martes, 22 de enero de 2008

Los chicos crecen

Artículo publicado en la revista Fox Sports, en enero de 2008.
Por PABLO ARO GERALDES


En el fútbol de América Latina se está dando una constante: el histórico dominio de los clubes grandes está siendo peleado cada vez más por equipos que antaño eran relegados al rol de partenaires. Nombres nuevos en las competencias internacionales y alegrías más repartidas.

En el fútbol no está todo inventado. A lo largo de América Latina está soplando un aire fresco, de renovación, que lleva a la cima a clubes que históricamente estaban destinados a acompañar a los campeones de siempre. ‘Equipo chico’ dice la etiqueta que a fuerza de trabajo, seriedad y buen fútbol están empecinados en arrancarse.
Fueron muchos los que, en los últimos años, conocieron el dulce sabor de los festejos. Y no se detienen. En Sudamérica, el fútbol se iguala hacia abajo, es verdad: el alto precio del euro hace que sea más tentador emigrar a la 2ª división de Polonia o Austria que permanecer en un equipo chico de Argentina, Brasil o Uruguay, países con tradición infinitamente mayor. Las grandes estrellas se van, pero no todo es dinero, por suerte. Y en esa paridad, las alegrías se reparten de manera más equilibrada, la emoción de festejar no queda reducida a la elite de clubes.
El éxito más reciente y resonante de un equipo chico es el de Arsenal, del suburbio sur de Buenos Aires, Argentina, que ganó la Copa Sudamericana batiendo en la final a un gigante: América de México.
El fútbol argentino terminó 2007 como un gran ejemplo de esta tendencia: el podio del Torneo Apertura lo ocuparon Lanús, Tigre y Banfield, tres históricos equipos chicos que jamás celebraron. Esto no es casualidad. “Hay clubes grandes que pagan sueldos de locos y acumulan una deuda enorme. Los clubes chicos hacen mejor los deberes”, opinó Carlos Portell, presidente de Banfield.
Las cuentas ordenadas son una constante. La solidez de una estructura administrativa va de la mano con el trabajo deportivo. Como una empresa; como una pequeña empresa en estos casos. Con dirigentes comprometidos de cerca con el plantel, que acompañan, de local y visitante, y que están al día con los pagos de los salarios y los premios, que respetan los contratos.
Colombia puede testimoniar la tendencia con numerosos casos: Once Caldas ganó la Libertadores 2004; la última Copa la disputaron Deportivo Pasto, Tolima y Cúcuta (semifinalista ante Boca Juniors, el campeón), y 2007 terminó con un dignísimo segundo puesto para el ascendido Equidad, y el pase a la Libertadores para Cúcuta y Boyacá Chicó (fundado en 2002) junto a Nacional de Medellín. Equidad es el equipo de una importante cooperativa de seguros, cuyo presidente, Clemente Jaimes, resume: “El club deportivo se maneja como una empresa independiente, con total transparencia, lo que ha dado muy buenos resultados”.
En Bolivia, San José de Oruro, La Paz FC y Real Potosí usurparon el lugar de privilegio que históricamente era de Bolívar y The Strongest. En Perú, el título internacional que no lograron Alianza Lima, Universitario o Sporting Cristal lo consiguió Cienciano, equipo de Cuzco que en la próxima Copa Libertadores estará acompañado por dos debutantes: Coronel Bolognesi y Universidad San Martín. La proclividad no se agota ahí, es continental: en Chile, Audax Italiano volvió a meterse en la Copa Libertadores, y Universidad de Concepción (fundado recién en 1994) luchó el título local hasta el final con Colo Colo.
Hay otras razones aparte del orden administrativo y tienen que ver, claro, con lo futbolístico. A un equipo le lleva un año armarse y consolidarse, algo que ningún plantel con estrellas puede hacer debido a las tentaciones del mercado europeo (o mexicano). Así, se iguala en favor de los clubes chicos, que son los proveedores de futbolistas y que los tienen durante años en las juveniles. Y aquí es clave la humildad de la plantilla: “Los equipos chicos están más comprometidos, tienen mayor actitud, dejan trabajar y asimilan comportamientos tácticos. Y hay compañerismo, que se encuentra cuando no hay egoísmos; todos empujan para un mismo lado”, dice Jorge Luis Pinto (DT de la Selección Colombiana), quien en 2006 guió a Cúcuta hacia el único título de su historia. El panameño Blas Pérez fue el goleador de ese equipo y está agradecido: “El Cali me sacó sin explicación y me hizo un enorme favor, porque pude triunfar en Cúcuta”.
Lanús, que conquistó el primer título argentino en sus 93 años de vida, confirma que la unidad del grupo es vital. Sin grandes figuras, sin vedettismos, hizo que “la figura es el equipo” dejara de ser una frase remanida; fue todo un elogio a la modestia y al trabajo colectivo. Lo mismo sucedió con Defensor Sporting campeón del Torneo Apertura uruguayo, peleando el título hasta último momento con Rampla Juniors, otro modesto club que jamás fue campeón en la era profesional, iniciada en 1931. Defensor Sporting fue un digno sucesor para otro chico, Danubio, empecinado en despintar a Peñarol y Nacional.

CAMPEONATOS CORTOS, CHANCES GRANDES
Otra razón de este protagonismo creciente de los equipos chicos está en el formato de campeonatos cortos (dos por año, como en El Salvador), que permiten que un buen envión inicial pueda resultar inalcanzable, además de emparejar las chances. Más aún en países en los que se juega con playoffs, como Chile, México o Colombia: sin llegar a estar en los puestos de liderazgo durante la etapa regular, se puede entrar a la instancia de partidos de ida y vuelta. Y ahí no cuentan los rendimientos: son seis partidos a todo o nada hasta el título.
En El Salvador también los chicos crecen, FAS y Aguila miran cómo nombres más modestos se ganan su merecido sitio en el historial: Isidro Metapán, Once Municipal, Vista Hermosa... En Guatemala, Jalapa obtuvo su primer título, aunque siga muy lejos de los grandes como Municipal y Comunicaciones. En Paraguay, Libertad ya le disputa de igual a igual el trono a Olimpia y a Cerro Porteño. En Ecuador, Cuenca y Olmedo hacen olvidar a Barcelona y Emelec. A lo largo de toda la geografía americana se repite el fenómeno.
Hasta en México, con equipos que pertenecen a enormes corporaciones, hay lugar para gratas sorpresas: fue Atlante el último campeón, delante de grandes como UNAM, América o las Chivas de Guadalajara. Y Brasil también aportó ‘nuevos’ nombres al índice del fútbol: Sao Caetano, Paranaense, Goiás...
El fútbol, como dijo César Menotti, es una linda excusa para ser felices. Se podrá señalar que con los clubes chicos las alegrías se reparten entre un puñado de hinchas, pero son millones los que se alegran cuando el espíritu y el buen fútbol de estos equipos se impone a las cuentas bancarias de los grandes.

1 comentario:

piterino dijo...

Es cierta esa tendencia que apuntas, y yo creo que aparte la escasa extensión de los torneos, que siempre favorece que haya sorpresas, influye el hecho de que los grandes históricos sudamericanos cada vez están en mayor desigualdad económica con los clubes europeos, por lo que sus jugadores se marchan antes y ello ayuda a la igualdad.

En Europa cada vez tienen cabida más extranjeros, e incluso Ligas cercanas como la mejicana aventajan en mucho a las sudamericanas en poderío económico, por lo que se está convirtiendo en paso intermedio entre el origen de un jugador y su salto a Europa.

Saludos.