El empate sin goles fue el reflejo exacto de lo que brindaron en 90 minutos de aburrimiento colectivo. El rostro de Messi resume el sentimiento del equipo, del que se esperaba más.
Comentario publicado en Goal.com, en noviembre de 2012
Era un partido amistoso, sí, todos lo sabían, pero ¿tanto? Está bien que era un partido para recaudar, que el nivel de los árabes no invitaba al entusiasmo y que ninguna estrella "europea" iba a arriesgarse a una lesión en un encuentro de esta magnitud, pero los 90 minutos de tedio son difíciles de entender ante una selección de nivel marcadamente menor.
El análisis apenas puede pasar por la actitud, demasiado relajada, de todo el equipo. ¿Desmotivados? Puede ser, en un partido que le sobraba al calendario de la selección, después de las victorias con Uruguay y Chile, por las eliminatorias.
La falta de emociones del partido se puede sintetizar en los interminables pases laterales, en combinaciones intrascendentes, poco punzantes y sin cambios de ritmo ante una Arabia Saudita que no apretó las marcas y cedió espacios para estos toques anodinos.
El análisis apenas puede pasar por la actitud, demasiado relajada, de todo el equipo. ¿Desmotivados? Puede ser, en un partido que le sobraba al calendario de la selección, después de las victorias con Uruguay y Chile, por las eliminatorias.
La falta de emociones del partido se puede sintetizar en los interminables pases laterales, en combinaciones intrascendentes, poco punzantes y sin cambios de ritmo ante una Arabia Saudita que no apretó las marcas y cedió espacios para estos toques anodinos.
¿Qué rescatar de Argentina? Algunas combinaciones de Di María y Salvio por la derecha en el primer tiempo, alguna arremetida de Agüero, un par de subidas de Zabaleta y la siempre latente presencia de Messi, que mantenía la esperanza de que aparezca una jugada que rompiese el molde del partido. No ocurrió.
Este amistoso internacional quedará pronto en el olvido. Quienes lo recuerden, revivirán las escenas de traslado inofensivo de la pelota, la lentitud de los movimientos, alguna pelota descolgada por el longilíneo arquero Waleed Abdullah y esa jugada de peligro que generó el ligero número 18, Al Jassim.
El rostro fastidiado de Messi resumió el sentimiento de un equipo que no pudo marcar en un partido que, en la previa, daba para esperar un festival celeste y blanco.
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