viernes, 20 de mayo de 2022

Suben y bajan

El Hong Kong FC (chino: 香港足球會) fue fundado en 1886 y sus canchas deportivas se encuentran dentro del hipódromo de Happy Valley. Con enorme tradición en el fútbol y el rugby de Hong Kong, hasta aquí nada especial, pero tiene un récord mundial de 31 ascensos y descensos hacia y desde su máxima división nacional.

Después de la II Guerra Mundial, cuando el campeonato se consolidó en la entonces colonia británica, el Hong Kong FC ascendió 16 veces y descendió otras 15. El que sigue es el detallado trabajo realizado por Karel Stokkermans para la RSSSF:

Ascendió en: 1947, 1966, 1969, 1973, 1975, 1977, 1979, 1986, 1988, 1993, 1995, 2001, 2006, 2010, 2016 y 2021. 
Descendió en: 15: 1958, 1967, 1971, 1974, 1976, 1978, 1981, 1987, 1992, 1994, 1996, 2003, 2007, 2011 y 2017.

Este año competía en la Hong Kong Premier League, que fue abandonada el 25 de febrero para respetar medidas de distanciamiento social contra el covid-19. En las cuatro fechas disputadas, el HKFC había conseguido apenas un empate y tres derrotas.

Vale destacar que el récord de 31 saltos de división contempla subas y bajas a y desde la máxima categoría de cada país y no cuenta, por ejemplo, ascensos y descensos entre segunda y tercera division en ningún país.

El Hong Kong FC Stadium, con capacidad para 2750 personas.

La investigación de la RSSSF arroja otros datos curiosos en cuanto a ascensos y descensos. 

En Chipre, el Aris de Lemesos encadenó una seguidilla de 10 años consecutivos de bajar y subir: desde su descenso en la temporada 1996-97 hasta su ascenso en 2005-06. 

Después de jugar la Cypriot First Division (griego: Πρωτάθλημα Α΄ Κατηγορίας) en la campaña 2006-07 (terminó 7 puntos por encima de la zona de descenso), Aris comenzó inmediatamente una nueva serie: intercambió las dos primeras divisiones en cada una de las ocho temporadas desde 2007-08 hasta 2014-15 y así lo hizo en dieciocho de las diecinueve temporadas consecutivas entre 1996 y 2015.

El récord de "consecutividad" del cuadro chipriota:

Descendió en: 1997, 1999, 2001, 2003, 2005.
Ascendió en: 1998, 2000, 2002, 2004, 2006. 

La segunda "mejor" serie la tiene actualmente Al-Ittihad (Kalba) en los Emiratos Árabes Unidos, que ascendió al máximo nivel en 2009-10 para iniciar una serie de nueve movimientos consecutivos entre los dos primeros niveles hasta el ascenso en 2017-18. En la temporada 2018-19 logró escapar del descenso. 

En España, el Deportivo La Coruña tuvo siete temporadas de este tipo desde la 1961-62 (ascenso) a la 1967-68 (ascenso). Una década más tarde, Hong Kong FC repitió esta actuación en Hong Kong, desde 1972-73 (ascenso) hasta 1978-79 (ascenso). Y en Irlanda, Drogheda United también tuvo una serie de siete bajas y subas consecutivas, desde el descenso de 1993-94 al nuevo descenso en la campaña 1999-2000.

En su publicación, Stokkermans agradece a Dale Arnett, Yaniv Bleicher, Diego Cervini, Mike Dryomin, Gualtier Maldè, Pawel Mogielnicki, Heikki Pietarinen, Ricardo Pontes, Razvan Toma y Andreas Werner por los datos que fueron aportando y por las correcciones.

Última actualización: 31 de diciembre de 2021

domingo, 15 de mayo de 2022

Una pasión compartida

El fútbol vuelve a reunir a los mejores jugadores de la Concacaf, pero también a encender las ilusiones de los aficionados de Norteamérica, Centroamérica y el Caribe, que vibran con los colores de sus selecciones nacionales. Con sus estilos y costumbres, todos tienen una pasión compartida.

Reportaje publicado en el Programa Oficial de la Concacaf Gold Cup 2015.
Por PABLO ARO GERALDES

El fútbol es una seña más de identidad nacional. Cada seleccionado tiene un estilo propio y ese modo de vivir este deporte se traslada también a los aficionados, que en cada país vibran de una manera diferente con la pasión que despierta el balón. Sin embargo el fútbol genera una comunión tan fuerte que en las más distantes geografías hay sentimientos comunes, lazos de hermandad que solo puede comprender quien ama a sus colores.

José, Ryan, Diego, Yosvany y Oscar son cinco hinchas que durante julio vibrarán con la Copa Oro. Lo harán con las banderas de Costa Rica, Estados Unidos, Guatemala, Cuba y México, pero bien podrían ser como cualquier otro de la región Concacaf, como cualquier otro del mundo entero que ha cometido locuras por fidelidad a sus ídolos.

José Parreaguirre - Costa Rica
“Venciendo a Estados Unidos en San José, Costa Rica se aseguraba el pasaje al Mundial 2002, pero mis amigos y yo ya teníamos compromisos. Ronny se escapó del trabajo, Andrés rompió una cita y yo falté a un examen en la universidad... ¡Luego tuve que reponer con un dictamen médico! En el estadio llovió desde las 3 de la tarde hasta las 10 de la noche, nos mojamos de pies a cabeza; sobre el final, la TV nos enfocaba y teníamos que taparnos con las banderas para que no nos descubrieran. Al final lloramos juntos cantando la Patriótica Costarricense, celebrando el pase al Mundial”, cuenta José Parreaguirre. Algo parecido le ocurrió en La Habana a Yosvany Hernández: “por acompañar a la Selección en el estadio Pedro Marrero perdí un derecho de examen, justo de análisis matemático, con lo difícil que es”. Lo hizo con su gorra de béisbol de Industriales, la cábala que siempre lo acompaña para ver el futbol.

Ryan Youtz - Estados Unidos
Todos las supersticiones son válidas para apoyar a los colores amados. “Me pongo la camiseta que Clint Dempsey usó para el centenario de la US Soccer, que tiene un escudo majestuoso, y brindo con una cerveza americana”, cuenta Ryan Youtz, un estadounidense de Omaha, Nebraska, que alienta al equipo de las rayas y las estrellas desde que tenía 9 años, cuando su país organizó la Copa del Mundo 1994. “En ese verano me enamoré del fútbol: el impresionante tiro libre de Eric Wynalda contra Suiza, la victoria sobre Colombia y la caída con diez hombres ante Brasil en aquel 4 de julio, el Día de la Independencia, se grabaron para siempre en mi memoria y mi corazón”, recuerda.

Y en todos los casos, la niñez es el primer punto de contacto con esta pasión. Así lo testimonia Diego Ortiz, guatemalteco de 21 años: “tenía apenas 4 años cuando Juan Carlos Plata marcó ante Brasil para el 1-1, en 1998. Imborrable. Años después, pude asistir a un partido en el hexagonal final de la Eliminatoria camino a Alemania 2006 y ver el triunfo de mi selección 5-1 sobre Trinidad y Tobago”. Desde entonces, antes de cada juego camina desde el Obelisco de la capital hasta el estadio Mateo Flores para alentar al equipo chapín. Esa fidelidad es un factor común que recorre todo el continente.
Diego Ortiz - Guatemala

En México, Oscar González Garduño se enamoró del Tri a los 7 años, cuando vio el Mundial '94 por TV... en la escuela: “¡Estábamos muy nerviosos! Junto a todos mis amigos presenciamos la victoria sobre Irlanda”, cuenta. Pero el gran recuerdo data de la Copa Oro 2003: “fue mi primera vez en un estadio, y nada menos que en el Azteca, la catedral del futbol azteca, cuando México venció a Brasil con un golazo de Daniel Osorno. ¡Ver a tu selección levantar el trofeo es algo que jamás se olvida!”.

La selección es el sentimiento que une a un país, más allá del club de cada uno. Así lo entendió José, cuando Claudio Jara marcó para Costa Rica en un amistoso contra Corea del Sur, en 1987: “Jara era el ídolo goleador de Herediano y le pregunté a mi viejo, entre asombrado y decepcionado: '¿Por qué Jara juega con otro equipo?'. Entonces me explicó la existencia de la Selección y me llené de orgullo por su gol”.

Yosvany Hernández - Cuba
La alegría del fútbol atraviesa desde Panamá hasta Alaska, desde las nieves hasta las arenas blancas. “En Cuba nos juntamos frente al televisor con una botellica de ron. Y si se juega en La Habana, acompañamos a todo sol y con mucho canto. Nuestro estadio no estará en muy buenas condiciones, pero no todos los días puedes ver un juego oficial con jueces FIFA, no hay que faltar cuando compiten nuestros gallardos Leones del Caribe”, se entusiasma Yosvany. A la distancia, Diego se prepara para una ceremonia similar, junto a seis amigos, “todos vestidos con la camisola de Guatemala”, soñando con romper el dominio de Estados Unidos y México en el historial la Copa Oro: “Por su potencial, los mexicanos son el rival más temido, pero el clásico que siempre se quiere ganar es ante Costa Rica, el eterno rival de Centro América”.

Oscar González Garduño - México
Todos tienen un adversario a vencer, pero lo más importante es juntarse detrás de la divisa nacional. “Cuando la selección juega, la mayoría de los mexicanos podemos unirnos por una pasión en común, y eso es lo bello de este deporte. Sea cual sea el rival, sin importar dónde jueguen, siempre tenemos la playera bien puesta y estamos listos para gritar ¡Gol!”, se emociona Oscar. El gol es el momento del abrazo con el amigo, el compañero de grada o el desconocido. Bien lo grafica José: “Cuando Costa Rica marcó el segundo gol en el Aztecazo (1-2 en junio del 2001), mi hermano y yo salimos gritando como locos a la calle… por pura coincidencia, el vecino que vive enfrente salió gritando de la misma manera con su papá y el de al lado también, todos en pleno centro de la calle. Venía un taxi a toda velocidad, el conductor frenó, se bajó y ¡se abrazó con nosotros! ¡Ese gol lo gritamos como si fuera de campeonato mundial!”.

El poder del fútbol es tan grande como el de la amistad. “He conocido a personas increíbles que viajan a alentar a los Estados Unidos -concluye Ryan-. Ni siquiera vivimos en las mismas ciudades, pero nos seguimos encontrando en partidos por todo el mundo. Ellos son como una gran familia para mí”.

No importa la nacionalidad, compartimos la misma pasión con distintos colores. Adversarios sí, enemigos nunca. ¡Viva la Copa Oro!

domingo, 8 de mayo de 2022

Joe Gaetjens

En la Copa del Mundo 1950 Estados Unidos venció a Inglaterra 1 a 0 y sorprendió al mundo entero. Cuando el partido terminó en Belo Horizonte, las agencias informativas pedían: “Rectificar resultado”... pensaban que se trataba de un error.

Ese juego tuvo un héroe legendario y no era estadounidense, precisamente...
Joseph Gaetjens había nacido en Haití en una familia mitad nativa y mitad alemana. Aprovechó una beca del Gobierno haitiano para estudiar en la Universidad de Columbia, en Nueva York, y allí también se destacó en el fútbol.

Sus goles llamaron la atención del seleccionador, que lo convocó, junto a un brasileño y un escocés. Ninguno tenía ciudadanía estadounidense, pero por entonces la reglamentación lo permitía.
Una imagen que suele confundirse con el gol.
En esta secuencia, la pelota pasó por arriba del travesaño

Estados Unidos presentaba una equipo casi amateur, sin rodaje internacional y que había entrenado una sola vez antes de viajar a Brasil.
Los ingleses, vestidos de azul, bombardearon sin suerte el arco defendido por Frank Borghi, un beisbolista de Missouri que apenas sabía jugar con los pies.

Todo el Estadio Mineiro quedó atónito cuando a los 37 minutos el haitiano Joe Gaetjens cabeceó un balón que sorprendió al portero Walter Bahr.
El mulato fue, por un día, el héroe de los norteamericanos, aunque nunca se nacionalizó. Tras el Mundial, jugó en Francia y después de retirarse volvió a Haití.

Los Gaetjens estaban enfrentados políticamente al presidente François Duvalier. Todo se complicó en 1964, cuando Papa Doc proclamó su dictadura, basada en el terror sangriento de los Tontons Macutes.

La familia se exilió en la República Dominicana, pero Joe se quiso quedar. El 8 de julio del 64, justo un día después de que Duvalier se proclamara presidente vitalicio, lo detuvo la policía secreta haitiana y nunca más se supo de él.

Gaetjens, de héroe a mártir de la historia mundialista.

domingo, 1 de mayo de 2022

M.A.R.E.C. - Una historia detrás de un nombre


Un post para saludar a todos los trabajadores en su día.
Стефан Димитров Тодоров (Stefan Dimitrov Todorov) fue un héroe del partido comunista búlgaro, más conocido como Станке Димитров (Stanke Dimitrov) pero mucho más por su apodo de Марек (Marec, o Marek como suelen escribirlo).

Stanke Dimitrov
Nacido el 5 de febrero de 1889 en Dupnitsa, su vida se distinguió por sus actividades políticas contrarias al fascismo que asoló Europa en el segundo cuarto del siglo pasado.
Su ideología se explica descifrando su sobrenombre: M.A.R.E.C. significa Marxista – Antifascista – Revolucionario – Emigrante – Comunista.

Desde 1947 el deporte le rinde homenaje a través del club M.A.R.E.C. de Dupnitsa, del fútbol búlgaro. Ya había sido fundado en 1919 como Slavia y había sufrido nueve cambios de nombre hasta el final de la Segunda Guerra Mundial. Juega en el Estadio Bonchuk, de Dupnitsa, y viste camiseta roja con detalles azules.

La fidelidad de sus hinchas es reconocida en toda Bulgaria: los rivales llaman a Dupnitsa “la ciudad sobre ruedas”, ya que son miles los seguidores del M.A.R.E.C. que acompañan al equipo por todo el país. La ciudad, hasta el final de la época comunista se llamó, justamente, Stanke Dimitrov.

Sin un gran historial para contar, su gente se enorgullece de haber estado desde la temporada 2001 a 2008 en la máxima división búlgara, o de haber participado en varias ediciones de la Copa Intertoto.

En 2010 la Unión Búlgara de Fútbol le negó la licencia para competir en la B Grupa (la segunda división) debido a sus deudas financieras, por lo que el equipo debió comenzar de nuevo desde la última categoría: la cuarta división regional.

Se rebautizó como M.A.R.E.C. 2010 y comenzó el camino de regreso hasta la elite del fútbol búlgaro. Hoy milita en la Трета аматьорска футболна лига (la Liga Tercera Amateur). En el torneo que sea, el M.A.R.E.C. seguirá rindiendo un silencioso homenaje al hombre que luchó contra la entrada del nazismo en su país.

Después de esta recordación, serán muchos más quienes echen un vistazo a las tablas de posiciones de Bulgaria para ver cómo marcha este modesto cuadro o los que, a la distancia, se suban a las ruedas de Dupnitsa para hinchar por el M.A.R.E.C. donde quiera que juegue.