A los 24 años, el argentino Carlos Tevez acumula méritos para alcanzar la corona de rey. Fue campeón en su país, en Brasil y en Inglaterra, ganó la Copa Libertadores, la Champions League de Europa y ahora sumó el Mundial de Clubes. Conoce el origen y la personalidad de uno de los delanteros más cotizados del planeta.
Artículo publicado en los diarios Última Hora (Paraguay), El Espectador (Colombia) y El Nacional (Venezuela).
Apache. El apodo ya se convirtió en una marca registrada para Carlos Tevez, el delantero argentino de fútbol explosivo y carácter retraído que sabe mucho de festejos y muy poco del marketing que rodea al fútbol.
Hoy, ‘Apache’ es una línea de indumentaria de Nike (Tevez es el segundo jugador de la marca, detrás del brasileño Ronaldinho) aunque son muy pocos quienes conocen el porqué de ese apelativo. Carlitos Martínez nació en el seno de una familia muy humilde de Ciudadela, en el suburbio oeste de Buenos Aires, la capital argentina. Su barrio, Ejército de los Andes, es un conjunto de edificios paupérrimos donde suelen refugiarse delincuentes que atemorizan a los miles de honestos trabajadores que allí viven. Por su extrema peligrosidad, el barrio fue rebautizado como Fuerte Apache, un reducto inexpugnable.
Si se quedó con la duda, aquí la aclaración: Carlos Martínez llevó con orgullo el apellido de su madre hasta que, en 1999, el albañil Segundo Tevez finalmente lo reconoció como hijo suyo y de Adriana Martínez.
Tenía 15 años y ya era conciente de la dureza de su entorno. Lo rodeaban las tentaciones del dinero fácil y lo amenazaba un futuro incierto de desempleo y marginalidad; por eso apostó todo a sus condiciones futbolísticas en el modesto club All Boys (hoy en segunda división). “Si no fuese futbolista, hoy seguramente estaría recogiendo cartones y chatarra de la basura para venderlos”, contó en 2007. Muchos de quienes era sus vecinos de Fuerte Apache no tuvieron otra opción como futuro.
Hoy, acostumbrado a los viajes en Primera Clase, los hoteles cinco estrellas y la vida de lujos que le permite el hecho de ser jugador del Manchester United, uno de los clubes más poderosos del planeta, no se olvida de aquella vida de sacrificios y privaciones, pero también de lealtades y alegrías construidas sin más bienes materiales que un balón de fútbol.
“Los pibes del barrio” se llama el CD que grabó con su banda ‘Piolavago’; y son ellos, precisamente, los pibes del barrio, quienes están junto a él cada vez que está en Argentina. Antes podían compartir una gaseosa entre nueve; hoy, el dinero ya no es un problema para Tevez y trata de compensar a sus amigos de siempre.
Suele expresar que desea volver a Fuerte Apache y explica el porqué: “Lo que viví ahí no lo viviría en ningún otro lugar; me hizo ser como soy. Pude elegir, pude llegar a estar drogado y tirado en el suelo, o estar adonde estoy hoy. Son las cosas que me hizo ver mi barrio. Toda la gente de Fuerte Apache tiene un corazón grande y por eso la quiero tanto”.
No olvida sus orígenes. Gracias a Boca Juniors pudo ser atendido a fondo por un odontólogo, y en Manchester United le brindaron la posibilidad de corregir los defectos de su dentadura. Pero se negó a una cirugía estética que ocultara las cicatrices que lleva desde su oreja derecha hasta el pecho. Cuando tenía 10 meses, Tevez sufrió quemaduras de tercer grado al caer accidentalmente agua hirviendo sobre él. El argentino considera que su aspecto físico puede no ayudarle a obtener contratos como los de David Beckham, pero sabe que no influye en el cariño que le profesa la afición.
HACERSE HOMBRE
El chiquilín siguió creciendo en ese ambiente hostil. A los 13 años, todos los sábados jugaba partidos por dinero junto a jóvenes que lo doblaban en edad. No había árbitro y las patadas más sutiles le apuntaban a los dientes... Hoy podría ver aquello como un entrenamiento extremo para que todo lo que vino después parezca más tranquilo.
A los 15 años tuvo su primer encuentro con una alegría futbolística, antes de que los hinchas argentinos supieran de su existencia. Conoció un avión y tuvo su primera experiencia internacional en el seleccionado que también contaba con Javier Mascherano (hoy en Liverpool) y Maximiliano López (FC Moscú). Fue en el Torneo Tres Naciones, en Londres. Allí brilló en el triunfo sobre Francia, cuando anotó un golazo de chilena en el mítico Estadio de Wembley.
Cuando debutó en la Primera de Boca Juniors tardó muy poco en convertirse en ídolo de La Doce. También se hizo foco de la prensa y blanco de los clubes extranjeros. “No estoy apurado para irme al exterior –declaró entonces–. Claro que económicamente pienso en mi familia, pero para más adelante. Tampoco me quiero ir de mi país para sufrir afuera. Es muy difícil la adaptación”.
UN JUGADOR COMPLETO
Fue la estrella que ganó cuatro títulos con Boca, el club más popular de la Argentina, y él siguió con su rostro relajado, como ajeno al brillo que lo rodeaba. Es un líder al que no le hace falta levantar la voz para ser el conductor de un equipo. Se envalentona con la pelota, siempre la pide y aparece en las situaciones difíciles. Su baja estatura (1,70m) lo hace un delantero duro de controlar y tiene alta resistencia a los golpes. Se mueve agazapado y de pronto aparece con velocidad en el área, detrás de sus marcadores y tiene una definición letal con su pierna derecha.
Se divierte jugando y se enoja como un niño. Le duele en el alma perder, que es muy distinto a no saber perder. Pese a su carácter retraído, representa la idiosincrasia del potrero argentino: gambetea, va al frente, cambia de ritmo y él solo es capaz de variar el curso de un partido.
Tevez se quejó de que en Argentina no lo valoraban y de que la gente que no lo conocía se dejaba llevar por los comentarios que se hacían sobre él. En diciembre de 2004 tomó la decisión más importante de su carrera: dejar a Boca e irse a jugar a Brasil. Habían sido tres años de un amor incondicional con el equipo xeneize. La empresa MSI, gerenciadora del Corinthians, pagó 19,5 millones de dólares y, de esa manera, Tevez se convirtió en la principal contratación extranjera en la historia del fútbol brasileño.
Atrás quedaron algunos escándalos que ocuparon a buena parte de los medios y que mucho disgustaron a Carlitos. Como sus diferencias con Jorge Benítez, ex entrenador de Boca, o su relación sentimental con la modelo Natalia Fassi. En tierras paulistas encontró la paz que necesitaba para seguir divirtiéndose adentro de un campo de juego, y para seguir generando devoción y negocios fuera de él.
Sin embargo, en Brasil también tuvo que sortear inconvenientes. Algunas discrepancias con sus compañeros llegaron incluso hasta los golpes. También amenazó, en su momento, con dejar ese país. “Siento que no quieren que un argentino triunfe acá”, expresó Tevez públicamente, refiriéndose a que los árbitros no sancionaban las violentas infracciones que había recibido desde su llegada. “En todos los partidos escucho que los jueces me dicen ‘gringo de mierda’ y otras cosas”, aseguró a las agencias de noticias en aquella oportunidad. Fueron momentos complicados que, con el paso del tiempo, se revalorizaron y le sirvieron para crecer como persona, sin dejar de ser fiel a sí mismo ni a sus raíces.
En la campaña televisiva de uno de sus sponsors, sostuvo que Diego Maradona y Juan Román Riquelme eran los grandes ‘10’ de la historia, excluyendo a Pelé, algo que disgustó marcadamente a los brasileños, heridos en su orgullo. Pero su sinceridad también despertó nuevas adhesiones. En un fútbol plagado de estrellas mediáticas con aires de diva, la simpleza de Tevez genera una simpatía inmediata.
Aunque el asedio de la prensa y de la gente cada vez es más fuerte, Carlitos se deja querer. Siempre tiene tiempo para firmar camisetas, sacarse fotos con la gente y atender a los periodistas con una sonrisa, aunque no le guste nada esa ‘tarea’. Pero el feeling más natural lo tiene con los niños, que son los que más lo buscan y los que lo ven como ídolo indiscutido.
Tras ganarse el respeto y la admiración de los aficionados brasileños, partió a su aventura inglesa. No le seducía la idea de marcharse a un país con un idioma desconocido para él, y temía por la adaptación, pero sorprendió a todos acomodándose rápidamente al esquema del West Ham United. Fue importante tener como compañero a su amigo Mascherano, quien también lo había acompañado en el Corinthians. Sin mucho margen por la amenaza concreta de la relegación, Tevez desplegó su oficio goleador e hizo posible que el centenario club londinense permaneciese un año más en la Premier League.
Con la tranquilidad de la tarea cumplida, decidió subir un escalón y aceptar el enorme desafío de ponerse la casaca roja del Manchester United, junto a grandes del fútbol como Cristiano Ronaldo, Wayne Rooney, Ryan Giggs o Gary Neville. Y enseguida se acopló al dibujo táctico del técnico Alex Ferguson, a quien elogia: “Se ocupa mucho de los jugadores y tiene un ansia de triunfo impresionante que nos trasmite”. Y comparó al escocés con Diego Maradona, actual seleccionador de Argentina. “Para todo futbolista argentino es un sueño trabajar con Diego. Y yo no soy al excepción”, contó luego de ser dirigido por él.
Campeón de todo, trata de pasar en Buenos Aires el máximo de tiempo que le permite su club. Para estar con sus amigos de siempre y cantar con ‘Piolavago’. La prensa lo perseguirá, con una insistencia en su barrio de origen que roza la discriminación. “Ya no me preocupa dónde me vean, eso siempre es así. Si estoy con amigos tomando agua, después dicen que estaba borracho en un bar. La prensa es así. Eso es malo. Me molesta mucho no poder salir con mis amigos porque ya dicen que estás en pedo, que estás drogado y que tenés malas juntas”, se queja Tevez, quien lleva una vida acorde al profesionalismo del fútbol y es un responsable padre de su pequeña hija Florencia. “No me gusta la prensa. Quiero que me critiquen como futbolista, nada más. Después, en la vida personal, uno hace lo que quiere”, reclamó cuando su noviazgo era noticia en los programas de chimentos.
Hoy, Carlitos es campeón del mundo de clubes y sueña con el mismo título pero con la Selección Argentina en 2010. Sin dejar de lado la alegría que lo invade a su regreso de Japón, se anima a expresar lo que quiere para su futuro. “Antes de los 30 volveré a Boca y ahí me voy a retirar. Quiero tener las dos piernas bien para jugar con los pibes del barrio y no dar lástima, no estar gordo”, advirtió.Después de su duodécima vuelta olímpica, Tevez está a la altura de los más grandes y está para disputarle la corona a cualquiera. Para ser el nuevo Rey Carlos de Inglaterra.