Planteles detenidos en cuarteles militares, declaración del estado de sitio, apretadas a jugadores, represión a los hinchas y prohibiciones de baño fueron algunas de las perlitas que dejó la Copa Africana.
Contrastes. Sensaciones extremas. Locura.
La reciente Copa Africana de Naciones, colmada de figuras de altísima cotización que militan en el fútbol europeo, ratificó una percepción que la FIFA todavía se empeña en disimular: en el fútbol del continente negro sigue reinando la improvisación, potenciada por las tenazas dictatoriales de los gobiernos de varios países.
Cuando Rigobert Song convirtió el penal decisivo con la misma determinación con que juega en la defensa del Liverpool inglés, el nombre de Camerún quedó impreso en la historia al lado de la palabra campeón. De esta manera sellaba el 4-3 sobre Nigeria en la tanda decisiva, luego de empatar 2-2 en el tiempo reglamentario.
Pero abajo, acaso en letras más pequeñas, se encolumnó una serie de episodios divorciados del gran nivel futbolístico expuesto por jugadores de la talla de los nigerianos Kano (Arsenal), Babangida (Ajax) y Finidi (Betis) o de los cameruneses Eto’o (Mallorca) y Mboma (Cagliari), por citar algunas de las figuras que vitaminizaron a las 16 selecciones participantes. Episodios repetidos e irritantes que invitan al repaso y a la reflexión…
HACELO POR MÍ
La edición 200 de la Copa Africana de Naciones había sido confiada a Zimbabwe, país que renunció a principios de 1999 por problemas financieros. En emergencia y ante varias propuestas carentes de garantías, la Confédération Africaine de Football decidió otorgar la sede compartida a Nigeria y Ghana, los países que vienen asombrando al mundo futbolístico desde su irrupción exitosa en los torneos Sub 17.
La decisión no fue casual. Era el reflejo de las organizaciones compartidas establecidas con anterioridad: Corea-Japón para el Mundial 2002, y Bélgica-Holanda para la Eurocopa 2000.
El peso recayó sobre Nigeria, que venía de organizar deficientemente el Mundial Sub 20 de 1999. Y Ghana se sumó para que dieran los números. Pero la co-organización resultó otro fiasco. Pocas cosas estuvieron en su lugar. Las notorias fallas estructurales –estadios inapropiados, inconvenientes en el rubro de transportes y comunicaciones– no hicieron más que aumentar el contraste entre la categoría de los futbolistas y el aparato que los contiene, alqo que preocupó muchísimo a los dirigentes de los clubes europeos. “No podemos arriesgar nuestro capital en esas canchas y bajo esas condiciones”, fue la queja común.
ESTADO DE SITIO
Todos los métodos fueron válidos para contener la violencia de los hinchas, denominador común en la mayoría de los 32 partidos. Cuando Ghana recibió a Sudáfrica en la ciudad de Kumasi, por los cuartos de final, el gobierno local decidió implantar el estado de sitio. El ejército hizo confluir cientos de hombres y carros armados, temiendo que una derrota desatase la violencia en los hinchas. Y así ocurrió: Sudáfrica ganó 1-0 y los uniformados tuvieron trabajo extra.
Para contener la furia emplearon su método predilecto: los gases lacrimógenos en combinación con golpes de machete al tórax. Una herramienta represiva que, seguramente, no sorprenderá a nadie en la Argentina.
EL REINO DEL MIEDO
Después del partido que el 28 de enero Nigeria y Congo igualaron 0-0, en Lagos, los jugadores locales fueron asediados por una masa hostil que les recriminó el magro resultado amenazando con ingresar a los vestuarios para hacer justicia por sus propias manos y rompiendo los vidrios del autobús.
Mike Okiro, el jefe de policía y del operativo, el mismo que antes del torneo se jactó de que “la seguridad de los equipos y de los hinchas estará garantizada”, creyó que el modo de culminar los incidentes era desplegar una represión desmedida. Las corridas y gases fueron de tal magnitud que provocaron una protesta formal de la Federación Nigeriana.
El delantero George Finidi también hizo escuchar su voz atemorizada: “Ya perdí a mi hermano por culpa de un tumulto en 1995, así que ahora podría tocarme morir a mí. Tengo miedo, mucho miedo”.
Igeniwari, el hermano menor de Finidi, que llegó a ser internacional nigeriano en las selecciones juveniles, murió al ser alcanzado por un disparo en medio de los incidentes desatados luego de un partido de la Copa de Nigeria. Ni su muerte, ni las que siguieron, lograron frenar la violencia. Algo que tampoco debería sorprender a nadie en nuestro país.
MARCHE PRESO
Luego de haber vencido 2-0 a Ghana en Accra e igualmente quedar eliminados de la competencia, los jugadores de Costa de Marfil regresaron a su país en un avión militar. Al llegar fueron trasladados al cuartel de Yamaousssoukro, situado a 30 kilómetros de la capital Abidjan, donde permanecieron detenidos. Les fueron retirados los pasaportes y los teléfonos celulares para impedir cualquier comunicación con el mundo exterior.
“Allí aprenderán el sentido de la responsabilidad y del civismo y olvidarán su indisciplina”, declaró un portavoz de la Junta Militar que, encabezada por el general Robert Guey, gobierna al país desde el golpe del 24 de diciembre de 1999.
Según el coronel Matthias Doué, ministro de Juventud y Deportes marfileño, “la medida sólo buscaba garantizar la seguridad de la selección ante la ira de los hinchas”, aunque en ningún momento se produjeron incidentes. Las mismas palabras se habían utilizado tras el golpe APRA justificar la detención de políticos disidentes.
El presidente de la FIFA, Joseph Blatter, se puso en contacto con las autoridades marfileñas para exigir la inmediata liberación de los jugadores. “Detener a un equipo por un fracaso deportivo es una violación flagrante de la autonomía de la asociación de fútbol. Justo en ele momento en el que el mundo mira hacia África, acciones de este tipo causan mucho daño a las estructuras futbolísticas del continente entero”, dijo el suizo, recordando que un hecho de semejante magnitud podría conspirar contra las candidaturas mundialistas de Marruecos y Sudáfrica para 2006.
Los jugadores fueron liberados luego de tensas negociaciones que duraron poco más de una jornada y en las que ofició de mediador Basile Boli, jugador de la selección francesa nacido en Costa de Marfil. “Los jugadores lucían cansados y enojados”, dijo el corresponsal en Abidjan de la cadena BBC, unos de los pocos que presenciaron ese instante.
ENTRADAS SIN SALIDA
La venta de entradas fue una invitación al caos. En los partidos disputados en la sede de Kano, Nigeria, los boletos llegaron a las ventanillas sólo cinco horas antes de los partidos, debido a una huelga de funcionarios. Miles de simpatizantes se apiñaron delante de los puestos de venta, generándose situaciones más propias de cabezas de ganado que de seres humanos.
PROHIBIDO BAÑARSE
Luego del estallido de los reflectores del estadio de Lagos –todo un símbolo de las deficiencias estructurales que ya habían aparecido en el Mundial Sub 20– los inconvenientes continuaron para la selección nigeriana. Los jugadores debieron pagar de sus bolsillos la deuda por la concentración del plantel en el Hotel Sheraton para no ser desalojados del cinco estrellas como delincuentes.
No fueron los únicos que padecieron contratiempos bochornosos: los jugadores de Zambia, que fueron eliminados en primera ronda, debieron subirse sucios al micro luego de igualar 2-2 con Senegal porque los dirigentes decidieron castigarlos impidiéndoles la ducha. No les importaron los 39 grados e temperatura o haber perdido el vuelo de regreso. Tuvieron que esperar otro avión bancándose el olor a esfuerzo.
ASISTENCIA PERFECTA
El presidente de Camerún, Paul Biya, decretó tres días de feriado nacional para festejar el título y obligó a los jugadores a permanecer en el país para participar de una celebración de gala junto a sus familias. Aunque los clubes europeos reclamaron la restitución inmediata de los futbolistas a través de la FIFA, esto no ocurrió: si ellos le hacían un desplante al presidente, sus familiares podían ser objeto de represalias. Geremi (Real Madrid), Kalla (Extremadura), Lauren y Eto’o (ambos del Mallorca) llamaron a sus clubes y fueron terminantes: “No podemos volver porque no nos dan los pasajes. Vamos a volver cuando nos dejen”.
MI ENFERMEDAD
Sunday Oliseh, capitán de Nigeria y jugador de la Juventud, contrajo un principio de malaria por un virus aún no identificado. Tuvo 40 grados de fiebre y debió ser internado. Su caso reverdeció la polémica sobre las condiciones sanitarias de la región, tan cuestionada por los dirigentes europeos durante la última década. Vale recordad que la FIFA debió suspender la realización del Mundial Sub 17 de 1997 en Nigeria por una ola de cólera. Recién se pudo disputar allí dos años después, previa aplicación de 12 vacunas en las nalgas de los futbolistas. No sólo para prevenir el cólera, sino otra docena de enfermedades.
El debate sanitario también quedó reabierto después de esta edición de la Copa Africana de Naciones. Un torneo repleto de estrellas incipientes, pero jaqueado por la locura desde los cuatro costados.
Luego del estallido de los reflectores del estadio de Lagos –todo un símbolo de las deficiencias estructurales que ya habían aparecido en el Mundial Sub 20– los inconvenientes continuaron para la selección nigeriana. Los jugadores debieron pagar de sus bolsillos la deuda por la concentración del plantel en el Hotel Sheraton para no ser desalojados del cinco estrellas como delincuentes.
No fueron los únicos que padecieron contratiempos bochornosos: los jugadores de Zambia, que fueron eliminados en primera ronda, debieron subirse sucios al micro luego de igualar 2-2 con Senegal porque los dirigentes decidieron castigarlos impidiéndoles la ducha. No les importaron los 39 grados e temperatura o haber perdido el vuelo de regreso. Tuvieron que esperar otro avión bancándose el olor a esfuerzo.
ASISTENCIA PERFECTA
El presidente de Camerún, Paul Biya, decretó tres días de feriado nacional para festejar el título y obligó a los jugadores a permanecer en el país para participar de una celebración de gala junto a sus familias. Aunque los clubes europeos reclamaron la restitución inmediata de los futbolistas a través de la FIFA, esto no ocurrió: si ellos le hacían un desplante al presidente, sus familiares podían ser objeto de represalias. Geremi (Real Madrid), Kalla (Extremadura), Lauren y Eto’o (ambos del Mallorca) llamaron a sus clubes y fueron terminantes: “No podemos volver porque no nos dan los pasajes. Vamos a volver cuando nos dejen”.
MI ENFERMEDAD
Sunday Oliseh, capitán de Nigeria y jugador de la Juventud, contrajo un principio de malaria por un virus aún no identificado. Tuvo 40 grados de fiebre y debió ser internado. Su caso reverdeció la polémica sobre las condiciones sanitarias de la región, tan cuestionada por los dirigentes europeos durante la última década. Vale recordad que la FIFA debió suspender la realización del Mundial Sub 17 de 1997 en Nigeria por una ola de cólera. Recién se pudo disputar allí dos años después, previa aplicación de 12 vacunas en las nalgas de los futbolistas. No sólo para prevenir el cólera, sino otra docena de enfermedades.
El debate sanitario también quedó reabierto después de esta edición de la Copa Africana de Naciones. Un torneo repleto de estrellas incipientes, pero jaqueado por la locura desde los cuatro costados.
3 comentarios:
El fútbol, como hemos dicho tantas veces, no deja de ser un espejo de la sociedad en que se desarrolla ... y por desgracia todos conocemos un poco cómo están las cosas en África.
De todos modos, merece la pena el torneo, y por una vez el gran "ojo global" se centra en el continente negro y vibramos todos con su pasión.
Saludos.
El presidente de la FIFA, Joseph Blatter, se puso en contacto con las autoridades marfileñas para exigir la inmediata liberación de los jugadores. “Detener a un equipo por un fracaso deportivo es una violación flagrante de la autonomía de la asociación de fútbol. Justo en ele momento en el que el mundo mira hacia África, acciones de este tipo causan mucho daño a las estructuras futbolísticas del continente entero”, dijo el suizo, recordando que un hecho de semejante magnitud podría conspirar contra las candidaturas mundialistas de Marruecos y Sudáfrica para 2006.
Me parece a mi o a los africanos los embocaron 4 años con la organización del mundial?
Saludos!!!
Pablo: Enlacé este artículo en mi blog con motivo de una entrada sobre la Copa Africana de Naciones. Gran laburo el tuyo. Tus artículos llevan una buena cantidad de datos que lo hacen entretenido y poco comunes.
Te invito a pasar y dejar tu opinión en mi blog, ya que me gustaría por tus años de experiencia en los medios gráficos.
Un abrazo.
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