirirlo o contactarse con el autor: eduardocantaro@gmail.com.
Es altamente recomendado.


jueves, 18 de julio de 2024

Estadio Centenario, monumento del fútbol mundial

Artículo publicado en FIFA Magazine, en enero de 2008
Por PABLO ARO GERALDES

Hacia mediados de los años ’20 el fútbol ya era tremendamente popular en Uruguay, campeón olímpico en 1924 y 1928. Cuando el Congreso de la FIFA celebrado en Barcelona en 1929 otorgó al pequeño país sudamericano la organización del Primer Campeonato Mundial de fútbol se tuvo que apurar un proyecto largamente ambicionado: construir un gran estadio en Montevideo, la capital. Había solamente 14 meses por delante, todo fue vertiginoso. Se otrogó el terreno en el Parque de los Aliados y en pocas semanas el arquitecto Juan Scasso diseñó un revolucionario estadio circular y no rectangular como la mayoría de los de Europa. El 1º de febrero de 1930 comenzaron las obras y se trabajó durante las 24 horas para llegar a tiempo. Por las noches, enormes reflectores iluminaban a los operarios. Pero a medida que el otoño avanzaba el frío recrudecía y semanas enteras de lluvias obligaban a paralizar las obras.

El 18 de julio Uruguay festejaba el primer siglo de su Constitución. Para ese día estaba previsto el debut de su selección, ante Perú, pero el torneo debía empezar el 13 y el clima impidió la finalización de la construcción. Por eso Francia y México debieron dar comienzo a la historia de la Copa Mundial en la modesta canchita de Peñarol, con tribunas de madera. Paralelamente, Estados Unidos y Bélgica debutaban en el Parque Central, reducto de Nacional. Mientras, un diario alarmaba sobre el apuro de las obras para terminar el gran estadio: “el cemento aún estará fresco y hay peligro de derrumbe”.

Durante toda la noche del 17 estufas y braseros secaron el césped para que estuviera listo. El día del Centenario llegó y unas 80 mil personas desbordaron a los anonadados acomodadores sin experiencia y colmaron las tribunas que fueron bautizadas Colombes, Amsterdam (por los dos torneos olímpicos ganados), América y Olímpica, coronada esta por la bellísima Torre de los Homenajes. A las 14:30 Uruguay y Perú hicieron rodar el balón donde hacía solamente 8 meses había un gran parque de paseo. A los 20 minutos de la segunda mitad Héctor Castro disparó desde fuera del área y venció al arquero inca Jorge Pardón. Fue el primer gol de la historia del Estadio Centenario y la victoria celeste por 1-0.

El 30 de julio de 1930 Uruguay vencía a Argentina 4-2 y
conquistaba el primer Campeonato Mundial. Castro
marca el cuarto gol uruguayo ante un Centenario repleto.
Con el mismo vértigo con el que se construyó, se desarrolló el torneo. Doce días después de su inauguración, sus gradas eran testigo de la final. Uruguay venció a Argentina 4-2 y levantó la Copa Mundial ante la colosal torre de cien metros. Uruguay, un país que no llegaba a los dos millones de habitantes, le repetía al planeta, como en 1924 y 1928, que en el football era el mejor.

JOYA SUDAMERICANA
Históricamente el fútbol uruguayo era en realidad el fútbol montevideano. Así el Centenario se asentó como “el” estadio por excelencia. El 28 de septiembre de ese 1930 alojó su primer clásico, en el que Peñarol derrotó a Nacional 1-0.

Era el gran teatro de los uruguayos... y más. Mientras Europa sufría el desangramiento de la Segunda Guerra Mundial, Sudamérica seguía la fiesta del fútbol. En 1942 el Centenario fue sede del Campeonato Sudamericano. Con el récord de siete países participantes, Argentina aplastó a Ecuador 12-0, en el que hoy sigue siendo el score más abultado de la historia de la Copa América. Además, Herminio Masantonio logró el récord de 3 goles en sólo 8 minutos al marcar a los 20, 21 y 28 del segundo tiempo. Pero en la final, como en 1930, Uruguay volvió a celebrar sobre los argentinos con dos nombres que ocho años después le darían al país la gloria máxima en el Maracaná: Obdulio Varela y Schubert Gambeta.

En 1956 volvió a jugarse allí el Sudamericano, con todos partidos nocturnos, y otra vez fue Uruguay quien se impuso en el último partido a Argentina 1-0. El resultado rompía una tremenda racha argentina, ya que hasta entonces su última derrota por Copa América había sido aquella final de 1942.
Otro hito del estadio se plantó el 19 de abril de 1960, cuando Peñarol goleó 7-1 a Jorge Wilstermann, de Bolivia... era el primer partido de la historia de la Copa Libertadores, el principal certamen sudamericano de clubes. Esa tarde el ecuatoriano Alberto Spencer (máximo goleador de la historia del torneo) anotó 4 tantos. Peñarol fue campeón y el 3 de julio inauguró en el Centenario una nueva historia, la de la Copa Intercontinental. Ese día la visita de Real Madrid con Di Stéfano, Puskas y compañía logró el récord de entradas vendidas en el estadio: 71.872.

EL CLÁSICO Y LA CELESTE
Entre sus míticas tribunas se coronaron 7 campeones de la Libertadores: Estudiantes de La Plata, Peñarol, Independiente, Boca Juniors, Nacional (2 veces) y Flamengo. Por su césped pasaron los grandes nombres del gol en Sudamérica, además de Spencer: los uruguayos Fernando Morena, Pedro Rocha y Julio César Morales, los argentinos Daniel Onega y Luis Artime o los brasileños Pelé y Jairzinho.

En 1967 volvió a la rutina: fue la cancha donde se jugaron todos los partidos de la Copa América, trofeo que nuevamente quedó en Montevideo. ¿El partido final? Otra costumbre: festejar ante Argentina.

A fin de 1980, para celebrar los 50 años de la primera Copa Mundial, el Centenario hospedó la Copa de Oro de Campeones Mundiales, conocida como Mundialito, que reunió a todos ganadores menos a Inglaterra, que fue suplantada por Holanda. Diego Maradona era ya la máxima estrella del planeta, pero el trofeo se quedó nuevamente en casa: en la final Uruguay venció a Brasil 2-1.
El 18 de diciembre de 1982, el Comité Ejecutivo de la FIFA, lo declaró “Monumento Histórico del Fútbol Mundial”, y el 18 de julio del año siguiente se colocó una placa conmemorativa.

Peñarol-Nacional, el clásico uruguayo.
En octubre de 2008 se cumplirán 20 años de la última victoria uruguaya en la Copa Libertadores. Los clubes sufren la crisis del fútbol nacional que obliga a la exportación de la estrellas que cada año surgen en este próspero país. Las alegrías de las gradas quedaron reducidas a los coloridos clásicos entre Peñarol y Nacional, la única oportunidad de llenarlas, más allá de la Selección. Y fue La Celeste la que ofreció el último gran festejo, la conquista de la Copa América 1995. Pasaron más de doce años, sin embargo todo se atesora bajo el hormigón histórico. En su interior el Museo del Fútbol es una visita ineludible para todo aquel que pase por Montevideo.

Entre sus tribunas resuena el eco de mil gritos de gol. Desde aquellos cuatro de Dorado, Cea, Iriarte y Castro que le dieron a Uruguay su primera Copa Mundial hasta los más recientes de Francescoli, Recoba y Forlán están aquí, a orillas del Río de la Plata. Pasado y futuro; historia y sueños, como el de albergar la Copa Mundial 2030. El Centenario trasciende lo nacional. Es más que un estadio montevideano o uruguayo. Es patrimonio de toda Sudamérica... Es una joya mundial.

EL ESTADIO
Nombre: Estadio Centenario
Dirección: Av. Ricaldoni s/n - Parque Batlle y Ordoñez - Montevideo, Uruguay
Construido: 1930
Última remodelación: 2001
Aforo total: 76.609
Propietaria: Intendencia Municipal de Montevideo
Alberga: partidos internacionales y locales de gran trascendencia

RECONSTRUCCIÓN VIRTUAL


martes, 16 de julio de 2024

Maracanazo - En julio no se festeja el carnaval

El genial escritor Eduardo Galeano recordaba al Maracanazo como "la jodida tentación de dormir el sueño de la eterna nostalgia. Porque la nostalgia es más cómoda que la esperanza"
Artículo publicado en la revista El Gráfico, en marzo de 2002
Por PABLO ARO GERALDES


Europa empezaba a curar las heridas del holocausto, a ponerse lentamente de pie, mientras en Sudamérica el fútbol seguía vivo. Los campeonatos Sudamericanos eran una pasarela interminable de figuras a las que les faltó la consagración en un Mundial.

Tras el horror de la guerra, la FIFA volvió a reunirse en el Congreso de Luxemburgo de 1946. Brasil fue el único que presentó una postulación para organizar el Mundial siguiente, que todavía no tenía fecha. En ese mismo encuentro se decidió ponerle a la copa el nombre de Jules Rimet, en homenaje al presidente de la entidad, impulsor de la creación de los mundiales. Y los ingleses terminaron por darse cuenta que su orgulloso aislamiento no servía de mucho y volvieron a integrarse a la FIFA. Se resolvió que el Torneo Interbritánico, el “Home Championship”, sirviese como eliminatoria, con dos clasificados. La pelota estaba lista para volver a rodar.

En 1947 la Comisión Técnica puso fecha: se jugaría en Brasil en 1950. Pero la Argentina, en medio de su época futbolística más gloriosa decidió no participar. En 1946, un partido ante Brasil en la cancha de River terminó en una batalla campal, resintiendo las relaciones deportivas entre los dos países. Ese era un argumento. Otro apareció en 1948: los jugadores reclamaban mejores salarios y ante la negativa de los clubes se declararon en huelga.
Al mismo tiempo llegaba una noticia curiosa: Neil Franklin, centrehalf de la selección inglesa, dejaba el Stoke City para ir al Millonarios de Bogotá. Algo extraño pasaba. El fútbol colombiano no estaba dentro de la FIFA y empezaba a “capturar” a los mejores jugadores, que al estar fuera del sistema, no necesitaban el pase de su club de origen. Colombia les ofrecía dinero en cantidades impresionantes, especialmente el Millonarios (financiado por Alfonso Senior, un rico comerciante) y hacia allí partieron Pedernera, Rossi, Di Stéfano, Pontoni, Báez, Perucca… En unos meses Colombia se transformó en el Edén.

Los clubes argentinos perdieron a sus figuras, las que por jugar en Colombia, tampoco podían integrar la selección. Algunos sostenían que ante la imposibilidad de enviar un equipo poderoso y asegurarse un papel digno, el gobierno de Perón prefirió la ausencia argentina, para no cargar con el desgaste político de una derrota. No fue la única baja del torneo. Alemania, la potencia derrotada en la guerra, estaba sancionada y no podía participar. Detrás de lo que Churchill bautizó como “Cortina de Hierro” quedaban grandes del fútbol como Hungría y Checoslovaquia, y un gigante que todavía estaba creciendo, la Unión Soviética. Los países comunistas se auto excluyeron. Tampoco estaría Austria.


El 4 de mayo de 1949 el Torino, absoluto dominador del calcio y poseedor de nueve titulares de la selección italiana, volvía de Lisboa, en una de las tantas giras que realizaba para dar exhibición de buen fútbol. Quizá la derrota ante el Benfica había sido un mal presagio, pero el avión FIAT luchó todo lo que pudo contra la tormenta impiadosa. Ya estaba por llegar, pero sus alas se vencieron frente a la colina de Superga.
“E morto il Torino”, fue el título que leyó toda Italia. No sólo los turineses lloraban a sus ídolos, el país perdía a su selección. Un doloroso adiós al arquero Bacigalupo, los defensores Ballarin y Maroso, los centrocampistas Rigamonti y Grezar, los delanteros Menti, Loik, Gabetto y Valentino Mazzola. Con la trágica noticia, se diluyeron las altísimas expectativas que los italianos tenían en el Mundial y quedarse para siempre con la Copa, que sería conservada por el primer tricampeón.

Los escoceses ganaron su lugar escoltando a Inglaterra en el torneo británico, pero renunciaron porque su honor no les permitía salir segundos. Cerca del comienzo la FIFA ofreció esa plaza a Portugal y Francia, pero los lusos no aceptaron la invitación por creer que no es legítimo participar sin haber logrado la clasificación en la cancha. Francia primero dio el OK pero luego rechazó el lugar en protesta por la forma en la que se diagramó la competencia. Por Asia se inscribieron Birmania, India y Filipinas, pero las tres se bajaron solas. Turquía superó a Siria y Palestina pero no asistió al Mundial por dificultades económicas.

Ecuador, Paraguay, Perú y Uruguay debían jugar su eliminatoria en Río de Janeiro, algo que había sido decidido por la FIFA a pedido de Brasil, como un testeo de la organización. Cuando llegaron a la cidade maravilhosa, uruguayos y paraguayos se encontraron con la sorpresa que Perú y Ecuador habían desistido, lo que automáticamente los clasificaba. Para aprovechar el viaje ambas selecciones disputaron un amistoso y Paraguay ganó 3-2.

Uruguay combinaba la experiencia del arquero Roque Máspoli y Obdulio Varela con la juventud habilidosa de Pepe Schiaffino, Míguez o Ghiggia. Había confianza, tanta que no llevaron al máximo descubrimiento charrúa de los últimos veinte años, Walter Gómez, de River.

Quedaron 13 participantes. ¿Supersticiosos? En 1930 había pasado lo mismo y el torneo terminó con la victoria de los anfitriones, no había nada que temer.

MANOS A LA OBRA
En el Congreso de Londres, en 1948, Brasil expliucitó su postura: le parecía absurdo utilizar el sistema de eliminación directa, como en el 34 y el 38. ¿Qué incentivo tendría para participar un país que necesitaba tres semana de viaje si podía quedar afuera tras 90 minutos? Pero la FIFA persistía y Brasil amenazó con renunciar al Mundial. Al final, la idea brasileña se impuso: se dividió a los participantes en cuatro grupos y cada ganador pasaría a la ronda final. Es decir que en una liguilla por puntos se tendría al campeón, sin partido final.

“Tendremos el estadio más grande que la humanidad haya conocido”, decía el comunicado de la Confederación Brasileña. Con menos de dos años de anticipación empezaron las obras en la ribera del riacho Maracaná, de un estadio techado para 200.000 personas. El país apostó todo al Mundial. Algunos ministros se mostraron indignados al enterarse que Flavio Costa, el técnico, cobraba 5.000 dólares por mes, pero la decisión gubernamental era apoyar con todo. Sin Brasil campeón, ningún esfuerzo tendría sentido.

Se contrató una lujosa residencia en los alrededores de Río, donde el plantel residiría cuatro meses. Nada se les podría escapar. Hasta se racionaron las visitas de las esposas. A las diez de la noche había toque de queda en la casa: nada de cachaça, sólo jugos vitamínicos había. Pero pronto el régimen se empezó a flexibilizar. Comenzaron las visitas de parientes, de amigos, de famosos, de políticos “influyentes”, de políticos en busca de renombre, de vecinos… Las salidas empezaron a multiplicarse, primero de manera solapada; al final no había ninguna seriedad.

Al acercarse la fecha de inicio, era evidente que el gigantesco estadio no iba a estar terminado. Entonces el gobierno movilizó 1500 soldados para colaborar en los trabajos. Se “concluyó”, pero es un decir, ya que sólo tenía el campo de juego y las tribunas. Los accesos seguían en obra, los vestuarios eran precarios y no había palco para la prensa. La habilidad de los organizadores consiguió que se habilitara, pero la obra recién se completó en 1951.

GIRA LA BOLA
El 24 de junio, Brasil y México (foto) salieron a darle vida al monstruo de hormigón. Hubo un partido de fútbol, sí, que terminó 4-0 a favor de los anfitriones; pero esa tarde se vivió otra cosa. Una fiesta de verdad, con el termómetro marcando tropicales 28º. Por la inauguración del Maracaná, y por el primer paso hacia el festejo final, que seguro sería para los brasileños. La pirotecnia que rodeó al encuentro era algo nunca visto hasta entonces y llegó a asustar a los mexicanos, partenaires obligados de una celebración ajena.
En ese partido se estrenaron los números en las espaldas, una innovación introducida por la FIFA destinada a identificar mejor a los jugadores.

Al mismo tiempo, en Curitiba, la sorpresa invadía a todos los que esperaban una goleada de España sobre un equipo inmigrantes que jugaba con la camiseta de los Estados Unidos (foto). Zarra, Basora y compañía eran verdaderas figuras del fútbol europeo, pero necesitaron más de 70 minutos para superar a los yanquies, que se habían puesto en ventaja a los 12’ por medio de Souza. Al final fue 3-1 para los españoles, pero el representativo norteamericano había mostrado que no era ningún “rejunte”.

Por el mismo grupo, Inglaterra hizo su debut en los Mundiales superando a Chile por 2-0, sin la presencia de Stanley Matthews.

Los ingleses sentían que le hacía un favor a la competencia con su presencia, convencidos de su superioridad absoluta. Por primera vez, la Liga Inglesa nombró a un técnico, Walter Winterbottom, ya que en las siete décadas de su historia la selección se había formado por un Honorable Comité que citaba a los jugadores por correo, estos se juntaban en el vestuario y salían a la cancha.

Las apuestas lo tenían en segundo lugar, detrás de los locales, pero en la cancha el fantasma inglés no mostró nada como para temerle; salvo un par de elementos, no tenía picardía y su dominio del balón no era gran cosa.

Como sólo clasificaba a la ronda final el primero de cada grupo, los chilenos (foto) tenían que ganarle a España, mientras los ingleses calculaban cuántos goles le harían al pobre conjunto estadounidense. A los norteamericanos los dirigía Bill Jeffrey, un escocés “traidor”, que no se entregaría sin luchar al máximo ante el rival de toda la vida. Su equipo tenía apellidos belgas, portugueses, italianos, irlandeses, pero todos sentían amor por la bandera de las rayas y las estrellas. Mientras, los ingleses venían de ser agasajados en la mina de Morro Velho, explotada por firmas británicas, cuyos dos mil trabajadores los alentarían en las tribunas del Mineirão. Había tanta confianza, o subestimación de los yanquies, que la noche previa la tuvieron libre. Total...


A los cinco minutos Inglaterra ya había disparado ocho veces al arco, pero Borghi, el arquero, respondía. La presión era absoluta, Estados Unidos no podía cruzar la mitad de la cancha; recién atacó por primera vez en el minuto 39. Más que ataque fue un pelotazo, el que Bahar disparó de larga distancia. Pero superó al arquero Williams y Gaetjens, que venía al trote por la izquierda, alcanzó a poner la cabeza para rozarla.

Más que cabecear, le pegó en la cabeza y el buen hombre, nacido en Haití, se encontró de golpe festejando un gol que él le había hecho a Inglaterra. No lo podía creer. Menos cuando el reloj siguió su marcha y los 90 se consumieron en medio del asedio estéril de los ingleses y la locura de las tribunas, que esa tarde, como tantas, se habían inclinado por el más débil. La hazaña se había consumado y tampoco los periodistas podían creerlo. El pueblo de Belo Horizonte invadió la cancha para llevar en andas a los norteamericanos. “England 0 - USA 1”, decían los télex que los enviados especiales despachaban a Europa. “Transmisión errónea, rectifique resultado”, respondían desde Londres. Con las comunicaciones todavía lentas, un diario británico supuso que sería “England 10 - USA 1”, y así tituló al día siguiente. Gaetjens se convirtió en un personaje tan popular que meses después firmó para el Racing de París. Cuando llegó a Francia le confesó a los periodistas: “nunca tuve ciudadanía norteamericana”.
Como España venció a Chile, la clasificación la pelearían, en el Maracaná, España e Inglaterra, con la ventaja de que un empate le daba el pase a las finales a los españoles. En la jornada final del grupo 2, todo volvió a la normalidad y Chile venció a Estados Unidos 5-2, pero era anecdótico. El asunto estaba en Río.
Para aprovechar la lentitud del fondo español, Inglaterra alineó a Milburn, un centreforward rapidísimo, pero Gonzalvo y Alonso apostaron a esperarlo en el área y lo borraron de la cancha. Obligada a ganar, Inglaterra presionó, pero se dio contra el arquero Ramallets, que tuvo la mejor actuación de su carrera. Encima, faltando cinco minutos, Zarra consiguió la victoria (foto). Este encuentro fue el de mayor cantidad de público de aquellos en los que no intervino Brasil.

SE CAE OTRO PESO PESADO
Tras la tragedia de Superga, una curiosa dupla se había hecho cargo de la selección italiana: el dirigente Ferruccio Novo y el periodista Aldo Bardelli. Fue el único equipo europeo que viajó en barco hasta Brasil. Lo hizo en el trasatlántico Sises, que cubría la línea Nápoles-Santos. En el puerto lo esperaban medio millón de tifosi, la mayoría emigrados durante la Segunda Guerra.

El debut ante Suecia concitó gran expectativa, por la gran cantidad de italianos residentes en São Paulo y porque los suecos venían de ganar la medalla de oro olímpica en Londres. Lo que no sabían era que los rubios de amarillo eran en su mayoría amateurs. Pero al salir a la cancha, se notó que el nivel futbolístico de Italia era bajo. Suecia ganó 3-1 y obligó a Italia a golear a Paraguay y después rezar. La derrota dejó una nueva herida en la lastimada Italia. Esa derrota se les grabó tan fuerte que nueve de los once suecos terminaron militando en el calcio.

Paraguay remontó un 0-2 ante Suecia y se quedó con un empate con olor a sorpresa. Y en la última fecha del Grupo 3 los guaraníes se jugaron todo a conseguir la clasificación pero Italia ganó 2-0 con comodidad, dándole el pase a la ronda final a los escandinavos.
Jugar en el Maracaná era una ventaja enorme para Brasil. Pero por una cuestión de federalismo y para calmar la enorme rivalidad carioca-paulista, el local jugaría su segundo partido en São Paulo. Además, ese día jugaron Ruy, Noronha y Alfredo, los preferidos de la afición paulista. El Pacaembú nunca le había dado suerte a Brasil, pero esa era la tarde ideal para espantar los fantasmas, ya que Suiza no significaba ningún peligro. Pero la visita de cortesía salió mal, y no por la “mufa” del lugar, precisamente: aunque Brasil arrancó ganando a los tres minutos, el candado helvético fue algo difícil de abrir para los delanteros (no estaban ni Zizinho ni Jair) y la desesperación abrió espacios para los contraataques. Eso era justo lo que quería Rappan, el técnico suizo. Claro, Suiza había empatado por medio de Fatton y cuando los brasileños se pusieron nuevamente arriba, Fatton volvió a empatar. El público se estaba yendo en silencio, casi resignado a la igualdad, cuando en el último minuto, el suizo Friedlander sacudió uno de los postes de Barbosa.

Brasil tenía que agradecer el empate ante Suiza, porque al mismo tiempo Yugoslavia despachaba a México (foto). Eso indicaba que los brasileños tendrían que ganar el último partido a los yugoslavos si querían estar en la ronda final.

Contra los balcánicos, Brasil contó con su “trío diabólico”. Zizinho-Ademir-Jair salieron a la cancha para el mejor partido del certamen, desde el punto de vista técnico. Los brasileños salieron con ventaja desde el vestuario, pero no de modo figurado.

Mientras Yugoslavia subía por el túnel, el entérala derecho Rajko Mitic chocó su cabeza contra una viga que sobresalía y se abrió una herida que sangraba a borbotones. Sus compañeros le pidieron al árbitro Griffiths que demorara el inicio hasta que lo atendieran, pero el galés se negó y terminaron arrancando el encuentro once contra diez. A los 15 minutos apareció Mitic con un vendaje caricaturesco, pero Brasil ya estaba 1-0 por gol de Ademir.

No por nada a los yugoslavos los llaman “los brasileños de Europa”; los dos equipos respetaban el mismo estilo y el partido tuvo un elevado calibre estético. Zizinho se apiló a cuatro y entró al arco con pelota y todo. Brasil seguía su marcha hacia el título.

En Belo Horizonte, Uruguay no le importaba a nadie. Los bolivianos eran modestísimos y los charrúas no lo perdonaron. Cuatro goles del Pepe Schiaffino, más los de Vidal, Pérez y Ghiggia, sellaron un 8-0 sin vueltas que darle. Aquella jornada paso indiferente, en un estadio casi desierto que ni agua en la duchas tenía. ¿Pero a quién le interesaba? La fiesta estaba en Río.

TRES CANDIDATOS Y UN COLADO
Todos contra todos, una rara fórmula para decidir al campeón. En el Pacaembú, España se convirtió en un dolor de cabeza para Uruguay, que tuvo la suerte de llevarse un empate. Ghiggia había puesto el 1-0, pero dos goles de Basora hicieron que todo el segundo tiempo fuera una marea celeste buscando la igualdad, elevando la imagen de Ramallets. Pero el arquero estaba resentido en un hombro y Obdulio le disparó de lejos venciendo la resistencia de su brazo. Uruguay contaba con la ventaja del descanso, ya que había jugado sólo 90 minutos ante Bolivia, casi un entrenamiento, mientras los españoles arrastraban tres encuentros fuertes.

El 2-2 favorecía a Brasil, que al mismo tiempo estaba abusándose de Suecia en el Maracaná, en medio de un carnaval anticipado, con Zizinho (foto) como destaque de las carrozas. Fueron 7 goles celebrados con una pirotecnia impresionante. “Cada vez que tocaba el balón, explotaban petardos alrededor mío; corría como en un campo minado”, contó después Skoglund. El local estaba sacando rédito de su “diagonal”, la que tenía a Ademir como “punta de lanza”.

La jornada siguiente debía enfrentar a Brasil-Uruguay y España-Suecia, pero los organizadores decidieron invertir las fechas por cuestiones de “caja”. Ver aplastar a los uruguayos no provocaría mucho entusiasmo y era mejor “guardarse” al rival más débil para asegurar la fiesta en la última tarde.

Meses atrás del torneo, durante el carnaval, todo Río de Janeiro cantaba una marcha titulada “As touradas de Madrid”, que aludía a una corrida de toros. Cuando en la segunda jornada final, España salió al Maracaná, 200.000 los recibieron entonando la burlona canción. Era algo nuevo para los hispanos, y encima el canto se multiplicaba por efecto del techo de hormigón hasta hacerse ensordecedor. Fue 6-1 en un ambiente de euforia loca, con la gente saltando, cantando y bailando entre los estruendos de los cohetes. La radio decía que en San Pablo, Suecia le estaba ganando a Uruguay, y con ese resultado, Brasil se aseguraba el primer lugar. Al salir, la gente no se fue a su casa. Invadió las calles de la capital (Río lo sería hasta 1960) para festejar el título anticipadamente, sin interesarle qué había pasado en São Paulo. Y allí, Uruguay había vencido 3-2 a Suecia, en un partido en el que su superioridad técnica terminó inclinando el resultado recién a falta de cinco minutos.
Claro, los relatores no iban a interrumpir la fiesta informando sobre esos dos goles seguidos de Míguez, si total, en la última fecha Brasil necesitaba un solo punto para dar la vuelta olímpica. El choque con lo uruguayos sería como una final, por capricho del fixture, pero una rara final en la que el empate consagraría campeón a los hombres de blanco.

LA NOCHE EN VELA
Suecia-España (foto) y Brasil-Uruguay jugarían a la misma hora. Así se había programado para evitar especulaciones, aunque los resultados hicieron imposible que el campeón estuviera en San Pablo. La celebración sería en el Maracaná, donde Uruguay conservaba una posibilidad matemática: tenía que vencer al gigante que venía de aplastar a suecos y españoles, marcando 13 goles en los dos partidos.

Los dirigentes uruguayos felicitaron a sus muchachos por haber llegado a esta instancia: “Muchachos, cumplieron”. “Cumplidos sólo si somos campeones”, le respondió el temple de Obdulio Varela. Al final, varios hombres de saco y corbata optaron por regresar a Montevideo, dejando a los jugadores solos en la última parada.

Mientras, en la concentración brasileñas de São Januario, desfilaban políticos buscando “la foto” junto a los campeones para usarla en la campaña, ya que 1950 era un año electoral. Todos aburrían con discursos solemnes... Angelo Mendes de Morais, prefecto de Río de Janeiro, comenzó el suyo así: “Ustedes, que en una horas serán los campeones del mundo...”. El clima de victoria era total y en la noche del sábado 15 de julio casi nadie durmió. La radio repetía estribillos triunfales y afuera, en la calle, los tamboriles y redoblantes no encontraban motivo para esperar al partido. Las calles adyacentes al estadio ya lucían pasacalles que declaraban “Homenaje a los campeones del mundo” y once limusinas estaban listas para que los héroes volvieran a sus casas rodeados de gloria.

A unos kilómetros, en el barrio Laranjeiras, estaba el hotel Paysandú, donde se alojaban los uruguayos. Cualquier otro equipo hubiera dormido profundamente, despojado de toda responsabilidad. ¿Quién podría reprocharles una derrota ante Brasil? No tenían nada que perder. Pero ellos no. Juramentados a dejar el alma en el Maracaná, al que pisarían por primera vez, la mayoría pasó la noche en vela. Es verdad que las comparsas que bailaron toda la noche en la vereda contribuyeron con su samba y su pirotecnia para que nadie pudiese pegar un ojo. Esperaban a que los jugadores se asomases por una ventana y los saludaban mostrando cuatro dedos de una mano, la cifra de goles que todos pronosticaban sufriría Máspoli.

Apenas asomó el sol, se formó la ronda de mate. El técnico López llevaba la charla en la que participaba también Ondino Vieira, un agudo observador del fútbol, que por entonces trabajaba en Brasil y se había acercado a acompañar a sus compatriotas. Él tiró la clave: todas las conexiones brasileñas entre defensa y ataque pasaban por Zizinho, un hombre que no usaba el pase largo, que transportaba el balón al pie. Entonces El Negro Obdulio aconsejó a Tejera, quien debía marcarlo: “Mirá siempre la pelota, si le seguís los amagues de cintura, estás perdido”. E incentivaba a Míguez: “¿No viste la cara de estúpido que tiene el golero? ¿No vas a ser capaz de hacerle por lo menos un gol?”. “Y tú Schubert, deberás marcar a Chico. Si le dejás tocar una sola pelota te la tendrás que ver conmigo”, le advirtió el caudillo en medio de las risotadas de todos. ¿Miedo? Ese equipo uruguayo no tenía ni idea del significado de esa palabra. “Seremos once contra once, los doscientos mil de la tribuna no juegan”. La obviedad se repetía a modo de inyección anímica. La “huída” de los dirigentes los envalentonó aún más. Frente al arco los brasileños era mejores, sí, pero no era una cosa como para suponer una derrota categórica.

El técnico Flavio Costa les advirtió a sus jugadores que no entrasen en la provocación de los uruguayos: “Si les pegan, se las aguantan. No protesten nada, no les den excusas para abandonar la cancha y seamos campeones por abandono”. Ésa era la preocupación de los locales, no estropear la fiesta. La vuelta olímpica tenía que llegar tras una exhibición de fútbol y eso le pidieron a la FIFA. Se designó al árbitro inglés George Reader, por su serenidad y conocimiento profundo del reglamento. Era el hombre ideal para que el partido finalice con 22 jugadores.

Uruguay pidió el micro para el mediodía y en él cargaron los colchones del hotel. La idea era llegar temprano al estadio, evitar la multitud, y descansar un poco en el vestuario. Lo que no sabían es que ocho horas antes del pitazo inicial ya se habían empezado a colmar las tribunas. Al pasar por una iglesia todos bajaron a rezar. La confianza crecía y la serenidad de los mayores contagiaba a los más jóvenes. Cuando llegaron al Maracaná, ya estaba repleto. Se calcula que su capacidad había sido largamente excedida y había unas 220.000 personas. Tiraron los colchones en el piso y hasta dicen que Gambetta se durmió una siestita. Obdulio siguió con su arenga: “Muchachos, hoy tengo unas ganas de correr...”.

Los brasileños llegaron como en una interminable caravana triunfal, como si se tratase del paso de una escola do samba a través de Río.

LA NOCHE QUE EL REY MOMO LLORÓ
Aunque a Brasil le alcanzaba el empate, salió a comerse a Uruguay. Intuyéndolo, los celestes dispusieron tres líneas defensivas: Varela y Pérez, en la segunda Tejera y Andrade, y en el fondo Matías González y Gambetta.
En los primeros minutos, Brasil forzó tres corners, pero Uruguay aguantó. De a poco, los visitantes se fueron animando a cruzar la mitad de la cancha, buscando a Ghiggia en profundidad, dejándole a Bigode el fault como única forma de pararlo. Después de una de las infracciones del brasileño, Obdulio se le acercó y lo retó: “Que sea la última vez, ¿entendió?”. El árbitro no podía creerlo.

El obstáculo de Bigode estaba resuelto, pero atrás esperaba Juvenal, y sus cruces eran impecables.

En un avance, Ademir quedó solo ante Máspoli y el arquero se quedó magistralmente con el disparo. Fue en punto de inflexión en el encuentro. Se despertó Schiaffino, que se conectó con el Palomo Míguez y empezaron a buscarlo a Ghiggia. Jair metió miedo con un pelotazo en el palo pero la respuesta fueron tres ataques uruguayos antes del descanso.

Algunos estaban perplejos, ¿por qué Brasil no goleaba a Uruguay? Igual, el empate alcanzaba y las tribunas bailaban frenéticamente. Abajo, el en vestuario, Ghiggia le pidió a Obdulio que en vez del pelotazo, lo buscase con pases cortos, para enfrentar a Juvenal con el balón dominado.
Arranca la segunda mitad y la diagonal brasileña da resultado: Ademir arrastra a toda la defensa y habilita a Friaça, quien saca el chumbazo para sacudir la red y justificar la fiesta. Ahí fue cuando Obdulio comprendió que debía aflorar la garra. Fue hasta el arco y tomó la pelota mansamente. Se la puso bajo el brazo y fue a reclamarle off side al juez, pese a que sabía que el gol era legítimo. Su protesta y su paso cansino hasta la mitad de la cancha aplacaron el festejo. Cuando Míguez sacó del medio habían pasado casi tres minutos del gol y el Maracaná había caído en un confuso silencio.

A los 21 minutos Obdulio le pone a Ghiggia esa pelota al pie que le había pedido, elude a Bigode, lo pasa a Juvenal y manda el centro para Schiaffino. El Pepe conecta de media vuelta al ángulo superior izquierdo de Barbosa y empata el partido. El cemento del Maracaná se convirtió en hielo. Brasil seguía siendo campeón, pero la fiesta se había estropeado.Brasil no se conformaba con empatar, pero de última… El pánico aparecía cada vez que Ghiggia tomaba la pelota. A los pocos minutos la euforia volvió. Mientras, Jules Rimet comenzó a bajar las escaleras con lentitud, para llegar a tiempo a entregar la Copa que tenía su nombre. En uno de los bolsillos del saco tenía el discurso que le habían preparado en portugués.

En la cancha Schiaffino recibía un pase de Ghiggia y se mandaba al fondo. Schiaffino se la pedía en el medio del área, Barbosa salía a tapar el centro y Ghiggia, casi contra la raya, cerraba los ojos y pateaba al arco con todas las fuerzas de su alma. Gol. Río de Janeiro jamás vivió tanto silencio, un silencio de muerte. Ni siquiera lo quebró el centenar de uruguayos que estaba en el estadio, por miedo. Con su paso anciano, Rimet seguía bajando laberínticas escaleras y le llamaba la atención la buena aislación acústica de esa obra de ingeniería. Pero las tribunas no aislaban nada, afuera tampoco se oía un solo grito.

Brasil salió desesperado, pero el coraje de Uruguay hizo que sea imposible cambiar el resultado. Mr. Reader mira su reloj: marca 45’, pero hay corner para Brasil. Es la última jugada, lo ejecuta Friaça desde la derecha. La pelota hace una parábola y cae cerca del segundo palo, donde está Gambetta y la agarra con las dos manos. “¡¿Qué hacés?!”, le grita Ghiggia, queriéndose morir. “¡Terminó, hermano, terminó!”, le responde Schubert sin poder contener las lágrimas.

Cuando Rimet asomó por el túnel, la banda de música no estaba, el podio tampoco. El policía de custodia estaba llorando y la multitud abandonaba las graderías en silencio. Once hombres de celeste se abrazaban, olvidados por toda la toda formalidad oficial. “Aunque no nos den la copa, somos campeones. Podemos irnos”, les dijo Obdulio Varela, pero justo en ese momento lo alcanzó Rimet, que acababa de comprender todo. “Mes félicitacions”, fue lo único que le dijo, en francés. Veinte años después, el trofeo volvía a manos uruguayas. Así lo contó el presidente de la FIFA: “No sé qué paso. Había un protocolo a seguir pero a nadie le importó que no sonara el himno en honor a los vencedores, que no se izara al mástil la enseña de Uruguay. Me encontré solo en el césped con la Copa en mi mano derecha. Al final, cuando me di cuenta de que nadie iba a acompañarme en la ceremonia, reclamé la atención de Varela y le di el trofeo”.

“Ese día estaba escrito que ganaríamos, no temíamos ni a Dios ni al Diablo. Si Máspoli hubiese jugado de delantero, hacía dos goles y si yo hubiera ido al arco, atajaba dos penales”, resumió Omar Míguez.

Afuera, Brasil se sumía en la noche más larga y silenciosa de su historia, un triste velatorio con 50 millones de personas llorando la muerte de su sueño. El silencio sólo se rompía con el ulular de alguna ambulancia presurosa para asistir a uno de los tantos corazones que esa noche dijeron “basta”. La fiesta que embriagaba la avenida 18 de Julio de Montevideo estaba muy lejos como para confundirla con el festivo paso de las carrozas y sus escolas do samba. Estaba claro, en julio no se festeja el carnaval.

El relato completo de Brasil-Uruguay, por Radio Nacional de Río de Janeiro

lunes, 15 de julio de 2024

Tabla histórica de la Copa América



1. ARGENTINA
439 puntos / 16 títulos
PJ: 208 G: 132 E: 43 P: 33 - Goles: 489/186

2. URUGUAY
385 puntos / 15 títulos
PJ: 212 G: 115 E: 40 P: 57 - Goles: 421/226

3. BRASIL
379 puntos / 9 títulos
PJ: 200 G: 112 E: 43 P: 45 -  Goles: 445/206

4. CHILE
236 puntos / 2 títulos
PJ: 191 G: 67 E: 35 P: 89 - Goles: 291/317

5. PARAGUAY
235 puntos / 2 títulos
PJ: 180 G: 64 E: 43 P: 73 - Goles: 267/311

6. PERÚ
214 puntos / 2 títulos
PJ: 164 G: 58 E: 40 P: 67 - Goles: 230/257

7. COLOMBIA
185 puntos / 1 título
PJ: 129 G: 53 E: 26 P: 51 - Goles: 154/194

8. BOLIVIA
86 puntos / 1 título
PJ: 122 G: 20 E: 26 P: 76 - Goles: 109/308

9. ECUADOR
79 puntos
PJ: 130 G: 17 E: 28 P: 85 - Goles: 139/331

10. MÉXICO
74 puntos
PJ: 51 G: 20 E: 14 P: 17 - Goles: 67/63

11. VENEZUELA
51 puntos
PJ: 74 G: 11 E: 18 P: 45 - Goles: 59/182

12. COSTA RICA
22 puntos
PJ: 20 G: 6 E: 4 P: 10 - Goles: 19/35

13. ESTADOS UNIDOS
20 puntos
PJ: 21 G: 6 E: 2 P: 13 - Goles: 21/32

14. HONDURAS
10 puntos
PJ: 6 G: 3 E: 1 P: 2 - Goles: 7/5

15. PANAMÁ
9 puntos
PJ: 7 G: 3 E: 0 P: 4 - Goles: 10/20

16. CANADÁ
6 puntos
PJ: 3 G: 1 E: 3 P: 2 - Goles: 4/7

17. JAPÓN
3 puntos
PJ: 6 G: 0 E: 3 P: 3 - Goles: 6/15

18. QATAR
1 punto
PJ: 3 G: 0 E: 1 P: 2 - Goles: 2/5

19. HAITÍ
0 punto
PJ: 3 G: 0 E: 0 P: 3 - Goles: 1/12

20. JAMAICA
0 punto
PJ: 9 G: 0 E: 0 P: 9 - Goles: 1/16
    
Nota: se computan tres puntos por partido ganado desde la edición de 1993, pero a los efectos de confeccionar esta tabla se sumaron tres puntos por victoria desde la primera, en 1916.

Historial de la Copa América

Estos son los 48 campeones sudamericanos desde 1916. Junto al año de la edición se consigna el país anfitrión. También se menciona, tras el campeón, al vicecampeón y al tercero:

1916 - Argentina (*)
Uruguay / Argentina / Brasil

1917 - Uruguay
Uruguay / Argentina / Brasil

1919 - Brasil
Brasil / Uruguay / Argentina

1920 - Chile
Uruguay / Argentina / Brasil

1921 - Argentina
Argentina / Brasil / Uruguay

1922 - Brasil
Brasil / Paraguay / Uruguay

1923 - Uruguay
Uruguay / Argentina / Paraguay

1924 - Uruguay
Uruguay / Argentina / Paraguay

1925 - Argentina
Argentina / Brasil / Paraguay

1926 - Chile
Uruguay / Argentina / Chile

1927 - Perú
Argentina / Uruguay / Perú

1929 - Argentina
Argentina / Paraguay / Uruguay

1935 - Perú (**)
Uruguay / Argentina / Perú

1937 - Argentina
Argentina / Brasil / Paraguay

1939 - Perú
Perú / Uruguay / Paraguay

1941 - Chile
Argentina / Uruguay / Chile

1942 - Uruguay
Uruguay / Argentina / Brasil

1945 - Chile (**)
Argentina / Brasil / Chile

1946 - Argentina (**)
Argentina / Brasil / Paraguay

1947 - Ecuador
Argentina / Paraguay / Uruguay

1949 - Brasil
Brasil / Paraguay / Perú

1953 - Perú
Paraguay / Brasil / Uruguay

1955 - Chile
Argentina / Chile / Perú

1956 - Uruguay (**)
Uruguay / Chile / Argentina

1957 - Perú
Argentina / Brasil / Uruguay

1959 - Argentina
Argentina / Brasil / Paraguay

1959 - Ecuador (**)
Uruguay / Argentina / Brasil

1963 - Bolivia
Bolivia / Paraguay / Argentina

1967 - Uruguay
Uruguay / Argentina / Chile

1975 (***)
Perú / Colombia / Brasil

1979 (***)
Paraguay / Chile / Brasil

1983 (***)
Uruguay / Brasil / Paraguay

1987 - Argentina
Uruguay / Chile / Colombia

1989 - Brasil
Brasil / Uruguay / Argentina

1991 - Chile
Argentina / Brasil / Chile

1993 - Ecuador
Argentina / México / Colombia

1995 - Uruguay
Uruguay / Brasil / Colombia

1997 - Bolivia
Brasil / Bolivia / México

1999 - Paraguay
Brasil / Uruguay / México

2001 - Colombia
Colombia / México / Honduras

2004 - Perú
Brasil / Argentina / Uruguay

2007 - Venezuela
Brasil / Argentina / México

2011 - Argentina
Uruguay / Paraguay / Perú

2015 - Chile
Chile / Argentina / Perú

2016 - Estados Unidos (****)
Chile / Argentina / Colombia

2019 - Brasil
Brasil / Perú / Argentina

2021 - Brasil
Argentina / Brasil / Colombia

2024 - Estados Unidos
Argentina / Colombia / Uruguay

Total de títulos: Argentina 16, Uruguay 15, Brasil 9, Chile 2, Paraguay 2, Perú 2, Bolivia 1, Colombia1.

(*) Todavía no se había instituido la Copa América como trofeo.
(**) No estuvo en juego la Copa América.
(***) Sin sede fija. Se disputaban partidos de local y visitante.
(****) No estuvo en juego la Copa América sino un trofeo especial por el centenario.


GOLEADORES DE CADA COPA AMÉRICA
1916 - Isabelino Gradín (URU) -3
1917 - Ángel Romano (URU) - 4
1919 - Manoel Neco (BRA) y Arthur Friedenreich (BRA) - 4
1920 - Ángel Romano (URU) y José Pérez (URU) - 3
1921 - Julio Libonatti (ARG) - 3
1922 - Juan Francia (ARG) - 4
1923 - Pedro Petrone (URU) y Valdino Aguirre (ARG) - 3
1924 - Pedro Petrone (URU) - 4
1925 - Manuel Seoane (ARG) - 6
1926 - David Arellano (CHI) - 7
1927 - Roberto Figueroa (URU) - 4
1929 - Aurelio González (PAR) - 5
1935 - Herminio Masantonio (ARG) - 4
1937 - Raúl Toro (CHI) - 7
1939 - Teodoro Fernández (PER) - 7
1941 - Juan Marvezzi (ARG) - 5
1942 - Herminio Masantonio (ARG) y José Manuel Moreno (ARG) - 7
1945 - Norberto Méndez (ARG) y Heleno de Freitas (BRA) - 6
1946 - José María Medina (URU) - 7
1947 - Nicolás Falero (URU) - 7
1949 - Jair Rosa Pinto (BRA) - 9
1953 - Francisco Molina (CHI) - 8
1955 - Rodolfo Micheli (ARG) - 8
1956 - Enrique Hormazábal (CHI) - 5
1957 - Humberto Maschio (ARG) y Javier Ambrois (URU) - 9
1959 - Pelé (BRA) - 8
1959 - José Francisco Sanfilippo (ARG) - 5
1963 - Carlos Raffo (ECU) - 6
1967 - Luis Artime (ARG) - 5
1975 - Leopoldo Luque (ARG) Y Ernesto Díaz (COL) - 4
1979 - Jorge Peredo (CHI) y Eugenio Morel (PAR) - 4
1983 - Carlos Aguilera (URU), Jorge Burruchaga (ARG), Eduardo Malásquez (PER) y Roberto Dinamite (BRA) - 3
1987 - Arnoldo Iguarán (COL) - 4
1989 - Bebeto (BRA) - 6
1991 - Gabriel Batistuta (ARG) - 6
1993 - José Luis Dolgetta (VEN) - 4
1995 - Gabriel Batistuta (ARG) y Luis García (MEX) - 4
1997 - Luis Hernández (MEX) - 6
1999 - Rivaldo (BRA) y Ronaldo (BRA) - 5
2001 - Víctor Hugo Aristizábal (COL) - 6
2004 - Adriano (BRA) - 7
2007 - Robinho (BRA) - 6
2011 - Paolo Guerrero (PER) - 5
2015 - Paolo Guerrero (PER) y Eduardo Vargas (CHI) - 4
2016 - Eduardo Vargas (CHI) - 6
2019 - Paolo Guerrero (PER) y Éverton (BRA) - 3
2021 - Lionel Messi (ARG) - 4
2024 - Lautaro Martínez (ARG) - 5