En un nuevo aniversario de su muerte, es oportuno recordar la figura del chileno Carlos Dittborn Pinto. No fue futbolista ni técnico, pero sí un dirigente ejemplar.
Había nacido en Río de Janeiro el 16 de abril de 1924, mientras su padre, Eugenio Dittborn, era Cónsul General de Chile en Brasil. Muy joven, en 1953, asumió la presidencia del Club Deportivo Universidad Católica, hasta que en 1955 pegó el salto y pasó a conducir la Confederación Sudamericana de Fútbol, donde ganó prestigio en todo el ámbito regional. Desde ese lugar fue el principal impulsor, junto a Juan Pinto Durán, de la realización de la Copa del Mundo en Chile. El país trasandino había inscripto su candidatura en 1954, lo mismo que Argentina y Alemania Federal, que luego desistiría. Con el comité de la Federación de Fútbol de Chile recorrió varios países tratando de convencer a las distintas federaciones que desestimaban la capacidad de Chile para llevar adelante el certamen, en comparación a la superior infraestructura deportiva y al mayor prestigio de Argentina.
Carlos Dittborn y Juan Pinto Durán en el Congreso de la FIFA en Lisboa, 1956. |
Cable enviado por Juan Pinto Durán anunciando la obtención de la sede |
El presidente Jorge Alessandri brindó todo su apoyo a la organización y comenzaron las obras con el entusiasmo de todos los chilenos. Hasta que el sábado 21 de mayo de 1960 la tierra se sacudió causando pánico en todo el país; pero lo peor pasó a las tres de la tarde del domingo 22: un terremoto de 9,5 grados en la escala de Richter con epicentro en Valdivia arrasó con todas las ciudades al sur de Talca provocando más de 50.000 muertos y dos millones de afectados. Fue el movimiento sísmico más devastador del que se tenga registro en la historia de la humanidad. El sueño del Mundial en Chile se terminaba y Dittborn se reunió con el presidente Alessandri para devolverle el dinero que el Estado había prestado para la organización del torneo. La familia del fútbol se movilizó para sostener el campeonato en suelo chileno: diversas federaciones colaboraron con el Comité Organizador y la FIFA también donó dinero.
Claro, las urgencias eran otras. El terremoto obligó a modificar toda la programación de la Copa. Talca, Concepción, Talcahuano y Valdivia estaban totalmente destruidas y debieron ser descartadas como sedes. Valparaíso y Antofagasta declinaron ese honor porque sus estadios no podían autofinanciarse, una condición que debió imponer la Federación en vista a la falta de recursos. Pero la Municipalidad de Viña del Mar y la Junta de Adelanto de Arica lograron remodelar sus sedes deportivas, mientras la Braden Copper Company, dueña de la mina El Teniente, permitió que se utilice su estadio en Rancagua. Con tres sedes más la capital Santiago, el Mundial podía realizarse: cuatro ciudades serían las sedes de los cuatro grupos.
La historia del Mundial Chile '62 es largamente conocida. Pero a 32 días del comienzo del Mundial, el 28 de abril de 1962, Carlos Dittborn murió por un paro cardíaco. En su honor, la Selección Chilena portó un luto bajo su escudo mientras Carlos y Juan Pablo Dittborn, hijos del dirigente, fueron los encargados de izar la bandera el día de la ceremonia inaugural.
El 9 de junio, el mismo día en el que Chile venció a la Unión Soviética comandada por el legendario arquero Lev Yashin, Juana Barros Orrego, la viuda de Dittborn, dio a luz al séptimo hijo de Carlos. De alguna manera, se daba vuelta la página luctuosa para escribir un nuevo capítulo de la vida.
Aquella frase de Dittborn se convirtió en un verdadero eslogan para el campeonato y perduró hasta hoy. Una copa amistosa que enfrentaba a los seleccionados de Chile y Argentina fue llamada Copa Carlos Dittborn Pinto, y el estadio mundialista de Arica también fue bautizado con su nombre.
Aquella frase de Dittborn se convirtió en un verdadero eslogan para el campeonato y perduró hasta hoy. Una copa amistosa que enfrentaba a los seleccionados de Chile y Argentina fue llamada Copa Carlos Dittborn Pinto, y el estadio mundialista de Arica también fue bautizado con su nombre.