jueves, 1 de noviembre de 2007

Radamel Falcao García: Gracias al Gol

El delantero colombiano es protagonista estelar del despertar de River Plate. Pero sus días en tierra argentina tienen mucho más que fútbol...

Artículo publicado en la revista Fox Sports, en noviembre de 2007.
Por PABLO ARO GERALDES


Radamel García no era una gran figura. Como zaguero central había defendido las camisetas de Santa Fe y Junior, y en ese febrero de 1986 lo hacía con la rojiazul de Unión Magdalena. No era una estrella, y en ese momento tampoco le importaba: en Santa Marta estaba por llegar al mundo su hijo varón.
El primer nombre estaba claro: sería Radamel, como papá. El segundo estaba reservado para homenajear al brasileño Paulo Roberto Falcao, un mediocampista extraordinario que brilló en los Mundiales de 1982 y 1986, lo mismo que con las camisetas de Inter de Porto Alegre, Roma y Sao Paulo, donde finalizaría su carrera.

Radamel creció apegado al fútbol: como mascota de Unión Magdalena, en las playas de Santa Marta y acompañando a su padre a los entrenamientos. Pero su camino fue distinto al de papá y al de Falcao: no fue defensor ni centrocampista, no heredó el estilo rudo del padre ni las sutilezas del brasileño. Su estilo se asemeja a los clásicos ‘9’ argentinos, pues casi toda su trayectoria la cimentó en Buenos Aires,adonde llegó con solamente 15 años. Aunque sus días en la capital argentina empezaron mucho antes: “A medida que fui creciendo iba pasando por las inferiores de los equipos en los que mi padre jugaba. El último fue el Club Deportivo Fair Play, con el que viajé a dos Mundialitos en Argentina, en 1997 y 1999”, contó al establecerse en River Plate.

Tenía 11 años cuando el Ajax de Holanda se interesó en sus virtudes futbolísticas. Pero entonces Juana Carmenza, su mamá, consideró que todavía era muy chico para semejante cambio. A los 13 se transformó en el futbolista más joven de la historia del fútbol colombiano, al debutar con Lanceros Boyacá, en Primera B. Pasaron los años, jugó en las inferiores de Millonarios (equipo del que es hincha) y, en 2001, el panorama era otro: se destacaba en el Sudamericano Sub 15, en Perú, y allí lo vio el ex dirigente riverplatense Néstor Sívori. Lo recomendó para una prueba, que fue con el equipo de Reserva frente a los suplentes de la Primera. “Silvano Espíndola, técnico argentino que tuve en Fair Play, me habló de esa chance de viajar y me encantó la idea”, recuerda Radamel.

Pese a la diferencia de edad, gustó, metió un gol y enseguida se arregló el préstamo por un año. “Ese fue el salto más importante desde que me inicié en el fútbol, porque implicó dejar mi país y por lo que significa River Plate en América. Siempre me interesó el fútbol argentino y gracias a Dios tuve la oportunidad”, le confesó al diario deportivo ‘Olé’ a poco de llegar a Buenos Aires.

El agradecimiento a Dios no es un modismo ni un mero formalismo. Cada lunes, unos 80 futbolistas se juntan en la iglesia Rey Jesús para darle vida al grupo “Campeones de Cristo”, una congregación que logró una inusual comunión entre la pelota y La Biblia. No es común esta devoción entre los futbolistas argentinos. Quizá fue la presencia de Radamel, junto a Jairo Patiño y Freddy Guarín, la que les contagió esta fe.

Creo en Jesucristo, es mi salvador y mi inspiración no sólo en el fútbol, sino en mi vida personal. Trato de seguir el estilo de vida que él llevó en la Tierra”, explica el joven samario. Su estilo cordial, educado y sereno es destacado por el periodismo argentino.

Muchas veces la conjunción de fama, juventud y dinero hace que algunos futbolistas pierdan el norte de la brújula. No es el caso de Radamel. “Quizá muchos nos equivocamos al pensar que el fútbol es la fuente de paz y alegría en la vida. Pero cuando uno llega al fútbol profesional siente cierto vacío... En mi caso lo llena la presencia de Dios”, explica, con una locuacidad que también es rara en el medio futbolístico.

Dios no se queda solamente en las páginas de la sagradas escrituras. Junto a otros futbolistas de la agrupación, Radamel fue a llevar su palabra de aliento a colegas que quedaron sin club y a otros lesionados: “Por momentos el fútbol es duro, es ahí cuando uno tiene que aferrarse. Escuchamos testimonios lindos y tristes. Los primeros nos sirven como motivación, los otros nos ayudan a madurar”.

La congregación se basa en La Biblia, pero está abierta a todas las creencias religiosas, algo que redunda en un crecimiento para todos. Además, Radamel conoció allí a la mujer de su vida, una chica de la provincia de Misiones con quien se casará en diciembre.

Las inquietudes intelectuales del colombiano también resaltan: a la par de los entrenamientos y el fútbol de Primera, cursó parte de la carrera de periodismo en la Universidad de Palermo, en Buenos Aires. Era un alumno más, de los tantos extranjeros que estudian en Argentina. Hasta que...

LA HISTORIA CONTINÚA
River Plate había tenido dos grandes ídolos “made in Colombia”: Juan Pablo Angel y Mario Yepes. Angel, hoy artillero de Red Bull New York, fue la primera referencia de peso que encontró en la ciudad del tango. “Me lo crucé el día en que me tomaron la prueba. Se acercó a darme unos consejos. Me recomendó dejar todo en el momento en que tuviera la oportunidad”, recuerda. Y no la dejó pasar. Llegó a River con edad de 8ª División, pero desde el primer día entrenó con la 3ª, el escalón previo al equipo titular.

En la primera mitad de 2005, el entrenador Leonardo Astrada lo hizo debutar frente a Instituto. Pero recién se afianzó hacia fin de 2005, ya con Reinaldo Merlo. El técnico necesitaba cortar una racha de derrotas y se la jugó por el juvenil colombiano. “‘Mostaza’ me citó a su cuarto y me tanteó para ver si me animaba a entrar veinte minutos. Como le dije que sí sin dudar, enseguida me confesó que iba a ser titular desde el inicio. Me dio tranquilidad para jugar sin presiones. Me lo dijo un par de horas antes para que yo no me maquinara”, contó sobre ese domingo 2 de octubre de 2005, el día de su consagración.

La apuesta no le pudo salir mejor a Merlo: Radamel la rompió, como dicen en Argentina. “Bienvenido”, tituló el diario ‘Clarín’ a una página dedicada a él, en la que resaltó su “habilidad, técnica, velocidad, osadía, guapeza y definición”. Para el periódico, el delantero “le dio a River Plate lo que le hacía falta”. Fue ante Independiente, fue su quinto partido en Primera, fue su entrada al corazón de los aficionados riverplatenses con dos golazos inolvidables. También lo será su imagen, parado sobre los carteles de publicidad, agradeciendo al cielo. Al bajar, entre abrazos, su nivel de euforia lo había sacado del partido: “Lo juro, no sabía si íbamos 2-1 ó 3-1”, reconoció en los vestuarios.

En siete partidos metió siete goles, pero una distensión en los ligamentos laterales de la rodilla izquierda lo dejó afuera de la definición de ese Apertura ‘05. River se cayó y Boca Juniors fue el campeón.

En 2006, con Daniel Passarella como DT, se rompió los ligamentos y pasó casi todo el año sin jugar. Está agradecido por la confianza que depositaron en él tras esa lesión: “Mi entrega en la cancha es para retribuirles el cuidado que han tenido conmigo”, resalta cada vez que puede. Un año después, vive su tiempo de gloria. En el momento en que Passarella es blanco de todos los cuestionamientos, Radamel es el salvador, el que pone el fútbol y el gol que tanto extraña el equipo de la banda roja. Lo mostró con una tripleta impresionante en la noche contra Botafogo, por la Copa Nissan Sudamericana.

Días después, en el Superclásico ante Boca, abrió el camino a la victoria con un gol que se festeja doble. Ya es ídolo, pero no se cree eso de la fama. En las concentraciones sigue leyendo La Biblia. Así es Radamel, o Falcao, como prefiere que lo llamen. Un colombiano ídolo en la Argentina. Gracias al gol.

1 comentario:

La Nadie dijo...

Hola,

Bueno, no hay necesidad de que me digas que me pase por aquí, siempre lo hago :).

Entrando en el tema, debo decir que no sabia lo del Ajax, ahora, qué hubiera pasado si se hubiera ido allá? Poniendome a pensar, creo que le hubiera ido poco bien. Poco me gusta su juego, pero con él sigo reafirmando que lo que vale en el fútbol son los goles, y hoy por hoy él es sinónimo de eso.

Saludos, Pablo, y un gran abrazo