En medio del Atlántico sur, la isla Tristán da Cunha (también castellanizado como Tristán de Acuña) es la mayor de un archipiélago del mismo nombre, junto a otras dos deshabitadas: Inaccesible y Nightingale. Con la isla de Gough (habitada únicamente por 12 miembros del programa antártico sudafricano) o isla Gonçalo Alvares, todo el territorio se constituye como una dependencia de la isla de St Helena, el lugar habitado más cercano, 2.173 km hacia el norte.
Tristan da Cunha es el sitio habitado más remoto (es decir, más alejado de cualquier otro lugar habitado) de la Tierra, y como tal figura en el libro Guinness de los Récords. Encima, el acceso es tremendamente complicado, ya que está rodeada por acantilados de más de 600 metros de altura. No resulta fácil, para los 302 habitantes, recibir visitas.
En 1506 el explorador portugués Tristão da Cunha descubrió un pequeño archipiélago de cuatro islas perdido en el medio del Océano Atlántico, a mitad de camino entre Sudamérica y África del Sur.
En 1961, una erupción del volcán Queen Mary provocó la evacuación de la población al Reino Unido, a la localidad de Calshot. Allí tuvieron que soportar uno de los peores inviernos británicos y nuevas enfermedades para las que no estaban preparados. Los más ancianos murieron y otros se quedaron, pero la mayor parte regresó en 1963. Al volver a sus casas, encontraron que el asentamiento principal de la isla se encontraba afectado por la erupción, y que piratas habían hecho algunos saqueos, mientras que los perros domésticos, abandonados a su suerte, habían cazado a todas las ovejas.
En 1506 el explorador portugués Tristão da Cunha descubrió un pequeño archipiélago de cuatro islas perdido en el medio del Océano Atlántico, a mitad de camino entre Sudamérica y África del Sur.
En 1961, una erupción del volcán Queen Mary provocó la evacuación de la población al Reino Unido, a la localidad de Calshot. Allí tuvieron que soportar uno de los peores inviernos británicos y nuevas enfermedades para las que no estaban preparados. Los más ancianos murieron y otros se quedaron, pero la mayor parte regresó en 1963. Al volver a sus casas, encontraron que el asentamiento principal de la isla se encontraba afectado por la erupción, y que piratas habían hecho algunos saqueos, mientras que los perros domésticos, abandonados a su suerte, habían cazado a todas las ovejas.
Debido a su aislamiento y la elevada endogamia, resulta muy interesante estudiar a la población. Aunque algunos jóvenes de Tristan da Cunha se marchan en busca de pareja, los matrimonios entre los propios habitantes son la regla y hacen que haya solo ocho apellidos diferentes en la isla: Glass, Green, Hagan, Rogers, Swain, Patterson, Laverello y Repetto, repartidos en 80 familias. Los dos últimos son de origen genovés, heredados de dos náufragos procedentes de Camogli que arribaron en 1892.
¿NO HAY NADA? SÍ, HAY FÚTBOL
Edimburgo de los Siete Mares (foto Blog de Banderas) |
En Edimburgo de los Siete Mares (Edinburgh of the Seven Seas, único asentamiento de la isla) hay una tienda de productos ultramarinos, y una emisora de radio. La conexión con el mundo exterior se mantiene a través de un teléfono/fax vía satélite, situado en la oficina del administrador, y una conexión a internet tan lenta como las que se usaban en 1995. ¿Policía? No hace falta: la tasa de criminalidad es cero. El principal "producto de exportación" es la emisión de estampillas, muy buscadas por los coleccionistas.
En la isla hay una cancha de fútbol a la que llaman American Field, en honor a los soldados estadounidenses que protegieron el archipiélago durante la II Guerra Mundial. También hay una cancha de tenis, un pobretón campo de golf y una pileta. Son las única posibilidades de diversión relacionadas con el deporte, además de contar con un café (The Cafe of Tristan), un pub (The Albatros Bar) y un videoclub.
El American Field, la única cancha de fútbol (foto Federaciones Independientes) |
Bandera de Tristan da Cunha |
Christian Rizzitelli cuenta en un artículo de Store di calcio que en los años '40 los residentes armaron una "selección" para enfrentar a los visitantes extranjeros. ¿Giras de equipos británicos? Nada que ver, solamente aparecían por este confín del mundo pescadores de Sudáfrica y Estados Unidos. Después arribaron otros visitantes remotos, como los noruegos, y buques de la armada británica, aunque no han quedado rastros de aquellos encuentros. El extremo aislamiento hizo siempre muy muy difícil intentar cualquier tipo de competencia con regularidad contra adversarios extranjeros. Así fue hasta 2005, cuando un residente local, Leon Glass, decidió formar un verdadero equipo de fútbol para enfrentar a los visitantes de turno.
Integrante del Trista da Cunha FC (foto Storie di calcio) |
"Todo empezó en 2002, cuando la llegada de la TV incrementó el interés por el fútbol entre los habitantes", contó Mr. Glass al Pat's Fooball Blog. "En junio de 2005 junté a los muchachos para ver si querían armar un equipo que jugara contra los marinos de los buques de la Armada que cada tanto venían. Todos estuvieron de acuerdo y propusieron tener una vestimenta propia", explica.
Glass consiguió que la compañía pesquera local Ovenstone Agencies patrocinara al Tristan da Cunha Football Club, pagara las camisetas blancas, pantalones azules y medias blancas y también los estampados.
El primer partido del TDCFC -como todos lo identifican- fue contra un equipo del barco pesquero sudafricano Edinburgh.
Dadas las dimensiones del archipiélago, el TDCFC es también una especie de "selección nacional". En su modesto historial resaltan un 10-5 logrado en 2008 sobre el International Salvage XI (un combinado de las tripulaciones de dos barcos), y un 9-0 contra el RFA Black Rovers. El propio Leon Glass es jugador y entrenador del equipo, además de encargarse de la "utilería".
Camiseta propuesta para la selección de Tristán da Cunha |
Muchos entusiastas alrededor del mundo quieren (queremos) ver a Tristan da Cunha participando con su selección en los Island Games, pero Glass baja a la realidad: "Nos lo planteamos, pero la logística y las dificultades financieras hacen que se nos haga muy difícil viajar". Mientras tanto, seguirán jugando entre tres y seis partidos por temporada, un número atado al paso de barcos por estos mares del sur.
Los muchachos del TDCFC, que no tienen contra quien jugar, seguirán mirando al horizonte, a la espera de un buque que pase por la isla y acepte el desafío siempre amistoso de echar a rodar una pelota.
Fuentes consultadas: Blog de Banderas, South Atlantic Ocean Football, Storie di calcio, Pat McGuinness Blog, Wikipedia
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