Esta consagración xeneize es diferente a las últimas: tiene el protagonismo de un grupo de juveniles que asumió con altura el compromiso de vestir la camiseta azul y oro. El Boca Juniors campeón del Apertura lleva, más que nunca, el sello de la Casa Amarilla.
Artículo publicado en la revista Fox Sports, en diciembre de 2008.
Por PABLO ARO GERALDES
"El proyecto de juveniles fue uno de nuestros aciertos más grandes", se vanagloriaba hace cinco años el entonces presidente xeneize Mauricio Macri. Hace un lustro, Boca Juniors ganaba la Copa Libertadores y festejaba ante el Milan en Japón. Aquella sonada promesa del “Boca hegemónico” era una realidad concreta, incluida una paternidad desesperante sobre River Plate. Pero a Macri le quedaba una deuda con su club: en la plataforma electoral había prometido llegar a formar un equipo con 9 de los 11 titulares salidos de las divisiones inferiores. “Esa vez me fui de boca. Cumplimos casi todo lo prometido en 1996, hasta eso de ‘un título por año’. Pero lo de 9 de 11 surgió de un entusiasmo juvenil. Quería fijar un rumbo, y si decía 5 de 11, hubiera dado la impresión de que no apostaba a las inferiores”.
Después, en diálogo con Clarín, Macri confesó: “Mi inexperiencia me llevó a pensar que en cuatro años armaba una escuela de fútbol. Y armar la mística de una escuela lleva mucho más de cuatro años. Por lo menos, una década. Las inferiores de Boca evolucionan y se nota que vienen en camadas, en cantidad. Porque ya hay una tradición, una cultura”.
El festejo de este Torneo Apertura tiene un sabor especial, el condimento inesperado de encontrar a River en lo más profundo del fondo de la tabla. Pero la alegría del pueblo xeneize debe detenerse un momento a notar que hay un motivo más fuerte para la celebración de cara al futuro: este equipo contó con 14 jugadores surgidos de la cantera de Casa Amarilla.
Aquí cabe resaltar también la decisión de Carlos Ischia, que sostuvo a este grupo de chiquilines cuando fueron recibidos con dudas y tuvieron que soportar la responsabilidad que significa debutar en Primera con la camiseta de Boca. “No soy un técnico de traer muchos jugadores. Trato de trabajar con el grupo que tengo y de mirar para abajo. Acá hay muy buenas inferiores. No tenemos la necesidad imperiosa de salir a comprar porque contamos con un muy buen plantel”, dijo a fines de julio en un programa de televisión. Hoy, los festejos que inundaron las calles de toda la Argentina le dan la derecha al entrenador.
A los 34 años, Andrés Lillini es el joven coordinador de las Divisiones Inferiores del club. Él es, de alguna manera, el responsable de este éxito, pero prefiere destacar la labor del técnico: “Si hoy hay más juveniles surgidos del club en la Primera es por Carlos Ischia. Nosotros trabajamos a consciencia, con responsabilidad, y conformamos un gran grupo humano. Pero nuestro trabajo se mide en cómo responden los chicos en Primera. Y, para eso, alguien los tiene que convocar y poner en el equipo. Carlos confió en ellos, los hizo jugar y los chicos le respondieron”.
De todos modos, el título no engaña a Lillini, quien sabe que su trabajo es “acompañar a estos pibes hasta la puerta de la Primera”, pero que deben seguir creciendo. “Recién podremos llamarlos consagrados cuando sumen más de 20 partidos en Primera. Los consagrados de verdad son los Palacio, los Palermo, los Riquelme, los Ibarra”, le contó al diario Olé tras el 4-0 sobre la Liga de Quito, en la Sudamericana. Esa noche de septiembre pisaron La Bombonera once pibes salidos del club.
La 47ª estrella de Boca encierra otro dato: la logró en una final poniendo en la cancha a uno de sus pibes en cada línea: Javier García en el arco, Facundo Roncaglia en el fondo, Cristian Chávez en el medio y Lucas Viatri arriba. Hace un año eso era posible verlo solamente en la Reserva. Viatri hizo 8 goles; marcó en 6 partidos y en 5 de ellos ganó Boca. ‘Pochi’ Chávez entró en momentos determinantes; el arquero García mostró errores gruesos pero tuvo que sobrellevar los bajones que arrastraban Migliore y Caranta. Y Roncaglia exhibió el temperamento propio de su puesto. Estos nuevos nombres ya son conocidos para los hinchas. También alternaron protagonismo Nicolás Gaitán, titular sólo en un partido y que terminó el Apertura con 4 goles; Ricardo Noir, que deslumbró desde el final del Clausura; Pablo Mouche, que lució con dignidad la 7 de Guillermo; Juan Forlín, que reemplazó con altura a Paletta...
El semillero de Boca festeja. A ellos hay que sumarles a Ezequiel Muñoz, que se lució en la Sudamericana, y tres productos ‘Made in Boca’ que ya están harto familiarizados con el éxito, como Sebastián Battaglia, Neri Cardozo y José María Calvo. Boca puede gritar con todo fervor: ¡vamos los pibes!
Es el fruto de un trabajo bien hecho durante mucho tiempo. No fue lo que predijo Macri en 1999 pero sin embargo es loable lo de los juveniles. Saludos y excelente el blog.
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