Traducción del artículo publicado por James M. Dorsey (*) en la web The Turbulent World of Middle East Soccer
La jugada llega semanas después de que la Israel Football Association (IFA) se adelantara por poco al pedido de resolución presentado por la Palestinian Football Association (PFA), que reclamó la suspensión de Israel en la FIFA, por su incapacidad para acabar con el racismo en fútbol israelí. En un compromiso, la PFA retiró su demanda en favor de la creación de un comité de la FIFA para supervisar los esfuerzos israelíes para atender los reclamos palestinos.
La decisión de esta semana del gobierno israelí le da credibilidad a la acusación de la PFA sobre racismo y la discriminación y critica la IFA, la única asociación de fútbol de Oriente Medio que tiene un programa de lucha contra el racismo formal, incluso si su aplicación ha sido menos vigorosa para frenar los excesos de la base xenófoba y rabiosamente racista de hinchas del Beitar Jerusalem.
Esta medida también es un reconocimiento de que las medidas disciplinarias de la IFA contra el Beitar, que tiene el peor récord de disciplina en la Israeli Premier League a causa del racismo de su hinchada, hasta ahora no han logrado convencer al club de corregir sus actitudes.
Jugadores de Beitar Jerusalén con una pancarta que dice "partidos amistosos contra la violencia" antes de enfrentar al Bnei Sakhnin, equipo árabe-israelí, en un ambiente muy cargado. |
Mohammad Ghadir |
La convocatoria de esta semana fue seguida por la negativa del Beitar de cumplir con el pedido de la comisión en abril de cambiar su política de no contratar jugadores palestinos. Ahora, la jugada del gobierno parece diseñada como un contrapeso al esfuerzo palestino para que la FIFA suspenda a Israel.
Sin un pretexto inmediato en el momento de negarse a contratar un jugador, el timming de la medida gubernamental parece más impulsada por asuntos locales y geopolítica. La convocatoria al Beitar contrarresta el uso del miedo anti-palestino impulsado por Netanyahu con fines electorales, una táctica que hasta fue criticada por Barack Obama, principal aliado de Israel.
Bandera con el logo del proscripto partido racista Kach. |
El primer himno del Beitar refleja la política del club, glorificando a un "guerrilla armada racista y dura, un ejército que se llama hinchas del Beitar". Ese espíritu todavía florece cuando los fans de Beitar se cruzan con rivales de equipos palestinos. Su apoyo alcanza un tono febril cuando entonan cánticos racistas antiárabes y atacan el Profeta Mahoma.
Los partidos del Beitar a menudo se parecen a un campo de batalla de Medio Oriente. Los hinchas del núcleo duro del club (hombres de origen sefaradí de Medio Oriente y el norte de África que definen su apoyo como subversivo y contra el establishment ashkenazi del país) se deleitan con su condición de chicos malos. Su aversión a los judíos ashkenazi de extracción de Europa del Este, arraigado en el resentimiento contra la discriminación social y económica, rivaliza con su desprecio por los palestinos.
“Soy racista. Odio a los árabes… Si vienen musulmanes, los fans quemaremos el club. Eso no puede ocurrir. Árabes y Beitar de Jerusalén no se mezclan” |
La Familia provocó una rara indignación nacional en 2013 cuando se desplegó una bandera afirmando que "Beitar siempre permanecerá puro" en protesta contra la breve contratación de dos jugadores musulmanes de Chechenia. Fue el uso de un lenguaje asociado con el nazismo alemán lo que desató la indignación contra esta expresión racista.
El fracaso para enfrentar seriamente a La Familia ha atrincherado percepciones palestinos de una sociedad israelí que es inherentemente racista. Ahmed Tibi, miembro palestino-israelí del Parlamento, le echa la culpa de los excesos de La Familia a los líderes políticos y deportivos israelíes: "Durante años, nadie trató de detenerlos, ni la policía, ni el club, ni la fiscalía general ni la Israel Football Association".
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