Páginas

miércoles, 1 de febrero de 2012

Dario Silva, la alegría de vivir

El 23 de septiembre de 2006 el delantero uruguayo Darío Silva sufrió un grave accidente cuando conducía su camioneta en Montevideo. Salvó su vida de milagro y, aunque tuvieron que amputarle parte de su pierna derecha, mira al futuro con optimismo, ligado al deporte y soñando con una medalla olímpica... de remo.

Artículo publicado en FIFA Magazine, en febrero de 2008.
POR PABLO ARO GERALDES

Cuando Darío Silva abrió sus ojos, algo mareado, no terminó de entender. Recordó que iba en la camioneta junto a sus amigos Dardo y Elbio, pero esa habitación blanca donde estaba despertando no se parecía a las de la casa de ninguno de ellos. Bajó del lado izquierdo de la cama y se calzó, pero cuando quiso ponerse la zapatilla derecha su confusión se acentuó. Por la ventana vio una ambulancia y casi al mismo tiempo se dio cuenta que, aunque la sentía, no tenía la parte inferior de la pierna derecha.
Las lágrimas y el abrazo de su hermana empezaron a devolverlo a la realidad, comprendió de golpe que el fútbol se había terminado para él, pero pronto entendió que estaba vivo de milagro y que, con 33 años, debía seguir adelante.
Volviendo a empezar, en la Plaza
Independencia, de Montevideo
(foto de Bertrand Mahé en L'Equipe)
“Es un partido que perdí... Pero si miro atrás no puedo quedarme: jugué en Italia, España e Inglaterra, en todos lados hice goles. Y cumplí mi sueño de jugar la Copa Mundial”, analiza hoy al recordar y trata de ver el lado positivo de la situación: “Cuando me accidenté, ya estaba en el final de mi carrera. Hubiera sido distinto si me pasaba a los 20 años”.
El golpe fue duro, pero no logró cambiarle su habitual buen humor, el mismo que lo distinguió en su paso por Cagliari, Málaga, Espanyol y Sevilla, donde dejó cientos de amigos, los mismos que masivamente hicieron llegarle sus muestras de apoyo. Una vez asimilada la realidad, hasta se permitió bromear con los médicos que le habían salvado la vida: “Ustedes me amputaron la pierna para que no firmara contrato con Nacional”, les dijo con su característica sonrisa, en referencia al histórico rival de Peñarol, club con el cual se consagró. En el momento del accidente, Silva estaba libre, tras dejar el Portsmouth inglés. Y por entonces su nombre sonaba con insistencia como refuerzo de Nacional.

AMIGOS SON LOS AMIGOS
Pronto llegó el tiempo de la rehabilitación, pero con su carácter positivo ya tenía ganada la mitad de la batalla. Mientras esperaba viajar a Italia para recibir su prótesis ortopédica, sus días se convirtieron en una sucesión de llamados de apoyo. “Estas circunstancias te demuestran que más que como futbolista dejaste un buen recuerdo como persona”, reflexiona al recordar los mensajes de ex compañeros, hinchas, periodistas... aunque a veces se le tornaba pesado: “al volver a casa, recibía cientos de e-mails, y el teléfono sonaba todo el día. Los periodistas llamaban con la mejor intención, preocupados por mi salud; y yo respondía cordialmente cien veces por día exactamente a las mismas preguntas: que ya estoy consciente, que lo voy superando, que está todo bien, que la prótesis...”.
Ante la adversidad, aparecieron los afectos genuinos. “Al principio, cuando fue más duro, los amigos siempre estuvieron a mi lado. La tristeza es que mi hijito Diego no pueda verme jugar al fútbol, pero ahora estoy muy bien, contento, con proyectos y viajes por delante”, se entusiasma.

EL FÚTBOL, SIEMPRE PRESENTE
Después de la repesca perdida ante Australia, en noviembre de 2005, Darío Silva le dijo adiós a la Selección Uruguaya. Tras el accidente rechazó varias ofertas para convertirse en comentarista de televisión, pero sigue muy de cerca la evolución de La Celeste que dirige Oscar Tabárez: “Me gusta la manera que busca de jugar de Uruguay, con más gente arriba, tratando de ser protagonista. Cuando yo jugaba a veces estaba solo, el compañero más cercano lo tenía a 30 ó 40 metros”, recuerda. Y, sin dramatismos, analiza las posibilidades uruguayas en la Eliminatoria que ya lleva cuatro partidos: “Brasil está un paso arriba, pero no sé si tanto... A lo mejor es porque, como decimos, está jugando a media máquina. Argentina está muy bien, Paraguay está ahí... Creo que entre Argentina y Brasil estará el primero y el segundo, después irá Paraguay. Chile y Uruguay seguramente lucharán por un cuarto puesto". Él fue protagonista de dos repechajes ante los australianos. Camino a Japón/Corea la aventura terminó con sonrisas. Para Alemania la historia se invirtió. Por eso la pregunta no le asusta: ¿Será un fracaso si Uruguay no va a Sudáfrica 2010? “Nooo... estamos acostumbrados. Parece mentira, podemos estar bien, pero nos acostumbramos a sufrir. La gente empieza con esa negatividad propia del uruguayo; pero hay mucho tiempo todavía, seamos optimistas”, propone.
Una prótesis ortopédica y todas sus ganas
hacen posible una imagen como esta
 (foto de Alberto Mosquera en Fox Sports)
Le gusta el estilo de esta selección: “trata de jugar mejor. Leía hace poco que ya no existe más la garra charrúa, y yo digo que sí existe, que es nuestra forma de ser. Pero el fútbol cambia, los jugadores cambian... En Europa los uruguayos están jugando de otra manera, pero vienen acá y pretendemos que demuestren la garra. Y parte de ese cambio es la concepción de la palabra: garra no significa que tengamos que pegar una patada en los dientes al rival”.
Habla con una serenidad que no se le conocía en la cancha, donde acostumbraba a calentar los partidos diciendo siempre una palabra de más a los defensores rivales. Y mostrando un despliegue incansable. Una de sus anécdotas más graciosas data de su llegada al calcio: “Debo haber sido uno de los delanteros que más patadas ha pegado en el mundo. Era al revés: yo castigaba a los defensores. En 1995 recuerdo un partido contra el Milan, con Franco Baresi. Yo tenía 22 años y estaba a full... Iba y venía ochocientas veces por partido. Hasta que en un momento Baresi me para y me dice ‘Negrito, por favor, no corras más... vamos ganando 3-0, ¿qué más quieres hacer?’ Ja ja ja, los volvía locos".

UNA NUEVA ETAPA
¿Entrenador? ¿Comentarista? Una vez recuperado, Silva empezó a pensar en su futuro: “Miro muy poco fútbol, porque me caliento demasiado: los clubes viven de la televisión, los dirigentes no ponen dinero... Tengo ganas de aportar algo nuevo al fútbol uruguayo”, proyecta. Le atrae la tarea del director deportivo, “para hacer en Uruguay esas cosas que se hacen en Europa. Quiero ser el encargado de contratar los jugadores, elegir al entrenador y manejar las cosas bien. Que no existan relaciones raras entre empresarios y dirigentes, hacer un manejo transparente del dinero”.
La nueva etapa le demandará nuevos conocimientos, y ya se está “entrenando” en Treinta y Tres, su pueblo: “primero tengo que demostrar en mi equipo que puedo conducir, que voy a ‘fabricar’ jugadores para que puedan ir a Europa, a México... Allí estoy con Vaca Azul Olimar, el equipo donde soy el gerente deportivo. Era un club antiguo sin medios económicos para competir, que jugaba un par de años, se desafiliaba, desaparecía... Junto a mis amigos Alberto Bica y Elbio Pappa ya contactamos equipos para que les mandemos futbolistas".
Vaca Azul Olimar acaba de reafiliarse a la Liga de Treinta y Tres y el proyecto de Silva comienza a tomar forma: “Además del dinero se necesitan nuevos dirigentes que traigan nuevas expectativas. Que fomenten las canteras. Haciendo un buen trabajo con los juveniles habrá pronto un mejor torneo de Primera División. Y más tarde repercutirá positivamente en la Selección”, opina.

CAMINO A LONDRES
Su último club fue inglés: el Portsmouth. Su próxima meta deportiva también: los Juegos Olímpicos Londres 2012. Imposibilitado de jugar al fútbol, retomó una de las pasiones de su juventud: el remo. “Estoy entrenando en el Club Nacional de Regatas, en aguas del arroyo Pando, cerca del aeropuerto de Montevideo. Y aun cuando estoy de viaje sigo yendo al gimnasio, para complementar el trabajo”, relata Silva, demarcando bien que no se trata de un entusiasmo fugaz. “A los 18 años, cuando íbamos a pescar, yo siempre era el encargado de remar, y además lo hacía porque me fortalecía mucho los músculos”, argumenta.
En los Juegos de Los Ángeles 1932 Uruguay obtuvo una medalla de bronce en remo, después de haber conseguido dos de oro en fútbol en París 1924 y Ámsterdam 1928. Y la tradición uruguaya en este deporte continuó: de las diez medallas que ganó en toda su historia, cuatro fueron gracias al remo. La última presea del remo data de Helsinki 1952, así que Silva se entusiasma con poder reconquistarla después de sesenta años: “Mi objetivo es llegar a Londres 2012 y mi especialidad el single sculls”, detalla con una seriedad extraña en él. De todos modos, su estilo alegre y bromista promete volver a surgir en las regatas: “Hay mucha gente que me transmite su apoyo, incluso argentinos, que son los tradicionales rivales del fútbol. Yo seguiré con mi estilo aguerrido, si uno me está por pasar, le pego con la paleta del remo, ja ja ja... ¡Voy a fundar la garra en el remo uruguayo!”, exclama antes de estallar en una nueva carcajada.
Pese a los golpes del destino, Darío Silva contagia su alegría de vivir.


Mirá también el video de su regreso a las canchas en 2009:

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Todos los comentarios constructivos son bienvenidos.
No se publicarán insultos, rumores o publicidades.