Editorial de la revista Fox Sports publicado en agosto de 2007.
Por PABLO ARO GERALDES
Suele ocurrir con los clubes habituados al éxito: tienen tolerancia cero ante un segundo puesto. Entonces, como si un subcampeonato fuese sinónimo de fracaso, empiezan a buscar responsables y no encuentran mejor manera de lamer sus heridas que saliendo a comprar futbolistas que no necesitan. En las últimas temporadas, el verano español fue testigo de la desesperación compradora del Real Madrid. Los Galácticos no aparecían y en la Casa Blanca aumentaba la compulsión de sumar nuevas estrellas.
Finalmente, después de haber gastado millones y millones de dólares en futbolistas con cartel, los madridistas celebraron la obtención de la última liga. Barcelona, verdugo del Real Madrid en las dos temporadas anteriores, había mostrado tino al momento de sumar jugadores para mantener una escuadra ganadora en los diferentes frentes que debía atacar: la Liga Española, la Copa del Rey y, sobre todo, la Liga de Campeones de Europa.
Pero, en los últimos doce meses, la vitrina culé no sumó ningún trofeo y las autoridades del club entraron en estado de pánico, al mismo tiempo que veían cómo la fuente de Las Cibeles se vestía de blanco y se embriagaba con la alegría madridista. Se contagiaron el mismo mal que tanto se le criticó al madridismo Galáctico y salieron a arrasar en el mercado.
Aunque la formación titular tenía a Ronaldinho, Messi, Deco y Eto’o (y contaba con un banquillo con nombres como Saviola y Gudjohnsen), Barcelona se abalanzó sobre Europa con un la misma voracidad compradora de su archirrival. Sumó así al defensor argentino Gabriel Milito (Zaragoza), al mediocampista marfileño Yayá Touré (Mónaco), al lateral francés Eric Abidal (Olympique Lyon) y a su compatriota Thierry Henry (Arsenal),uno de los mejores futbolistas del planeta.
El periodista español José David López ideó el término “Galacticidio”, una palabra que resume a la perfección el riesgo que afronta el cuadro catalán: "Todos conocemos a Henry, su jerarquía, su experiencia, su grado de competitividad... Todo es perfecto, un fichaje que suena a oro para una delantera temible; pero que puede traer consigo un galacticidio colectivo que Joan Laporta parece haber iniciado con esta compra".
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