viernes, 11 de julio de 2025

El comienzo de los mundiales de fútbol

Aquí empezó la primera Copa del Mundo. Una larga investigación reveló en Montevideo dónde estaba el punto central del viejo Field de Pocitos, reducto de Peñarol, donde el mexicano Felipe Rosas puso en movimiento la más apasionante de las historias del deporte.

Artículo publicado en la revista FIFA World, en diciembre de 2009
Por PABLO ARO GERALDES

La vida transcurre tranquila por la esquina de Charrúa y Coronel Alegre, en el barrio de Pocitos, Montevideo. Los niños marchan a la escuela, las señoras hacen sus compras y los taxistas la cruzan sin saber que están transitando un sitio histórico en la historia del fútbol.

Algunos de los vecinos tienen una vaga referencia: saben que allí se encontraba una estación terminal de tranvías. Es verdad: hasta 1906 los tranvías montevideanos era tirados por caballos y al lado de las estaciones solía haber un campito para que los animales descansaran y pastaran. Pero cuando la electricidad comenzó a alimentar a este popular transporte, el gran predio de Pocitos perdió sentido. La empresa de tranvías se lo ofreció al club Peñarol para que erigiera allí su estadio.

Así, en 1921 el equipo aurinegro estrenó su humilde cancha, diseñada con astucia por el arquitecto Juan Antonio Scasso, para aprovechar el terreno que se abría en diagonal desde el cruce de Rivera y Pereira.

Cuando el Congreso de la FIFA celebrado en Barcelona en 1929 determinó que la primera Copa Mundial se disputase en Uruguay, el gobierno decidió construir el magnífico estadio Centenario. Pero desde la comunicación oficial a la fecha de comienzo del torneo hubo solamente 12 meses para levantarlo. Entre planos, permisos y preparativos, las obras comenzaron en septiembre de 1929. Y aunque se trabajaba las 24 horas con inmensos reflectores, las lluvias del otoño austral obligaban a detener las tareas. El tiempo se agotaba.

Cuando las autoridades uruguayas entendieron que era imposible abrir las puertas del Centenario el 13 de julio, trasladaron los dos partidos que comenzarían la Copa a las modestas canchas de Nacional y Peñarol, en el Parque Central y Pocitos, respectivamente. La inauguración oficial del Centenario quedó para el match Uruguay-Perú, el 18 de julio, día del centésimo aniversario de la Jura de la Constitución. El Parque Central se mantiene en el mismo lugar que hace ocho décadas, pero el Field de Pocitos fue devorado por el avance de la ciudad, por el progreso, en una bonita zona de la capital uruguaya, cercana a la Rambla.

La selección de Francia en 1930.
Los testimonios dicen que aquel 13 de julio la tarde estaba muy fría y que apenas si llegaba a las mil personas la concurrencia en Pocitos para ver Francia-México. A las 15 horas el árbitro uruguayo Domingo Lombardi hizo sonar su silbato para que Felipe Rosas, centrodelantero del Atlante de México, impulsase el balón por primera vez. Seguramente ninguno de los protagonistas lo sabía, pero estaban dando inicio a la historia más apasionante, la que en pocas décadas atraparía al planeta entero. Otro hecho único ocurrió al minuto 19, cuando el francés Lucien Laurent recibió un centro de Ernest Liberati y sentenció con una volea al arquero azteca Oscar Bonfiglio. Era el primer gol de la historia de la Copa del Mundo, el primero de los 2379 que se suman hasta hoy. Finalmente los franceses vencieron 4-1 y se retiraron de la cancha cantando La Marsellesa.
Lucien Laurent anota el primer gol de la historia de la Copa del Mundo.

Un arqueólogo del fútbol
Hasta aquí la historia conocida. Pero en 1933 Peñarol dejó el Field de Pocitos, en 1937 se trazaron las calles y en los años '40 la urbanización ya había sepultado aquel histórico terreno.
Arq. Enrique Benech
Los uruguayos aman su rica historia futbolística y tienen un importante Museo del Fútbol bajo las tribunas del Centenario. Pero nadie parecía preguntarse por la vieja cancha de Peñarol, donde rodó la primera pelota mundialista. Fue entonces que el arquitecto Enrique Benech decidió emprender una pesada investigación, digna de un arqueólogo: determinar con exactitud dónde estaba la cancha; encontrar bajo el asfalto y bajo las casas el punto central y el lugar donde se situaba el arco de aquel gol inaugural de Laurent. Se integraron al equipo Juan Capelán, Eduardo Rivas, y otros colaboradores en diversas áreas.

¿Con qué elementos contaba? Pocos. No quedan registros de planos en la Intendencia Municipal de Montevideo ni en el Instituto de Historia de la Facultad de Arquitectura. Tampoco está guardada la Memoria del club Peñarol correspondiente a la construcción de las tribunas. ¿Y en la Biblioteca Nacional? Nada. Ni siquiera en la vieja estación Pocitos le pudieron ayudar: solamente guardaban dos fotos del Tranvía 35.

Foto aérea de 1926
Hasta que Benech y su equipo tuvieron acceso a una fotografía aérea de 1926 en la que se veía toda la cancha con una pequeña tribuna techada, junto a un córner. Era un dato. Superponiendo planos y fotografías podrían aproximarse al lugar en el que estaba el campo de juego pero: ¿en cuál de los dos arcos marcó Laurent su gol? Había que buscar documentos, hallar un plano, encontrar un permiso municipal, al menos una referencia oral o escrita confiable. No existía el GPS en los años ’20, si no todo hubiese sido más fácil. El plano de fraccionamiento del terreno realizado por los agrimensores Alberto de Artega (padre e hijo) en diciembre de 1941 sumó datos. “Este plano nos define con total precisión los límites del predio, que se visualizan hoy claramente transformados en medianeras edilicias”, explica el Arq. Benech en su estudio de Montevideo. El entusiasmo era incontenible. La Brigada de Sensores Aereoespaciales de la Fuerza Aérea Uruguaya suministró cuatro ampliaciones de esa foto aérea de 1926. La cancha, de 109 x 73 metros surgía entre las edificaciones actuales como una foto en el líquido revelador.


La historia resurge
Superposición: el fiel de Pocitos sobre una
imagen actual de Google Maps
El resultado de la paciente investigación fue presentado en el estadio Centenario. Allí, entre los concurrentes estaba Raúl Barbero, que en 1930 tenía 12 años y asistió a ese partido junto a un tío. De niño ya quería ser periodista y, junto a su amigo Hugo Alfaro, hacía una revista deportiva escrita a mano en hojas escolares y con fotos recortadas de otras revistas, prolijamente pegadas. La llamaron “Centenario Sport”. Llegaba la Copa Mundial y decidieron hacer una “edición especial”, por lo que necesitaban “cubrir” todo lo concerniente al torneo: fueron al puerto y vieron bajar del buque Conte Verde a Jules Rimet seguido por las delegaciones de Francia, Rumania, Bélgica y Brasil, que en Río de Janeiro se había sumado a la travesía. Y, por supuesto, debían estar en los dos partidos que abrirían el campeonato a la misma hora. Hicieron un sorteo y a Raúl le tocó en suerte ir a Pocitos. La revista tenía una circulación muy limitada: hacían solamente un ejemplar que prestaban a los niños del barrio “bajo juramento de devolución a los fundadores, directores, redactores, administradores, editores y distribuidores. Nosotros dos, obvio”, según le contó con humor al diario El País cuando se cumplieron 75 años.

Tres cuartos de siglo después los recuerdos de Barbero pueden volverse imprecisos, pero no olvidó el frío de la tarde ni aquel primer gol francés. Tenía en sus manos la única fotografía que se conserva, esa que permite determinar que el gol fue en el arco norte, hoy tapado mitad por la vereda y mitad dentro de la casa que lleva el número 1324 de la calle Coronel Alegre.
Aquí estaba el arco en
el que Laurent marcó el
primer gol de los mundiales
Allí fue implantada una escultura que recuerda la portería que le tocó defender al arquero mexicano. Pero si los franceses tienen el honor del primer gol, a México nadie le quitará la distinción de haber puesto en marcha esta inmensa historia. Y un monolito señala también ese punto central donde todo comenzó, a un par de metros de un lavadero de ropa, junto a los autos estacionados en la acera.

El Arq. Benech y su equipo lograron que una familia, doblando la esquina, autorice a excavar en su predio. Tenían una pista: “un matrimonio que vive en la calle Charrúa quiso enterrar en su jardín a su perrito que había muerto. La pala encontraba resistencia en la tierra: allí hallaron parte de la estructura del estadio de Peñarol”. Y en esa cuadra, en los patios de las casas de algunos vecinos quedan restos del antiguo talud del estadio, un terraplén que oficiaba de precaria tribuna. El misterio se había terminado...

Mario Mandžukić marcó en Moscú el último gol de la historia de los mundiales. En Qatar ese dato caducará. Pero el que permanecerá por siempre inalterado es aquel zapatazo de Lucien Laurent, ese que se seguirá gritando en francés en la silenciosa y tranquila tarde del barrio de Pocitos, en la lejana Montevideo.
Así lucía el Field de Pocitos

Raiders of the first goal

Here began the first World Cup. A long investigation revealed in Montevideo where the centre spot of the old Field de Pocitos, Peñarol redoubt, was where the Mexican Felipe Rosas started the most exciting history in the world sports.

Article published in FIFA World magazine on December 2009
By PABLO ARO GERALDES

The pace of life was slow on the corner of Charrúa and Coronel Alegre, two streets located in the Pocitos area of Montevideo. Children went to school, women did their shopping and taxi drivers drove past without knowing that they were crossing a significant location in the history of world football.

Some may have had a vague idea – they knew perhaps that a tram terminus had been located in the area. Until 1906 the trams in Montevideo were horse-drawn and there used to be a field next to the stations for resting and grazing the animals. But when this popular mode of transport went electric, the big tract of land in Pocitos fell into disuse. The tram company offered it to sports club C.A. Peñarol as the site for a new football stadium. And so, in 1921 and without much fuss, the club inaugurated their modest ground, cleverly designed by architect Juan Antonio Scasso to take advantage of the wedge-shaped plot of land bordered by the intersection of the two streets.

The small stadium was certainly not the type of grand structure which would be considered for the opening of a FIFA World Cup these days and was, indeed, not even intended for such use back in 1930. A year earlier, when the FIFA Congress had met in Barcelona to award the hosting rights to the first FIFA World Cup to Uruguay, the country’s government had ordered the construction of the magnificent Centenario stadium. But by then there were just 12 months remaining until the tournament’s planned kick-off. Once the plans had been drawn up, planning permission obtained and the preparations completed, the actual construction work only began in September 1929. And although the work went on day and night, with the help of enormous fl oodlights, the rain that is typical of autumn in the southern hemisphere frequently brought proceedings to a halt. Time was running out.

When the Uruguayan authorities realised that it would be impossible to have the Centenario ready for 13 July 1930, they moved the opening two matches to Pocitos and Parque Central – the latter being the equally modest home of Peñarol’s city rivals, Nacional. The official inauguration of the Centenario would eventually take place five days into the tournament on 18 July, when the hosts beat Peru 1-0 on what was coincidentally the 100th anniversary of the swearing in of the Uruguayan constitution. The tournament’s remaining fixtures all took place, as originally planned, at the Centenario.

History unfolds
France, at field de Pocitos.
According to eye-witness accounts, the afternoon of 13 July was chilly and only just over a thousand people were present at Pocitos to watch France play Mexico. At three o’clock, the Uruguayan referee Domingo Lombardi sounded his whistle and Felipe Rosas of Mexican club Atlante took the first kick-off, simultaneously with the start of the USA’s match against Belgium over at Parque Central. None of those taking part could have known it, but they were writing the first page in the exciting hist ory of what would become a global phenomenon over the decades to come. Another milestone was reached in the 19th minute when France’s Lucien Laurent volleyed Ernest Liberati’s cross past Mexican keeper Oscar Bonfiglio, thus scoring the first goal in the history of the FIFA World Cup, the first of the 2,063 netted to date. France eventually won 4-1 and left the pitch singing La Marseillaise.
Lucien Laurent scores the first goal in World Cup history.

That first part of the story is common knowledge. But while Parque Central remains on the same site as eight decades ago, Pocitos was swallowed up as Montevideo developed, due to its location in an attractive area near the Rambla. Peñarol left Pocitos in 1933. Streets were built over the former pitch in 1937 and by the 1940s the site had been buried completely.

Architect Enrique Benech
Uruguayans have a keen sense of their rich footballing history and there is a major football museum underneath the stands at the Centenario. Yet nobody seemed to ask about Peñarol’s old ground or about where the first ball was kicked at a FIFA World Cup. Nobody that is until Enrique Benech came along. A local architect and football fan, Benech decided to take on an onerous task more fitting of an archaeologist, namely to find, underneath the asphalt and the houses, the exact location of the pitch, its centre spot and the end where Laurent’s inaugural goal was scored. He was joined by Juan Capelán from the Estadio Centenario Football Museum and journalist Eduardo Rivas among other collaborators from various fields.

What did they have to go on? Not a lot. There were no records of plans at either the Montevideo city hall or the institute of history of the faculty of architecture. Peñarol themselves had no record of the construction of the stands. Nothing came to light at the national library either. Not even the old station at Pocitos could help him: all they had were two photos of the number 35 tram.

1926 cereal view
Benech and his team had to look for documents, find a map or a copy of the planning permission from the council or at least a reliable oral or written source. There was no GPS in the 1920s or their task would have been a lot easier. Finally, the investigators turned up an aerial photograph from 1926 on which the whole pitch could be seen with a small covered stand in one of the corners. The land distribution map by the surveyors Alberto de Artega and son from December 1941 was another source of information. “This plan clearly defined the limits of the field, which today have been transformed into municipal boundaries,” explains Benech in his studio in Montevideo. The Aerospace Sensor Brigade of the Uruguayan Air Force then provided four enlargements of the aerial photograph from 1926. After superimposing the plan over the aerial images, the 109 x 73m pitch emerged from among the current buildings like a photograph in developing fluid. The team could now determine the approximate position of the pitch, but at which end had Laurent scored?


Boyhood memories
Overlay: the Field de Pocitos on a
current image from Google Maps
The results of what had been uncovered so far were presented at the Centenario stadium and visited, crucially, by Raúl Barbero, who was aged 12 in 1930 and had been at the match with his uncle. As a child, Barbero had always wanted to be a journalist and he and his friend Hugo Alfaro used to write a sports magazine by hand on school notepaper with photos cut out of other magazines and carefully pasted in. They called the magazine Centenario Sport and, at the time of the World Cup, decided to produce a “special issue” covering the whole tournament. Naturally the two boys also wanted to cover the opening two matches, which kicked off at the same time. They drew lots and fate decreed that Barbero should go to Pocitos. The magazine had a very limited circulation of one copy, which Not even the old station at Pocitos could help … all they had were two photos of the number 35 tram. they lent to children in their local area “under oath to return it to the founders, directors, editors, administrators, publishers and distributors – in other words, the two of us,” as Barbero told El País newspaper on the 75th anniversary of the tournament.

Three quarters of a century later, Barbero’s memories are a little imprecise, but he did not forget either how cold that afternoon was or France’s first goal. He had in his possession the only remaining photograph, which meant that it could finally be established that the goal was scored at the north end, which today is covered half by the pavement and half by the house at number 1324 calle Coronel Alegre.
Here was the goal in
which Laurent scored the
first goal of the World Cups.
In this unassuming suburban setting, it took an event as mundane as the death of a family pet to finally confirm the correctness of the research team’s calculations. “A dog belonging to a couple who lived in calle Charrúa had died, and they wanted to bury it in the garden,” Benech explains. “Their spade struck an object, which turned out to be part of Peñarol’s old stadium.”

The patios of some of the houses in the same residential block also yielded remnants of the old stadium embankment, a simple slope which had served as a rather precarious stand for the spectators. The old stadium’s place in history had seemed equally precarious before Benech began his metaphorical digging. But thanks to his team’s enthusiasm, the discovery of those old photographs, an old man’s childhood memories and the passing of a family pet, the first ever goal in World Cup history finally has a physical landmark. As a result of the research, a sculpture has now been erected on the spot to commemorate the goal defended by the Mexican keeper. There is also a stone marking the centre spot where the first match kicked off, just a few meters from a launderette and close to the cars parked at the side of the road.

The pace of life is still slow on the corner of Charrúa and Coronel Alegre but now the passers-by pause to take note of the goalpost-inspired sculpture where Laurent scored his historic goal. The 1930 FIFA World Cup™ may be long gone, but Laurent’s achievement is now preserved for ever, allowing football romantics to still hear those French cheers echoing in the quiet of the afternoon in Pocitos in far-off Montevideo.
This is what Field de Pocitos looked like.

miércoles, 9 de julio de 2025

El 9 de Julio y el fútbol

El martes 9 de julio de 1816 el congreso reunido en Tucumán proclamó la independencia de las Provincias Unidas en Sud-América, la ruptura formal de los vínculos con la monarquía española. Esta fecha patria de los argentinos también está reflejada en su fútbol.

Por PABLO ARO GERALDES

Ciudades, avenidas, pueblos, escuelas, barrios, plazas, teatros, calles, estadios, hospitales, estaciones, boulevares llevan el nombre de 9 de Julio. Y, obviamente, no podían faltar los clubes de fútbol.


Esta es una recopilación de algunos de los clubes dedicados al fútbol que llevan como nombre la fecha de la independencia argentina, empezando por 9 de Julio de Rafaela (foto):

Club Atlético 9 de Julio (Rafaela, Santa Fe)
Fundado el 9 de julio de 1904

Club Atlético 9 de Julio (Berabevú, Santa Fe) 
Fundado el 9 de julio de 1913

Club Atlético 9 de Julio (9 de Julio, Bs. As.)
Fundado el 10 de junio de 1914

Club Atlético 9 de Julio (Arequito, Santa Fe) 
Fundado el 9 de julio de 1918

Club Atlético 9 de Julio (Colón, Bs. As.)
Fundado el 9 de julio de 1920

Club Atlético 9 de Julio (Manuel Ocampo, Pergamino, Bs. As.) 
Fundado el 9 de julio de 1920

Club Atlético 9 de Julio (Felipe Solá, Puan, Bs. As.)
Fundado el 6 de septiembre de 1922

Club Sportivo 9 de Julio (Río Tercero, Córdoba)
Fundado el 11 de agosto de 1927

Club Atlético 9 de Julio (Las Junturas, Córdoba)
Fundado el 12 de mayo de 1932

Club Atlético Social y Deportivo 9 de Julio (Clorinda, Formosa)
Fundado el 25 de mayo de 1933

Club Atlético 9 de Julio del Quebracho (Aldea San Antonio, Entre Ríos) 
Fundado el 9 de julio de 1940

Asociación Deportiva 9 de Julio (Morteros, Córdoba) 
Fundado el 25 de febrero de 1942

Club Atlético 9 de Julio Olímpico (Freyre, Córdoba)
Fundado del 16 de julio de 1944

Club Atlético 9 de Julio (Arocena, Santa Fe) 
Fundado el 20 de enero de 1946

Club Sportivo 9 de Julio (Nueve de Julio, San Juan)
Fundado el 22 de mayo de 1947

Club Deportivo y Social 9 de Julio (Chacabuco, Bs. As.)
Fundado el 4 de junio de 1952

Centro de Fomento Social Cultural y Deportivo 9 de Julio (Ensenada, Bs. As.) 
Fundado el 9 de julio de 1953

Club Atlético Social y Deportivo 9 de Julio (Los Frentones, Chaco) 
Fundado el 4 de junio de 1954

Club Atlético 9 de Julio (Nogoyá, Entre Ríos) 
Fundado el 23 de agosto de 1956

Club Atlético 9 de Julio (Km 658 (Pedro E. Vivas), Córdoba)
Fundado el 9 de julio de 1958

Club Atlético y Biblioteca 9 de Julio (Pasco, Córdoba)
Fundado el 9 de julio de 1965

Club Atlético 9 de Julio (Colonia Ayuí, Concordia, Entre Ríos) 
Fundado el 9 de julio de 1968

Club Atlético 9 de Julio (El Barreal, Córdoba)
Fundado el 9 de julio de 1973

Club Social Deportivo y Cultural 9 de Julio (Necochea, Bs. As.)
Fundado el 9 de julio de 1979


Hay muchos más clubes que se escapan a este recuento. Algunos no fueron consignados porque no se dedican al fútbol; otros porque no he reunido datos certeros sobre su fundación. En todo caso siempre es bienvenida una precisión, una corrección, etc, que ayude a completar este homenaje.