Por PABLO ARO GERALDES
Independiente siempre fue uno de los grandes de la Argentina. Junto a Boca Juniors y River Plate es de los que participaron en todos los torneos de Primera División. Los Diablos Rojos de Avellaneda, en el suburbio sur de la ciudad de Buenos Aires, sembraron amores por todo el país a partir de una tradición histórica de juego de ataque, respeto por el balón y futbolistas que siempre se portaron de acuerdo a la corrección deportiva, en tiempos en los que todavía no se le llamaba “fair play”.
En 1964 se funda una mística copera grabada a fuego en la historia de Independiente y del fútbol argentino: la de los brazos en alto. La imagen, repetida en cada fotografía, era el símbolo de un campeón extraordinario: el primer campeón argentino de la Copa Libertadores de América. Ese año, arrancó la campaña sudamericana con un 4 a 0 sobre Alianza Lima, en Avellaneda. En ese grupo dejó de lado también a los colombianos de Millonarios de Bogotá. El camino para ganar la primera Copa no fue fácil. “Hacha Brava” Navarro había sido quebrado en Rosario y Maldonado tomó la capitanía. Pero el plato fuerte apareció en las semifinales, cuando derrotaron dos veces al Santos, aunque sin Pelé.
En el encuentro de ida, llevado a cabo en el Maracaná, los brasileños se imponían 2 a 0 cuando Independiente tuvo una estupenda reacción y, sobre la hora, Luis Suárez puso el 3 a 2 en favor del Rojo. Le quitaron así un largo invicto a los bicampeones mundiales de 1962 y 1963. El desquite fue un 2 a 1.
En la primera final, disputada en Montevideo, Independiente sacó un empate sin goles ante Nacional y la revancha en Avellaneda fue con un triunfo 1 a 0, con gol de Mario Rodríguez, quien sería el goleador de la competencia, gracias a sus seis tantos. ¡Independiente campeón invicto! Esa noche del 12 de agosto de 1964 comenzaba una nueva historia para el club; empezaba a transitar el camino que lo convertiría en el Rey de Copas.
Después de la preponderancia uruguaya y brasileña, la Libertadores tenía un dueño argentino. Con esta conquista, accedió al derechos de disputar la Copa Intercontinental ante el Inter de Milán, que venía de ganar la Copa de Campeones de Europa. Fueron tres partidos, contando el desempate en Madrid, que le dio el trofeo a los italianos.
Y 1965 fue un año similar. Con festejo continental y una nueva frustración ante el Inter conducido por Helenio Herrera.
Por última vez, la Copa Libertadores era disputada solamente por los campeones de cada país. Ese cupo le correspondió a Boca Juniors, mientras Independiente se sumaba directamente en semifinales en su condición de último ganador.
Lesionado el uruguayo Tomas Rolan, fue reemplazado por su compatriota Ricardo Pavoni. Apareció también el mendocino Roque Avallay y se afirmó Vicentito De la Mata. El Rojo necesitó tres encuentros para superar a Boca -lo hizo por diferencia de gol- y otros tres para doblegar a Peñarol en las finales. 1 a 0 en Avellaneda y derrota por 3 a 1 en el Centenario. El reglamento no contemplaba la diferencia de gol y se hizo necesario un tercer encuentro en Santiago de Chile. Fue cuando resurgió esa vieja capacidad para la hazaña, para torcerle el brazo a la adversidad. Bernao, Avallay, Mura y Pérez en contra construyeron el categórico 4 a 1 que le dio a la institución la segunda Copa. Y queda en la memoria el gol inolvidable del petiso Mura; una apilada fantástica que superó a casi toda la defensa aurinegra y dejó desairado a Ladislao Mazurkiewicz, el gran arquero uruguayo.
El andar ganador se tomó 7 años de pausa. Los cuatro años que arrancaron en 1972 y concluyeron en 1975 fueron los más gloriosos en la historia de Independiente. Y también del fútbol argentino en lo que a clubes se refiere. Fue una etapa de fútbol brillante y acumulación de títulos internacionales. Se conquistaron cuatro Copas Libertadores consecutivas, un logro jamás igualado. Se alcanzó por primera vez la Copa Intercontinental y se llegó a ganar la Copa Interamericana en tres oportunidades, ante los campeones de la Concacaf. Independiente incorporaba para siempre el mote de Rey de Copas.
Habían transcurrido siete años desde el festejo interminable de Santiago de Chile. Muchos para un Rey de Copas. Por eso, en 1972 apuntó todos los acañones a reconcquistar ese trofeo plateado que tantas satisfacciones le proporcionó a mediados de los ’60. Fue de la mano de Pedro Dellacha, técnico que consolidó una defensa espectacular, equilibrada con un mediocampo trabajador y combativo, y una línea delantera de gran oportunismo.
En la etapa eliminatoria dejó en el camino a Rosario Central, Independiente Santa Fe de Bogotá y Atlético Nacional de Medellín. La ronda semifinal vio la única derrota, ante Sao Paulo en el Morumbí, pero alcanzó igualmente la dificinicón eliminando también a Barcelona de Guayaquil.
El rival era Universitario de Deportes, de Lima; el primer equipo peruano que llegó a una final de la Libertadores, conformado por la base de la selección que brilló en México ’70. El primer choque en Lima quedó en cero, pero las emociones aparecieron en Avellaneda. Fue 2-1 con dos tantos de Maglioni. El descuento fue de Percy Rojas, que deslumbró por su técnica y que en 1975 se incorporó al rojo.
La victoria le dio chance por tercera vez para la Intercontinental. El rival fue el Ajax: 1-1 en Avellaneda (goles de Cruyff y Sá), pero el 0-3 en Amsterdam fue categórica, imposible. Estaba apareciendo el fútbol total del que hablaría el mundo en el Mundial ’74.
En 1973 empezó la Libertadores en semifinales, por su condición de campeón. Superó a San Lorenzo de Almagro y Millonarios de Bogotá, para llegar a la final con Colo Colo, el primer equipo chileno que alcanzaba esta instancia. Necesitaron un tercer partido en Montevideo. Independiente creía que contaría con el apoyo del público, por tener a 5 uruguayos en sus filas, pero los chilenos fueron más vivos: entraron al campo con el arriero que encontró a los rugbiers uruguayos caídos en al Cordillera de los Andes, historia conocida por la película “Viven!”. Así y todo Independiente se impuso 2-1 (goles de Mendoza y Giachello) y sumó su cuarta Libertadores. Ese ’73 fue inolvidable para el rojo: en esa final hizo su debut copero Ricardo Bochini, el ídolo máximo de la historia del club. También ganó por primera vez la Copa Interamericana, ante el Olimpia hondureño... Y quedaba más: la primera Intercontinental, conquistada ante Juventus, en partido único jugado en Roma. Fue 1-0 con un golazo de Bochini que desparramó al golero Dino Zoff y ‘mató’ a 70 mil italianos que estaban en el estadio. El rojo era campeón del mundo.
Pero la máquina no se detuvo. En 1974 volvió a quedarse con la Copa Libertadores (la quinta), después de eliminar al poderoso Peñarol y al Huracán maravilloso de César Luis Menotti. Hasta llegar a la final con los brasiñelos de Sao Paulo. Un triunfo para cada uno y de nuevo la historia repetida: a definir todo en Santiago de Chile, en el estadio donde hacía meses el régimen de Pinochet torturaba a los presos políticos. Pavón hizo el único gol de penal y después el arquero Gay le atajó uno a Zé Carlos. En este equipo se destacó la que el periodismo llamó “defensa de hierro” (la línea de fondo la integraban Comiso, López, Sá y Pavoni), “un fondo que vale más que un frente”, escribió el poeta Osvaldo Ardizzone.
Enseguida llegó la segunda Interamericana, contra Municipal de Guatemala, otra copa más para la vitrina reluciente de Avellaneda.
La impresionante serie de cuatro Copas Libertadores seguidas concluyó en 1975, con otra hazaña extraordinaria. Arrancó en la semifinales y las pasó con un épico 3-0 sobre Cruzeiro, era el resultado que necesitaba. La final contra Unión Española de Chile volvió a necesitar de un tercer partido, esta vez en Asunción del Paraguay. Fue 2-0 con tantos de Ruiz Moreno y Bertoni. La sexta Libertadores iba también para Avellaneda.
Ese año no se disputaron ni la Copa Interamericana (el rival debió ser Transvaal, de Surinam) ni la intercontinental (el campeón Bayern Munich y el subcampeón Leeds United renunciaron). Pero sí se disputó la Interamericana en 1976, cuando superó al Atlético Español de México, en partidos disputados en Venezuela. Concluía así un ciclo notable dentro de la historia del futbol internacional.
Independiente llegó 7 veces a la final de la Copa Libertadores. Las 7 se quedó con el trofeo.