domingo, 11 de agosto de 2013

Francia con la camiseta de Kimberley

Artículo publicado en Fox Sports en agosto de 2007 (con varias actualizaciones y suma de material)
Por PABLO ARO GERALDES

El sábado 10 de junio Francia cerraba, ya sin chances, su participación en la Copa del Mundo Argentina 1978. Enfrentaba a Hungría, que también se despedía de las pampas. La tarde soleada aminoraba el frío de Mar del Plata y prometía un partido abierto, entre dos equipos con vocación ofensiva, ya sin nada que perder. 

Aunque una circular de FIFA emitida en mayo había acordado que Hungría jugara de blanco y Francia de azul, el dirigente francés Henri Patrelle, encargado de la utilería, no la tuvo en cuenta y se quedó con la de febrero, que decía lo contrario... y llevó a Mar del Plata solamente las camisetas blancas. El resto de la utilería ya estaba embalada en la concentración del Hindú Club de Don Torcuato. El plan era jugar en La Feliz, volver al bunker bonaerense, recoger las pertenencias y de allí ir a directo Ezeiza para volar a París.

Los veintidós franceses en el Hindú Club

Mientras hacían una entrada en calor, a 30' del inicio del encuentro, Henri Michel notó que bajo el buzo de los húngaros asomaba una camiseta blanca. Se dio cuenta porque a Törőcsik se le veía el cuello de la casaca. Curioso, el capitán del FC Nantes se le acercó y expreso: “Francia juega de blanco”, pero la respuesta le inquietó: "No, Hungría".

Para salvar la duda, los delegados fueron hasta el vestuario del árbitro brasileño Armando Coelho. Con la circular en mano y la asistencia del yugoslavo Mihajlo Andrejević, miembro del comité ejecutivo de FIFA, les confirmó que estaba previsto que Hungría jugaría de blanco y Francia de azul.

¿Y ahora? Como los franceses no habían volado a Mar del Plata con toda la utilería, les ofrecieron a los húngaros que ellos jugaran con la camiseta titular roja, pero las habían dejado en Chapadmalal, donde se habían alojado a espera del partido. Esto queda a 30 kilómetros del estadio, no había forma de ir a buscarlas y volver. 

El inicio se demoraba, el público chiflaba, el árbitro amenazó con declarar ganador a Hungría...
La FIFA le pedía a los canales receptores de las imágenes en todo el mundo que demoraran la programación media hora. Caos. ¿Cómo solucionarlo? El reloj avanzaba, implacable.

En su crónica del diario La Capital, el periodista Juan Miguel Álvarez, escribió: "Boca, club ubicado a pocos metros del estadio, estaba cerrado. Entonces, Mario del Rosso, vicepresidente de la Liga Marplatense de Fútbol, ofreció una solución: jugar con las casacas de Kimberley. Le hizo el pedido con urgencia a Luis Nicolai, presidente de la Comisión de Fútbol del club albiverde. Finalmente, el directivo Carlos Pocho Cubero (tío de Fabián Cubero,) y el utilero Agustín Vallejo salieron desde el estadio rumbo a la sede de Independencia 3030 en un Ford Falcon que el primero usaba habitualmente como taxi. Como era sábado, el escaso tránsito ayudó para hacer las 50 cuadras (entre ida y vuelta) con mayor celeridad. Sin las llaves del “guardarropa” en mano, Vallejo tuvo que romper un candado para acceder a la indumentaria. Y pudo tomar el juego con bastones blancos y verdes, con números negros y sin escudo".

Las camisetas de Kimberley eran dieciséis, pero la 1 y la 12 eran buzos de arqueros, así que quedaban catorce (del 2 al 11 y del 13 al 16). Por esto, tres jugadores tuvieron diferente número en la espalda y el pantalón: Dominique Rocheteau (18, llevó el 7 en la camiseta) y Oliver Rouyer (20, tenía la 11). Faltando 15 minutos para el final, ingresó Didier Six con el pantalón 19 y la casaca número 16.

Claude Papi jugó ante Hungría su único partido en un Mundial, pero como no había camiseta 12 usó la l0 que le correspondería a Jean-Marc Guillou (también lució su pantalón con el 10).
Los jugadores se cambiaron dentro del campo de juego. Se pusieron las camperas para cantar los himnos con el escudo del gallito sobre el corazón y a las 14:24 (con 39' de demora) iniciaron un partido sumamente atractivo, con el público marplatense definitivamente volcado a favor de los franceses...
En esta foto de Marc Berdoll, tomada por el fotógrafo japonés Masahide Tomikoshi se aprecia que al cantar el himno ya tenían puestas las camisetas de Kimberley. Versiones erróneas sostenían que se enteraron de la similitud de los colores al quitarse las camperas.


Por primera vez, la indumentaria prestada fue un amuleto: Francia ganó 3-1, con goles de Christian Lopez, Marc Berdoll y Dominique Rochereau, todos en el primer tiempo.

El asistente arbitral de la FIFA se adaptó y antes de los cambios mostró los carteles con los números que los franceses llevaban en la espalda de sus camisetas verdiblancas, y no los que constaban en la lista oficial del Mundial.

Después del triunfo, los franceses devolvieron las camisetas a los directivos de Kimberley y volaron a la capital en el mismo Fokker 128 TC53 de la Fuerza Aérea Argentina que los había trasladado el viernes 9 a Mar del Plata.

El domingo 11, antes de volver a París, Patrelle reconoció: "La culpa es mía. Totalmente mía. Francia tuvo que jugar de azul. Este es un incidente desafortunado, del cual soy el único responsable. Al menos, no podrán castigarme recortándome el sueldo, ya que mi puesto es ad honorem".

Consultado por el periódico La Capital, Gustavo Mateo, hombre con décadas en Kimberley, negó conocer qué se hizo de aquellas camisetas usadas por Francia: "No tengo certeza. Lo que puedo asegurar es que volvieron a la sede. Recuerdo el momento en el que las trajeron al club para lavarlas después del partido. Yo saqué una al azar toda transpirada para verla y justo era la 8 del famoso Marius Trésor".

Se siguieron usando para entrenamiento, porque en la liga marplatense vistieron unas que llevaban números blancos y el escudo del club. Y se perdieron en el tiempo. Menos una. 

La pesquisa del periodista Álvarez dio con Carlos Stufano, un fanático coleccionista de camisetas de Kimberley que tuvo a la número 5 guardada por décadas, desde que la recibió de manos del utilero Agustín Vallejo. Stufano declaró: "Así como la recibí la dejé en un cajón de mi casa. Jamás la usé... Yo le daba el mismo valor que al resto de las camisetas... Hace unos años Filo Nocelli me comentó que la FIFA buscaba una del partido del Mundial y por eso la doné", comentó.

En el FIFA Museum está la 5 que usó François Bracci, defensor del Olympique Marseille.

Desde febrero de 2016 forma parte del museo que inauguró la FIFA en Zurich, Suiza. La casaca de Kimberley acompaña a otras dos joyas de la Copa del Mundo 1978: la naranja del holandés Ruud Krol y la albiceleste de Américo Gallego.