Entrevista publicada en la revista de la Conmebol, en diciembre de 2009.
Por PABLO ARO GERALDES
"Es una alegría enorme", agrega el experimentado jugador, que debió ver gran parte de la final fuera de la cancha ya que fue expulsado por el árbitro Carlos Amarilla.
-Fueron finales atípicas, ¿cómo vio la definición en Río?
-Fue un partido muy difícil, con un Fluminense volcado decididamente al ataque, porque sabían que tenían muchos goles en contra. Entonces propusieron un fútbol ofensivo y agresivo pero los cinco tantos que habíamos marcado en Quito a lo mejor los pusieron un poco nerviosos. Nosotros, en cambio, estábamos tranquilos a pesar de enfrentar a un equipo muy fuerte en lo ofensivo.
-¿Qué evaluación hace de Liga en el transcurso de la Copa Sudamericana?
-Llegar a la final y ganar un título no es consecuencia del último partido, es la sumatoria de todo lo que hemos hecho a lo largo de todo el torneo.
-Hace unas décadas, los equipos ecuatorianos era aquellos ante los cuales los demás hacían cuentas de diferencia de goles. ¿Qué cambió? ¿Cuál es la razón?
-Podría pensar que todo esto es producto del amor propio, de las ganas de ganar. Ecuador vivía un fútbol mediocre, y hubo y hay personas abocadas a dar un giro de 90 grados, a terminar con esa mentalidad negativa.
-Antes también habría amor propio, sólo que con eso no alcanza...
-Es verdad, eso siempre estuvo. Pero ahora se encaran las cosas de otra manera, más profesional, diría. Además, el jugador, sobre todo el de raza negra, ve en el fútbol una posibilidad de progresar, de ser alguien importante. Es una vía para dejar atrás las postergaciones, de crecer y poder ayudar a los hermanos más necesitados.
-En la campaña eliminatoria para Japón/Corea 2002 la afición ecuatoriana impuso un canto: "Sí, se puede". Y se pudo...
-Y se pudo. La calidad del jugador ecuatoriano ya estaba, todos la resaltaban. La diferencia con otros procesos estuvo en la unidad del plantel, en la meta común de futbolistas de distintas regiones del país.
-¿Qué evaluación hace de Liga en el transcurso de la Copa Sudamericana?
-Llegar a la final y ganar un título no es consecuencia del último partido, es la sumatoria de todo lo que hemos hecho a lo largo de todo el torneo.
-Hace unas décadas, los equipos ecuatorianos era aquellos ante los cuales los demás hacían cuentas de diferencia de goles. ¿Qué cambió? ¿Cuál es la razón?
-Podría pensar que todo esto es producto del amor propio, de las ganas de ganar. Ecuador vivía un fútbol mediocre, y hubo y hay personas abocadas a dar un giro de 90 grados, a terminar con esa mentalidad negativa.
-Antes también habría amor propio, sólo que con eso no alcanza...
-Es verdad, eso siempre estuvo. Pero ahora se encaran las cosas de otra manera, más profesional, diría. Además, el jugador, sobre todo el de raza negra, ve en el fútbol una posibilidad de progresar, de ser alguien importante. Es una vía para dejar atrás las postergaciones, de crecer y poder ayudar a los hermanos más necesitados.
-En la campaña eliminatoria para Japón/Corea 2002 la afición ecuatoriana impuso un canto: "Sí, se puede". Y se pudo...
-Y se pudo. La calidad del jugador ecuatoriano ya estaba, todos la resaltaban. La diferencia con otros procesos estuvo en la unidad del plantel, en la meta común de futbolistas de distintas regiones del país.
-¿Qué diferencias encontró al volver a Liga una década después de marcharse a Gran Bretaña?
-En diez años noté un vuelco notable de credibilidad institucional, apoyo a los jugadores, respeto a los procesos de formación... En 1999 era imposible pensar en ganar una Copa Libertadores... ¡Ni soñando! Y hoy no sólo es una realidad: se le sumó la Sudamericana.
-Ésta la pudo festejar como protagonista, pero ¿cómo se vivió desde Inglaterra la Libertadores 2008?
-El fútbol ecuatoriano ya había marcado la pauta de su crecimiento en los Mundiales 2002 y 2006. Ya no hay más miedo ni timidez para enfrentar a brasileños o argentinos. Eso lo notan en Europa y se refleja en la cantidad de mis compatriotas que juegan hoy allí. El futbolista de mi país se para de igual a igual, no como años atrás, cuando esperaba el final del partido para cambiarle la camiseta al rival, después de perder.
-¿Cuál es el incentivo para un equipo que ya llegó a la cima?
-Cada día me despierto pensando en ser mejor. Y eso lo llevo al fútbol, con las mismas ganas que el primer día. Además, este equipo vivió una renovación desde que ganó la Copa Libertadores: se fueron Guerrón, Manso, Bolaños... La Recopa inyectó nuevas ganas y la Sudamericana es un justo premio. Yo siempre quiero más.
-¿Qué te enseñó el fútbol de Escocia e Inglaterra?
-La forma de vivir. En la vida todo lo que uno hace tiene que hacerlo bien. Dar lo mejor cada día, crecer. Me enseñó la honestidad en el trabajo diario, el compañerismo, el profesionalismo... Es un mundo aparte. Me gustaría mostrar en mi país eso: ser protagonista de un cambio. Por eso estuve dispuesto a soportar todo allá para abrir nuevas puertas a mis compatriotas.
-Allí aparece Fundecruz, su fundación...
-Claro, yo nací en el Valle del Chota, una de las zonas más pobres de Ecuador. Mi gente tiene muchas trabas y marginación. Yo quiero que tengan los mismos derechos que todos los ecuatorianos. Eso me quita el sueño. El fútbol me dio la oportunidad de tener un nombre y una posición para buscar influencias, para empujar. Tengo acceso a ministros, gente importante que puede ayudar. Cuando uno va a Inglaterra, el Primer Mundo, se da cuenta que el lugar de uno no es el Tercer Mundo, es el Noveno. Las injusticias son cosas de todos los días, y yo no miro para otro lado porque a mí me haya ido bien. Hoy hay ciento cincuenta familias que viven gracias a la fundación, ciento cincuenta niños que van a la escuela que creamos. Pusimos agua potable, que el pueblo no tenía, tienen su centro de salud. Y todo gracias a lo que me dio el fútbol.
-En diez años noté un vuelco notable de credibilidad institucional, apoyo a los jugadores, respeto a los procesos de formación... En 1999 era imposible pensar en ganar una Copa Libertadores... ¡Ni soñando! Y hoy no sólo es una realidad: se le sumó la Sudamericana.
-Ésta la pudo festejar como protagonista, pero ¿cómo se vivió desde Inglaterra la Libertadores 2008?
-El fútbol ecuatoriano ya había marcado la pauta de su crecimiento en los Mundiales 2002 y 2006. Ya no hay más miedo ni timidez para enfrentar a brasileños o argentinos. Eso lo notan en Europa y se refleja en la cantidad de mis compatriotas que juegan hoy allí. El futbolista de mi país se para de igual a igual, no como años atrás, cuando esperaba el final del partido para cambiarle la camiseta al rival, después de perder.
-¿Cuál es el incentivo para un equipo que ya llegó a la cima?
-Cada día me despierto pensando en ser mejor. Y eso lo llevo al fútbol, con las mismas ganas que el primer día. Además, este equipo vivió una renovación desde que ganó la Copa Libertadores: se fueron Guerrón, Manso, Bolaños... La Recopa inyectó nuevas ganas y la Sudamericana es un justo premio. Yo siempre quiero más.
-¿Qué te enseñó el fútbol de Escocia e Inglaterra?
-La forma de vivir. En la vida todo lo que uno hace tiene que hacerlo bien. Dar lo mejor cada día, crecer. Me enseñó la honestidad en el trabajo diario, el compañerismo, el profesionalismo... Es un mundo aparte. Me gustaría mostrar en mi país eso: ser protagonista de un cambio. Por eso estuve dispuesto a soportar todo allá para abrir nuevas puertas a mis compatriotas.
-Allí aparece Fundecruz, su fundación...
-Claro, yo nací en el Valle del Chota, una de las zonas más pobres de Ecuador. Mi gente tiene muchas trabas y marginación. Yo quiero que tengan los mismos derechos que todos los ecuatorianos. Eso me quita el sueño. El fútbol me dio la oportunidad de tener un nombre y una posición para buscar influencias, para empujar. Tengo acceso a ministros, gente importante que puede ayudar. Cuando uno va a Inglaterra, el Primer Mundo, se da cuenta que el lugar de uno no es el Tercer Mundo, es el Noveno. Las injusticias son cosas de todos los días, y yo no miro para otro lado porque a mí me haya ido bien. Hoy hay ciento cincuenta familias que viven gracias a la fundación, ciento cincuenta niños que van a la escuela que creamos. Pusimos agua potable, que el pueblo no tenía, tienen su centro de salud. Y todo gracias a lo que me dio el fútbol.
Buena entrevista. Saludos
ResponderBorrarhttp://legionofdragons.blogspot.com
esta muy bueno el blog
ResponderBorrarcomo siempre
saludos y que la pases de 10 amigo!!!
lautaroalberti-cappo.blogspot.com
Pablo, independientemente de la excelente entrevista, queria saber si se puede conseguir la revista de la conmebol en BSAS , aprovecho tambien para desearte muchs felicidades.Jorge
ResponderBorrarImperador; Lautaro, saludos y de nuevo Gracias...
ResponderBorrarJorge, la revista de la Conmebol no se vende, la envía la confederación a periodistas, clubes, dirigentes, etc.
No sé cómo es el camino para recibirla. Preguntaré.
Saludos y felices fiestas...
Pablo