Timor Oriental sufrió años de salvaje opresión de parte de Indonesia. En 2002 se independizó y ganó el derecho de ingresar a la FIFA. Es el miembro 207º del organismo y se prepara para debutar en el fondo del ranking.
Artículo publicado por la revista Fox Sports en noviembre de 2006. Ampliada y republicada en 2008 en los diarios El Espectador (Colombia) y El Nacional (Venezuela).
Por PABLO ARO GERALDES
Cuando los habitantes de la parte oriental de la pequeña isla de Timor votaron en un referéndum para independizarse de Indonesia, sabían que lo que vendría no sería fácil. En 1999, las milicias armadas de Jakarta dejaron un tendal de muerte y destrucción. Pero finalmente, con la ayuda internacional, en 2002 se pudo izar la nueva bandera roja: Timor Oriental ya era un país soberano y en las calles de Dili, la capital, se vivieron días de fiesta. Esta ex colonia portuguesa siempre fue distante del gobierno indonesio, en cultura, idioma y, por supuesto, en su enorme afición por el fútbol.
La independencia le abría también las puertas a la competencia deportiva. En 2002 se fundó la federación de fútbol, con derecho a ingresar a la FIFA. Y en 2005 se convirtió, junto a las Islas Comoras, en miembro de la familia oficial del fútbol, el 207º.
Claro que todo está lejos de ser un juego, todavía. La extrema pobreza del país duele y la caridad es indispensable para todo: Eusebio, el gran goleador portugués del Mundial 1966, distribuyó 3.200 balones. Su visita solidaria siguió en la cancha. En el estadio de Dili pateó un simbólico penal a un arquero muy especial: Xanana Gusmão, el Presidente de la República. El entonces mandatario (hoy es primer ministro) es un fervoroso hincha de este deporte y contagió en sus compatriotas su pasión por el Benfica de Portugal, donde tuvo que hacer el servicio militar. En su juventud, Gusmão fue portero y hoy juega cada vez que los asuntos de Estado se lo permiten.
Son varios los que ayudan a que Timor Oriental pueda jugar. La Selección Portuguesa, encabezada por su joven estrella Cristiano Ronaldo, recolecta donaciones por toda Europa. Las grandes empresas de indumentaria deportiva hicieron interesantes aportes y en Brasil también se inició una corriente solidaria.
Pero el país, aunque libre, sigue emplazado sobre un territorio caliente, y la asistencia internacional es una necesidad imperiosa, no solamente para la práctica del fútbol. Soldados de Australia, Malasia, Nueva Zelanda y Portugal velan por la paz interior, mientras médicos y maestros de Cuba colaboran con las necesidades básicas de la población.
Aunque no se cuenta con censos precisos, los timorenses son poco más de un millón.
Como ya ocurrió en otras geografías, en esta tierra perdida entre Australia y el sudeste asiático el fútbol consiguió aquello que ni la política ni las armas lograron: en un amistoso previo a la Tiger Cup 2004 (la más importante del sudeste asiático), Indonesia se encontró en un amistoso con Timor Oriental, en Dili. El máximo dirigente de la delegación visitante y el presidente de Timor Oriental dieron un discurso conjunto ante diez mil personas entusiasmadas. Era toda una postal de la posguerra: desbordadas las rústicas tribunas, la multitud siguió el partido al borde de la cancha, con muchachos trepados a los árboles y a las torres de iluminación, que no funcionaban. El duelo se selló con una derrota 1-2, pero a nadie le importó: la pelota había comenzado a rodar después de un cuarto de siglo de opresión y dolor. Y desde entonces nada detendría las ganas de jugar del pueblo timorés.
El debut oficial se produjo en marzo de 2003, por la ronda preliminar para la Copa Asiática de Naciones. Perdió 3-2 frente a Sri Lanka y 3-0 con Taiwán, dos rivales por demás modestos pero que a los muchachos timoreses les parecían monstruos del fútbol.
Después llegó aquella Tiger Cup. Fue el comienzo de la competición en serio. No era de esperar una victoria memorable, ni la aparición de un nuevo monopolio futbolístico en ese rincón del planeta, pero para ellos fue un paso importantísimo. Las derrotas se encadenaron: 0-5 contra Malasia, 0-8 ante Tailandia, 1-2 con Filipinas y 1-3 frente a Myanmar. Se rompió la inercia, pero desde entonces la competencia fue apenas esporádica.
En 2005, con la afiliación a la FIFA, aparecieron nuevos compromisos. Sin embargo, la participación fue mínima, acorde a su pequeño poderío futbolístico.
La primera oportunidad de empezar a crecer la tuvieron en los últimos Juegos de la Lusofonía, en Macao (ex colonia portuguesa de China), en los que participaron doce países con lengua portuguesa. Claro, fue Sub 21 y no participó Brasil, pero enfrentar a rivales con cierta experiencia internacional significó un paso hacia adelante.
El debut fue con un contundente 0-5 ante Mozambique. Después vino otra caída, por idéntico resultado, frente a Angola. Allí se terminó la aventura de los juveniles timoreses, pero el desafío mayor estaba por llegar.
Dirigida por Joao Paulo Pereira, la Selección del primer país independizado en el siglo XXI empezó a transitar el camino de la competencia internacional.
Los nombres de los rivales podrían significar poca cosa para cualquier representativo del continente americano. Pero, para Timor Oriental, salir a la cancha para medirse con Brunei Darussalam es un desafío con tanta adrenalina como para otros lo es enfrentar a Italia, Holanda o Alemania.
La cita frente a Brunei, a fin del año pasado, finalizó con una derrota ajustada, 2-3. Pero Filipinas no tuvo piedad y los aplastó con un inapelable 7-0. Después cayó 3-2 frente a Laos y 4-1 con Camboya. Allí se terminó todo.
Este modesto certamen fue la primera experiencia internacional para la mayoría de los orgullosos timoreses. Pero no para Alfredo Esteves, el flamante capitán. Aunque nació en Lisboa y bien pudo elegir la comodidad europea de su Portugal natal, la estructura de un campeonato ordenado y vivir tranquilo con ello. Sin embargo, prefirió defender los colores de su país adoptivo.
Como zaguero defendió los colores del Aves, con el que logró el ascenso a la Primera División portuguesa. Pasó por el Minnesota Thunder, de la ULS estadounidense (la Segunda División), donde tuvo su noche de gloria cuando enfrentaron a Miami FC: el ignoto timorés anuló por completo al brasileño
Romario, quien estaba empecinado en sumar goles y goles para llegar a los mil.
Para las Eliminatorias al Mundial Sudáfrica 2010, el año pasado pagó los boletos de avión de su bolsillo y viajó 14.000 kilómetros desde su casa en Minessota hasta Indonesia, donde Timor Oriental fue derrotado por Hong Kong 2-3.
“En ese partido hice un autogol, fue el peor momento de mi carrera”, recuerda Esteves, quien igual no bajó los brazos. En la revancha sufrieron un terminante 8-1 que los dejó afuera de la competencia.Este año dejó el soccer de los Estados Unidos y se marchó a Australia para incorporarse al Wollongong Wolves. Este dato resalta en la modesta Selección: es el único profesional de Timor Oriental.
Llegar a jugar en una Copa del Mundo es una utopía para él y para quienes eligió como compatriotas, pero no dejará de perseguirla.
A su manera, los futbolistas tomaron la posta de los independentistas de Timor Oriental. Sin armas, sin violencia, tratarán de que el mapa futbolístico empiece a incluirlos. El país tiene unos doscientos clubes –todos aficionados– y ocho son los que compiten en la primera liga.
El camino a Sudáfrica 2010, su primera Eliminatoria, duró apenas 180 minutos, en los que recibió 11 goles. Nadie espera grandes victorias, solamente se conforman con el orgullo de representar a sus colores. Y tienen una motivación: el solo hecho de jugar les dio el derecho de ingresar al ranking mundial de la FIFA. Claro, están en el último escalón. ¿Desalentador? Para nada: desde el fondo de la clasificación, todo lo que tendrá por delante es subir, progresar.
La primera sonrisa la aportó, en mayo pasado, la victoria 3-1 sobre las Islas Cook, un pequeño archipiélago de Oceanía.
Timor Oriental, bienvenido al planeta fútbol.