martes, 19 de septiembre de 2023

El fútbol en Abjasia

Abjasia (Aphsny, Аҧсны en abjasio; Apjazeti, აფხაზეთი en georgiano; Abjazia, Абхазия en ruso) es un territorio ubicado en la vertiente sudoeste de la cordillera del Cáucaso, con costas en el mar Negro, y cuya capital es Sujumi. Es una república independiente de facto desde el 23 de julio de 1992; sin embargo Georgia la considera una república autónoma que le pertenece, al igual que gran parte de la comunidad internacional. Solamente Rusia, Nicaragua, Venezuela, Tuvalu y Nauru la consideran un estado independiente.

En 1991, tras el colapso de la Unión Soviética, la antigua República Socialista Soviética de Georgia se convirtió en un estado independiente y Abjasia, una república autónoma dentro de la antigua URSS, fue integrada a este nuevo estado. Sin embargo, los roces étnicos entre el gobierno central y el pueblo abjasio llevaron a que en 1992, este último declarara unilateralmente su independencia.

En 2006, tropas georgianas entraron en Abjasia y establecieron su dominio sobre la zona de la Alta Abjasia. Desde el 27 de septiembre de ese año, el gobierno de iure se estableció en dicha zona, basando su sede en la localidad de Chjalta, en la zona del valle de Kodori. Sin embargo, la avanzada georgiana fue expulsada tras la intervención militar de Rusia después del estallido de la segunda guerra de Osetia del Sur en agosto de 2008. El día 26 de ese mismo mes, Rusia se convirtió en el primer país en reconocer la independencia de Abjasia y la de Osetia del Sur, movimiento que fue seguido por otros cuatro Estados pese al rechazo de los Estados Unidos, la Unión Europea, la OTAN y la comunidad internacional en general.

Vista de Sujumi, la capital.
La mayor parte de los habitantes de Abjasia se dicen cristianos (pertenecientes en su mayoría a la Iglesia Ortodoxa y una pequeña parte a la Iglesia Apostólica Armenia), musulmanes suníes o irreligiosos. Hay un número muy pequeño de judíos, testigos de Jehová y otros nuevos movimientos. Su población ronda los 250.000 habitantes y las lenguas utilizadas son el abjasio y el ruso.

El fútbol sigue siendo el deporte más popular en Abjasia, seguido por el básquetbol, el boxeo y la lucha libre.
En 2007 se estableció la Federacija Futbola Abkhazii, liderada por Jemal Gubaz, ex jugador del Dínamo Sujumi.
Hasta el día de hoy, la selección de Abjasia solamente jugó 3 partidos. Los dos primeros en 2011, ante Nagorno Karabaj: empate 1-1 de local y caída 3-0 como visitante. En 2013 recibió al seleccionado de Osetia del Sur, al que venció 3-0.
La ConIFA World Football Cup 2014 fue el primer gran torneo para los abjasios, cuyo equipo nacional estuvo comandado por Gennadiy Tsvinariya.
La selección de Abjasia durante la ConIFA World Football Cup 2014
La gran fiesta del fútbol abjasio fue la organización de la ConIFA World Football Cup 2016, que además de ser un éxito de público siguiendo a la selección, terminó con el trofeo en su poder.

En el pasado, de Abjasia surgieron varios futbolistas talentosos que militaron en el Dínamo Tbilisi (el club más importante de Georgia) y en otras escuadras soviéticas. Entre los jugadores destacados en la URSS figuran abjasios como Vitaly Daraselia, Nikita (Mkrtych) Simonian, Avtandil Gogoberidze, Niyazbey Dzyapshipa, Giorgi Gavasheli, Temuri Ketsbaia y Akhrik Tsveiba.
El afiche del amistoso entre Abjasia y Osetia del Sur.

En Tbilisi, la capital georgiana, juega un club llamado FC Dinamo Sokhumi, compuesto por población georgiana desplazada de Sujumi. Pero la tensión está latente. Hace un tiempo, cuando el exseleccionado georgiano Sub-19 Irakli Kortua apareció jugando para Dínamo Sujumi en la liga de Abjasia, causó un significativo descontento en Georgia.

En el reportaje escrito por David Sichinava en Futbolgrad, cuenta: "La región comparte el amor por el fútbol y las ganas de jugarlo, con una gran esperanza de reconciliación que puede contribuir al proceso de construcción de la paz. Tal vez, de hecho, el estadio Daur Akhvlediani en la costa del Mar Negro verá sus tribunas llenas de nuevo con hinchas que hablan georgiano, abjasio, ruso, armenio y griego, todos unidos bajo la misma pasión de un equipo “Gag-ra! Gag-ra! Gag-ra!”".

Una joya de colección: la camiseta de Abjasia


LA LIGA
El Campeonato de fútbol de Abjasia (en ruso, Чемпионат Абхазии по футболу) es una liga semiprofesional que se disputa desde 1994.
El torneo se juega desde abril hasta noviembre con un formato de liga, sin descensos ni ascensos. En la temporada 2018/19 compitieron seis equipos.

Los clubes de la liga abjasia no pueden disputar competiciones internacionales porque su soberanía  está discutida (aunque funciona como una república independiente de facto desde 1992, forma parte del territorio de Georgia, que la considera una república autónoma perteneciente a ese país).

Antes de que se creara un campeonato nacional, los equipos disputaban el sistema de ligas de la Unión Soviética. Esa situación se mantuvo incluso cuando Georgia proclamó su independencia y abandonó la competición en 1990. Los clubes abjasios se negaron a participar en la liga georgiana y permanecieron en el torneo soviético hasta su desaparición definitiva en 1991.

El club más representativo de la zona era el Dinamo Sujumi, que disputó la Primera Liga (segunda categoría) soviética en 1990 y 1991. En la segunda ocasión consiguió su major resultado: 10º. Fue la única institución georgiana que participó en el fútbol soviético en esos dos años, debido a que el resto de los equipos se retiró por motivos políticos antes de la temporada de 1990. Muchos jugadores de aquel equipo, incluidos Sergei Ovchinnikov y los hermanos Adzhindzhal se fueron luego a equipos rusos, con diferente grado de éxito, como también el DT Oleg Dolmatov.

Los clubes de Abjasia no ingresaron en la liga georgiana y en 1994 se organizó un campeonato de fútbol propio, bajo control de la Federacija Futbola Abkhazii. El primer campeón fue el Dinamo Sujumi.

Al igual que sucedía con Kosovo, los clubes abjasios no pueden disputar competiciones internacionales. Sin embargo la selección kosovar primero fue autorizada a jugar amistosos internacionales contra otras que sí son miembro de la FIFA, y finalmente fue aceptada en la UEFA y en la FIFA. Por eso el gobierno abjasio sigue el mismo camino: hizo una petición a la FIFA en mayo de 2012: el principal argumento remitía a 1988, cuando se le permitió competir a las Islas Feroe -aun cuando pertenecen a Dinamarca- y al caso de Kosovo.

Jemal Gubaz, presidente de la FFA, fue contó: "Pronto iré a Moscú y luego a la sede de la FIFA en Suiza para plantear la cuestión de la celebración de partidos amistosos para nuestra selección. Creo que Abjasia tiene una oportunidad real de obtener ese permiso. Tenemos el apoyo de la Unión Rusa de Fútbol".

El vicepresidente de la FFA y ex defensor en equipos de la URSS, la CEI, Ucrania y Rusia, Akhrik Tsveiba, explicó: "La presentación de la solicitud para ingresar a la FIFA es una decisión compartida por el Presidente de la República y el Presidente de la federación. Ambos están interesados en el desarrollo del deporte en el país".



TODOS LOS CAMPEONES

1994 Dínamo Sujumi (Динамо Сухум)
1995 Riza de Gudauta (Рица Гудаута)
1996 Jerzachu de Ochamchira (Ерцаху Очамчыра)
1997 Kiaraz de Pitsunda (Киараз Пицунда)
1998 Jerzachu de Ochamchira
1999 Nart de Sujumi (Нарт Сухум)
2000 Nart de Sujumi
2001 Abazg de Sujumi (Абазг Сухум)
2002 Kiaraz de Pitsunda
2003 Nart de Sujumi
2004 Kiaraz de Pitsunda
2005 Nart de Sujumi
2006 FK Gagra (Гагра)
2007 Nart de Sujumi
2008 Nart de Sujumi
2009 Nart de Sujumi
2010 FK Gagra
2011 Nart de Sujumi
2012 FK Gagra
2013 Nart de Sujumi
2014 FK Afon (Афон)
2015 FK Afon
2016 Nart de Sujumi
2017 FK Afon
2018 Nart de Sujumi
2018/19 Nart de Sujumi
2019 cancelado
2020 Nart de Sujumi
2021 Nart de Sujumi
2002 Ritsa Gudauta (Рица Гудаута)

miércoles, 13 de septiembre de 2023

Pichichi

Era sobrino de Miguel de Unamuno, pero a diferencia de su tío, él haría del gol su propia poesía. Se llamaba Rafael Moreno Aranzadi y había nacido en Bilbao, el 23 de mayo de 1892, pero desde que empezó a destacarse como puntero izquierdo todos lo conocieron como Pichichi.

Su único equipo fue el Athletic Club, con el que jugó entre 1913 y 1921. Debutó el 17 de marzo de 1913 con una victoria 3-0 sobre el Real Madrid. Llegó a disputar 17 partidos del campeonato de España, en los que marcó 10 goles, y 72 partidos del campeonato regional vizcaíno en los que anotó 68 (todavía no existía la liga española).

Con el equipo vasco conquistó cuatro Copas del Rey y cinco campeonatos regionales. Tuvo el grandísimo honor de ser el primer futbolista en marcar un gol en el estadio de San Mamés, durante el match inaugural, el 21 de agosto de 1913, en el triunfo del Athletic 2-1 sobre Racing de Irún.

Pichichi acostumbraba a jugar con un pañuelo blanco anudado en la cabeza. Se retiró a los 29 años para convertirse en árbitro de fútbol. Pero la muerte lo sorprendió un año más tarde, presumiblemente por un proceso tifoideo, luego de ingerir ostras en mal estado. Como reconocimiento a sus logros el diario Marca, junto al ya desaparecido Arriba, bautizó con su nombre al trofeo otorgado desde 1953 al goleador de la Liga. Hoy, Pichichi es sinónimo de goleador.


TODOS LOS PICHICHI
Temporada / jugador / equipo / goles
El busto de Pichichi,
en la salida del túnel
de San Mamés.
1928/29 Paco Bienzobas - Real Sociedad - 14
1929/30 Guillermo Gorostiza - Athletic Club 20
1930/31 Agustín Sauto, Bata - Athletic Club - 27
1931/32 Guillermo Gorostiza - Athletic Club - 12
1932/33 Manuel Olivares - Real Madrid - 16
1933/34 Isidro Lángara - Real Oviedo - 28
1934/35 Isidro Lángara - Real Oviedo - 27
1935/36 Isidro Lángara - Real Oviedo - 27
1939/40 Víctor Unamuno - Athletic Club - 20
1940/41 Pruden Sánchez - Atlético de Madrid - 30
1941/42 Edmundo Suárez, Mundo - Valencia - 27
1942/43 Mariano Martín - Barcelona - 32
1943/44 Edmundo Suárez, Mundo - Valencia - 27
1944/45 Telmo Zarra - Athletic Club - 19
1945/46 Telmo Zarra - Athletic Club - 24
1946/47 Telmo Zarra - Athletic Club - 34
1947/48 Manuel Fernández, Pahiño - Celta de Vigo 23
1948/49 César Rodríguez - Barcelona - 28
1949/50 Telmo Zarra - Athletic Club - 25
1950/51 Telmo Zarra - Athletic Club - 38
1951/52 Manuel Fernández, Pahiño - Real Madrid - 28
1952/53 Telmo Zarra - Athletic Club - 24
1953/54 Alfredo Di Stéfano - Real Madrid - 27
1954/55 Juan Arza - Sevilla - 28
1955/56 Alfredo Di Stéfano - Real Madrid - 24
1956/57 Alfredo Di Stéfano - Real Madrid - 31
1957/58 Ricardo Alós - Valencia - 19
1957/58 Manuel Badenes - Real Valladolid - 19
1957/58 Alfredo Di Stéfano - Real Madrid - 19
1958/59 Alfredo Di Stéfano - Real Madrid - 23
1959/60 Ferenc Puskás - Real Madrid - 26
1960/61 Ferenc Puskás - Real Madrid - 27
1961/62 Juan Seminario - Real Zaragoza 25
1962/63 Ferenc Puskás - Real Madrid - 26
1963/64 Ferenc Puskás - Real Madrid - 20
1964/65 Cayetano Ré - Barcelona - 25
1965/66 Luciano Sánchez, Vavá II - Elche - 19
1966/67 Waldo Machado - Valencia - 24
1967/68 Fidel Uriarte - Athletic Club - 22
1968/69 Amancio Amaro - Real Madrid - 14
1968/69 José Eulogio Gárate - Atlético de Madrid - 14
1969/70 Amancio Amaro - Real Madrid - 16
1969/70 Luis Aragonés - Atlético de Madrid - 16
1969/70 José Eulogio Gárate - Atlético de Madrid - 16
1970/71 José Eulogio Gárate - Atlético de Madrid - 17
1970/71 Carles Rexach - Barcelona - 17
1971/72 Enrique Porta - Granada - 20
1972/73 Mariano Arias, Marianín - Real Oviedo - 19
1973/74 Enrique Castro, Quini -  Sporting de Gijón - 20
1974/75 Carlos Ruiz - Athletic Club - 19
1975/76 Enrique Castro, Quini -  Sporting de Gijón - 18
1976/77 Mario Kempes - Valencia - 24
1977/78 Mario Kempes - Valencia - 28
1978/79 Hans Krankl - Barcelona - 29
1979/80 Enrique Castro, Quini -  Sporting de Gijón - 24
1980/81 Enrique Castro, Quini - Barcelona - 20
1981/82 Enrique Castro, Quini - Barcelona - 26
1982/83 Poli Rincón - Betis - 20
1983/84 Jorge da Silva - Real Valladolid - 17
1983/84 Juan Gómez, Juanito - Real Madrid - 17
1984/85 Hugo Sánchez - Atlético de Madrid -19
1985/86 Hugo Sánchez - Real Madrid - 22
1986/87 Hugo Sánchez - Real Madrid - 34
1987/88 Hugo Sánchez - Real Madrid - 29
1988/89 Baltazar - Atlético de Madrid - 35
1989/90 Hugo Sánchez - Real Madrid - 38
1990/91 Emilio Butragueño - Real Madrid - 19
1991/92 Manuel Sánchez, Manolo - Atlético de Madrid - 27
1992/93 Bebeto - Dep. La Coruña - 29
1993/94 Romário - Barcelona - 30
1994/95 Iván Zamorano - Real Madrid - 28
1995/96 Juan Antonio Pizzi - Tenerife - 31
1996/97 Ronaldo - Barcelona - 34
1997/98 Christian Vieri - Atlético de Madrid - 24
1998/99 Raúl González - Real Madrid - 25
1999/00 Salva Ballesta - Racing de Santander - 27
2000/01 Raúl González - Real Madrid - 24
2001/02 Diego Tristán - Dep. La Coruña - 21
2002/03 Roy Makaay - Dep. La Coruña - 29
2003/04 Ronaldo - Real Madrid - 24
2004/05 Diego Forlán - Villarreal - 25
2005/06 Samuel Eto'o - Barcelona - 26
2006/07 Ruud van Nistelrooy - Real Madrid - 25
2007/08 Dani Güiza - Mallorca - 27
2008/09 Diego Forlán - Atlético de Madrid - 32
2009/10 Lionel Messi - Barcelona - 34
2010/11 Cristiano Ronaldo - Real Madrid - 41
2011/12 Lionel Messi - Barcelona - 50
2012/13 Lionel Messi - Barcelona - 45
2013/14 Cristiano Ronaldo - Real Madrid - 31
2014/15 Cristiano Ronaldo - Real Madrid - 48
2015/16 Luis Suárez - Barcelona - 40
2016/17 Lionel Messi - Barcelona - 37
2017/18 Lionel Messi - Barcelona - 34
2018/19 Lionel Messi - Barcelona - 36
2019/20 Lionel Messi - Barcelona - 25
2020/21 Lionel Messi - Barcelona - 30
2021/22 Karim Benzema - Real Madrid - 27
2022/23 Robert Lewandowski - Barcelona - 23

domingo, 10 de septiembre de 2023

1973 - El gol más triste de Chile

Hace 50 años, la selección trasandina tuvo que enfrentar a la Unión Soviética en un reprechaje para Alemania '74. El golpe de Pinochet, las denuncias del Kremlin y un partido que nunca se jugó.

Artículo publicado originalmente en la revista Fox Sports, en octubre de 2008.
Por PABLO ARO GERALDES

El camino al primer Mundial de Alemania, el de 1974, estuvo lleno de imprevistos para la selección chilena: el grupo eliminatorio que integraba con Perú y Venezuela quedó reducido a un simple partido y revancha tras la deserción de los venezolanos. Un 2-0 abajo en Lima y el resultado inverso en Santiago obligaron a un tercer partido de desempate, en Montevideo. En el estadio Centenario el triunfo fue 2-1 para Chile, pero los pasajes para la Copa del Mundo no estaban listos aún, faltaba una escala poco conocida. El fixture preveía una instancia más para el ganador del grupo 3 sudamericano: debía enfrentar en un último repechaje al vencedor de la zona 9 europea.

Con los papeles en la mano, la amenaza tenía los colores de Francia, pero un empate inesperado de los galos ante la República de Irlanda en París dejó al equipo dirigido por Georges Boulogne en la obligación de vencer a la Unión Soviética en Moscú, pero el conjunto de la sigla CCCP en el pecho pegó fuerte y con el 2-0 hizo sonar el despertador en medio del sueño mundialista trasandino. La cita de los chilenos se programaba entonces para el 26 de septiembre de 1973, pero no en París, como imaginaban, sino en el Estadio Lenin de Moscú. Un país amigo. Con la mente puesta en el repechaje con los soviéticos, planearon una gira de preparación por Guatemala, El Salvador y México, que luego de varias escalas los llevaría a tierras rusas. La mano venía bien. Antes de partir golearon 5-0 a un combinado de Porto Alegre. La despedida se fijó para el 11 de septiembre a las 10 de la mañana, pero…

Chile vivía uno de los momentos más oscuros de su historia. El 11 de septiembre de aquel año la furia asesina de un general llamado Augusto Pinochet pisoteaba el mandato democrático del presidente Salvador Allende e imponía una de las dictaduras más crueles y sangrientas de la historia. Esa mañana, mientras el Palacio de la Moneda (sede del gobierno de Chile) ardía bajo los bombardeos y Allende moría intentando defender la voluntad popular, la selección chilena debía presentarse en el campo de entrenamiento de Juan Pinto Durán para ultimar detalles con vistas a la visita a Moscú. Esa práctica jamás llegó a realizarse. El lateral izquierdo Eduardo Herrera jugaba en Wanderers de Valparaíso y durante sus días en Santiago se hospedaba en el Hotel Carrera, a 100 metros del escenario del golpe de Estado. Él tiene fresca la memoria de esa mañana con olor a pólvora: “Al llegar al campo de entrenamiento el técnico Luis Álamos nos ordenó que volviéramos a casa. Pero yo tenía que llegar hasta el hotel y en el trayecto me detuvieron los militares una decena de veces: Me salvé de ser detenido porque tenía el bolso con la inscripción ‘Selección Chilena de Fútbol’”.

El fútbol del mundo siguió rodando normalmente en medio de dictadores y tiranos, de reyes despóticos y megalómanos con aires mesiánicos, incluso llegó a presenciar un Mundial en plena dictadura argentina, pero en aquel 1973 la Guerra Fría disparó un misil que dio de lleno en la pelota.

Durante el gobierno socialista de Allende, Chile mantuvo estrechas relaciones con el Kremlin y todo el bloque soviético. Con la irrupción de Pinochet y su dictadura apoyada desde los Estados Unidos el escenario se dio vuelta: once días después del golpe, la Unión Soviética rompió relaciones diplomáticas con Chile, le ordenó a su personal diplomático que regresara al país y decretó el cierre de la embajada chilena en Moscú.

Víctor Jara y Pablo Neruda
Al márgen de la cordillera todo era dolor y desconcierto. Tres días después del golpe era asesinado el cantautor Víctor Jara, una de las voces representativas de los trabajadores chilenos. Más lágrimas siguieron cayendo cuando el 23 de septiembre el poeta Pablo Neruda se murió rodeado de otras muertes y desapariciones, víctima de un cáncer que no le dio tregua. Y lo enterraron en soledad, sin sus amigos ni sus camaradas del Partido Comunista, todos perseguidos, en una tumba del cementerio General de Santiago, lejos de su amada playa de Isla Negra y su Premio Nobel de literatura.
El fútbol era lo de menos por entonces, pero la Selección Chilena conducida por Álamos debía volar hacia Moscú para cumplir su compromiso eliminatorio en medio de un clima sumamente hostil. Jugadores como Carlos Caszely y Leonardo Véliz, puntales del equipo y muy identificados con el gobierno socialista, temían por la suerte de sus familiares mientras ellos estuvieran de viaje.

El encuentro corría riesgo de no jugarse porque la dictadura decretó que no se podía abandonar el país. La Federación de Fútbol de Chile debía acatar la medida, pero el médico de la Selección, Dr. Jacobo Helo, resultó ser una influencia decisiva para que los chilenos pudiesen jugar en terreno moscovita: era medico personal del general Gustavo Leigh, Jefe de la Fuerza Aérea, y convenció al alto mando militar de que la participación del equipo favorecería la imagen internacional del gobierno militar. Finalmente, la Junta permitió el viaje, vía Buenos Aires. El largo sufrimiento comenzaba para muchos de los jugadores, amenazados. Les advirtieron sin eufemismos: “Si hablan, sus familias sufrirán las consecuencias”. El vuelo hizo escalas en Sao Paulo, Río de Janeiro y Panamá hasta que finalmente llegó a México. Una victoria 2-1 ante los aztecas sirvió como un relax para afrontar el siguiente tramo hacia Suiza (triunfo sobre el Xamax Neuchatel) y finalmente poner rumbo a Moscú.

El clima era terriblemente hostil. Antes de subir al último avión, los jugadores chilenos sintieron el miedo en carne propia cuando les advirtieron que si ingresaban a la URSS serían tomados como rehenes para cambiarlos por presos políticos de Chile.

Ya en Rusia, todo se agravó en la víspera del match, cuando el gobierno de los Estados Unidos reconoció oficialmente a la Junta Militar chilena. Para los rusos, el enemigo estaba de visita y buscaron hacerlo notar. Apenas llegados al aeropuerto Sheremetyevo, Caszely y Figueroa fueron retenidos algunas horas “por diferencias en las fotos de sus pasaportes”. Eran sólo jugadores de fútbol, pero para los soviéticos eran los representantes del país que derrocó al gobierno socialista.

Y así fue que el 26 de septiembre, a sólo dos semanas del golpe en Chile, casi 60 mil personas en el Estadio Lenin presenciaron un pálido cero a cero en medio de un frío inusual para el otoño que recién comenzaba: 5 grados bajo cero. 
Chile formó con Olivares - Machuca, Figueroa, Quintano, Arias - Rodríguez, Páez, Valdés - Ahumada, Véliz y Caszely.

La actuación del central Alberto Quintano hizo posible el empate sin goles, acciones que no pudieron verse desde Chile porque el encuentro no fue televisado. Se aseguraba que Elías Figueroa, el otro central, había descollado en terreno ruso, pero Juan Machuca, entonces lateral derecho, lo desmintió en una nota con El Mercurio: “Ese partido no fue heroico. Fue un bodrio de malo; le pongo un cero. Pero fue un duelo normal. Chile no pegó como se dice (...) a Elías lo respeto, pero es ególatra. Pareciera que jugó solo. La figura fue el arquero Olivares: hizo tanto tiempo que nos ayudó a empatar”.
Más allá de polémicas en la interna del plantel, hubo algo más que la gran tarea defensiva: Hugo Gasc, el único periodista chileno que estuvo en Moscú, contó alguna vez: "Por suerte el árbitro era un anticomunista rabioso. Junto a Francisco Fluxá, el presidente de la delegación, lo habíamos convencido de que no nos podía dejar perder en Moscú, y la verdad es que su arbitraje nos ayudó bastante". Igualmente, las actuaciones defensivas hicieron posible la igualdad y le pintaron a los chilenos un alentador panorama para la revancha en Santiago, pactada para el 21 de noviembre, en el Estadio Nacional de Santiago. Pero...


Otra vez “pero”. En el barrio de Ñuñoa, el Estadio Nacional se había convertido en algo más que el escenario de encuentros deportivos. Aunque la mayoría de los chilenos lo ignoraba (por censura de algunos medios y complicidad de otros) en las tribunas blancas, los militares habían montado un insospechado campo de concentración. El testimonio de Felipe Agüero, quien fuera prisionero allí, hiela la sangre: "Las salas de tortura bajo la marquesina, las lúgubres formaciones de prisioneros regresando del velódromo, los túneles malolientes camino a las sesiones de electricidad, los ancianos tropezando a golpes de culata por las graderías, todo aquí aludía al Infierno del Dante. El descenso a cavidades cada vez más profundas de horror y maldad, que nunca tocaba fondo. Aquí Chile conectó por primera vez con su propio infierno".

Gregorio Mena Barrales era Gobernador de la localidad de Puente Alto –vecina a Santiago– por el partido socialista cuando fue detenido y trasladado al Estadio. Años después él relató: “Todos los días dejaban libres a veinte, cincuenta personas... Los llamaban por los altavoces. Los encuestaban. Les obligaban a firmar un documento declarando ‘no haber recibido malos tratos en el Estadio’ (aunque algunos aún lucieran muestras de las torturas y los golpes). Todos firmaban, era el precio que había que pagar. Muchos volvieron a caer (nadie es libre en una dictadura y menos en una como la chilena). La mayoría de ellos se incorporaba a la lucha clandestina. Todos esperábamos oír nuestro nombre alguna vez en las ‘Listas de Libertad’, era lógico y legítimo. No éramos culpables de otra cosa que la de ser defensores de legitimidad constitucional. Sin embargo cerca de mil quinientos nunca fuimos llamados.
Con el correr de los días las graderías se fueron despoblando: muchos libres, otros asesinados en las noches y un par de suicidas...".


Y el partido no empezaba...
En medio del tormento, los militares cuidaban con tanta dedicación a sus prisioneros como al campo de juego. “El match de fútbol con la Unión Soviética debía realizarse allí, por ello cuidaban el césped con más cariño que el que le daban a una ametralladora”, destacó Mena Barrales, mientras recordaba que esa comisión de la FIFA y de la Federación de Fútbol de Chile “visitó el campo, se paseó por la cancha, miró con ojos lejanos a los presos y se fue dejando un dictamen: ‘En el estadio se podía jugar’”.

Conscientes del uso que le daban los militares al Estadio Nacional, en un momento las autoridades del fútbol chileno le propusieron al gobierno de Pinochet jugar la revancha en el Sausalito, de Viña del Mar, pero la Junta insistió con que debía jugarse en el Nacional, para mostrarle al mundo una cara pacífica de Chile. Francisco Fluxá era presidente de la Asociación Central de Fútbol (ACF) desde febrero de 1973 y le contó en los años noventa al diario La Tercera que “entonces, los militares nos dijeron que no teníamos que decir que el Estadio Nacional era un ‘centro de tránsito, donde se identificaba a la gente que no tenía documentos’. Y para evitar problemas, propusimos el Sausalito como alternativa. Me comuniqué con el general Leigh y me explicó que ‘por órdenes de arriba no se puede en Sausalito: se juega en el Nacional o no se juega’”.
Sí, esta comitiva (integrada por el vicepresidente Abilio D’Almeida, brasileño, y el secretario general Helmuth Kaeser, suizo) visitó Chile el 24 de octubre y se quedó 48 horas en Santiago. Los militares limpiaron con esmero todo rastro de sangre, todo vestigio de tortura, aunque es muy probable que, amparados por su impunidad, hayan dejado algunos detenidos a la vista, sabiendo que la FIFA no sospecharía de esas personas.

Los inspectores visitaron el estadio en el que permanecían aún unos 7 mil detenidos. Recorrieron el césped de Ñuñoa, bromearon entre ellos y terminaron su pantomima. Finalmente, estos emisarios ofrecieron una conferencia de prensa con el ministro de defensa, almirante Patricio Carvajal, a quien le obsequiaron un traba-corbata y un prendedor de oro con el logo de FIFA: “El informe que elevaremos a nuestras autoridades será el reflejo de lo que vimos: tranquilidad total”. El emisario brasileño se permitió aconsejar a los usurpadores del poder: “No se inquieten por la campaña periodística internacional contra Chile. A Brasil le sucedió lo mismo, pronto va a pasar”.

La carcajada insolente del brasileño Abilio D'Almeida.
La inspección de la FIFA no vio ni quiso ver lo que ocurría en el Estadio Nacional.


La FIFA había dado el OK. Pero claro, les habían ocultado el horror. “Después supimos que mientras estaba la gente de la FIFA en el estadio, varias decenas de detenidos fueron encerrados en pequeños camarines, con el fin de ocultarlos. Pero lo importante para nosotros era que el Nacional pasara la revisión”, decía casi treinta años después el ex dirigente Fluxá, quien como única autocrítica aceptó que en el afán de ir al mundial se cometieron actos “éticamente cuestionables”“Ahora pienso que no fue ético negar que en el Estadio Nacional había detenidos, pero en ese momento lo único que pensábamos era en llegar al Mundial de Alemania”, concluyó.

Sí, a pesar de todo el dolor, y de los reclamos soviéticos ante la FIFA (inclusive Bulgaria, Polonia y la Alemania Oriental amenazaron con boicotear el Mundial, cosa que finalmente no hicieron), Ñuñoa esperaba el repechaje para la Copa del Mundo Alemania 74. Pero...

Los soviéticos se negaron a viajar a Santiago, en un manifiesto repudio al régimen de Pinochet. Uno de los integrantes de aquel equipo soviético era el ucraniano Oleg Blokhin, quien no tiene buenos recuerdos de aquella eliminatoria: “Estuve presente en el 0-0 jugado en Moscú. Pero hablamos con el plantel y decidimos no jugar la revancha. No quisimos hacerlo porque estaba Pinochet en el gobierno. Para nosotros era peligroso viajar a Chile y le llevamos nuestra preocupación a la federación de fútbol. Al final se decidió abandonar la eliminatoria”. El Kremlin apoyó la decisión. Blokhin fue hasta 2006 diputado por el partido socialdemócrata de Ucrania a la vez que dirigió a la Selección nacional en Alemania 2006. Volvió a comandar el conjunto nacional en 2011-12, y luego fue entrenador del Dynamo de Kiev hasta 2014, en su último trabajo al frente de un equipo.

La Federación de Fútbol de la Unión Soviética divulgó un comunicado para explicarle al mundo que no disputarían un match allí donde miles de supuestos opositores al régimen de Pinochet habían sido torturados y asesinados: “por consideraciones morales los deportistas soviéticos no pueden en este momento jugar en el estadio de Santiago, salpicado con la sangre de los patriotas chilenos (...) La Unión Soviética hace una resuelta protesta y declara que en las actuales condiciones, cuando la FIFA, obrando contra los dictados del sentido común, permite que los reaccionarios chilenos le lleven de la mano, tiene que negarse a participar en el partido de eliminación en suelo chileno y responsabiliza por el hecho a la administración de la FIFA”, explicaba la nota difundida a través de la agencia UPI.

Ante esta negativa, un integrante del Comité Ejecutivo de la FIFA se animó a vociferar: “Si Granatkin (presidente de la federación soviética) dice que el Estadio Nacional está ocupado con detenidos, yo saco una carta en la cual el Gobierno de Chile asegura que varios días antes del 21 de noviembre ese escenario estará a disposición del fútbol”. No les importaba nada, ni la sangre, ni la tortura, ni la muerte. La farsa debía continuar.

La noticia de la suspensión del partido llegó a la selección chilena en la medianoche previa al encuentro. El delantero Carlos Caszely hoy lo recuerda: “Esperábamos en la concentración de Juan Pinto Durán cuando nos comunicaron que los soviéticos no vendrían. Todo aquello, para quienes estábamos comprometidos con la libertad era de una tristeza terrible. Los familiares de los desaparecidos se me acercaban y me pedían: ‘Chino, tu que estarás en el estadio, por favor, averíguate si está mi hijo, o mi compañero de la universidad”.

El delantero Leonardo Véliz tiene memorias horribles de aquella tarde del 21 de noviembre. “Fue escalofriante. Creo que aún había rastros de lo que había acontecido en los vestuarios y fue algo muy difícil de asumir”, recordó 30 años más tarde.

Desde fines de octubre ya no quedaban detenidos bajo los graderíos del estadio. A la hora señalada, Chile y el árbitro local Rafael Hormazábal salieron al campo de juego. Era puro formalismo, para obtener el paso al mundial por descalificación de los soviéticos. La parodia se completó con una banda de Carabineros tocando el himno chileno mientras se izaba la bandera nacional.

Los jugadores de rojo –qué paradoja– sacaron del medio y trotaron torpemente pasándose la pelota ante un arco vacío. Hasta que Francisco Valdés, el Chamaco, llegó a la línea y esperó a que los fotógrafos enfocasen bien para empujarla de derecha. Tremenda payasada tenía un objetivo: Chile estaría en el Mundial Alemania ’74. Para otros, se trataba de una victoria del régimen pinochetista sobre el comunismo soviético.

Después, para entretener a las 18.000 personas que habían comprado su ticket, se improvisó un amistoso ante Santos de Brasil, que estaba en Chile. En vez de festejar la clasificación a la Copa del Mundo, se volvieron a casa con la amargura de un 0-5 humillante.
Igual, Chile tuvo que esperar hasta el 5 de enero de 1974. Ese día la FIFA aprobó su participación en la Copa.

Entre el público que había ido a ver Chile-Unión Soviética estaba Mena Barrales, que volvía al estadio, ahora sin cadenas ni mordazas. “Fuimos los espectadores más ‘fanáticos’. Esperamos sentados, a la fuerza, un partido que nunca se efectuó".


La Selección Chilena participó en el Mundial de Alemania y se despidió sin ganar ningún partido. Tampoco consiguió victorias en sus dos participaciones siguientes, España ’82 y Francia ’98.
En enero de 1998, en su hogar adoptivo de Austria, Mena Barrales esperaba la Copa del Mundo de Francia. Imaginaba viajar a Saint-Etienne para ver Chile-Austria, sus tierras queridas. Pero la muerte, la misma que esquivó bajo las gradas del Estadio Nacional, esta vez se acordó de él. Ya no existían la Unión Soviética ni la Guerra Fría.
La dictadura de Augusto Pinochet se prolongó hasta el 11 de marzo de 1990.

lunes, 4 de septiembre de 2023

A 30 años del Argentina 0-5 Colombia

Publicado en la web de Fox Sports, cuando se cumplieron 15 años.
Por PABLO ARO GERALDES


Se cumplen 30 años de una de las victorias más impactantes de las Eliminatorias Sudamericanas: el 5-0 que Colombia le regaló a Argentina como visitante. Pacho Maturana, entonces entrenador de la Selección cafetera, rememora el histórico juego.

La Selección Argentina tenía dos clásicos: Uruguay y Brasil. Pero desde el domingo 5 de septiembre de 1993 se sumó uno más: Colombia.
Hace 25 años, por las Eliminatorias al Mundial de Estados Unidos 1994, el estadio Monumental fue testigo de la paliza más estruendosa que sufrió la albiceleste en toda su historia y además fue el final de un invicto de seis años como local. El 0-5 de los dirigidos por Francisco Maturana cambió para siempre la historia de los enfrentamientos Argentina-Colombia.

Fue toda una lección de fútbol de Valderrama, Asprilla, Rincón, Valencia y compañía para dejar helados a los argentinos y mandarlos a jugar un repechaje con Australia. Y Colombia sacó esa misma noche los pasajes para Estados Unidos '94.

La selección tricolor ingresó al campo de juego bajo la habitual silbatina con la que son recibidos todos los rivales de Argentina, y se retiró abrazada por una ovación. Los argentinos, exquisitos espectadores del buen fútbol, se rendían ante el arte desplegado por los colombianos.

Pacho Maturana rebobinó su memoria y trata de no magnificar la goleada: "Soy una persona muy fiel a mis principios y tengo mucha paz interior. Pienso en el presente y en el futuro, no miro al pasado. Esa goleada ya pasó y, si bien la reconozco, sólo quedó en mi recuerdo como una tarde importante en el fútbol de Colombia. No es algo que me haya marcado de tal manera que lo celebre cada año que pasa".

Igualmente reconoce que aquel día representa un antes y un después para el fútbol de su país: "Fue un partido importante, no lo voy a negar, porque significó nuestro pasaporte a un Mundial. Ganamos con autoridad, rescato más eso que el resultado. En ese partido, Colombia se graduó".
"No quiero entrar en el morbo del resultado ni celebrar cada año que pasa, más que nada por respeto a la Argentina y a mis propias convicciones", concluyó Maturana.

El once cafetero exhibió todo su abanico de virtudes y se grabó en la memoria colectiva de los argentinos como una pesadilla futbolística cuya sola mención les produce escalofrío.

El entrenador argentino Alfio Basile comandaba a la selección en ese 1993 y le escapa a la conmemoración: "No quisiera recordar nunca más ese partido. Fue un aborto de la naturaleza. Fue un día en el que yo quería hacer un pozo y enterrarme".

Pasaron 25 años pero la magnitud de la hazaña colombiana no pierde su color con el paso del tiempo.




La polémica tapa de la revista El Gráfico