Histórico mediocampista zurdo de las Chivas y con dos Mundiales ('94 y '98) en su hoja de vida, Ramón Ramírez es una palabra autorizada para analizar el regreso de Javier Aguirre al Tri, y las idas y vueltas de los dirigentes aztecas. Afincado en California, ayuda a los jóvenes mexicanos a continuar sus estudios en los Estados Unidos.
–¿Qué sensación te ha dejado la salida de Sven-Goran Eriksson?
–Me preocupa que los procesos de la selección estén llenos de turbulencias, con muchas piedras en el camino y presión negativa. No me agrada ver que de una manera tan simple se despidan técnicos, llámense La Volpe, Hugo Sánchez o ahora Eriksson. Los federativos deben organizar un plan de trabajo, una estrategia común entre todos para poder soportar este tipo de embates en los procesos, siempre que estén convencidos del rumbo. Porque si no, vamos a seguir tropezando contra la misma piedra.
–¿No hay un rumbo?
–Cuatro años con una identidad, luego viene otro entrenador durante cuatro años con otra idea... Se está perdiendo el hilo y hace falta definir un estilo propio de juego, no el que imponga el técnico de turno. Los directivos deberían entenderlo. Está bien, esta vez estaba en riesgo la clasificación al Mundial, pero no creo que el único responsable sea el sueco Eriksson.
–Tras el Mundial 2006 se viró 180 grados el perfil y se buscó a Hugo Sánchez. Luego a Eriksson. ¿Se está improvisando?
–El fútbol de La Volpe gustaba, no había por qué cortar ese trabajo. Y si él no iba a seguir, había que preparar a los posibles sucesores, pero después llegó la presión de la prensa y llamaron a Hugo, más como un acto publicitario. Es un gran entrenador, pero el objetivo y el perfil de una selección debería estar por encima de los técnicos. Porque de lo contrario el jugador se confunde: aquí, muchos confiesan que aún tienen el chip de La Volpe y quisieran que regresara ese estilo. Los directivos deberían establecer objetivos claros, más allá de lo mediático.
–¿Este fracaso de Eriksson le cierra las puertas a los entrenadores extranjeros?
–El directivo va a pensar dos veces antes de traer a un DT que no conozca la esencia del mexicano, la filosofía de nuestro fútbol. Lo ideal sería contratar a alguien que desde abajo empezara a formar entrenadores, y éstos se vinieran en cadena. Así no habría que caer en la contratación urgente, millonaria.
–¿Cómo ves el regreso de Aguirre?
–Es una decisión acertada: él viene a calmar las aguas y a poner disciplina, que dicen que no había. Su experiencia europea le va a ayudar, pero él sabe cómo es el medio mexicano, cómo debe enfrentar al jugador, a la prensa... La experiencia indica que esto debe mejorar, pero los rivales de la CONCACAF han crecido: la pelea del Vasco no será sólo con el medio sino con Honduras, con Costa Rica, con Estados Unidos…
–Hay más de cincuenta mexicanos jugando en el exterior. Eso eleva el nivel de la selección, pero ¿el dinero les quita hambre?
–Los jugadores nos alimentamos de competencia. Los que están en Europa, si no están a tope, si no tienen ritmo de partidos, cuando vienen les cuesta trabajo. No pierden el amor por la camiseta, pero sí pueden sentirse defraudados cuando no los tienen en cuenta. Eso presiona al cuerpo técnico, porque se sienten en la “obligación” de tener que ponerlos por el hecho de que están en un club europeo, aunque no estén en el mejor nivel.
–¿Te quedas en los Estados Unidos?
–Sí, desde Los Angeles, junto a Claudio Suárez, Martín Zúñiga y Javier Pérez abrimos este año ‘Club Deportivo Internacional’, una empresa en la que combinamos clínicas para niños y jóvenes con el fin de que terminen de establecerse en este país. También hay scouting, representación, para que cualquier niño pueda soñar con ser futbolista profesional.
–¿Echas de menos vivir en México?
–Lejos del país el sentimiento crece. Por eso apoyo el proyecto de José Cuervo para ayudar a la comunidad latina con becas, para que los adultos que viven fuera de México puedan estudiar. Es una campaña fabulosa: no se olvida de los paisanos que partieron lejos para progresar. Como dice el slogan, por más que estés lejos de la patria, “a México lo llevas puesto siempre”.