Artículo publicado en FIFA Magazine, en 2007.
Por PABLO ARO GERALDES
En 1990, el arquero Sergio Goycochea se transformaba en héroe argentino y fenómeno mundial al eliminar desde los penales a Yugoslavia, a Italia y llevar al equipo celeste y blanco a la final de la Copa del Mundo... la que perdió 1-0 con un penal de Andreas Brehme, y el trofeo quedó en manos alemanas.
Desde entonces, poco se supo de él fuera de la Argentina. Luego de aquellas “noches mágicas” de Italia '90, jugó en varios clubes argentinos, en Francia, Paraguay y Brasil. En 1998 abandonó el fútbol y empezó a encaminarse hacia aquello que siempre le gustó: la televisión. “No quería enfrentar a las cámaras de cualquier manera, quería hacerlo bien. Por eso estudié periodismo”, cuenta hoy en uno de los estudios de Canal 13 de Buenos Aires, donde conduce el cuarto año de su ciclo ‘Resto del Mundo’, un programa que recorre el planeta mostrando paisajes, lugares exóticos y personajes increíbles.
El Vasco, como lo llaman todos en la Argentina, estudió en la escuela de otro ex futbolista que brilla en los medios de comunicación: Quique Wolff, aquel zaguero del Real Madrid y la Selección Argentina en Alemania '74. Con el diploma en la mano, tenía un gran terreno ganado respecto a otros egresados: su popularidad y su carisma le abrían las puertas a sus proyectos.
El 2007 lo encuentra como uno de los más famosos presentadores de la TV argentina, con un currículum envidiable y niveles de audiencia muy altos, como en 2005, cuando acompañó a Diego Maradona en su show ‘La noche del 10’, que tuvo repercusión mundial. La mayoría de sus ex compañeros del fútbol se volvieron entrenadores; Goycochea eligió afrontar el veredicto del público desde la pantalla: “Me inicié en esto porque me gustaba. Apenas dejé de jugar me inscribí en el curso de periodismo deportivo y empecé a trabajar muy pronto. Ya hace siete años que estoy en televisión de manera continua. Comencé con un programa sobre automóviles, después uno sobre fútbol, acompañé a Diego y hoy conduzco ‘Resto del mundo’, que está muy lejos del fútbol. Me siento cómodo”. A ‘La noche del 10’ lo miraban cada lunes unas seis millones de personas; sin embargo, no le pesaba la responsabilidad de estar ante cámaras: “Perdí ese miedo –confiesa– era igual que en la cancha: toda la presión la asumía Diego. Y yo trataba de disfrutar: como en el estadio, no importaba si había 80 mil o 500 personas mirando, el balón iba al mismo ángulo porque lo importante era el que pateaba, los espectadores no pueden cambiar la trayectoria de la pelota”.
En su caso, el abandono del fútbol no fue traumático: “Hace falta un tiempo largo para digerir la idea –explica–. No hay un reemplazo de tareas de un día para el otro. Hay actividades que te permiten que esa transición se haga de la mejor manera. Lo que nunca experimenté, y dicen que es muy duro, es el ocaso de la popularidad. Jamás decayó mi imagen, los medios siempre me requirieron y la gente siempre me demostró su cariño. Y además, no tomé al periodismo como un pasatiempo, es una profesión que realmente me gusta”.
En Copa Mundial 1990 vivió momentos muy diversos: la humillante caída con Camerún en el debut, que siguió desde el banco de suplentes; el ingreso ante la URSS por la lesión de Nery Pumpido; una actuación maravillosa ante Brasil, los penales con Yugoslavia e Italia; la final perdida ante Alemania... Pero lo que jamás olvidará fue la noche de Nápoles, cuando Argentina eliminó a Italia, por penales: “Tengo grabada en la mente mi corrida luego de atajar el penal de Aldo Serena, cuando salgo a abrazarme con mis compañeros. Ese es el punto máximo del torneo para mí. Y a la gente le pasa lo mismo, todos me lo recuerdan. Son cosas muy fuertes, personas que se acercan a comentarte que esa noche se fracturaron una pierna por caerse mientras se abrazaban y saltaban, u otras que te cuentan que su hijo se llama Sergio por mí... ¡Hasta perros bautizaron con mi nombre!”.
El paso de los años fue aumentando la importancia de aquel equipo argentino que, diezmado por las lesiones y las suspensiones, arribó a la final con solamente 4 goles marcados. Goycochea lo sabe bien: “El cariño de la gente me reconforta, pero no sólo por lo hecho en 1990, sino que a la distancia, Argentina nunca volvió a una final. Entonces queda con más importancia lo conseguido en Italia. Si hubiéramos sido campeones en Estados Unidos, Francia, Corea/Japón o Alemania, se hubiera diluido un poco ese recuerdo”.
Los días del simpático Goyco están lejos de las canchas. Se reparte entre su programa de TV, actividades benéficas y seminarios para empresarios, donde diserta sobre “toma de decisiones” y “adaptación al cambio”, dos temas que tuvo que vivir muy de cerca. También, cuando la salud de Maradona lo permite, viajan para brindar exhibiciones del Showball, un fútbol rápido, con la cancha bordeada de paredes, donde la pelota nunca se detiene. Pero la actualidad lo encuentra a pleno como un hombre de televisión: “Hace tres años que con el programa recorremos cada semana un rincón diferente del planeta. Con el fútbol viajé muchísimo, pero ahora viajo y además conozco los lugares adonde voy. Ya estuvimos en 250 ciudades de 35 países”.
El nuevo Goycochea viajero-reportero lleva en sus valijas miles de historias de sitios antiguos y modernos, divertidos y sagrados, extravagantes y con historia. Y el que más lo impactó fue Berlín: “Hice una nota en lo que había sido un bunker de la Segunda Guerra Mundial, con una historia muy palpable. Seguramente con el fútbol no lo hubiera podido conocer, y quizá tampoco como turista. En Berlín encuentras en 60 años a Hitler, la Segunda Guerra, la Guerra Fría y la caída del Muro. Es tomar contacto con la historia contemporánea, te toca muy de cerca. Otro lugar inolvidable fue Marruecos, un país muy exótico y bello”.
En los próximos meses cumplirá uno de sus sueños: conocer la Gran Muralla china: “siempre quise visitarla y nunca pude. También grabaremos en Rusia, otro país fascinante”. Los recuerdos se acumulan y gracias a su natural simpatía miles de argentinos pueden conocer lugares del mundo que están lejos de su alcance. Nueva Zelanda, Egipto, Cuba, India... geografías lejanas, irrepetibles. Igualmente hay otros sitios que nunca olvidará, y no por su buen desempeño ante cámara, precisamente: “El reportaje más divertido lo tuve en Estambul: fuimos a mostrar un baño público, algo muy tradicional. Me agarró un turco muy grandote para hacerme masajes y me mató a golpes, en medio de mucho vapor, y yo ante cámara, casi indefenso, con una toallita en la cintura... Pero fue una experiencia linda, je je”.
¿Un papelón? Sí, por supuesto, alguna vez le tenía que pasar: “En Jujuy, en el norte argentino. Yo terminaba el reportaje practicando algún deporte extremo. Quería mostrar el bungee jumping en persona, un salto al vacío con un fuerte elástico que abraza los tobillos. Teníamos que filmar a las 17.00 horas y almorcé al mediodía, pero por una cuestión de viento, hubo que adelantar la grabación y terminé vomitando en cámara... ¡Qué vergüenza!”.
Lejos de las canchas, el carisma de Sergio Goycochea se ganó el cariño del público argentino.
Nombre completo: Sergio Javier Goycochea
Nacimiento: 17 de octubre de 1963 en Lima, provincia de Buenos Aires, Argentina
Clubes: 1980-1982: Defensores Unidos, 1983-1988: River Plate, 1988-1990: Millonarios (Colombia), 1990-1991: Racing Club, 1991: Brest (Francia), 1992: Cerro Porteño (Paraguay), 1992-1993: Olimpia (Paraguay), 1993-1994: River Plate, 1994-1995: Mandiyú, 1995-1996: Internacional de Porto Alegre (Brasil), 1996-1997: Vélez Sarsfield, 1997-1998: Newell’s Old Boys.
Palmarés: con la Selección Argentina jugó 44 partidos entre 1987 y 1994. Fue campeón de la Copa América (1991, 1993).
Otros: está casado con Ana Laura y tiene tres hijos: Juan Cruz, Paloma y Bautista.
1 comentario:
Excelente portero, lo ví en los noventa y me dejó impactada su habilidad su carisma, además de guapísimo, me fascinó.
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