El Torneo Clausura culminó con un justo título para Vélez Sarsfield y el reconocimiento al juego brillante desplegado por el Huracán de Ángel Cappa. Dos maneras de vivir el fútbol.
Artículo publicado en el Anuario ESPN 2009.
Por PABLO ARO GERALDES
Por capricho del calendario, la última fecha del Clausura se transformó en una final ideológica. Porque Vélez Sarsfield y Huracán representaron mucho más que al Fortín y al Globo: se convirtieron en abanderados de dos maneras de ver, de entender y de vivir el fútbol.
Y los dos ganaron, como ocurrió, salvando las distancias, en la inolvidable final de la Copa del Mundo de 1974: Alemania se quedó con el trofeo; Holanda, con una de las páginas más brillantes de la historia por su Fútbol Total.
Vale repetirlo: salvando las distancias. Porque el uruguayo López no es Gerd Müller, porque Bolatti no es Neeskens... OK, se entendió.
Vélez fue un merecido y digno campeón de la mano de su efectividad, su elogio del número. Ricardo Gareca construyó un campeón de cimientos sólidos, una obra de ingeniería bien calculada. Los planos fueron simples y claros, y en la memoria descriptiva resaltan dos datos vitales: fue el que menos partidos perdió (apenas uno, ante Gimnasia) y el que menos goles recibió (13).
Una defensa montada con materiales nobles como Nicolás Otamendi, Sebastián Domínguez y Emiliano Papa; un refuerzo estructural interesante como Cubero, el detalle estético de Maxi Moralez y el remate iluminado de Hernán Rodrigo López, goleador del certamen con sus 11 tantos.
Huracán fue un brillante líder del Clausura hasta la última fecha, sustentado en su juego de toque y la irrenunciable vocación ofensiva. El tiki-tiki quedará como una marca registrada de Ángel Cappa, una obra de arquitectura que hizo impacto desde su estética. El resultado fue encantador, emocionante, pero también con esqueleto sólido: fue el que más partidos ganó (12) y el que más goles marcó (35).
Todos se compenetraron con la idea y la defendieron con un fútbol que sedujo a hinchas del resto de los equipos. Desde Araujo y Goltz, en el fondo, pasando por Bolatti y Toranzo, hasta Pastore y Matías Defederico, todos se compenetraron con el mensaje del DT.
El deslucido final incluyó todos los ingredientes de una película de suspenso. Desde las 48 mil personas que desafiaron el pico de la Gripe A y colmaron el José Amalfitani hasta una tormenta de granizo que paralizó el juego durante 20 minutos. Y después un arbitraje impresentable de Gabriel Brazenas, que desde aquella tarde gris no dirigió nunca más.
La infaltable violencia, el gol de Moralez y el título que se quedaba en Liniers... A su manera, los dos ganaron. Ambos fueron fieles a sus ideas y conquistaron cosas importantes.
"Estuvimos acordes a la historia de Vélez, porque este plantel mostró la garra y la actitud necesarias durante todo el torneo, como la tuvieron los equipos campeones con Bianchi", sentenció Gareca.
"Vine como un técnico y me voy como un Quemero. El tiki-tiki fue lo mejor que le pasó al fútbol argentino en 20 años. Nuestra identidad jamás murió, no la traicionamos", resumió Cappa en su emocionada despedida a través de la web.
Vélez metió su séptimo título en el historial. Huracán, en cambio, se metió en el corazón.
3 comentarios:
Feliz Navidad amigo. Ya siguiendo tu blog. Todos los asuntos son muy buenos. Chau.
Comparto todo lo que decis, lamentablemente todo esa final fue opacada por el impresentable de Brazenas..
Porque realmente habia sido epica, granizo, mas de dos semanas de espera por las elecciones, estadio colmado de gente, lo tuvo todo, y podria haber sido una fiesta..
excelente nota..
saludos
juan
Los robos, robos son...
Todos recuerdan el perjuicio a Huracán... Nadie quien salió "campeón"...
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