Por PABLO ARO GERALDES
Solamente una vez Bolivia llegó a la Copa del Mundo a través de una eliminatoria: fue en 1993, cuando ganó todos sus partidos en La Paz, rompió el invicto de Brasil y dejó afuera a Uruguay, con Francescoli, Fonseca, Sosa y más nombre temibles. El capitán y cerebro de ese equipo inolvidable era José Milton Melgar, el mismo que jugó en cuatro clubes grandes de Bolivia, en Boca, River, y en el fútbol chileno.
El presente lo encuentra como Viceministro de Deportes de su país, una tarea a la que se volcó por completo.
–¿Cómo llegó esta vinculación con la política?
–Nunca milité en política, esto ha sido una invitación del presidente Evo Morales. Por primera vez en nuestro país se da la oportunidad a los verdaderos protagonistas del deporte. Él me ha convocado por lo que hice a lo largo de mis 20 años de carrera como deportista y porque en los últimos tiempos me aboqué a conducir Futbolistas Agremiados de Bolivia, junto a varios jugadores de mi generación, como Borja, Cristaldo, Etcheverry...
–¿Aceptó el cargo rápidamente o ha tenido que pensarlo?
–Tuve que meditarlo mucho. En primer lugar, tuve que dejar mi ciudad, Santa Cruz de la Sierra, para instalarme en La Paz. Lo hablé mucho con mi familia y finalmente acepté. Tuve también un gran apoyo de muchos deportistas del país.
–Dirigió a Blooming, Oriente Petrolero y las selecciones juveniles. ¿Esta tarea política es un paréntesis en su carrera como entrenador o eso se terminó?
–Ya no volveré a dirigir a nivel profesional. Sí seguiré con mi escuela de fútbol, en Santa Cruz
–¿Y se siente cómodo en su cargo?
–Es algo nuevo, muy complicado...
–¿Qué se puede hacer desde su viceministerio en pos del deporte boliviano?
–Trabajamos para darle al deportista una infraestructura adecuada, mejorar sus condiciones para que pueda desarrolarse. Aunque el presupuesto es bajo (el de 2006 apenas supera el millón 100 mil dólares), las intenciones de este gobierno son las mejores. Por ejemplo, ya empezamos a trabajar en los Juegos Bolivarianos Sucre 2009, competencia que reúne a Venezuela, Colombia, Panamá, Ecuador, Perú y Bolivia. Los atletas de alto rendimiento están recibiendo apoyo y capacitación a través de becas y viajes, y repartimos el dinero de las federaciones deportivas para que organicen sus torneos nacionales y puedan competir en el exterior.
Es imposible hablar con Melgar sin recordar la generación que participó en el Mundial de los Estados Unidos, en 1994. Los recuerdos brotan y su entusiasmo sube: "En el inicio de la eliminatoria le ganamos 7-1 a Venezuela. Eso nos dio un impulso bárbaro. Cuando llegó el momento de enfrentar a Brasil había lógicos temores, porque estaban invictos en las eliminatorias. Pero estábamos bien preparados y convencidos. Y después de pasar situaciones difíciles, como errar un penal, lo ganamos sobre el final. Fue un triunfo bien celebrado por todo el país, con una euforia incontrolable".
–¿Y cuando ganaron la clasificación?
–Mucho más... En el partido final ya estábamos pensando en ir a un Mundial. Preguntábamos cómo iban Uruguay y Brasil, pero nos mentían, nos decían que ganaba Uruguay para que no aflojáramos. Cuando terminó y empatamos con Ecuador lloramos todos, Xabier Azkargorta nos abrazaba a todos... fue una fiesta inolvidable. El momento más alto de mi carrera. Después vino el Mundial, algo que no tiene comparación con nada. Más todavía por la satisfacción de inaugurar el Mundial ante Alemania, el campeón...
Los años más trascendentes de su carrera de clubes transcurrieron en Buenos Aires, cuando defendió los colores de Boca Juniors y River Plate. "La Argentina me marcó como jugador profesional. Es un fútbol muy exigente y me tocó tener a un gran maestro como César Luis Menotti. Siempre admiré su sencillez para dar instrucciones, sabe tocarte los puntos exactos. Él confía en la técnica del jugador y te da libertad y confianza para jugar", dice desde La Paz.
–Es de los pocos futbolistas que pasaron de Boca a River y aún así conserva el cariño de la parcialidad boquense.
–Sí, jugué en Argentina entre 1986 y 1989 y sin embargo tengo tantos recuerdos que pareciera que fueron más años.
–¿Hizo muchos amigos?
–¡Ufff... tantos! Desde mi debut la gente de Boca me quiso, aún recuerdo el grito de "Boliviano, boliviano" cada vez que salía a La Bombonera. Son cosas que no se olvidan más. En Boca hice muchos amigos: Higuaín, Comas, Graciani, Hrabina, Stafuza... Y en River también, eh. Fue un paso corto pero cultivé una bonita amistad con Daniel Passarella.
–¿Los sigues viendo?
–Ahora se complica, pero antes iba a Buenos Aires dos veces al año y jugaba con varios de ellos en los partidos que organizaba la mutual de Boca.
–¿Sigue jugando?
–Sí, en la mutual de futbolistas de Santa Cruz de la Sierra.
–¿Y con el presidente Morales? Él es un gran aficionado al balón...
Por supuesto. Evo es el 10 del equipo, esa camiseta no se la quita nadie. Tiene 47 años y se defiende bastante bien. Lo mío sigue estando por la banda derecha, siempre con el número 8.
El presente lo encuentra como Viceministro de Deportes de su país, una tarea a la que se volcó por completo.
–¿Cómo llegó esta vinculación con la política?
–Nunca milité en política, esto ha sido una invitación del presidente Evo Morales. Por primera vez en nuestro país se da la oportunidad a los verdaderos protagonistas del deporte. Él me ha convocado por lo que hice a lo largo de mis 20 años de carrera como deportista y porque en los últimos tiempos me aboqué a conducir Futbolistas Agremiados de Bolivia, junto a varios jugadores de mi generación, como Borja, Cristaldo, Etcheverry...
–¿Aceptó el cargo rápidamente o ha tenido que pensarlo?
–Tuve que meditarlo mucho. En primer lugar, tuve que dejar mi ciudad, Santa Cruz de la Sierra, para instalarme en La Paz. Lo hablé mucho con mi familia y finalmente acepté. Tuve también un gran apoyo de muchos deportistas del país.
–Dirigió a Blooming, Oriente Petrolero y las selecciones juveniles. ¿Esta tarea política es un paréntesis en su carrera como entrenador o eso se terminó?
–Ya no volveré a dirigir a nivel profesional. Sí seguiré con mi escuela de fútbol, en Santa Cruz
–¿Y se siente cómodo en su cargo?
–Es algo nuevo, muy complicado...
–¿Qué se puede hacer desde su viceministerio en pos del deporte boliviano?
–Trabajamos para darle al deportista una infraestructura adecuada, mejorar sus condiciones para que pueda desarrolarse. Aunque el presupuesto es bajo (el de 2006 apenas supera el millón 100 mil dólares), las intenciones de este gobierno son las mejores. Por ejemplo, ya empezamos a trabajar en los Juegos Bolivarianos Sucre 2009, competencia que reúne a Venezuela, Colombia, Panamá, Ecuador, Perú y Bolivia. Los atletas de alto rendimiento están recibiendo apoyo y capacitación a través de becas y viajes, y repartimos el dinero de las federaciones deportivas para que organicen sus torneos nacionales y puedan competir en el exterior.
Es imposible hablar con Melgar sin recordar la generación que participó en el Mundial de los Estados Unidos, en 1994. Los recuerdos brotan y su entusiasmo sube: "En el inicio de la eliminatoria le ganamos 7-1 a Venezuela. Eso nos dio un impulso bárbaro. Cuando llegó el momento de enfrentar a Brasil había lógicos temores, porque estaban invictos en las eliminatorias. Pero estábamos bien preparados y convencidos. Y después de pasar situaciones difíciles, como errar un penal, lo ganamos sobre el final. Fue un triunfo bien celebrado por todo el país, con una euforia incontrolable".
–¿Y cuando ganaron la clasificación?
–Mucho más... En el partido final ya estábamos pensando en ir a un Mundial. Preguntábamos cómo iban Uruguay y Brasil, pero nos mentían, nos decían que ganaba Uruguay para que no aflojáramos. Cuando terminó y empatamos con Ecuador lloramos todos, Xabier Azkargorta nos abrazaba a todos... fue una fiesta inolvidable. El momento más alto de mi carrera. Después vino el Mundial, algo que no tiene comparación con nada. Más todavía por la satisfacción de inaugurar el Mundial ante Alemania, el campeón...
Los años más trascendentes de su carrera de clubes transcurrieron en Buenos Aires, cuando defendió los colores de Boca Juniors y River Plate. "La Argentina me marcó como jugador profesional. Es un fútbol muy exigente y me tocó tener a un gran maestro como César Luis Menotti. Siempre admiré su sencillez para dar instrucciones, sabe tocarte los puntos exactos. Él confía en la técnica del jugador y te da libertad y confianza para jugar", dice desde La Paz.
–Es de los pocos futbolistas que pasaron de Boca a River y aún así conserva el cariño de la parcialidad boquense.
–Sí, jugué en Argentina entre 1986 y 1989 y sin embargo tengo tantos recuerdos que pareciera que fueron más años.
–¿Hizo muchos amigos?
–¡Ufff... tantos! Desde mi debut la gente de Boca me quiso, aún recuerdo el grito de "Boliviano, boliviano" cada vez que salía a La Bombonera. Son cosas que no se olvidan más. En Boca hice muchos amigos: Higuaín, Comas, Graciani, Hrabina, Stafuza... Y en River también, eh. Fue un paso corto pero cultivé una bonita amistad con Daniel Passarella.
–¿Los sigues viendo?
–Ahora se complica, pero antes iba a Buenos Aires dos veces al año y jugaba con varios de ellos en los partidos que organizaba la mutual de Boca.
–¿Sigue jugando?
–Sí, en la mutual de futbolistas de Santa Cruz de la Sierra.
–¿Y con el presidente Morales? Él es un gran aficionado al balón...
Por supuesto. Evo es el 10 del equipo, esa camiseta no se la quita nadie. Tiene 47 años y se defiende bastante bien. Lo mío sigue estando por la banda derecha, siempre con el número 8.
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