miércoles, 22 de enero de 2020

La máxima goleada de selecciones: 46-0

El 7 de julio de 2015 Vanuatu aplastó los Estados Federados de Micronesia con un impresionante 46-0, por un partido correspondiente a los Pacific Games, que oficiaron como eliminatoria de Oceanía para los Juegos Olímpicos Río 2016.

Este resultado rompió el récord de la victoria más contundente en un partido de selecciones (en este caso Sub-23), superando el 38-0 que Fiji había conseguido, también contra Micronesia, dos días antes.

Stan Foster, DT de Micronesia
El abultado resultado puede encontrar explicación en el amateurismo y la inexperiencia de los chicos de Micronesia. “Eran niños contra hombres”, remarcó Stan Foster, DT de los micronesios, luego de la derrota y recordó que para la mayoría de sus jugadores este torneo significó la primera vez que disputaron partidos en una cancha de once, con las medidas reglamentarias. “Es tan difícil en esta etapa inicial... Esto es el jardín de infantes para nosotros", ejemplificó. "Tenemos que aprender y saber que tenemos que seguir entrenando duro para mejorar", analizó Foster.

El entrenador dio más datos para tomar magnitud de la diferencia de potencial entre los equipos: "La mayoría de estos muchachos nunca ha salido de sus aldeas y mucho menos ha viajado a otra isla. Hace unos días los llevé a Guam y era la primera vez que han subido a un ascensor o usado una escalera mecánica. Ha sido un gran paso para estos chicos".

Vanuatu 46-0 Micronesia
En los tres partidos del grupo, disputados en Port Moresby (Papúa Nueva Guinea), Micronesia sufrió 114 goles: 30-0 con Tahití, 38-0 con Fiji y 46-0 con Vanuatu. "Espero que la FIFA venga a Micronesia para una inspección y podamos afiliarnos a la Confederación Asiática de Fútbol. Si lo hacen, se abrirá la puerta a recibir asistencia técnica y todo lo que vendrá con ello. Será un gran envión”, dijo el entrenador Foster.

La selección de Micronesia había perdido ya sus dos primeros partidos de grupo por 38-0, ante Fiji, y por 30-0, contra Tahití, por lo que recibió 114 tantos en tres encuentros.

Jean Kaltack
El delantero de Vanuatu Jean Kaltack marcó 16 goles en el 46-0, quedó como máximo goleador del torneo y grabó su nombre por haber convertido el máximo número de goles en un partido de selecciones.

Como los Estados Federados de Micronesia no están afiliados a la FIFA, para el máximo organismo del fútbol la mayor goleada registrada sigue siendo el 31-0 de Australia sobre Samoa Estadounidense,  el 11 de abril de 2001 camino al Mundial Japón/Corea del año siguiente. Sí, claro, se tiene en cuenta este 46-0 como partido internacional.

Selección de Micronesia que participó en los Pacific Games 2015

Si se habla de récords, vale mencionar también a la mayor goleada en un partido entre clubes (mediante goles en contra por protesta contra el árbitro): el 31 de octubre de 2002 por la THB Champions League de Madagascar, el AS Adema venció 149-0 al SO l'Emyrne Antanarativo. Más allá de este partido tan alevosamente irregular, el récord anterior se mantuvo durante 117 años: el Arbroath FC, el cual goleó 36-0 al Bon Accord FC el 12 de septiembre de 1885 por la Copa Escocesa 1885/86.

viernes, 3 de enero de 2020

Las Islas Salomón sueñan con su primer embajador en Europa

El mediocampista Atkin Kaua busca hacer historia en su país y su continente: puede convertirse en el primer futbolista de las Islas Salomón con un contrato profesional en Europa.

Las Islas Salomón están locas por el fútbol. Una mirada al ranking de la FIFA descubre que el país es el segundo mejor (141) de Oceanía, después de Nueva Zelanda (122). El archipiélago tropical, ubicado al noreste de Australia, hace décadas que sueña con tener a compatriota jugando profesionalmente en Europa. Nawo, de 23años, ha sido seleccionado como el candidato ideal y está cerca de ser pionero. Actualmente juega en el Laugu United FC en la liga más importante del país. Como seleccionado con 21 partidos internacionales, es uno de los referentes del equipo nacional salomonense. En su carrera ya jugó en clubes universitarios de Nueva Zelanda y ahora recibió la invitación para una prueba en el Tarxien Rainbows FC, de la Premier League de Malta,.

Solo hay un desafío: conseguir el dinero para viajar y permanecer en Europa durante la prueba. Viajar entre Oceanía hasta Europa es caro. Se requieren al menos tres vuelos de ida para ir desde las Islas Salomón a Malta. Y los fondos deben reunirse a más tardar los primeros días de enero.

El monto financiado se utilizará para:
  • Un vuelo de ida entre Australia y Malta con una fecha de regreso flexible (Honiara - Brisbane ya está cubierta por Solomon Airlines)
  • Cubrir los costos de alojamiento y comidas si es necesario extender la estadía por 14 días.
  • Un presupuesto para cubrir los costos de orientación personal de la Netherlands Oceania Support Foundation (para cubrir alojamiento, comidas, transporte),

Lo que hay que saber
La invitación se hizo posible con la ayuda de la Netherlands Oceania Support Foundation. La organización (fundada en 2011) organiza campos de entrenamiento, pruebas y recluta entrenadores para países del Pacífico Sur. La fundación visitó Malta en noviembre para explorar las oportunidades para que los jugadores de fútbol de las Islas Salomón lleguen a Europa. Una serie de reuniones con clubes profesionales de la Maltese Premier League y la Maltese 1st Division demostraron ser fructíferas.

El iniciador de este esfuerzo es Paul Driessen, presidente de la fundación: "He soñado con ayudar a los isleños del Pacífico a llegar a Europa desde que comencé a apoyar el desarrollo del fútbol para el Pacífico Sur en 2009. Siempre creí que algún día nuestra fundación en los Países Bajos podría ser el vínculo para abrir esta oportunidad. El hecho de que Atkin haya sido invitado a a una prueba en Europa es un gran reconocimiento del fútbol de las Islas Salomón. Cualquiera que sea el resultado, esto al menos aumenta la conciencia europea sobre el potencial isleño para futuras pruebas de jugadores".

Cómo apoyar a Kaua
En el siguiente link se pueden hacer donaciones, por más pequeñas que parezcan, todas suman ➡️
https://www.gofundme.com/f/wyqbyc-first-ever-europe-trial-for-solomon-islands

Esperemos que su sueño se cumpla.

jueves, 2 de enero de 2020

Africanos en la Copa Libertadores


Artículo publicado en la revista Potrero, en marzo de 2017
Por PABLO ARO GERALDES

Si Sudamérica es el semillero del fútbol mundial, se hace verdaderamente difícil que en su máximo torneo, la principal vidriera que Europa observa con detalle, aparezcan figuras extracontinentales. Son pocas, raras, pero las hubo y las hay. África, esa otra fuente explotada por los ricos clubes europeos, provee mano (o pie) de obra barata a cada vez más países más allá de los europeos, y así fue que pocos, solitarios, aventureros, fueron llegando futbolistas que vistieron camisetas sudamericanas.

En la Argentina son recordados varios casos que sembraron más simpatía que admiración futbolística. De Zambia llegó el arquero Efferd Chabala a Argentinos Juniors. Lo siguieron el camerunés Alphonse Tchami -el más popular por pasar a Boca Juniors- y el sudafricano Teophilus Khumalo, a quien todos llamaba “Doctor” por haber estudiado medicina. Fue una ilusión de Ferro Carril Oeste que se apagó muy pronto. Pero las puertas ya se habían abierto para la inmigración africana y pronto arribaron Ernest Mtawalli de Malawi a Newell’s Old Boys y luego a Talleres, de Córdoba; Nii Lamptey de Ghana a Unión, de Santa Fe; Tobie Mimboe de Camerún a San Lorenzo; Ibrahim Sekagya de Uganda a Atlético de Rafaela, Ferro y Arsenal…

Algunos, como Memory Mucherahowa, ni siquiera llegaron a debutar: recaló en Caballito cuando la novedad de Dr. Khumalo todavía estaba fresca, pero se tuvo que volver a Zimbabwe sin haber lucido la camiseta verde. Otros jugaron apenas unos minutos, pero en el caso del nigeriano Felix Orode fueron suficientes para quedar en el recuerdo sanlorencista: en 2009 entró contra Huracán en el que fue su único partido en Primera y participó en la acción que selló el 2-0 en Parque de los Patricios. Se quedó en el país, pasó por Nueva Chicago, la CAI, Excursionistas, Luján y ahora es ídolo en Sportivo Barracas.

La conexión africana no se detiene y la última página la empezó a escribir Okiki Afolabi, goleador de la pasada Nigeria Premier League y flamante delantero de Talleres de Córdoba.

John Yawson
(Ghana / Peñarol)
Pero esta edición está consagrada a la Copa Libertadores de América y ninguno de los antes mencionados llegó a disputarla. Pocos memoriosos estadígrafos recordarán el nombre de John Yawson, un ligero puntero ghanés que llegó a Peñarol en 1980 y al año siguiente se convirtió en el primer africano en jugar la Copa. Con el mismo poder de visionario con el que había ideado dos décadas antes un torneo que agrupara a los campeones de Sudamérica, Washington Cataldi era mucho más que el presidente de Peñarol, conocía como pocos el fútbol mundial. “El futuro del fútbol está en África”, declaraba mucho antes de que Camerún, Nigeria, Ghana o Costa de Marfil se convirtieran en dolores de cabeza para los grandes en las Copas del Mundo.

El 6 de mayo de 1981, ante Bella Vista, Yawson hizo su debut copero en el estadio Centenario. El cuadro aurinegro ganó el grupo pero en la zona semifinal quedó detrás del sorprendente Cobreloa. Al año siguiente Peñarol levantó por cuarta vez la Copa Libertadores, pero el ghanés ya había pegado la vuelta. A Yawson se le habían sumado dos sudafricanos: Abednigo Ngcobo y Ace Knomo, que casi no entraron en acción y no jugaron la Copa. Walter Olivera, el capitán de aquel Peñarol, recordaba: “Jawson era ligerísimo, lo mismo que los otros dos… Lo que pasa es que eran más livianos y en aquel fútbol se les hacía más difícil poder jugar. No eran malos, pero el de antes era otro juego, hoy ha cambiado mucho”.

Custódio Mendes
(Cabo Verde / Estudiantes de La Plata)
Aquel hito establecido por Peñarol, al igual que haber marcado el primer gol de la Copa y haber sido el primer campeón, quedó más que nada como una anécdota, pero no fue el inicio de un transito masivo desde el continente negro a los pagos de la Conmebol. De hecho, el siguiente africano que pisó una cancha por la Libertadores había llegado a la Argentina de chico y se formó en Estudiantes de La Plata, club con el que llegó a Primera. Se trata de Adriano Tomás Custódio Mendes, de Cabo Verde, quien inmigró al país con nacionalidad portuguesa, ya que el archipiélago fue colonia hasta 1975. Debutó el 29 de febrero de 1984 en la Copa, en el 1-1 con Independiente, que terminaría siendo el campeón. Jugó dos partidos más y luego de pasar por Temperley y el Blooming boliviano recién volvió a disputar la Libertadores en 1988, esta vez con la casaca azulgrana de Cerro Porteño, de Paraguay.

Los Juegos Olímpicos de 1988 y 1992, más los mundiales juveniles, marcaron en el mapamundi futbolísticos a varios países de África. La precariedad de la documentación podía sembrar dudas a la hora de ver a esos fornidos jugadores que no parecían de 17 o de 20 años, pero algunos clubes se empezaron a animar a pagarles el cruce del Atlántico.

En 1993 el Caracas FC debutó en la Copa Libertadores y a la novedad de su participación le agregó la presencia del ghanés Ibrahim Salisu, un delantero veloz y goleador en su patria que no pudo repetir sus destrezas en el certamen sudamericano. Su aparición fue, de todos modos, tan auspiciosa que los de la capital venezolana reincidieron en la conexión Ghana: para la edición 1996 contrataron a Safiyanu Musah y Michael Osei para acompañar a Salisu.

Cyrille Makanaky
(Camerún / Barcelona SC)
Con su particular peinado rasta, Cyrille Makanaky era rápidamente reconocido en la formidable selección de Camerún, la misma que venció a la Argentina en el partido inaugural del Mundial ‘90. Despertaba simpatía, pero también la movía en la mitad de la cancha. En 1994 firmó para el Barcelona… de Ecuador. Anduvo bien, salió campeón, pasó a Francia y en 1996 regresó a Guayaquil para dar una segunda vuelta olímpica y jugar la Copa Libertadores. Pero la historia no terminó bien: los dirigentes tenían una deuda importante con el camerunés y ahí entra la leyenda incomprobable que muchos ecuatorianos repiten como una verdad revelada. Dicen que Makanaky le pagó a un brujo para que maldijera al club; otros aseguran que él mismo preparó un maleficio. Brujería sí, brujería no, lo cierto es que tras la partida del africano, el Barcelona pasó 15 años sin ser campeón.

En ese 1996 la Copa tuvo a otro camerunés: en Cerro Porteño jugó Tobie Mimboe, el mismo que una temporada después tuviera un fugaz paso por San Lorenzo de Almagro.

Si Camerún estaba de moda y el recuerdo de la melodía de Notti Magiche de 1990 era imposible de reemplazar, todavía más curiosa resultó la aparición de Thomas N’Kono en el arco de Bolívar para la Copa 1997. En 1979 había sido elegido mejor arquero de África y compitió en las Copas del Mundo 1982 y 1990. A los 40 años, la Libertadores era un desafío novedoso y no desentonó en el equipo paceño: fue titular en los 10 partidos, ganó el Grupo 1 y recién cayó en cuartos de final ante Sporting Cristal, la revelación. Ganó 2-1 en La Paz y perdió 0-3 en Lima. Quien marcó el tercer gol es otro africano, el gran protagonista de esta nota.

Prince Amoako se había destacado en los Juegos Olímpicos de Atlanta con la selección de Ghana y un año después se embarcó con un destino inimaginado para los jóvenes de su tierra: el Perú. Sin hablar castellano se sumó al plantel de Sporting Cristal que estuvo cerca de ser el primer conjunto peruano ganador de la Copa. No pudo ser, pero grabó un hito: es el único futbolista africano que disputó una final del torneo mayor de la Conmebol.

Ya era sensación. Cuando Sporting Cristal vino a Buenos Aires para enfrentar por semifinales al Racing del Coco Basile, la revista peruana Once lo retrató al volante de un automóvil y tituló “Amoako, el conductor”. Lo que todavía ni él debe saber es por qué posó con una gorra de la Policía Federal.

Ese equipo histórico que alcanzó la final de la Libertadores con el Cruzeiro es reconocido aún hoy por su juego de conjunto. La primera definición se cerró con un 0-0 en Lima, sin Amoako. Para la revancha en el Mineirão, el técnico Sergio Markarián lo puso de entrada, pero comenzada la segunda mitad y con el resultado todavía en cero lo cambió por Alfredo Carmona. Finalmente los brasileños levantaron el trofeo gracias al gol de Elivelton, a 15 minutos del epílogo.

Amoako era figura y por sus pies pasó el accionar de Sporting Cristal. Su estancia en Perú se prolongó al año siguiente cuando pasó a Deportivo Muncipal, de Lima. Allí jugó una temporada más antes de marcharse a Talleres. En Córdoba es, todavía, el único africano que disputó un clásico con Belgrano. Después su carrera lo llevó por España, Grecia y Rusia antes de volver a su país. Hoy divide su tiempo entre su academia de menores en los Estados Unidos y Accra, la capital de Ghana. Desde allí surgió este diálogo con Potrero, antes de cumplirse los veinte años de aquella final copera:

-¿Sabe la gente en Ghana que sos el único africano que jugó una final de Copa Libertadores?
-Sí, sí, sí… La mayoría lo sabe. Es un motivo de orgullo para los futboleros de mi país.

-¿Cómo fue la llegada a un medio tan diferente, con un idioma desconocido?
-La adaptación no fue difícil porque siempre tuve buenas personas a mi alrededor. Al principio, no podía hablar español, pero ahora puedo hablar y leer para entender.

De todos modos, luego del primer contacto, prefirió esta charla sea en inglés.

-¿Qué aprendió en su paso por Sudamérica?
-Yo me incliné mucho por el fútbol sudamericano. En África nos encanta el fútbol, pero lo que he experimentado en América del Sur fue que la pasión del fútbol es tan grande y es más profesional que en mi tierra. En Sudamérica el nivel de fútbol es más alto que el de África… Creo que el que juega en Sudamérica, entonces se puede hacerlo en cualquier parte de Europa. Lo que aprendí allá me ayudó para después jugar mejor en Europa.

-Más allá del fútbol, ¿qué memorias guarda de su paso por Perú y Argentina?
-Tengo muchos recuerdos buenos de Perú, porque los peruanos son gente agradable en comparación con otros países. A los peruanos no les importaba si era extranjero, de dónde era sino cómo era. Mi familia y yo no nos olvidamos nunca de Perú. También tengo amigos en Argentina, pero mis recuerdos siempre están en Perú, donde hice muchas amistades. He jugado para el Sporting Cristal y el Deportivo Municipal, pero más allá de esos dos clubes casi todo el mundo en el Perú me quiere y me demuestra su afecto. Además, sigo escuchando salsa y merengue.

Prince Amoako
(Ghana / Sporting Cristal)
En el tema musical se desdibujaron sus fronteras. De su paso por Córdoba no se quedó con el cuarteto de la Mona o de Rodrigo, sino que le resuenan aún ritmos foráneos: “cuando estaba allá escuchaba a Maná y me gustaba esa canción “ojalá que llueva ‘coffee’ en el campo” (del dominicano Juan Luis Guerra). Otros que me traje de Argentina fueron Chichi Peralta (otro dominicano) y el dúo Servando y Florentino (venezolanos). En el repaso gastronómico, su recuerdos se anclaron en Lima: “me gustaba beber la Inca-Kola y comer lomo saltado y arroz con mariscos… Pero con el ceviche no pude, se me hizo muy difícil comerlo”.

-¿Seguís en contacto con los compañeros de Sporting Cristal? En agosto se cumplirán 20 años de la final de la Copa Libertadores…
-Sí, hablo o me escribo con algunos de los jugadores, especialmente Ñol Solano, mi mejor amigo. Siempre nos comunicamos. También hablé recientemente con (Manuel) Marengo. Quiero estar con ellos para celebrar los 20 años de aquella final.

El diálogo termina, pero Amoako quiere aprovechar esta llamada para mandar un mensaje de gratitud a aquel pueblo que tan bien lo recibió hace dos décadas, y lo hace por escrito: “mi familia y yo siempre recordamos el Perú y si Dios quiere lo visitaremos algún día. Mandale saludos a todos los peruanos, especialmente a la familia del Sporting Cristal y a los hinchas de Deportivo Municipal. Los amo. ¡Arriba PERÚ!".

Mientras África siga siendo un continente oprimido, miles y miles de personas tratarán de escapar de la miseria buscando nuevos horizontes. El fútbol no es ajeno a esta dura realidad, por eso cada temporada el éxodo se reanuda. Los mejores tendrán su lugar en Inglaterra, Francia, España, Italia o Alemania. Un segundo lote encontrará club en Rusia, Portugal, Grecia, Holanda y, así, hasta cubrir toda la geografía del Viejo Continente. Otros encontrarán su destino en el Golfo Pérsico, el Sudeste Asiático o en la cada vez más opulenta Liga China. Pero unos pocos se embarcarán hacia este lado del mundo, donde las cifras económicas son más pequeñas pero el desafío deportivo es auténtico.

Después de Prince Amoako aparecieron pocos más en la Libertadores, como el delantero camerunés Oyié Flavié, en el Atlético Bucaramanga colombiano de 1998, o su compatriota Benoît Angbwa, que integró la zaga de Nacional de Montevideo en 2003. Los hinchas del Bolso lo recuerdan porque en los cuartos de final fue autor del agónico empate 4-4 contra Santos, en el minuto 94. No alcanzó, porque en Brasil igualaron 2-2 y cayeron por penales, pero esa es otra historia.

El desprendimiento de su tierra natal hace que estos jugadores cosechen casi inmediatamente una fuerte empatía con el hincha sudamericano. Al fin y al cabo no hacen otra cosa que pasar de uno lado a otro del llamado Tercer Mundo. Ahora llega el momento de que un africano dé el gran golpe futbolístico.