Por PABLO ARO GERALDES
El delantero paraguayo es el superrrehéroe del ataque de las Águilas. Imparable frente a la portería rival, con sus goles busca su primer título y la gloria continental para el club.
No lleva el brazalete de capitán, un honor que bien ganado tiene Germán Villa, pero sí se transformó en un referente ineludible del América de México. Con sus goles y buenas actuaciones, el paraguayo Salvador Cabañas se ha convertido en el arma fundamental del ataque de las Águilas.
La Copa de Campeones de la CONCACAF fue el último título del club, en la primavera de 2006. Mucho tiempo ya para una playera acostumbrada a la gloria. En 2007, América alcanzó los cuartos de final de la Copa Libertadores. Aspiraba a más, pero esos diez partidos le alcanzaron al artillero para anotar 10 goles, con los que ganó un lugar en la elite estadística: es uno de los 18 futbolistas que llegaron a la decena de dianas en una misma edición.
En el segundo semestre de 2007, América perdió la final de la Copa Sudamericana y él estuvo a punto de ser otra vez el goleador. Por eso, el diario El País de Montevideo, Uruguay, le entregó su tradicional premio al mejor futbolista sudamericano. Sucedió así al argentino Carlos Tevez y al talentoso chileno Matías Fernández.
A diferencia de los galardonados anteriores, Cabañas no hace de su juego un despliegue de talento. Pero sí manda en el terreno de la efectividad, de la contundencia, con un abanico variado de argumentos. Mide 1,73m pero parece inmenso: su robusta contextura física intimida. Y cuando se dispara en velocidad es un toro imparable para los zagueros.
Si pisa el área adversaria, su sentido de ubicación lo hace ultrapeligroso, porque aunque parezca pesado se mueve con rapidez. Y su disparo de media distancia resulta letal. Su menú de recursos se completa con un certero cabezazo y una implacable voracidad ante el error del rival.
HISTORIA DE GOLES
Reventó las primeras redes en Itaguá, en los suburbios de la capital Asunción. Su entrenador era Alicio Solalinde, quien había ganado la Copa Libertadores con Olimpia en 1979. El lo recomendó para la Selección Sub 17 y a partir de entonces lo llamaron para todos los torneos juveniles.
Hizo su debut en Primera División con el modesto club 12 de Octubre (en la temporada 1998/99) y no tardó en deslumbrar: marcó 17 goles. Se hizo tan conocido en Paraguay que pronto saltó las fronteras. En 2001 se incorporó al creciente Audax Italiano, de Chile, y repitió la historia: en 2003 fue el máximo artillero del Torneo Apertura y se despidió del club con un recuerdo de 38 goles en 89 partidos.
Su poder de fuego era demasiado para el opaco fútbol chileno: las noticias de sus goles recorrieron todo el continente y su nuevo destino se llamó México. En silencio, como es su estilo, se incorporó a un club nuevo, que sólo tenía un año de vida: los Jaguares de Chiapas.
San Cristóbal de las Casas era conocida por el Subcomandante Marcos y el Ejército Zapatista, pero no era una referencia futbolística... hasta que llegó Cabañas. De la mano del paraguayo, los chiapanecos se acostumbraron a las victorias y hasta se animaron a soñar con títulos, aunque no llegaron. “En Chiapas me recibieron con los brazos abiertos, su gente me quiere mucho. Pasé allí un gran momento de mi vida”, declaró el goleador en una de esas escasas ocasiones en las que habla con la prensa. No podían menos que amarlo: en tres temporadas hizo nada menos que 59 goles y se convirtió en el mayor anotador en la corta historia del club.
En el Clausura 2006 hizo 11 tantos y lideró la tabla de goleo con el uruguayo Sebastián Abreu. Su carrera pedía un desafío mayor y lo encontró en el América, donde se convirtió en amo y señor del gol. Uno de los pocos líderes indiscutibles en un equipo que no termina de convencer.
EL IDOLO DEL NIDO
“Los clubes me contratan para que haga goles y eso es lo que trato de hacer”, explica, como si fuese tan simple. Llegado sin las pompas de otras estrellas, se fue afirmando como uno de los extranjeros más rentables del fútbol azteca de los últimos años. Rindió bajo el mando de Luis Fernando Tena, con Daniel Brailovsky y no deja de rendir ahora con Rubén Romano, aunque la campaña americanista en el Torneo Clausura es realmente pobre.
En la Copa Libertadores, las Águilas siguen de pie y él suele convertirse en el ‘Salvador’ del equipo. Siempre en silencio: no habla antes de los partidos, por cábala. Y no habla después, por timidez.
Su marca goleadora no se limita al equipo mexicano. Su otra huella es la rojiblanca de la Selección de Paraguay. Lo llevaron al Mundial de Alemania 2006, pero no jugó porque su puesto estaba cubierto por otros dos enormes delanteros: Roque Santa Cruz y Nelson Haedo-Valdez.
Tuvo su revancha en la Copa América 2007, aun como suplente de Santa Cruz y Oscar Cardozo. Pero no desaprovechó los minutos que tuvo en la cancha: 21 contra Colombia y marcó dos goles; otros 17 frente a los Estados Unidos y también festejó. Después llegó el aplastante 0-6 contra México y la aventura terminó.
Hoy, el seleccionador Gerardo Martino lo tiene como hombre indiscutible en la escuadra paraguaya. Fue titular en los cuatro partidos disputados por la Eliminatoria Sudamericana, que tiene a Paraguay puntero, por delante de Brasil y Argentina, nada menos. Cabañas es la carta ganadora más fuerte. Un verdadero Capitán América, pero con un claro futuro europeo.
La Copa de Campeones de la CONCACAF fue el último título del club, en la primavera de 2006. Mucho tiempo ya para una playera acostumbrada a la gloria. En 2007, América alcanzó los cuartos de final de la Copa Libertadores. Aspiraba a más, pero esos diez partidos le alcanzaron al artillero para anotar 10 goles, con los que ganó un lugar en la elite estadística: es uno de los 18 futbolistas que llegaron a la decena de dianas en una misma edición.
En el segundo semestre de 2007, América perdió la final de la Copa Sudamericana y él estuvo a punto de ser otra vez el goleador. Por eso, el diario El País de Montevideo, Uruguay, le entregó su tradicional premio al mejor futbolista sudamericano. Sucedió así al argentino Carlos Tevez y al talentoso chileno Matías Fernández.
A diferencia de los galardonados anteriores, Cabañas no hace de su juego un despliegue de talento. Pero sí manda en el terreno de la efectividad, de la contundencia, con un abanico variado de argumentos. Mide 1,73m pero parece inmenso: su robusta contextura física intimida. Y cuando se dispara en velocidad es un toro imparable para los zagueros.
Si pisa el área adversaria, su sentido de ubicación lo hace ultrapeligroso, porque aunque parezca pesado se mueve con rapidez. Y su disparo de media distancia resulta letal. Su menú de recursos se completa con un certero cabezazo y una implacable voracidad ante el error del rival.
HISTORIA DE GOLES
Reventó las primeras redes en Itaguá, en los suburbios de la capital Asunción. Su entrenador era Alicio Solalinde, quien había ganado la Copa Libertadores con Olimpia en 1979. El lo recomendó para la Selección Sub 17 y a partir de entonces lo llamaron para todos los torneos juveniles.
Hizo su debut en Primera División con el modesto club 12 de Octubre (en la temporada 1998/99) y no tardó en deslumbrar: marcó 17 goles. Se hizo tan conocido en Paraguay que pronto saltó las fronteras. En 2001 se incorporó al creciente Audax Italiano, de Chile, y repitió la historia: en 2003 fue el máximo artillero del Torneo Apertura y se despidió del club con un recuerdo de 38 goles en 89 partidos.
Su poder de fuego era demasiado para el opaco fútbol chileno: las noticias de sus goles recorrieron todo el continente y su nuevo destino se llamó México. En silencio, como es su estilo, se incorporó a un club nuevo, que sólo tenía un año de vida: los Jaguares de Chiapas.
San Cristóbal de las Casas era conocida por el Subcomandante Marcos y el Ejército Zapatista, pero no era una referencia futbolística... hasta que llegó Cabañas. De la mano del paraguayo, los chiapanecos se acostumbraron a las victorias y hasta se animaron a soñar con títulos, aunque no llegaron. “En Chiapas me recibieron con los brazos abiertos, su gente me quiere mucho. Pasé allí un gran momento de mi vida”, declaró el goleador en una de esas escasas ocasiones en las que habla con la prensa. No podían menos que amarlo: en tres temporadas hizo nada menos que 59 goles y se convirtió en el mayor anotador en la corta historia del club.
En el Clausura 2006 hizo 11 tantos y lideró la tabla de goleo con el uruguayo Sebastián Abreu. Su carrera pedía un desafío mayor y lo encontró en el América, donde se convirtió en amo y señor del gol. Uno de los pocos líderes indiscutibles en un equipo que no termina de convencer.
EL IDOLO DEL NIDO
“Los clubes me contratan para que haga goles y eso es lo que trato de hacer”, explica, como si fuese tan simple. Llegado sin las pompas de otras estrellas, se fue afirmando como uno de los extranjeros más rentables del fútbol azteca de los últimos años. Rindió bajo el mando de Luis Fernando Tena, con Daniel Brailovsky y no deja de rendir ahora con Rubén Romano, aunque la campaña americanista en el Torneo Clausura es realmente pobre.
En la Copa Libertadores, las Águilas siguen de pie y él suele convertirse en el ‘Salvador’ del equipo. Siempre en silencio: no habla antes de los partidos, por cábala. Y no habla después, por timidez.
Su marca goleadora no se limita al equipo mexicano. Su otra huella es la rojiblanca de la Selección de Paraguay. Lo llevaron al Mundial de Alemania 2006, pero no jugó porque su puesto estaba cubierto por otros dos enormes delanteros: Roque Santa Cruz y Nelson Haedo-Valdez.
Tuvo su revancha en la Copa América 2007, aun como suplente de Santa Cruz y Oscar Cardozo. Pero no desaprovechó los minutos que tuvo en la cancha: 21 contra Colombia y marcó dos goles; otros 17 frente a los Estados Unidos y también festejó. Después llegó el aplastante 0-6 contra México y la aventura terminó.
Hoy, el seleccionador Gerardo Martino lo tiene como hombre indiscutible en la escuadra paraguaya. Fue titular en los cuatro partidos disputados por la Eliminatoria Sudamericana, que tiene a Paraguay puntero, por delante de Brasil y Argentina, nada menos. Cabañas es la carta ganadora más fuerte. Un verdadero Capitán América, pero con un claro futuro europeo.
3 comentarios:
Es un genio del fútbol. Muy buena la nota, te mando un abrazo grande. SALUDOS...
Anda bien este muchacho, corajudo que le gustaría a Basile.
Anoche mojó.
Saludos Pablo.
Inmejorable el blog.
Suena para Boca?
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