Artículo publicado en ESPN Magazine (edición colombiana), en noviembre de 2014
Por Pablo Aro Geraldes
Teófilo en griego significa “amigo de Dios” y el colombiano Gutiérrez parece querer justificar su nombre. Al menos en sus palabras, siempre está presente su creencia religiosa. Aferrado a su fe cristiana, sobrepasó una infancia dura, de privaciones, y se fue abriendo camino por el mundo del fútbol.
La voz baja y siempre medida con la prensa, alguna inseguridad para hilvanar una frase y hasta cierta timidez componen el Lado A del delantero barranquillero. El Lado B es más conocido: un romperredes feroz, un provocador de emociones (las buenas y las malas) en el campo de juego. Es ese Teo que hace unos meses estuvo a punto de partir de River Plate y hoy está en la cima de los goleadores del fútbol argentino.
Del humilde barrio La Chinita, de Barranquilla, al ostentoso Puerto Madero, de Buenos Aires; dos escenografías tan antagónicas como los sentimientos que despierta. Ángel o demonio, amado y odiado en partes iguales, Gutiérrez da vuelta la página de las polémicas y mira para adelante, en un presente que lo tiene como campeón con River, consolidado en la Selección Colombia e imparable en el torneo de transición, el que llevará al disparate de un campeonato argentino de 30 equipos en 2015.
En su infancia se tuvo que levantar a las 3 de la madrugada para ir a trabajar en una pescadería y ayudar a sus padres. El dinero no alcanzaba y tuvo problemas de alimentación. Hoy, cuando se pasea con una llamativa coupé ploteada con un camuflaje bélico y atrae todas las miradas de los transeúntes, recuerda que nada le resultó fácil, que cada paso, acertado o errado, tuvo que darlo casi solo, sin más apoyo que su fe y su familia.
Su salida de Colombia no tuvo el mejor rumbo. En Turquía lo recibieron con los brazos abiertos, pero la cultura tan distinta a la del Caribe y las complicaciones del idioma hicieron que la aventura durara menos de lo proyectado. Y ahí apareció en el horizonte la Argentina, un país que aprendió a admirar el talento con sello colombiano.
En Racing tomó la posta de Giovanni Moreno y con su carácter y goles atrapó a los hinchas académicos. “Allí fui goleador y nunca lo voy a olvidar”, confesó en diálogo con ESPN. Ciertamente, nadie lo va a olvidar, porque ese paso por el equipo de Avellaneda selló su relación con el fútbol argentino, con goles y roces con los rivales, con bailecitos de festejo y tarjetas rojas. Es que su personalidad explosiva detonaba muy seguido. Tanto que su despedida de Racing fue envuelta por un confuso episodio en la caída en el clásico con Independiente: otra expulsión irresponsable, los golpes de puño con su compañero Saja en el vestuario fueron el prólogo de un hecho increíble. Teo amenazó con un arma de aire comprimido (él argumentó que era una pistola de paintball) y el escándalo terminó con la intervención de la policía. Todavía se recuerda su imagen yéndose en un taxi, porque el plantel no quiso compartir el ómnibus con él.
El vínculo con el club se “resolvió” con un préstamo a Lanús y luego al Junior. La partida a México significó un reencuentro con el fútbol: en Cruz Azul se liberó de presiones y pudo mostrar su nivel, hasta que apareció el interés de River Plate por contratarlo y volvieron los problemas. El impredecible Teo puede exhibir una camiseta con la leyenda “Jehová es mi pastor” o aparecer con una de River antes de firmar contrato.
El director deportivo del Cruz Azul, Agustín Manzo, calificó como “poco ético” que River haya tentado a Gutiérrez cuando el lazo con el cuadro de la capital azteca estaba vigente.
SIN FILTRO
Su nuevo desembarco en Buenos Aires se concretó en julio de 2013, por una suma cercana a los USD 3.200.000 por el 50% del pase más un amistoso de por medio, para calmar los ánimos del desairado equipo mexicano.
Al llegar a River no tuvo problemas en declarar públicamente su admiración por Juan Román Riquelme, por entonces figura del archienemigo Boca Juniors. Y a la par que le daba lustre a su guayo derecho y afinaba la puntería con la Selección Colombia, en el club porteño arrancó una nueva etapa con buenos aires. “Dejé muchas cosas a un lado para venir a River”, explicó al volver a La Reina del Plata.
Su temperamento sigue siendo el mismo, pero ha madurado. Atrás van quedando las peleas con los compañeros (se recuerda una con Leonardo Ponzio) y los rivales (la última, un pisotón “sin intención” a Juan Carlos Olave, portero de Belgrano). Puede resultar provocador para los adversarios, pero está dominando sus ímpetus con los árbitros.
En River tuvo la contención de dos compatriotas con los que congenió rápidamente: Éder Álvarez Balanta y Carlos Carbonero. Y la primera mitad de 2014 terminó con vuelta olímpica y el título bien ganado de campeón argentino. El arribo de Marcelo Gallardo a la conducción técnica le resultó beneficiosa, ideal para su juego. “Ya nos conocemos, tenemos un buen plantel y la llegada de Gallardo fue positiva. Es una gran persona y trabaja muy bien. Lo valoramos mucho por lo que aprendemos día a día. Sabe lo que quiere y eso se refleja en los resultados”, reflexionó con la prensa argentina.
Gallardo le hace ver videos de grandes figuras internacionales a sus jugadores. A cada uno, un referente de su puesto. A Teófilo le pasó imágenes de Zlatan Ibrahimovic y el barranquillero se motivó aun más: “es importante copiar a los mejores del mundo. Quiero tener algo del sueco. Trato de perfeccionarme cada día”, explicó.
Cambió expulsiones por goles. Muchos goles. Tantos como para subirse a lo alto de la tabla de artilleros y soñar con glorias nuevas. “Para ser ídolo tengo que ganar más títulos”, reconoce con cierta humildad, pero sabe que está en el gran momento de su carrera: “jugué en buenos clubes, pero River te da un plus por ser un grande de Sudamérica”. ¿Declaración pour la galerie? Puede ser, pero los hinchas millonarios valoran esa identificación con los colores. Como cuando salió a provocar a los aficionados boquenses desde la tapa del diario deportivo Olé: apareció con un cartelito que rezaba “no fue corner”, reavivando una polémica originada en una jugada del clásico anterior. Innecesaria, pero tan auténtica en Teo como la dedicatoria de sus goles a su “abuelita Aura”, la que le prepara las arepas que tanto extraña en Buenos Aires.
NUEVA ETAPA
Su díscolo carácter ya le hizo vivir momentos amargos. Pero los años traen experiencia, madurez y algo de sabiduría. Sabe que está ante una nueva etapa y lo hace notar. Apunta a torcer esa imagen de chico malo que se levantó a su alrededor, tanto que contrató un asesor de imagen.
En un gesto que habla de su profesionalismo, le empezó a importar el qué dirán. Ya no quiere quedar a los ojos del público como la oveja negra de cada plantel que integra y busca delinear un perfil de mayor seriedad, ajeno a los rumores que lo tuvieron como protagonista.
Su cuenta de Twitter (@TeoG29) superó el millón de seguidores y cuando sorteó su calzado el hashtag #BotinesDeTeo se convirtió en trending topic. Atiende con una sonrisa los pedidos de fotos y de autógrafos de los simpatizantes riverplatenses y de los muchos colombianos que viven en la capital argentina y lo tienen como ídolo. Sí, ha cambiado su actitud; si hasta resulta más abierto al diálogo con los periodistas, pese a su escasa verborragia.
Anotando semana tras semana, Teo mantiene a River en lo alto de la clasificación. El año que viene jugará la Copa Libertadores pero antes quiere cerrar su gran 2014 celebrando el bicampeonato con la banda roja. “Hay que vivir el fútbol con toda alegría”, recomienda a los 29 años. Lo dice convencido, así lo está viviendo.
Teófilo, el “amigo del Dios”, ahora es amigo del gol.
LA CARRERA DE TEÓFILO GUTIÉRREZ
Nació el 17 de mayo de 1985, en Barranquilla, Colombia.
Posición: delantero.
Trayectoria: Barranquilla FC (2006/0/), Junior (2007/09), Trabzonspor (Turquía, 2010), Racing (Argentina, 2011/12), Lanús (Argentina, 2012), Junior (2012), Cruz Azul (México, 2013) y River Plate (Argentina, desde 2013).
Selección Colombia: 36 partidos y 13 goles.
Títulos: Copa y Supercopa de Turquía 2010 (Trabzonspor), Copa México 2013 (Cruz Azul), Torneo Final argentino 2014 (River Plate).
Fue goleador del Torneo Apertura 2009 (Junior) y del Torneo Clausura argentino 2011 (Racing).
Tiene 7 hermanos: 3 varones y 4 mujeres.
Está casado con Yeimy Collantes y tiene tres hijos: Yeilou (9 años), Cristiano Manuel (6) y Shaddai (2).
Teófilo en griego significa “amigo de Dios” y el colombiano Gutiérrez parece querer justificar su nombre. Al menos en sus palabras, siempre está presente su creencia religiosa. Aferrado a su fe cristiana, sobrepasó una infancia dura, de privaciones, y se fue abriendo camino por el mundo del fútbol.
La voz baja y siempre medida con la prensa, alguna inseguridad para hilvanar una frase y hasta cierta timidez componen el Lado A del delantero barranquillero. El Lado B es más conocido: un romperredes feroz, un provocador de emociones (las buenas y las malas) en el campo de juego. Es ese Teo que hace unos meses estuvo a punto de partir de River Plate y hoy está en la cima de los goleadores del fútbol argentino.
Del humilde barrio La Chinita, de Barranquilla, al ostentoso Puerto Madero, de Buenos Aires; dos escenografías tan antagónicas como los sentimientos que despierta. Ángel o demonio, amado y odiado en partes iguales, Gutiérrez da vuelta la página de las polémicas y mira para adelante, en un presente que lo tiene como campeón con River, consolidado en la Selección Colombia e imparable en el torneo de transición, el que llevará al disparate de un campeonato argentino de 30 equipos en 2015.
En su infancia se tuvo que levantar a las 3 de la madrugada para ir a trabajar en una pescadería y ayudar a sus padres. El dinero no alcanzaba y tuvo problemas de alimentación. Hoy, cuando se pasea con una llamativa coupé ploteada con un camuflaje bélico y atrae todas las miradas de los transeúntes, recuerda que nada le resultó fácil, que cada paso, acertado o errado, tuvo que darlo casi solo, sin más apoyo que su fe y su familia.
Su salida de Colombia no tuvo el mejor rumbo. En Turquía lo recibieron con los brazos abiertos, pero la cultura tan distinta a la del Caribe y las complicaciones del idioma hicieron que la aventura durara menos de lo proyectado. Y ahí apareció en el horizonte la Argentina, un país que aprendió a admirar el talento con sello colombiano.
En Racing tomó la posta de Giovanni Moreno y con su carácter y goles atrapó a los hinchas académicos. “Allí fui goleador y nunca lo voy a olvidar”, confesó en diálogo con ESPN. Ciertamente, nadie lo va a olvidar, porque ese paso por el equipo de Avellaneda selló su relación con el fútbol argentino, con goles y roces con los rivales, con bailecitos de festejo y tarjetas rojas. Es que su personalidad explosiva detonaba muy seguido. Tanto que su despedida de Racing fue envuelta por un confuso episodio en la caída en el clásico con Independiente: otra expulsión irresponsable, los golpes de puño con su compañero Saja en el vestuario fueron el prólogo de un hecho increíble. Teo amenazó con un arma de aire comprimido (él argumentó que era una pistola de paintball) y el escándalo terminó con la intervención de la policía. Todavía se recuerda su imagen yéndose en un taxi, porque el plantel no quiso compartir el ómnibus con él.
El vínculo con el club se “resolvió” con un préstamo a Lanús y luego al Junior. La partida a México significó un reencuentro con el fútbol: en Cruz Azul se liberó de presiones y pudo mostrar su nivel, hasta que apareció el interés de River Plate por contratarlo y volvieron los problemas. El impredecible Teo puede exhibir una camiseta con la leyenda “Jehová es mi pastor” o aparecer con una de River antes de firmar contrato.
El director deportivo del Cruz Azul, Agustín Manzo, calificó como “poco ético” que River haya tentado a Gutiérrez cuando el lazo con el cuadro de la capital azteca estaba vigente.
SIN FILTRO
Su nuevo desembarco en Buenos Aires se concretó en julio de 2013, por una suma cercana a los USD 3.200.000 por el 50% del pase más un amistoso de por medio, para calmar los ánimos del desairado equipo mexicano.
Al llegar a River no tuvo problemas en declarar públicamente su admiración por Juan Román Riquelme, por entonces figura del archienemigo Boca Juniors. Y a la par que le daba lustre a su guayo derecho y afinaba la puntería con la Selección Colombia, en el club porteño arrancó una nueva etapa con buenos aires. “Dejé muchas cosas a un lado para venir a River”, explicó al volver a La Reina del Plata.
Su temperamento sigue siendo el mismo, pero ha madurado. Atrás van quedando las peleas con los compañeros (se recuerda una con Leonardo Ponzio) y los rivales (la última, un pisotón “sin intención” a Juan Carlos Olave, portero de Belgrano). Puede resultar provocador para los adversarios, pero está dominando sus ímpetus con los árbitros.
Junto a Carlos Carbonero y Éder Álvarez Balanta. |
Gallardo le hace ver videos de grandes figuras internacionales a sus jugadores. A cada uno, un referente de su puesto. A Teófilo le pasó imágenes de Zlatan Ibrahimovic y el barranquillero se motivó aun más: “es importante copiar a los mejores del mundo. Quiero tener algo del sueco. Trato de perfeccionarme cada día”, explicó.
Cambió expulsiones por goles. Muchos goles. Tantos como para subirse a lo alto de la tabla de artilleros y soñar con glorias nuevas. “Para ser ídolo tengo que ganar más títulos”, reconoce con cierta humildad, pero sabe que está en el gran momento de su carrera: “jugué en buenos clubes, pero River te da un plus por ser un grande de Sudamérica”. ¿Declaración pour la galerie? Puede ser, pero los hinchas millonarios valoran esa identificación con los colores. Como cuando salió a provocar a los aficionados boquenses desde la tapa del diario deportivo Olé: apareció con un cartelito que rezaba “no fue corner”, reavivando una polémica originada en una jugada del clásico anterior. Innecesaria, pero tan auténtica en Teo como la dedicatoria de sus goles a su “abuelita Aura”, la que le prepara las arepas que tanto extraña en Buenos Aires.
NUEVA ETAPA
Su díscolo carácter ya le hizo vivir momentos amargos. Pero los años traen experiencia, madurez y algo de sabiduría. Sabe que está ante una nueva etapa y lo hace notar. Apunta a torcer esa imagen de chico malo que se levantó a su alrededor, tanto que contrató un asesor de imagen.
En un gesto que habla de su profesionalismo, le empezó a importar el qué dirán. Ya no quiere quedar a los ojos del público como la oveja negra de cada plantel que integra y busca delinear un perfil de mayor seriedad, ajeno a los rumores que lo tuvieron como protagonista.
Su cuenta de Twitter (@TeoG29) superó el millón de seguidores y cuando sorteó su calzado el hashtag #BotinesDeTeo se convirtió en trending topic. Atiende con una sonrisa los pedidos de fotos y de autógrafos de los simpatizantes riverplatenses y de los muchos colombianos que viven en la capital argentina y lo tienen como ídolo. Sí, ha cambiado su actitud; si hasta resulta más abierto al diálogo con los periodistas, pese a su escasa verborragia.
Anotando semana tras semana, Teo mantiene a River en lo alto de la clasificación. El año que viene jugará la Copa Libertadores pero antes quiere cerrar su gran 2014 celebrando el bicampeonato con la banda roja. “Hay que vivir el fútbol con toda alegría”, recomienda a los 29 años. Lo dice convencido, así lo está viviendo.
Teófilo, el “amigo del Dios”, ahora es amigo del gol.
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LA CARRERA DE TEÓFILO GUTIÉRREZ
Nació el 17 de mayo de 1985, en Barranquilla, Colombia.
Posición: delantero.
Trayectoria: Barranquilla FC (2006/0/), Junior (2007/09), Trabzonspor (Turquía, 2010), Racing (Argentina, 2011/12), Lanús (Argentina, 2012), Junior (2012), Cruz Azul (México, 2013) y River Plate (Argentina, desde 2013).
Selección Colombia: 36 partidos y 13 goles.
Títulos: Copa y Supercopa de Turquía 2010 (Trabzonspor), Copa México 2013 (Cruz Azul), Torneo Final argentino 2014 (River Plate).
Fue goleador del Torneo Apertura 2009 (Junior) y del Torneo Clausura argentino 2011 (Racing).
Tiene 7 hermanos: 3 varones y 4 mujeres.
Está casado con Yeimy Collantes y tiene tres hijos: Yeilou (9 años), Cristiano Manuel (6) y Shaddai (2).
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