lunes, 3 de abril de 2023

Los orígenes de Boca Juniors


Boca Juniors, pasión popular argentina. Aquí repasamos su origen, su nombre, sus colores y sus estadios.

Base del podcast El origen de los colores, de Radio Nacional.

La historia de todos los grandes empezó con un puñado de voluntades que se unían para jugar al fútbol. Con una anécdota, una escena pequeña, circunstancial, que por algún designio de la providencia se volvió fundacional de algo mayor, el disparador de una historia destinada a volverse trascendente. La de Boca Juniors no fue la excepción.

La geografía boquense
(plano de 1935)
La leyenda reconstruida a partir de relatos y memorias nos lleva a la plaza Solís, delimitada por las calles Suárez, Caboto, Olavarría y Ministro Brin, a pocos metros de la Boca del Riachuelo. Allí, en un banco de la plaza, el sábado 1º de abril de 1905, Esteban Baglietto, Santiago Pedro Sana, Alfredo Scarpatti y los hermanos Juan Antonio y Teodoro Farenga acordaron fundar un club. Los tres primeros venían con la influencia de codearse con los señores ingleses: en el Colegio Comercial seguían con admiración las lecciones de Paddy Mac Carthy, el muy británico instructor de fútbol.
Pero esa tarde no terminaron de definirlo, fueron a un “cuarto intermedio” y la reunión siguió el domingo 2 en la casa de Baglietto.

Se juntaron unas treinta personas y armaron tal revuelo que la mamá de Baglietto los echó a todos, así que tuvieron que continuar en la plaza. El lunes 3, el padre de los Farenga les dio permiso para reunirse en su hogar. Según el libro oficial del club, “fue éste el lugar donde se designó la primera Comisión Directiva y aunque no se labraron actas, hubo acuerdo y ruidosos festejos”.

Todos coincidieron que el nombre debía incluir la palabra Boca y al parecer fue Sana quien propuso agregarle el Juniors, por su condición de estudiante de inglés. Además, ese remate le daba un toque británico, tan presente en aquellas décadas iniciales del fútbol en el Río de la Plata. En aquel encuentro establecieron también que Esteban Baglietto sería el primer presidente y que jugarían en la cancha de Independencia Sud, en Pedro de Mendoza y Colorado, hoy llamada Benito Pérez Galdós.

El 20 de febrero de 1906 a uno de ellos se le ocurrió llevar un libro de actas. Y aunque la paciencia o el entusiasmo de asentar todo allí duró un mes y medio, hasta el primer aniversario de Boca Juniors, fue suficiente para que tres décadas después una asamblea reconociera a todos aquellos pioneros como socios fundadores.

El origen genovés de Boca
llevó a su apodo xeneize
Según un relevamiento realizado por el Centro de Investigación e Historia del Fútbol, cinco de los ocho progenitores de los fundadores eran nacidos en la provincia italiana de Liguria, cuya capital es Génova. En la lengua ligur Génova es Zena, con Z, y a sus habitantes se los llama zenéixi, que por deformación quedó entre los inmigrantes a Buenos Aires como “xeneize”, intercambiando de lugar la Z y la X. En resumen: los fundadores de Boca tenían sangre genovesa, eran verdaderamente xeneizes.

En menos de tres semanas llegó el día de debutar en la cancha: el 21 de abril de 1905, en el campo de juego de Independencia Sud, Boca Juniors disputó el primer partido de su historia y goleó 4-0 a Mariano Moreno. ¿Y cuáles fueron los colores boquenses en aquellos tiempos iniciales?

Primero vistió una camiseta rosa, que fue usada en algún encuentro amistoso y casi enseguida, todavía en 1905, la remplazó por una casaca enteramente celeste. Sin embargo, Manuela Farenga, hermana de uno de los fundadores, se encargó de buscarles otras, con la condición de que no sean blancas y rojas… como las de Alumni. Al final apareció con unas camisetas que tenían finas rayas azules y blancas, colores que compartían otros clubes barriales.

Una versión reseña que por esa coincidencia, los muchachos de La Boca definieron con un club supuestamente llamado Boedo que quien ganara el partido entre ellos se quedaría con las rayitas azules y blancas. Lo ganó Boedo y Boca tuvo que buscar nuevos colores. Pero otra versión señala que ese desafío no existió y que simplemente las camisetas se fueron gastando con el uso y decidieron cambiarlas.

Los tradicionales colores azul y amarillo fueron elegidos recién en 1907, luego de ideas diversas, indecisiones y opiniones encontradas. No se ponían de acuerdo para elegir los colores y el directivo Juan Rafael Bricheto, que trabajaba en el Puente 2 del puerto por donde pasaban los vapores, propuso adoptar los colores de la bandera del primer barco que llegara. Era una buena solución. Y allí apareció un buque de la compañía naviera sueca Johnsonlinien. Aunque existen dudas de si se trataba del Oskar II, bautizado así en honor al rey de Suecia, o el Drottning Sophia, dedicado a su esposa, el que arribó a las aguas porteñas llevaba su bandera azul con la cruz amarilla.
Así lucían los buques de la Johnsonlinien sueca.

Ya tenían nuevos colores, pero les faltaba definir un diseño. Primero fueron azules con una banda diagonal amarilla pero como las cosía cada familia, algunas las confeccionaban con esa banda que bajaba desde el hombro derecho y otras desde el izquierdo. Las estrenaron el 4 de agosto de 1907 venciendo a General Arenales, en un partido de la Asociación Porteña de Football.

En 1908 Boca Juniors se anotó en la Liga Albión y el 12 de abril venció 4-1 a San Telmo y se quedó con la Copa Barone. Envalentonados por el éxito, los dirigentes decidieron ir tras un desafío más grande y se afiliaron a la Asociación Argentina. Y también debutaron con victorias: 3-1 a la segunda división de Belgrano Athletic, como visitantes, y una semana después el estreno de local en el nuevo reducto de la Dársena Sur, con un arrollador 7-0 sobre Bernal. El primer gol de la historia “oficial” lo anotó Rafael Pratt, nacido en Gibraltar. 

Pronto llegaría para los boquenses el debut internacional. Fue el 8 de diciembre de 1907, cuando recibieron en su primera cancha a los uruguayos del Club Universal de Montevideo. Los orientales ganaron 2-1. Diez meses después fue el momento de la revancha, la primera salida del país: el 4 de octubre de 1908 en la capital uruguaya Boca Juniors fue el que ganó 2-1.

En aquellos años iniciales se fue forjando la rivalidad con los vecinos de barrio: River Plate. Se trataba de partidos amistosos, pero cada vez despertaban más y más pasión. El primero de todos fue el 2 de agosto de 1908, con un 2-1 a favor de los xeneizes.

La participación en el campeonato de la Asociación Argentina revestía de importancia a un equipo que cada vez se volvía más popular. Pero también traía aparejadas varias exigencias, que provocaron que Boca modificara varias veces su cancha, siempre en La Boca. El gobierno nacional le había cedido a título precario un terreno en la isla Demarchi, detrás de las ya desaparecidas Carboneras Wilson e Hijos. Un rápido desalojo en 1912 obligó a trasladarse nuevamente: el nuevo campo de deportes se ubicó a 100 metros de donde se encontraba, en donde hoy está el Observatorio Naval, también en la isla Demarchi. 

La posesión de las tierras seguía estando floja de papeles y aprovecharon que un socio había ofrecido un terreno por 200 pesos mensuales en la localidad de Wilde, pagaderos a doña María Ignacia Eyzaguirre de Urquizú. El 3 de febrero de 1914 Boca Juniors pidió a la Municipalidad de Avellaneda la autorización necesaria para construir su field en el partido. Firmaron un contrato por diez años, se levantaron una casilla y una tribuna y así se instaló Boca del lado sur del Riachuelo. Otra vez el estreno fue con goleada: 7-0 a Quilmes. 

Ya no quedaba bien que las casacas no fueran todas iguales. Para evitar confusiones finalmente en 1913 se optó por una franja horizontal amarilla que le cruza el pecho. Ese fue el año del debut en Primera: el 13 de abril goleó 4-1 a Estudiantil Porteño, en Ituzaingó.

El 15 de junio de 1913 Argentina y Uruguay empataron 1-1 en la cancha de Racing. Para los boquenses fue un partido especial, porque por primera vez un jugador del club integró la selección nacional: el puntero izquierdo Francisco Taggino.

A la vez que el equipo sumaba voluntades por toda la ciudad, los vecinos de La Boca estaban disgustados con tener a su equipo jugando de local en Wilde. De los 1500 socios que tenía solamente le quedaban 300, más de mil rompieron el carnet, reclamando el regreso al barrio de origen, a metros del puerto donde los miles y miles de inmigrantes empezaban una nueva historia lejos de su patria. Boca Juniors debía estar ahí, ser el primer amor de esos trabajadores que llegaban a “hacerse la América”.

Cinco años después del primer amistoso contra los vecinos de River Plate, se enfrentaron por primera vez de manera oficial, por los puntos.“Numerosa concurrencia asistió ayer por la tarde a la cancha del Club Atlético Racing, en Avellaneda, a presenciar el partido oficial, que por el campeonato de primera división de la Asociación Argentina de Football, jugaron los primeros cuadros de los clubes River Plate y Boca Juniors”, comenzaba la fallida crónica del diario La Prensa, reseñando el partido del 24 de agosto de 1913, sin informar el resultado. Los riverplatenses se impusieron 2-1. Nadie lo sabía, claro, pero era un acontecimiento histórico, que marcaría parte de la cultura del ser nacional.

Los resultados no acompañaron el andar de Boca en la cancha de Wilde y el fastidio de los habitantes de La Boca se hizo cada vez más latente, hasta que los dirigentes, encabezados por Emilio Meincke, resolvieron la vuelta al barrio natal. La búsqueda dio con un terreno en la calle Ministro Brin y Senguel, con una fábrica de ladrillos y un galpón incluidos. Trasladaron la tribuna techada que habían levantado en Wilde y el 25 de mayo de 1916, en un amistoso con Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires, sellaron su regreso a La Boca, de donde no se irían nunca más.
El regreso de Boca Juniors a su barrio, en la Dársena Sur.

El retorno al barrio revitalizó al equipo y le devolvió el entusiasmo a sus hinchas. Salió tercero en 1917 y repitió la misma campaña en 1918. En 1919 el fútbol porteño se dividió y apenas seis equipos quedaron en la liga: Boca Juniors fue el campeón de la Asociación Argentina. También conquistó la Copa Competencia: en la final nacional, ya iniciado 1920, superó a Rosario Central y accedió a disputar la final internacional en la que superó 2-0 a Nacional de Montevideo.

Pero volvamos a un detalle que podría ser apenas un dato al pasar pero que marcó la identidad boquense para siempre. Dijimos que en el solar de la calle Ministro Brin había una fábrica de ladrillo. Para alimentar el horno se usaban como combustibles la leña y la bosta animal, que dejaba en la zona su particular aroma. A manera de cargada, los rivales empezaron a llamar “bosteros” a los boquenses, pero más allá de la intención peyorativa el apodo fue aceptado y adoptado hasta con orgullo. Trascendió por décadas y llega hasta nuestros días, aún cuando pocos saben del origen.

El masivo acompañamiento popular desbordaba las tribunas de la cancha y tuvo que buscar un nuevo lugar donde levantar un estadio con mayor capacidad. Lo encontró a pocas cuadras, en la intersección de Brandsen y Del Crucero (hoy Del Valle Iberlucea). Le compró parte de los terrenos al ferrocarril y el 6 de julio de 1924 inauguró el nuevo recinto, con la presencia del presidente Marcelo Torcuato de Alvear, quien dio el simbólico puntapié inicial. Después llegó la victoria 2-1 sobre los montevideanos de Nacional, un club que ya se reconocía amigo de Boca. 
El presidente Marcelo T. de Alvear en la inauguración de la
cancha (en su ubicación actual), en 1924.

El conjunto azul y oro terminó de ganarse el fervor popular con la extraordinaria gira que realizó por Europa en 1925. Fue el primer viaje de un club argentino al Viejo Continente, con resultados deportivos asombrosos: en 19 partidos cosechó 15 triunfos, un empate y apenas tres derrotas. Se destacaron las victorias ante Real Madrid, La Coruña, Espanyol de Barcelona, Atlético de Madrid, los equipos alemanes y un combinado de París.

En aquella travesía el plantel fue acompañado por Victoriano Caffarena, un muchacho de buen pasar económico, que se sumó como el único hincha de la gira, y terminó colaborando como masajista y delegado. Hizo una buena relación con los jugadores y le pusieron el apodo de “jugador número 12”, un honor que varias décadas más tarde le reconoció el presidente del club Alberto J. Armando, entregándole una plaqueta. La historia de “la 12” empezó con “el 12”, Caffarena.

Ya consagrado como uno de los clubes más populares de la Argentina, Boca creció aun más en esa segunda mitad de los años veinte. En 1930 fue campeón del último torneo amateur y del primero del profesionalismo, al año siguiente. En ambas ocasiones postergó a Estudiantes de La Plata y a River Plate, nada menos.
La cabecera de la calle Brandsen, en la década de 1920

La historia futbolística de Boca Juniors es por demás conocida, con innumerables éxitos que ya empezaban a acumularse. Y en 1932 decidió modificar su emblema con cada nuevo logro: según el Artículo 1 (inciso 4) del Estatuto del club: “El escudo será engalanado con estrellas representativas cada una de campeonatos obtenidos por su primer equipo de fútbol y por acontecimientos deportivos que, por su significación, puedan equipararse. Cada estrella que se agregue al escudo deberá ser aprobada por la Asamblea de Representantes”.

A medida que sumaba estrellas crecía aún más la popularidad. En esa década la cancha volvió a quedarle chica. En 1934 decidió la construcción de un nuevo estadio de hormigón armado. En 1938 empezó a jugar de local en Ferro Carril Oeste y en San Lorenzo mientras en el mismo predio se desmontaban los tablones para levantar un colosal escenario, con la particularidad de tener tres grandes tribunas en vez de cuatro, acotado el predio en su ancho por las vías del tren y por la calle Del Crucero. La solución fue el diseño del arquitecto esloveno Viktor Sulčič, quien, junto con el geómetra Raúl Bes, y el ingeniero José Luis Delpini, formaban el estudio Delpini-Sulcic-Bes, los mismos que idearon la ingeniosa estructura del Mercado de Abasto de Buenos Aires, hoy convertido en un shopping. La obra estuvo a cargo de la empresa alemana GEOPÉ. 

Finalmente el 25 de mayo de 1940 Boca inauguró su estadio, un prodigio de ingeniería para un terreno tan acotado. A lo largo de los años el recinto fue bautizado con nombres de presidentes del club como Camilo Cichero y Alberto J. Armando, pero siempre para todo el mundo futbolero fue simplemente “La Bombonera”. ¿De dónde surgió ese apelativo? Hay varias versiones pero el arquitecto Sulčič solía contar que todo nació de una anécdota protagonizada por él mismo, durante la etapa de desarrollo del diseño. En ocasión de su cumpleaños, una amiga le regaló una caja de bombones, que Sulčič comenzó a llevar a las reuniones con el ingeniero Delpini y otros participantes del proyecto, ya que su forma era casi exactamente igual a la del estadio que él estaba diseñando. Las proporciones de aquella bombonera de cartón la hacían funcionar como una maqueta práctica y manipulable. A partir de entonces, aun antes de su construcción, para todos fue La Bombonera, incluidas las autoridades del club, que la llamaron así en los discursos del día de su inauguración.

La Bombonera en 1940.

Ricardo Alarcón anotó el primer gol en la nueva casa, ese 25 de mayo de 1940, batiendo a Sebastián Gualco, de San Lorenzo de Almagro. Y fue el mismo Alarcón quien días después marcó el primer tanto oficial, contra Newell's Old Boy's.

La capacidad de 54.000 espectadores volvió a ser insuficiente y suelen lanzarse ideas de construir un nuevo estadio en otras localidades. Pero a diferencia de sus archirrivales, Boca Juniors no quiere irse de La Boca y las protestas se hacen oir. Un solo proyecto (curiosamente esloveno) promete ampliar La Bombonera sin necesidad de comprar más terrenos, ante la imposibilidad de adquirir las manzanas vecinas.

Boca Juniors ha vivido allí innumerables momentos de gloria, en el mismo barrio donde nació en 1905. Y aunque sus hinchas se cuenten por las más diversas geografías, en esas coloridas y pintorescas callecitas de La Boca late el gen de esa pasión. En esas tribunas, tan próximas a la plaza Solís y al Riachuelo donde adoptaron los colores, vive el alma xeneize.

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