Entrevista publicada en ESPN Magazine, en junio de 2014.
Por PABLO ARO GERALDES
Aunque el último título mundialista argentino se remonte a 1986, dos veces más la celebración se tiñó de celeste y blanco. Primero fue en 1998, cuando David Trezeguet levantó la copa con la camiseta de Francia y festejó con gorro arlequín con los colores argentinos. Claro, aunque nació en Francia, se crió en Buenos Aires y su debut en el fútbol se produjo en Platense, antes de pasar al Monaco en 1995. A puro gol, se convirtió en David le Roi (el Rey David) y fue sumando a esa excelente Selección que le hizo vivir la consagración máxima con apenas 20 años.
La siguiente alegría llegó en 2006, cuando el tandilense Mauro Camoranesi se colgó la medalla de oro sobre el pecho vestido de azzurro. Surgido de Aldosivi, de Mar del Plata, el volante pasó por México y Uruguay, se puso la camiseta de Banfield, y volvió a tierras aztecas, donde tuvo muy buenas campañas con Cruz Azul. Los ojos del calcio se posaron sobre él y, tras hacer pie en Verona, llegó a Juventus, donde su pasaporte italiano fue mucho más que un facilitador de transferencia: triunfó y desde 2003 se ganó un lugar en Nazionale. Cuando Marcello Lippi lo convocó para la Copa del Mundo de Alemania 2006 sabía que se venía algo grande, pero no sospechó de qué magnitud.
Los dos cracks con acento argentino se juntaron en Juventus, donde nació una amistad que perdura. El fútbol argentino lo volvió a encontrar y la previa del Mundial es una excusa ineludible para repasar esa cima a la que llegaron con los colores de Francia e Italia, dialogaron con ESPN Magazine.
ESPN: ¿En qué momento asumieron que eran campeones del mundo?
Trezeguet, 1998 |
Camoranesi: Esa misma noche, cuando pudimos estar con la familia. Cuando terminó el partido volvimos a Dusiburg, donde teníamos la concentración en Alemania, y había un banquete en el que estaban también los parientes más cercanos. Ahí nos dimos cuenta de la felicidad que generamos, ahí tomamos magnitud del logro.
ESPN: Ya se había acabado tu pelo largo...
Camoranesi, 2006 |
ESPN: Pasaron ya ocho años de aquella final en Berlín, y 16 de la otra en París. ¿Cuál es la primera imagen que les vuelve a la mente
Camoranesi: La previa del primer partido, con Ghana. Era mi debut en los mundiales y tuve la posibilidad de estar con mis viejos, que habían llegado bien temprano a la cancha. Ahí tuve la noción de que estaba haciendo realidad un sueño.
Trezeguet: El momento de levantar la copa. Me había quedado grabada la imagen de Diego Maradona en el 86 y doce años después yo estaba ahí, con ese trofeo en las manos. Es algo extraordinario y único en la carrera de un jugador.
ESPN: A propósito de Maradona, cuando él retornó de México, con el trofeo tuvo una sensación extraña, como un vació después de haber alcanzado la meta. Decía que la copa "era más linda cuando la soñaba"...
Trezeguet: Para Diego fue un objetivo que soñó de chico. En mi caso todo se dio muy rápido. En el 95 llegué a Francia siendo un desconocido, me entrené un año con la Reserva y después debuté, me llamaron a la Selección, me citaron al Mundial, todo muy rápido...
Camoranesi: Uno cultiva durante toda una vida ese momento. Y cuando se concreta, cuando se termina, no hay un después. Cuando un sueño se termina, se termina, pero después nace todo lo lindo que viene a partir de ese logro.
ESPN: ¿Siguen vinculados emocionalmente a las selecciones de Francia e Italia?
Trezeguet: Sí... En el 2008, cuando se hizo el homenaje por los diez años en el Stade de France, el recibimiento de la gente fue grandioso, había 80.000 personas. Es algo muy fuerte. Y más porque aquel equipo, que también ganó la Eurocopa 2000, dejó un recuerdo muy positivo. Ahí te das cuenta de lo que realmente dejaste en el fútbol francés, es muy fuerte. Incluso estando en Argentina mantengo el contacto, me invitan a la Embajada Francesa y los recuerdos de aquella victoria son permanentes.
Camoranesi: Yo estoy muy vinculado desde lo afectivo, mucho, mucho... Si bien estoy lejos ahora, los recuerdo están latentes y cada vez que veo jugar a la camiseta italiana, añoro aquellos momentos en los que fui parte. Es muy diferente de triunfar en un club. Esos recuerdos me llevan a un momento importante de la vida que por ahí no vuelven más. Me emociona bastante.
ESPN: De cara al mundial, ¿cómo ven a la Selección Argentina, y, claro, a Italia y Francia?
Camoranesi: Las dos están bien, cada una con sus características. Se clasificaron sin problemas y cuentan con buen material. Y además, en los casos de Argentina, de Italia y de otros grandes, no importan tanto el nivel con el que lleguen, porque la camiseta pesa. Siempre son favoritos y eso hay que tenerlo en cuenta.
Trezeguet: Francia sufrió en la clasificación, pero la veo bien. Es un equipo joven, con individualidades importantes como Ribéry, Benzema, Pogba; es un grupo interesante, en pleno crecimiento. Pero si vamos al objetivo, es el mismo que tienen Argentina y otras naciones grandes: ganar el Mundial. La historia se lo pide, y a pesar del recambio generacional, tiene un entrenador con experiencia (Didier Deschamps) y pueden hacer un buen papel. Y Argentina, considerando que tiene al mejor jugador del mundo, genera muchas expectativas y el grupo está bien.
ESPN: ¿Cuánto pesan en el corazón las dos camisetas?
Trezeguet: La de Argentina es toda mi infancia, toda mi adolescencia; y Francia es el país que me adoptó y tengo un gran respeto. Siempre entendieron cuál era mi posición, dónde estaban mis raíces y ellos lo respetaron. Tengo una comunión muy fuerte con Francia.
Gol de Camoranesi, Trezeguet lo celebra con él. |
ESPN: Cuenten cómo se conocieron.
Trezeguet: Yo estaba en Juventus y él llegó desde Verona en 2002. Se formó una relación muy buena que derivó en una amistad muy fuerte. Como argentinos tenemos un gusto similar, nos gusta el buen fútbol; tuvimos la posibilidad de jugar en equipos competitivos y eso nos dejó una óptica parecida.
Camoranesi: Cuando llegué a Turín, David me dio una mano grande. Pronto nos hicimos amigos. Cuando él estaba en River, nos veíamos más seguido, porque incluso vivíamos más cerca y aprovechábamos para juntarnos a comer. A la vuelta del Mundial, o allá en Brasil, nos encontraremos de nuevo.
Gol de Trezeguet, Camoranesi lo celebra con él. |
ESPN: ¿ Se van a juntar para ver el Mundial?
Trezeguet: Estamos viendo. Los dos tenemos chances de colaborar con algunos medios, aportando nuestra opinión, así que veremos...
Camoranesi: Sí, está esa chance, mucho no puedo contar, je, je...
ESPN: ¿ Cuáles son los planes?
Trezeguet: Me gustaría estar en contacto con los medios. Como televidente me gustan los programas que hablan del fútbol, del juego, con opiniones calificadas, sin meterse en todo lo colateral. Y creo que luego del fútbol iría para ese lado, es muy interesante. Me gustaría dar una opinión abierta, debatir con respeto.
Camoranesi: Yo voy a ser entrenador. Me vengo preparando desde hace mucho tiempo y hace seis meses tomé la decisión. Si Dios quiere, después del Mundial empezaré a trabajar ya con un equipo. Hay algunas posibilidades para arrancar, tanto acá como en México e Italia tengo las puertas abiertas. Hay que esperar y encontrar el lugar justo para comenzar esta nueva etapa.
El defensor central Jorge Trezeguet pasó por varios clubes del ascenso argentino y también tuvo un paso en Primera con los colores de Chacarita Juniors. En 1975 surgió la oportunidad de jugar en el Rouen, de Francia, y se emprendió el viaje hacia esas tierras. Allí, en la Normandía, nació David dos años después. Pero cuando el pequeño tenía tres años, la familia retornó al país y las calles de Villa Martelli fueron testigos de sus primeros gritos de gol, esos mismos que luego repitió en lugares tan clamorosos como Montecarlo o Turín.
Una historia similar comenzó en Villa Laza, el barrio de Tandil, en el corazón de la provincia de Buenos Aires, donde nació Mauro. Su ascenso en el fútbol fue gradual, desde los torneos regionales con la casaca de Aldosivi hasta la cima del mundo como integrante de la Italia campeona. Dos carreras, dos historias, dos amigos que empezaron de abajo y conquistaron el oro en tierras lejanas. Y una amistad que continúa creciendo en suelo argentino.