Por PABLO ARO GERALDES
El genial escritor Roberto Fontanarrosa, que pintó maravillosamente la emoción futbolera, reflexionaba: “En algún lugar de la Biblia debe decir: 'y los argentinos jamás perderán al fútbol', porque nos produce vergüenza, sorpresa, perplejidad, cuando pierde el seleccionado. Pero creo que eso está relacionado con un orgullo que es muy legítimo y una cultura que viene de muy lejos, porque desde que uno nace escucha a sus padres y a sus abuelos hablar de jugadores que vieron, de partidos, de goles…”
Se suele decir en América que los mexicanos descienden de los aztecas, los peruanos de los incas y los argentinos de los barcos. Y en esa broma hay algo de verdad. Argentina tiene mayor población de origen europeo que autóctono; la mezcla de italianos, españoles, árabes, rusos, ingleses, franceses, asiáticos, constituyó un auténtico crisol de razas de cuya fundición surgió una identidad nacional propia, una forma de ser que en el fútbol distingue al argentino en cualquier parte del planeta: la pasión. Es una manera de vivir el fútbol que nació a finales del siglo XIX, cuando los ingleses amarraban sus buques en el puerto de Buenos Aires y se aventuraban al interior del país para trazar la red ferroviaria a través de un territorio con más de 5 mil kilómetros de norte a sur.
Alexander Watson Hutton |
El escocés Alexander Watson Hutton es considerado el padre del fútbol en el país. Él fundó en 1893 (¡hace 118 años!) la Argentine Association Football League, antecesora de la AFA y la tercera liga más antigua del mundo, detrás de la inglesa y la holandesa. Pero más allá de la institucionalización, de los clubes, la identidad del fútbol argentino se gestó en las calles, en los potreros, en los patios de las fábricas y las escuelas, y fue un factor de unión. Cada pibe con un balón era un potencial amigo, en épocas donde solamente la mitad de los habitantes de Buenos Aires hablaba castellano. El fútbol fue un vehículo de unión entre inmigrantes de geografías muy diversas.
Los criollos hijos de europeos fueron generando una identidad propia, basada en la gambeta y la picardía, con una clara vocación ofensiva.
En la primera década del siglo XX fue el Alumni el primer equipo que deslumbró con su “estilo argentino” y le siguió Racing en la década siguiente. Ese fútbol pronto fue el de todos.
EXPANSIÓN FEDERAL
Si bien fueron los equipos de Buenos Aires los que empezaron a sobresalir y es la capital la que aglutina a un tercio de la población, no hay pueblo ni ciudad que no le haya dado al país un jugador destacado. Si los porteños crecen jugando en las plazas y potreros, la pelota rueda con la misma pasión en las sierras cordobesas, en la estepa patagónica, en la selva misionera, en la puna, en las nieves de la Cordillera, la pampa...
Fueron todos, desde Boca, River, Independiente, Racing y San Lorenzo, “los cinco grandes”, hasta los clubes más pequeños de los pueblos más remotos del país los que construyeron la grandeza del fútbol nacional. Argentina es uno de los ocho países que ganaron la Copa del Mundo (1978 y 1986) y alcanzó el subcampeonato en 1930 y 1990. Obtuvo también dos medallas de oro olímpicas (2004 y 2008) y dos de plata (1928 y 1996); catorce veces la Copa América y en seis oportunidades el Mundial Sub-20. Sus clubes son los que lograron mayor cantidad de veces la Copa Intercontinental (9) y la Libertadores (22). Sumando los éxitos deportivos de los representativos nacionales y de los clubes a nivel internacional, el fútbol argentino es el más laureado del planeta.
MUCHO MÁS QUE UN BALÓN
Los argentinos siempre exportaron talento. Desde el rosarino Julio Libonatti, quien en 1925 fue el primero en partir a Europa, hasta los nombres que hoy pueblan los planteles de los equipos más diversos del mundo. Pero además de los Orsi, Di Stéfano, Kempes, Maradona, Batistuta o Messi, los ídolos nacionales brillaron en distintos deportes, como Emanuel Ginobili, Carlos Monzón, Juan Manuel Fangio, Guillermo Vilas, Gabriela Sabatini o Roberto De Vicenzo.
Maradona, Gardel, Evita y el Che |
José Hernández, Jorge Luis Borges, Roberto Arlt, Julio Cortázar o Ernesto Sábato brillaron desde las letras; Julio Bocca y Maximiliano Guerra desde la danza; Leonardo Favio, María Luisa Bemberg, Pino Solanas, Luis Puenzo, Adolfo Aristarain, Alejandro Doria, Eliseo Subiela Juan José Campanella, desde el cine.
Argentina es el país latinoamericano con mayor cantidad de premios Nobel: Carlos Saavedra Lamas (paz, 1936), Bernardo Houssay (medicina, 1947), Luis Federico Leloir (química, 1970), Adolfo Pérez Esquivel (paz, 1980) y César Milstein (medicina, 1984).
El campo de la política le dio al mundo dos íconos inmensos: Evita (Eva Duarte de Perón) y el Che (Ernesto Guevara), símbolos de igualdad y lucha por los más humildes. A ellos se les sumó en 2013 el Papa Francisco (Jorge Bergoglio).
UN PAÍS PARA DISFRUTAR
La Copa América vuelve a disputarse en la Argentina después de 24 años y el país espera a los visitantes con los brazos abiertos. Con estadios remodelados y un fútbol vibrante, pero también con su carne inigualable, su rica cocina criolla, sus centros comerciales, sus artesanías, la variopinta arquitectura de sus ciudades, la inmensidad de sus paisajes pero por sobre todo la amabilidad de su gente. Desde Ushuaia hasta La Quiaca, de las Cataratas del Iguazú al glaciar Perito Moreno, el fútbol vuelve a ser la excusa para que se junten los hermanos de América. Más allá de la Copa, los espera un país deseoso de hacerles sentir un julio inolvidable.
Glaciar Perito Moreno - Valle de Ischigualasto Cataratas del Iguazú - Ciudad de Buenos Aires |
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