viernes, 27 de agosto de 2021

El fútbol en el Vaticano


La Ciudad del Vaticano es uno de los nueve estados soberanos que no forman parte de la FIFA. Es el país más pequeño del mundo, apenas si ocupa menos de medio kilómetro cuadrado en plena Roma.
El 20% de su territorio se lo lleva la Basílica y la Plaza de San Pedro, así que pensar en una cancha de fútbol es una utopía, pero sí se puede jugar puertas afuera.

En 1972 Sergio Valci, funcionario del Fondo de Asistencia Sanitaria de la Santa Sede, creó la Attività Calcistica Dipendenti Vaticani (ACDV, la "federación") y en ese mismo año se disputó el primer campeonato, entre doce equipos.

La ACDV cuenta con unos 250 afiliados, entre jugadores y dirigentes. Desde 1985 se disputa también una copa "nacional" y desde 2007 los ganadores de los dos torneos se enfrentan en la Supercoppa Vaticana.

La liga interna la componen equipos formados por sacerdotes y trabajadores de las diferentes instituciones. ¿Cuáles son estas escuadras? La Guardia Suiza, el Museo Vaticano, el Correo, el Servicio Técnico, la Gendarmería, la Radio Vaticana y el diario Osservatore Romano, por nombrar a algunos. Se juega cuando se puede, o mejor dicho “cuando Dios manda”, ya que las actividades religiosas son la prioridad del estado.

LA SELECCIÓN
La población del Vaticano apenas sobrepasa los 900 habitantes, pero no hay nativos, obvio. Así y todo, puede presumir de tener su propia selección "nacional", conformada por empleados y religiosos del Vaticano. La ACDV es responsable también de armar este seleccionado tan particular, sin jugadores nacidos en este territorio tan pequeño que ni puede tener su propio campo de juego: hace de local en la cancha Cardinale F. Spellman, del Oratorio di San Pietro, en Roma.
Nueva camiseta del seleccionado
del Vaticano

El debut internacional se produjo en 22 de noviembre de 1994, con un insulso 0-0 frente a San Marino, en la capital italiana. Su mayor victoria llegó el 3 de febrero de 2006, también "en casa", con un 5-1 sobre el modesto y amateur Sportverein Vollmond, de Suiza.

Los partidos más serios, que ya son casi un clásico, los disputa ante el seleccionado de Mónaco. Los del Principado están ejerciendo una incipiente paternidad: en 2013 vencieron 2-0 en Cap-d'Ail, Francia, y en 2014 repitieron el mismo resultado en Roma, con la cúpula de la Basílica de San Pedro de fondo:
Mónaco y Vaticano, en 2014
CLERICUS CUP
Desde 2007 se disputa cada año la Clericus Cup, un torneo organizado por el Centro Sportivo Italiano (CSI) en el que compiten equipos de los Colegios romanos, que son seminarios de la Iglesia Católica con sede en Roma. En la edición de 2010, por ejemplo, participaron jugadores de 65 países, la mayoría de ellos son seminaristas (y algunos sacerdotes también) brasileños, mexicanos, estadounidenses y, por supuesto, italianos.

Los equipos de la Clericus Cup.
Fue creada por el cardenal secretario de Estado, Tarcisio Bertone, con el objetivo de "revitalizar la tradición del deporte en la comunidad cristiana" y en el Vaticano la consideran "el equivalente clerical de la Copa del Mundo", para proporcionar un ámbito de competencia atlética amistosa entre los miles de seminaristas que estudian en Roma.

Papa Francisco
Aunque sea imaginable un juego amable, libre de violencia, la realidad muestra que se trata de un torneo muy competitivo, donde no faltan las marcas férreas. Pero imitando al rugby, además de estimular el fair-play luego de cada partido se organiza un "tercer tiempo" bautizado como fair-pray (oración limpia) en el que los jugadores de ambos equipos además de saludarse tras el pitazo final se junta en la mitas de la cancha para una rezo de acción de gracias.

"El papa Francisco es mi capitán" fue el lema adoptado para la edición 2014, en la que 16 equipos compitieron por el ya tradicional trofeo del  Saturno, ese sombreo de ala ancha usado por el sumo pontífice.

El actual campeón es el Pontificio Collegio Urbano, que venció 3-0 en la final 2019 a Sedes Sapientiae. Luego, la pandemia de covid-19 frenó los torneos. Una lista de los equipos y sus colores aquí.


TODOS LOS CAMPEONES
2007 Redemptoris Master
2008 Mater Ecclesiae
2009 Redemptoris Master
2010 Redemptoris Master
2011 Pontificia Universitá Gregoriana
2012 Pontifical North American College
2013 Pontifical North American College
2014 Pontificio Collegio Urbano
2015 Pontificio Collegio Urbano
2016 Mater Ecclesiae
2017 Pontificio Collegio Urbano
2018 Pontifical North American College
2019 Pontificio Collegio Urbano
2020 no se disputó
2021 no se disputó
2022 cancelada

El autor de este blog con la camiseta bendecida, en la Plaza San Pedro.

domingo, 15 de agosto de 2021

Afganistán: Jugar con fuego

No es nada sencillo vivir en Afganistán. Y mucho menos practicar deportes. Por empezar, el país dominado por los talibanes es el único miembro de la FIFA que no compite y fue excluido del Comité Olímpico Internacional. Las reglas internas son tan estrictas que ningún occidental se animaría a pisar una cancha.

Artículo publicado en la revista El Gráfico, en octubre de 2001.
Por MARTÍN DE ROSE Y PABLO ARO GERALDES

Si algo caracterizó a los años 80 fue la tensión mundial por la Guerra Fría, que enfrentaba a los Estados Unidos y el Occidente capitalista con el bloque soviético comunista. En 1980 todo estaba listo en Moscú para el comienzo de los XXII Juegos Olímpicos. Pero la crisis política tenía efectos en el deporte: el gobierno estadounidense de Jimmy Carter encabezaba un boicot en protesta por la invasión soviética a Afganistán, en 1979, que intentaba reforzar su posición en el país para construir un bloque en esa zona asiática.

La dictadura de Videla en la Argentina –un país “profundamente anticomunista”, según el canciller Carlos Pastor–, le ordenó al coronel Antonio Rodríguez, presidente del Comité Olímpico Argentino, sumarse a la movida norteamericana. La delegación argentina no fue a Moscú, igual que otros 59 países.

Los atentados terroristas del 11 de septiembre contra los Estados Unidos colocaron otra vez a Afganistán en el centro de la escena y en la mira de las fuerzas militares de Occidente, ya que ese país asiático refugia al multimillonario líder saudí Usama Ben Laden, sospechado de idear los ataques, según imponen las cadenas televisivas internacionales. Pero, ¿qué espacio tiene el deporte en Afganistán? ¿Cómo lo toman los talibanes, el grupo fanático que reinterpretó el Islam? ¿Por qué es el único miembro de la FIFA que no participa en competencias oficiales? ¿Por qué el Comité Olímpico Internacional le prohíbe participar de los Juegos Olímpicos? ¿Cuáles son sus deportes?

Afganistán, un país sin tradición en los deportes clásicos, participó por última vez de un Juego Olímpico en Atlanta 96 con una reducida delegación. Coincidentemente con el fin de aquellos juegos, la milicia extremista islámica talibán tomó el poder. Este grupo, integrado básicamente por jóvenes, todos varones, no se lleva bien con el deporte, y el mundo deportivo tampoco los digiere.

La FIFA tiene 204 miembros pero en su ranking mensual aparecen 203. El que falta es Afganistán, por no tomar parte de competencias oficiales. El último partido de su selección fue el 20 de septiembre de 1984: 0-0 ante Hong Kong por la eliminatoria a la Copa de Asia. Desde entonces el fútbol se fue convirtiendo en una práctica cada vez más extraña, hasta que en 1994 fue prohibido. La razón, si así se la puede llamar, se remonta a un incidente ocurrido en la guerra de Karbala en el siglo VII. Fue cuando los cristianos vencieron a los musulmanes y cortaron las cabezas de sus héroes Hassan y Hussain –hijos de Alí, uno de los discípulos preferidos de Mahoma– y se divirtieron pateándolas, como en el fútbol. Los talibanes, que analizan con un rigor particular el Corán, determinaron que no era apropiado permitir un deporte que “rememore” aquel episodio.

La veda duró hasta octubre de 1997 cuando promulgaron decretos que imponían al deporte su propia interpretación de los textos sagrados. Para conmemorar el primer aniversario de la caída de Kabul, la capital, organizaron un gran show deportivo en el que intervinieron 3000 atletas (todos varones, claro, ya que las mujeres, entre innumerables prohibiciones, no pueden hacer deporte).

El fútbol volvió, sí, pero adaptado a la visión talibán. Un edicto del Departamento de la Promoción de la Virtud y Prevención del Vicio impuso el rezo en las horas estipuladas por el islam también en los espectáculos públicos. Así un partido puede interrumpirse las veces que haga falta para las plegarias. Jugadores y público oran arrodillados.

En medio de la represión creciente, el 27 de julio último (2001) unos 50 mil hinchas silbaron y aplaudieron en un partido de fútbol en Kabul. Esto, normal en Occidente, en Afganistán es un desafío a la autoridad. Uno de los citados decretos religiosos determina que los espectadores sólo tienen permitido gritar “Alá-o-Akbar” (Dios es Grande). “Fue la máxima concurrencia a un estadio desde que los talibanes ascendieron al poder”, explicó Ahmad Zadran, jefe de la Federación Afgana de Fútbol.

Cuando se volvió a permitir el deporte la ONU reconstruyó una tribuna del bombardeado estadio de Kandahar, donde los talibanes tienen su sede. Para inaugurarlo no hubo desfile, ni fuegos artificiales... ni siquiera partido. Diez mil espectadores siguieron en silencio la ejecución de un preso bajo el travesaño de un arco. La interpretación severa de la ley hace que los culpables de algún delito paguen con su cuerpo. Una mujer que salga a la calle sin su marido o hermano puede recibir azotes; lo mismo si no viste su burqa (túnica) o se le ven los tobillos. Las infieles pueden ser lapidadas y una mujer que se pinte las uñas será condenada a la amputación de sus dedos. Un ladrón inexorablemente perderá sus manos o sus pies, según el grado de reincidencia, y los delitos más graves conducen a la horca, la decapitación o un tiro de gracia. Estas ejecuciones y amputaciones son el “espectáculo” público que congrega más público en Afganistán.
Jaque mate al deporte
Afganistán no pudo participar en Sydney 2000 porque el Comité Olímpico Internacional suspendió al país en 1998. En agosto del año pasado los líderes talibanes solicitaron al COI, mediante un escrito, que sus atletas sean invitados a participar “como mensajeros de paz”. El ministro de Deportes Shakur Muttmain dijo que supondría “una gran decepción” para sus deportistas quedar fuera de la competencia. Y lo fue. Pocos días antes de iniciarse los Juegos, la policía de Nueva Zelanda detuvo a un grupo de integristas afganos sospechados de planear un atentado en Sydney, aparentemente impulsados por Ben Laden.

Los afganos se habían entrenado en lucha libre, boxeo, fútbol y atletismo. Y según Mohammad Khaled, secretario general del Comité Olímpico local, esa marginación suponía que “los deportes podrían colapsar en el país y los atletas, abatidos, podrían caer en la droga”. Ghulam Dastgir, miembro del equipo de lucha, se lamentó: “Pasé meses trabajando duro, pero no me sirvió para nada”.

Uno de los deportes que más sufre con el régimen es el ajedrez. Miles de civiles afganos sufrieron el exilio por jugarlo. Durante las Olimpíadas de Ajedrez de 1996 en Ereván, Armenia, el equipo afgano fue admitido a mitad de competencia. Para llegar al torneo los seis ajedrecistas debieron huir durante 10 días en un micro por Uzbekistán y Turkmenistán. Los talibanes recién habían tomado Kabul y asesinado al presidente Najibulá cuando, entre otras medidas, prohibieron los tableros. Mohammad Qasim Ghosi y sus cinco compañeros tenían un equipaje mínimo: alfombras de cuya venta pensaban sobrevivir en el exilio.

Ghosi explicó que la presencia en Armenia “es un testimonio de la dignidad del pueblo afgano. El ajedrez, mezcla de cultura, arte, deporte y ciencia, es un símbolo y era una materia obligatoria en nuestras escuelas. En una competencia se comparte con otras culturas y religiones. El ajedrez es la antítesis del régimen talibán”.

La Federación Afgana de Ajedrez funciona en el exilio. Su secretario general, Ajmal Jamshidi, es uno de los refugiados que vive en Ámsterdam y resume: “En 1994 había unos 20 mil ajedrecistas activos en mi país. Muchos de ellos huyeron. De los que quedaron, 1900 fueron detenidos por actividades políticas o simplemente por jugar torneos clandestinos. Nos consta que fueron torturados y que doce de ellos murieron en el arresto. Todos los clubes de ajedrez fueron destruidos. Los tableros, las piezas y los relojes se vendieron en Pakistán, y los libros técnicos fueron quemados”.

Según el diario español El País “la prohibición del ajedrez, como también ocurrió en Irán durante el liderazgo de Khomeini, se basa en una interpretación radical del Corán y de la ley islámica que prohíbe la representación de figuras humanas o animales y relaciona al ajedrez con los juegos de apuestas, el alcohol y el abandono de la oración”.

Los años de dominación inglesa dejaron en el país cierta pasión por el cricket. En mayo pasado un grupo de hinchas despidió en el estadio Rawalpindi a la primera selección de cricket que salía de gira al exterior. Esa vez se “toleraron” algunos aplausos. “Espero que un día juguemos con Inglaterra en Lord’s –la catedral del cricket–”, se ilusionaba Allahdad Noori, capitán del equipo. Un sueño remoto, aunque el régimen talibán presiona para ser reconocido por la International Cricket Council.

Los jugadores de este seleccionado fueron elegidos de equipos provinciales, pero la realidad es que la mayoría vivió mucho tiempo como refugiada cerca de la frontera paquistaní. Todos pertenecen a la etnia pashtuns, la tribu afgana dominante de la cual surgieron los talibanes. Ninguno de los integrantes del plantel es de la minorías tajikas, uzbekas y hazaras, que son insistentemente perseguidas. El propio Noori vivió 18 años en Peshawar, donde reside de la mayor población afgana de Pakistán. “Ahora lo importante es promover el deporte -dice-. Queremos que el mundo sepa que los afganos también podemos hacer deportes”.

Uno de los impedimentos difíciles de salvar es el de la indumentaria: los deportistas no pueden vestir camisetas de manga corta o shorts. Al equipo de cricket le llevó varias discusiones convencer al régimen para que les permitieran jugar con ropa deportiva en lugar del shalwar kamiz, la holgada y tradicional prenda afgana.
Los que no se van a olvidar más de la rigidez de estas normas de vestuario son los futbolistas de un equipo juvenil pakistaní que realizó una gira por Kandahar, en el sur de Afganistán. El 15 de julio del año pasado (2000) fueron arrestados y rapados tras cometer el “error” de jugar en pantalones cortos. Soldados talibanes irrumpieron con armas en el amistoso, ofendidos por las piernas expuestas de los visitantes. “En el futuro habrá un código para los equipos visitantes”, prometió el ministro Muttmain. Por el contrario, en 1998, tres boxeadores talibanes no pudieron pelear en Pakistán porque se negaron a cortar la barba, prohibida por los reglamentos internacionales.

En el origen de algunos deportes, Afganistán tuvo cierto protagonismo. Dos teorías bien distintas sobre las raíces del básquet y del pato, respectivamente, advierten sobre los antecedentes en el buzkashi, el deporte nacional afgano. En este juego con caballos la única regla es embocar un cordero muerto en un círculo ubicado en el piso. Para practicarlo se elige a los chavandozlar (jinetes) entre los hombres más fuertes y salvajes de cada pueblo. Algunas escenas se ven en la película Rambo III.

El dogmatismo talibán atrasó la práctica del deporte en un país escaso en atletas. Un símbolo de este anclaje en el paso fue el fondista Baser Wasiqui, que en el Maratón de Atlanta 96 clavó un tiempo de 4 horas, 27 minutos y 17 segundos. Llegó último, empleando casi el doble de tiempo que el argentino José Luis Molina, que quedó en el puesto veinticuatro.

sábado, 14 de agosto de 2021

Día del niño


Para el Día del Niño de 2018, Diego Maradona publicó en sus redes un hermoso montaje de fotos con él y varias estrellas del fútbol de todos los tiempos formados cuando eran pequeños. En la imagen pueden verse parados: Lionel Messi, Carlos Tevez, James Rodríguez, Cristiano Ronaldo, Paolo Maldini, Juan Román Riquelme, Neymar Jr., Gareth Bale, Wayne Rooney, Andrés Iniesta, Ronaldinho, Pelé y Hugo Maradona; agachados: Alessandro Del Piero, Alexis Sánchez, Iker Casillas, Johan Cruyff, Diego Maradona, Enzo Francescoli, Javier Saviola, Hernán Crespo, Javier Chicharito Hernández y Radamel Falcao.

Lejos del negocio y del espectáculo, para los chicos el fútbol conserva su esencia más pura: el juego. Es más que un deporte para ellos, es un lenguaje universal que traspasa culturas, religiones y clases sociales. Abajo aparece un mosaico del Barcelona. Los cinco niños de las fotos de arriba crecieron hasta convertirse en los cinco niños de las fotos de abajo. Ahí estuvo gran parte del secreto de ese Barcelona: estar conformado por un grupo de hombres que jugaron como chicos.


Dejo como recomendación este texto de Juan Villoro: Lionel Messi, la fuerza de un niño, del que transcribo estos párrafos:

"Poco antes de disputar su primera final, Lionel Messi se quedó encerrado en un baño. El niño que no podía ser detenido por defensa alguno se enfrentó a una cerradura averiada. Faltaba poco para que comenzara el partido y Leo aporreaba la puerta sin que nadie lo escuchara. El trofeo de ese campeonato era el mejor del mundo: una bicicleta".

"Otros hubieran cedido a las lágrimas y la resignación, otros más habrían agradecido no tener que demostrar nada en el campo. El pequeño Leo rompió el cristal de la ventana y saltó hacia fuera. Llegó a la cancha con la seguridad de quien no puede ser detenido. Anotó tres goles en la final. El genio tenía su bicicleta".

"No sabemos adónde llegará Lionel Messi. Solo sabemos que no hay defensas ni cerraduras que puedan detenerlo... Cuando un niño quiere una bicicleta es capaz de muchas cosas. Cuando un hombre juega como el niño que quiere una bicicleta, es el mejor futbolista del mundo".

Lionel Messi, uno más entre todos los chicos del mundo que aman al fútbol. ¡Feliz día!

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