viernes, 28 de abril de 2023

Loughgall FC, el equipo más chico de Europa

La noticia recorrió Europa: en Irlanda del Norte un club de un pueblo de apenas 283 habitantes jugará en la IFA Premiership, la máxima división del país. Se trata del Loughgall FC, de la pequeña villa del mismo nombre, en el condado de Armagh, a unos 50 kilómetros al oeste de Belfast.

Este puñado de vecinos representa la población más pequeña que participará en una primera división en todo el ámbito de la UEFA: este abril el equipo logró el ascenso como campeón y volverá a la elite después de 16 temporadas.

"Estamos en una nube. Llevamos varias temporadas quedándonos a punto del ascenso y por fin pudimos lograrlo", afirmó Mark Pierson, secretario general del club, en diálogo con Primera Plana, el suplemento dominical del diario madrileño Marca. El compromiso del club por subir a la máxima categoría del fútbol norirlandés era total: ya lo habían conseguido en 2010, pero aquella vez no obtuvieron la licencia de la Federación para competir en Primera.

La suerte no los acompañaba. Hace tres temporadas iban camino al ascenso cuando la pandemia de covid-19 obligó a cancelar la liga.

El honor de llegar a ser el campeón más pequeño de Europa podría ser un sueño motivador, pero por ahora no es más que eso en la mente de sus directivos: "Queremos ser competitivos, aunque por el momento confiaremos en evitar el descenso", concluye Pierson, que se mostró muy orgulloso de las inferiores de la pequeña institución: "Tenemos 18 equipos en la cantera, con más de 300 jugadores luciendo nuestra camiseta y el camino hacia el primer equipo está bastante abierto: Luke Cartwright, Nathaniel Ferris y Lee McMenemy, quienes habitualmente están con el plantel de primera, salieron de las inferiores".

El club, fundado en 1967, juega sus partidos como local en Lakeview Park, un lindo nombre para una modesta canchita. En 1991 fue aceptado en la antigua División B de la liga norirlandesa, luego de dos décadas de competir en categorías inferiores. 
En la temporada 1996-97, el Loughgall FC redondeó una buena campaña, en la que llegó a vencer al Cliftonville en la Copa de la Liga, ganó la Copa Bob Radcliffe y alcanzó la semifinal de la Copa de Irlanda del Norte. En el lapso de cuatro años, el equipo ganaría cuatro divisiones B consecutivas, pero no conseguiría el ascenso a la primera división, ya que otros clubes más grandes, situados más abajo en la clasificación, le pasaron por alto.
Desde noviembre de 2016 el equipo es dirigido por Dean Smith, quien llegó al equipo hace seis temporadas y lo ha llevado "del penúltimo puesto al ascenso", según él se vanagloria. "La transformación del club ha sido total: cuando llegué ni siquiera había campo de entrenamiento en Loughgall", le contó a Primera Plana.
Smith, además, no ve "un problema" en representar a un pueblo tan chiquito: "El pueblo es pequeño, pero alrededor tenemos alguna ciudad importante que, además de jugadores, nos aporta un grupo de hinchas fieles que vienen a la cancha a alentarnos".

El pueblo de Loughgall
En términos demográficos, Loughgall apenas tiene rival en Europa. Hasta ahora, el asentamiento con menor población en una Primera división en la UEFA era la ciudad de Streymnes en las Islas Feroe, que con sus 334 habitantes es sede del EB/Streymur, equipo que llegó a ser campeón de Liga dos veces (2008 y 2012). 

En Loughgall el número de integrantes del plantel representa casi un 10% de la población del pueblo... eso sin contar a mujeres, niños y mayores de 40 años.

El pueblo le debe su nombre a un pequeño lago cercano, y está rodeado de huertos.

La iglesia de St. Luke
Aún con su apacible paisaje, el pueblito vivió su hora turbulenta durante los años de fue del IRA. El 8 de mayo de 1987, ocho miembros de la East Tyrone Brigada del IRA Provisional lanzaron un ataque con bombas y armas de fuego contra la Royal Ulster Constabulary (RUC, comisaría de la Real Policía del Ulster) del pueblo, pero fueron interceptados por una unidad del Servicio Aéreo Especial (SAS) compuesta por veinticuatro soldados que estaban al corriente del ataque planeado. 
El SAS mató a tiros a todos los atacantes del IRA y a un civil que pasaba por ahí y que, sin saberlo, había conducido hasta la emboscada y fue confundido con un miembro del IRA. El incidente se conoce como la emboscada de Loughgall.


jueves, 27 de abril de 2023

Estadio Centenario, monumento del fútbol mundial

Artículo publicado en FIFA Magazine, en enero de 2008
Por PABLO ARO GERALDES

Hacia mediados de los años ’20 el fútbol ya era tremendamente popular en Uruguay, campeón olímpico en 1924 y 1928. Cuando el Congreso de la FIFA celebrado en Barcelona en 1929 otorgó al pequeño país sudamericano la organización del Primer Campeonato Mundial de fútbol se tuvo que apurar un proyecto largamente ambicionado: construir un gran estadio en Montevideo, la capital. Había solamente 14 meses por delante, todo fue vertiginoso. Se otrogó el terreno en el Parque de los Aliados y en pocas semanas el arquitecto Juan Scasso diseñó un revolucionario estadio circular y no rectangular como la mayoría de los de Europa. El 1º de febrero de 1930 comenzaron las obras y se trabajó durante las 24 horas para llegar a tiempo. Por las noches, enormes reflectores iluminaban a los operarios. Pero a medida que el otoño avanzaba el frío recrudecía y semanas enteras de lluvias obligaban a paralizar las obras.

El 18 de julio Uruguay festejaba el primer siglo de su Constitución. Para ese día estaba previsto el debut de su selección, ante Perú, pero el torneo debía empezar el 13 y el clima impidió la finalización de la construcción. Por eso Francia y México debieron dar comienzo a la historia de la Copa Mundial en la modesta canchita de Peñarol, con tribunas de madera. Paralelamente, Estados Unidos y Bélgica debutaban en el Parque Central, reducto de Nacional. Mientras, un diario alarmaba sobre el apuro de las obras para terminar el gran estadio: “el cemento aún estará fresco y hay peligro de derrumbe”.

Durante toda la noche del 17 estufas y braseros secaron el césped para que estuviera listo. El día del Centenario llegó y unas 80 mil personas desbordaron a los anonadados acomodadores sin experiencia y colmaron las tribunas que fueron bautizadas Colombes, Amsterdam (por los dos torneos olímpicos ganados), América y Olímpica, coronada esta por la bellísima Torre de los Homenajes. A las 14:30 Uruguay y Perú hicieron rodar el balón donde hacía solamente 8 meses había un gran parque de paseo. A los 20 minutos de la segunda mitad Héctor Castro disparó desde fuera del área y venció al arquero inca Jorge Pardón. Fue el primer gol de la historia del Estadio Centenario y la victoria celeste por 1-0.

El 30 de julio de 1930 Uruguay vencía a Argentina 4-2 y
conquistaba el primer Campeonato Mundial. Castro
marca el cuarto gol uruguayo ante un Centenario repleto.
Con el mismo vértigo con el que se construyó, se desarrolló el torneo. Doce días después de su inauguración, sus gradas eran testigo de la final. Uruguay venció a Argentina 4-2 y levantó la Copa Mundial ante la colosal torre de cien metros. Uruguay, un país que no llegaba a los dos millones de habitantes, le repetía al planeta, como en 1924 y 1928, que en el football era el mejor.

JOYA SUDAMERICANA
Históricamente el fútbol uruguayo era en realidad el fútbol montevideano. Así el Centenario se asentó como “el” estadio por excelencia. El 28 de septiembre de ese 1930 alojó su primer clásico, en el que Peñarol derrotó a Nacional 1-0.

Era el gran teatro de los uruguayos... y más. Mientras Europa sufría el desangramiento de la Segunda Guerra Mundial, Sudamérica seguía la fiesta del fútbol. En 1942 el Centenario fue sede del Campeonato Sudamericano. Con el récord de siete países participantes, Argentina aplastó a Ecuador 12-0, en el que hoy sigue siendo el score más abultado de la historia de la Copa América. Además, Herminio Masantonio logró el récord de 3 goles en sólo 8 minutos al marcar a los 20, 21 y 28 del segundo tiempo. Pero en la final, como en 1930, Uruguay volvió a celebrar sobre los argentinos con dos nombres que ocho años después le darían al país la gloria máxima en el Maracaná: Obdulio Varela y Schubert Gambeta.

En 1956 volvió a jugarse allí el Sudamericano, con todos partidos nocturnos, y otra vez fue Uruguay quien se impuso en el último partido a Argentina 1-0. El resultado rompía una tremenda racha argentina, ya que hasta entonces su última derrota por Copa América había sido aquella final de 1942.
Otro hito del estadio se plantó el 19 de abril de 1960, cuando Peñarol goleó 7-1 a Jorge Wilstermann, de Bolivia... era el primer partido de la historia de la Copa Libertadores, el principal certamen sudamericano de clubes. Esa tarde el ecuatoriano Alberto Spencer (máximo goleador de la historia del torneo) anotó 4 tantos. Peñarol fue campeón y el 3 de julio inauguró en el Centenario una nueva historia, la de la Copa Intercontinental. Ese día la visita de Real Madrid con Di Stéfano, Puskas y compañía logró el récord de entradas vendidas en el estadio: 71.872.

EL CLÁSICO Y LA CELESTE
Entre sus míticas tribunas se coronaron 7 campeones de la Libertadores: Estudiantes de La Plata, Peñarol, Independiente, Boca Juniors, Nacional (2 veces) y Flamengo. Por su césped pasaron los grandes nombres del gol en Sudamérica, además de Spencer: los uruguayos Fernando Morena, Pedro Rocha y Julio César Morales, los argentinos Daniel Onega y Luis Artime o los brasileños Pelé y Jairzinho.

En 1967 volvió a la rutina: fue la cancha donde se jugaron todos los partidos de la Copa América, trofeo que nuevamente quedó en Montevideo. ¿El partido final? Otra costumbre: festejar ante Argentina.

A fin de 1980, para celebrar los 50 años de la primera Copa Mundial, el Centenario hospedó la Copa de Oro de Campeones Mundiales, conocida como Mundialito, que reunió a todos ganadores menos a Inglaterra, que fue suplantada por Holanda. Diego Maradona era ya la máxima estrella del planeta, pero el trofeo se quedó nuevamente en casa: en la final Uruguay venció a Brasil 2-1.
El 18 de diciembre de 1982, el Comité Ejecutivo de la FIFA, lo declaró “Monumento Histórico del Fútbol Mundial”, y el 18 de julio del año siguiente se colocó una placa conmemorativa.

Peñarol-Nacional, el clásico uruguayo.
En octubre de 2008 se cumplirán 20 años de la última victoria uruguaya en la Copa Libertadores. Los clubes sufren la crisis del fútbol nacional que obliga a la exportación de la estrellas que cada año surgen en este próspero país. Las alegrías de las gradas quedaron reducidas a los coloridos clásicos entre Peñarol y Nacional, la única oportunidad de llenarlas, más allá de la Selección. Y fue La Celeste la que ofreció el último gran festejo, la conquista de la Copa América 1995. Pasaron más de doce años, sin embargo todo se atesora bajo el hormigón histórico. En su interior el Museo del Fútbol es una visita ineludible para todo aquel que pase por Montevideo.

Entre sus tribunas resuena el eco de mil gritos de gol. Desde aquellos cuatro de Dorado, Cea, Iriarte y Castro que le dieron a Uruguay su primera Copa Mundial hasta los más recientes de Francescoli, Recoba y Forlán están aquí, a orillas del Río de la Plata. Pasado y futuro; historia y sueños, como el de albergar la Copa Mundial 2030. El Centenario trasciende lo nacional. Es más que un estadio montevideano o uruguayo. Es patrimonio de toda Sudamérica... Es una joya mundial.

EL ESTADIO
Nombre: Estadio Centenario
Dirección: Av. Ricaldoni s/n - Parque Batlle y Ordoñez - Montevideo, Uruguay
Construido: 1930
Última remodelación: 2001
Aforo total: 76.609
Propietaria: Intendencia Municipal de Montevideo
Alberga: partidos internacionales y locales de gran trascendencia

RECONSTRUCCIÓN VIRTUAL


martes, 25 de abril de 2023

Canchas binacionales

El planeta tiene infinidad de canchas y estadios de fútbol en paisajes maravillosos, exóticos, increíbles. Pero muy pocas tienen la particularidad de estar asentadas sobre la frontera de dos países.

Este post, surge del excelente trabajo del blog Fronteras, al que recomiendo a todos los amantes de la geografía, los viajes y las buenas historias.

Diego González publicó en enero de 2018 esta recopilación de canchas atravesadas por fronteras nacionales: "Chutar desde Croacia y marcar gol en Bosnia", engancha su título. Y sí, esta curiosidad geográfica tiene un atractivo tremendo: estadios de fútbol en dos países.

Desde aquí, el texto original:

Un domingo cualquiera el FK Partizan de Kostajnica juega como local en la cuarta división de la liga de fútbol de la República Srpska. Unas pocas docenas de espectadores animan con cierta desgana a los jugadores locales mientras fuman un cigarrillo tras otro con los codos apoyados en las barandillas de un costado del campo. La hierba no está demasiado cuidada y los uniformes blanquinegros del once local lucen manchas de barro como testimonio. En un momento dado, un jugador visitante interrumpe el avance del ataque local despejando con un fuerte chut. La pelota sale por la banda y pasa por encima de la verja del campo. El utilero del equipo, un cincuentón curtido tras media vida en las categorías inferiores yugoslavas primero y serbobosnias después, masculla una maldición y se levanta del banquillo. La precaria economía del club no permite que se pierda material, así que le tocará ir a por él. Se dispone a salir del banquillo cuando recuerda algo. Del bolsillo lateral de una bolsa de deportes con los colores del equipo saca su pasaporte. Porque para ir a buscar la pelota tendrá que ir al extranjero. Bienvenidos al campo de fútbol de Kostajnica, donde se puede chutar desde un país y marcar gol en otro.
Estadio del FK Partizan Kostajnica, tomada desde el lado bosnio. Al fondo, Croacia.

Kostajnica es un pueblo de poco más de siete mil habitantes al noroeste de la República Srpska, una de las dos entidades administrativas en las que quedó dividida Bosnia Herzegovina tras el final de las Guerras Yugoslavas. Se llamó Bosanska Kostajnica hasta el inicio de las hostilidades, cuando las autoridades serbobosnias le cambiaron el nombre a Srpska Kostajnica; después de la guerra le quitaron el apelativo étnico. No sucedió lo mismo con el hermano gemelo del pueblo. Al otro lado del río Una se encuentra Hrvatska Kostajnica, su contraparte croata. La frontera en la zona discurre mayormente sobre el río, pero justo a la altura de Kostajnica se introduce un centenar de metros tierra adentro hacia Bosnia, de manera que las dos orillas del río pertenecen a Croacia. El campo de fútbol, construido antes de la guerra, quedó dividido entre los dos países cuando se trazaron las nuevas fronteras. Una parte de una de las bandas queda en territorio croata, de manera que es perfectamente posible chutar desde un país y marcar gol en otro.

El pasaporte no es necesario para lanzar un ataque por la banda norte del campo, al menos. Tampoco para estar en el banquillo, situado en territorio croata. La policía de fronteras croata patrulla regularmente el pequeño bosque que se extiende entre el campo de fútbol y el río, y todavía no se ha dado el caso de que detengan a un recogepelotas por entrar ilegalmente en territorio de la Unión Europea. Sin embargo, la frontera no sólo cruza el campo de fútbol. Algunos edificios del pueblo terminan justo en el límite internacional, y los agricultores serbobosnios con tierras en la margen sur del río sí que han tenido que mostrar sus pasaportes, o incluso alguno ha sido arrestado. La bandera serbia ondea en el estadio, pero sólo en uno de sus bandas. En la otra, colocar una bandera sería algo peor que una provocación, y en un pueblo que conoció la guerra hace menos de un cuarto de siglo hay cosas que es mejor evitar.

Podría creerse que el caso de Kostajnica es único, pero no, no lo es. Cambiemos de continente. Nos vamos a El Arenal, Guatemala. En el pueblo hay medio campo de fútbol, y digo medio porque la otra mitad se encuentra en El Arenal, Belice. La línea imaginaria aquí es exactamente eso, imaginaria, y cruza por la medio campo la cancha. Los niños de uno y otro lado juegan al fútbol todos las semanas, pero defendiendo siempre la portería de su país. Cada domingo se juega un partido internacional, en el sentido más literal de la palabra.
Guatemala y Belice mantienen un contencioso fronterizo desde hace más de siglo y medio. Lo que hoy es Belice fue antes una colonia llamada Honduras Británica. Guatemala y el Reino Unido firmaron un acuerdo en 1859 en el que los primeros reconocían la soberanía de los segundos sobre el territorio a cambio de una serie de contrapartidas económicas, incluyendo la construcción de una carretera. Ni las compensaciones económicas ni la carretera aparecieron, por lo que Guatemala reclama unos 11.000 kilómetros cuadrados de Belice, que viene a ser la mitad del país que España nunca reconoció como británica antes de la independencia guatemalteca. Belice se independizó en 1981 pero Guatemala no reconoció al nuevo país hasta diez años más tarde, y no ha retirado su reclamación territorial. La disputa ha provocado no pocos incidentes, el último de los cuales hace un par de años acabó con el despliegue de tres mil soldados del Ejército de Guatemala en la frontera tras la muerte a balazos de un adolescente a manos de soldados beliceños.
Pese a los incidentes y la tensión fronteriza, en El Arenal, situado a cuatro kilómetros del principal paso fronterizo entre ambas naciones, los vecinos viven en armonía. Los niños de ambos lados juegan juntos y hay numerosos proyectos transfronterizos de cooperación. La gente cruza tranquilamente de un lado a otro sin ser importunada por la policía, y es normal que los beliceños acudan al médico en Guatemala y los niños chapines vayan a clases a Belice, donde la lengua oficial es el inglés. La línea fronteriza fue establecida oficialmente en el año 2001 con la mediación de la Organización de Estados Americanos, y se la conoce como Línea de Adyacencia, o, más comúnmente, como la línea imaginaria. El cruce de la frontera es libre excepto para trabajar, por lo que no se requiere tampoco ningún permiso especial para echar una pachanga. Sólo ganas de defender sobre el campo al propio país de la manera más surrealista imaginable. La alcaldía del lado chapín ha propuesto instalar un estadio de fútbol de verdad, con césped cuidado, líneas de delimitación y tribuna, para recalcar lo excepcional del lugar y elevarlo a símbolo internacional de paz y convivencia entre pueblos. Ojalá le hagan caso.
¡No se vayan todavía, amigos, aún hay más! Nos trasladamos ahora a San José de Pocitos, un barrio de la ciudad boliviana de Yacuiba, que con sus cien mil habitantes es la capital de la Provincia del Gran Chaco. Yacuiba forma un continuo urbano con la localidad de Salvador Mazza que, por estar al otro lado del estrecho río Itaperenda, pertenece a la Argentina. Sin embargo la frontera no sigue exactamente el curso del río, debido quizás al terremoto que sacudió la localidad en 1899. El derecho internacional es claro al respecto: si el río cambia su curso debido a la erosión natural, la frontera le sigue, pero si el cambio se debe a acontecimientos catastróficos o a la mano del hombre, la frontera permanece inmutable. Así pues, la línea fronteriza zigzaguea alegremente a un lado y al otro del río, que discurre ajeno a las cuitas humanas.

Los vecinos de San José de Pocitos llevaban mucho tiempo pidiéndole a la alcaldía que instalara un parque para que los niños pudieran jugar en algún lugar del pueblo. El problema es que, si miramos el mapa más arriba, San José de Pocitos está encajonado entre dos ramales de la frontera argentina y el suelo no abunda. Así que finalmente cedieron e instalaron el parque en uno de los pocos lugares libres, situado justo junto a la frontera. El parque fue inaugurado en octubre de 2017 y cuenta con toboganes, columpios y, atención, un campo de fútbol con porterías metálicas. Para darle algo más de empaque se decidió instalar una pequeña tribuna en el lateral occidental del campo, sin tener demasiado en cuenta que ese trozo de terreno ya pertenecía a la Argentina.
Vista aérea del parque y la cancha de fútbol, con los hitos fronterizos señalados.

Podría aducirse en defensa de las autoridades municipales Yacuibeñas que no se habían percatado de que estaban invadiendo territorio del país vecino, si no fuera por el mojón de granito de metro y medio de alto situado justo delante de la tribuna, pegado a una de las rayas de cal del campo. El alcalde justificó la invasión con unas palabras que desde aquí suscribimos:
Vivimos en una zona fronteriza, donde, más allá de los límites territoriales y de líneas demarcatorias, está la hermandad de los pueblos
Hito fronterizo argentoboliviano, con la pequeña tribuna del campo de fútbol justo detrás.
yacuiba 2
La provincia argentina de Salta protestó airadamente por esa violación de todos los códigos municipales, regionales y nacionales (¡han instalado una grada sin permiso de obra!) y el ayuntamiento boliviano se vio obligado a rectificar rápidamente para evitar un incidente internacional, así que cambiaron de lugar las, por otro lado, más bien humildes gradas. Sin duda, una pérdida para el acervo fronterizo mundial.
Las gradas en su nueva ubicación. Nótese el mojón fronterizo a la izquierda de la imagen.
El detrás del arco de la cancha de San José de Pocitos.

¿Hemos acabado ya? ¡No! Saltemos de nuevo a la otra orilla del Océano Atlántico. Concretamente al Reino Unido. Como cualquier aficionado al fútbol sabe, cada uno de los países constituyentes del reino tiene su propia selección de fútbol y su propia liga. Chester es una ciudad inglesa y como tal su club disuputa sus partidos en el sistema de fútbol inglés. Pero a un par de kilómetros del centro de la ciudad se encuentra el límite con Gales. Cuando los mandamases del Chester City decidieron cerrar el viejo estadio de Sealand Road y construir uno nuevo, escogieron un lugar justo en la frontera galesa. El límite se encuentra en la parte trasera de la grada principal, así que cada fin de semana los hinchas del Chester FC, el club que sucedió al Chester City tras su desaparición en 2010, aparcan el coche en Inglaterra y cruzan a Gales para animar a su equipo. El estadio, sin embargo, tiene dirección postal inglesa porque la puerta principal se encuentra, por apenas unos pocos metros, en territorio inglés.

domingo, 16 de abril de 2023

Después del Mundial

Después de una Copa del Mundo se inicia el largo camino de cuatro años hasta la siguiente cita. Se renuevan las ilusiones con esa sensación de volver a empezar.
Un repaso al primer partido que jugó la Selección Argentina luego de cada uno de los 18 mundiales que disputó. El equipo, el primer gol y una historia que se repetirá después del Mundial 2026...


Después de Uruguay 1930
3-8-1930, Buenos Aires - amistoso
Argentina 3-1 Yugoslavia
Goles: Francisco Sponda (2) y Manuel Trujillo
Formación: Eduardo Alterio - Oscar Tarrio, Juan Carlos Iribarren - Olegario Viegas, Carlos Volante, Camilo Bonelli - Leonardo Sandoval, Juan Arrillaga, Francisco Sponda, Manuel Trujillo y Luis Gómez. DT: no designado.

Después de Italia 1934
18-7-1934, Montevideo - amistoso
Uruguay 2-2 Argentina
Goles: Tomás González Peralta y Delfín Benítez Cáceres
Formación: Fernando Bello - José María González, Alberto Cuello - Carlos Santamaría, José María Minella, Aaron Wergifker - Tomás González Peralta, Delfín Benítez Cáceres, Arturo Naon, Antonio Sastre y Tomás Beristain. DT: no designado.

Después de Suecia 1958
7-3-1959, Buenos Aires - Sudamericano
Argentina 6-1 Chile
Goles: Pedro Manfredini (2), Pedro Eugenio Callá, Juan José Pizzuti (2) y Raúl Belén
Formación: Osvaldo Jorge Negri - Julio Alberto Nuin, Luis Raúl Cardoso, Carmelo Simeone - Vladislao Cap, José Varacka - Oreste Osmar Corbatta, Juan José Pizzuti, Pedro Manfredini, Pedro Eugenio Callá y Raúl Belén. DTs: Victorio Spinetto, José Della Torre y José Barreiro.

Después de Chile 1962
15-8-1962, Buenos Aires - Copa Lipton
Argentina 3-1 Uruguay
Goles: Marcelo Pagani, Daniel Willington y Alberto González
Formación: Rogelio Domínguez - José Ramos Delgado, Miguel Vidal, Carlos Sáinz - Antonio Rattin, José Varacka, Ernesto Juárez, César Luis Menotti - Marcelo Pagani (46' Daniel Willington), Ernesto Grillo y Alberto González. DT: Néstor Rossi.

Después de Inglaterra 1966
18-1-1967, Montevideo - Sudamericano
Argentina 4-1 Paraguay
Goles: Oscar Mas, Raúl Bernao, Luis Artime y Rafael Albrecht
Formación: Antonio Roma - Santos Ovejero, Silvio Marzolini, David Acevedo, Rafael Albrecht - Oscar Celis, Raúl Bernao, Alberto González (75' Juan Sarnari) - Luis Artime, Alfredo Rojas (75' Norberto Raffo) y Oscar Mas. DT: Jim López.

Después de Alemania Federal 1974
12-10-1974, Buenos Aires - Copa de la Hispanidad
Argentina 1-1 España
Gol: Roberto Rogel
Formación: Rubén Sánchez - Vicente Pernía, Jorge Paolino, Roberto Rogel, Jorge Carrascosa, - Miguel Brindisi, Francisco Russo, Carlos Babbington - René Houseman, Edgardo Di Meola y Enzo Ferrero. DT: César Luis Menotti.

Después de Argentina 1978
25-4-1979, Buenos Aires - amistoso
Argentina 2-1 Bulgaria 
Goles: René Houseman y Daniel Passarella (p)
Formación: Ubaldo Fillol - Jorge Olguín, Hugo Villaverde, Daniel Passarella, Jorge García - Juan Barbas (64' José Gaitán), Américo Gallego, Diego Maradona - René Houseman, José Reinaldi y Oscar Ortiz (66' Hugo Perotti). DT: César Luis Menotti.

Después de España 1982
12-5-1983, Santiago - amistoso 
Chile 2-2 Argentina
Goles: Norberto Alonso y Ricardo Gareca
Formación: Ubaldo Fillol - Carlos Arregui, Oscar Ruggeri, Enzo Trossero, Julio Olarticoechea - Ricardo Giusti (86' Víctor Ramos), Claudio Marangoni, Jorge Burruchaga (68' Alejandro Sabella), Norberto Alonso - Gabriel Calderón y Ricardo Gareca. DT: Carlos Bilardo.

Después de México 1986
10-6-1987, Zürich - amistoso
Argentina 1-3 Italia
Gol: Diego Maradona
Formación: Sergio Goycochea - José Luis Cuciuffo (46' Hernán Díaz), José Luis Brown, Oscar Ruggeri, Oscar Garré - Julio Olarticoechea (46' Hernán Díaz), Sergio Batista, Darío Siviski (85' Claudio Caniggia) - Diego Maradona - Roque Alfaro (73' Oscar Dertycia) y Juan Gilberto Funes (59' Pedro Pasculli). DT: Carlos Bilardo.

Después de Italia 1990
19-2-1991, Rosario - amistoso
Argentina 2-0 Hungría
Goles: Darío Franco y Antonio Mohamed
Formación: Sergio Goycochea - Fabian Basualdo, Fernando Gamboa, Oscar Ruggeri, Carlos Enrique - Darío Franco, José Luis Villarreal, Carlos David Visconti - Diego Latorre (84' Gerardo Martino), Antonio Mohamed (84' Carlos Alfaro Moreno) y Ramón Medina Bello (72' Ariel Boldrini). DT: Alfio Basile.

Después de Estados Unidos 1994
16-11-1994, Santiago - amistoso
Chile 0-3 Argentina
Goles: Sebastián Rambert, Marcelo Espina y Marcelo Escudero 
Formación: Carlos Bossio - Javier Zanetti, Roberto Ayala, Néstor Fabbri, Rodolfo Arruabarrena - Marcelo Escudero (81' Nelson Vivas), Hugo Leonardo Pérez, Christian Bassedas, Marcelo Espina (86' Marcelo Gallardo) - Ariel Ortega (79' Luis Carranza) y Sebastián Rambert (85' José Flores). DT: Daniel Passarella.

Después de Francia 1998
3-2-1999, Maracaibo - amistoso
Venezuela 0-2 Argentina
Goles: Walter Samuel y Marcelo Gallardo
Formación: Germán Burgos - Hugo Ibarra (23' Claudio Husaín), Berizzo, Walter Samuel, Juan Pablo Sorín - Diego Cagna, Leonardo Astrada, Christian Basadas, Marcelo Gallardo - Guillermo Barros Schelotto (45' Juan Fernández) y Martín Palermo. DT: Marcelo Bielsa.

Después de Japón-Corea del Sur 2002
20-11-2002, Saitama - Kirin Cup
Japón 0-2 Argentina
Goles: Juan Pablo Sorín y Hernán Crespo
Formación: Pablo Caballero - Facundo Quiroga, Roberto Ayala, Walter Samuel - Javier Zanetti, Matías Almeyda, Juan Pablo Sorín - Juan Sebastián Verón - Ariel Ortega (72' Javier Saviola) - Hernán Crespo (82' Santiago Solari) y Claudio López (64' Cristian González). DT: Marcelo Bielsa.

Después de Alemania 2006
3-9-2006, Londres - amistoso
Brasil 3-0 Argentina
Goles: -
Formación: Roberto Abbondanzieri - Pablo Zabaleta, Fabricio Coloccini, Gabriel Milito, Clemente Rodriguez (46' Somoza) - Luis González, Javier Mascherano (46' Walter Samuel), Juan Román Riquelme, Daniel Bilos (72' Federico Insúa) - Carlos Tevez (66' Sergio Agüero) y Lionel Messi. DT: Alfio Basile.

Después de Sudáfrica 2010
11-8-2010, Dublin - amistoso
Irlanda 0-1 Argentina 
Gol: Ángel Di María
Formación: Sergio Romero - Nicolás Burdisso (45' Pablo Zabaleta), Martín Demichelis, Walter Samuel (82' Fabricio Coloccini), Gabriel Heinze (71' Emiliano Insúa) - Fernando Gago, Javier Mascherano, Ever Banega - Lionel Messi (57' Ezequiel Lavezzi), Ángel Di María (71' Jonás Gutierrez); y Gonzalo Higuaín (45' Diego Milito). DT: Sergio Batista.

Después de Brasil 2014
3-9-2014, Düsseldorf - amistoso
Alemania 2-4 Argentina
Goles: Sergio Aguëro, Erik Lamela, Federico Fernández y Ángel Di María
Formación: Sergio Romero (79' Mariano Andújar) - Pablo Zabaleta (77' Hugo Campagnaro), Federico Fernández, Martín Demichelis, Marcos Rojo - Enzo Pérez, Javier Mascherano, Lucas Biglia - Erik Lamela (67' Fernando Gago), Sergio Agüero (83' Nicolás Gaitán) y Ángel Di María (85' Ricardo Álvarez). DT: Gerardo Martino.

Después de Rusia 2018
8-9-2018, Los Angeles - amistoso
Argentina 3-0 Guatemala
Goles: Gonzalo Martínez (p), Giovani Lo Celso y Giovanni Simeone
Formación: Gerónimo Rulli - Renzo Saravia, Germán Pezzella (55' Alan Franco), Ramiro Funes Mori (65' Walter Kannemann), Nicolás Tagliafico - Exequiel Palacios (65' Franco Cervi), Leandro Paredes (46' Santiago Ascacíbar), Giovani Lo Celso - Gonzalo Martínez (55' Franco Vázquez), Giovanni Simeone y Cristian Pavón (46' Matías Vargas). DT: Lionel Scaloni.

Después de Qatar 2022
23-3-2023, Buenos Aires - amistoso
Argentina 2-0 Panamá
Goles: Thiago Almada y Lionel Messi
Formación: Emiliano Martínez - Nahuel Molina, Cristian Romero, Nicolás Otamendi (46' Lisandro Martínez), Nicolás Tagliafico (69 ' Marcos Acuña) - Rodrigo De Paul, Enzo Fernández (59' Leandro Paredes), Alexis Mac Allister (46' Thiago Almada) - Lionel Messi, Julián Álvarez (46' Lautaro Martínez) y Ángel Di María (59' Paulo Dybala). DT: Lionel Scaloni.

sábado, 8 de abril de 2023

Conte Verde

Antes que el césped del Estadio Centenario, incluso antes que las canchas de Pocitos y el Parque Central, hubo una superficie que empezó a ser protagonista de la primera Copa del Mundo: la cubierta del transatlántico Conte Verde. Una historia para conocer la previa de Uruguay 1930.

Por PABLO ARO GERALDES

En 1930 Uruguay quedaba mucho más lejos de Europa. Llegar a Montevideo desde el Viejo Continente suponía dos semanas de travesía en barco, dejar todo lo conocido y aventurarse a cruzar el océano. Eso, sumado a la crisis económica mundial que había estallado en 1929, derivó en que la primera Copa del Mundo de la FIFA contara con apenas cuatro selecciones europeas entre las que no estarían España, ni Italia, ni Inglaterra, ni Alemania, ni Holanda.

Rey Carol II de Rumania
Rebobinemos cinco semanas antes del puntapié inicial. Después de su exilio en Inglaterra, el 5 de junio de 1930, el rey Carol II de Rumania había sido coronado en Bucarest. Una de sus primeras decisiones para conseguir el favor de su pueblo -hoy la llamarían "populismo"- fue impulsar la participación de la selección rumana en la Copa del Mundo. Lo curioso es que todos los jugadores eran empleados de la compañía petrolera Câmpina, manejada por capitales ingleses. Todo fue contrarreloj y el plantel se concentró en Timisoara gracias a un permiso que les consiguió el propio rey para ausentarse por tres meses de sus puestos de trabajo (el fútbol todavía no era profesional). Una versión cuenta que Su Majestad compensaría "de su bolsillo" a Câmpina. Pero otra versión sostiene que el titular de la petrolera amenazó a los jugadores con despedirlos si se iban a Sudamérica, pero Carol II lo llamó y le advirtió que si no dejaba jugar a sus empleados en la Copa Mundial, él mismo se encargaría personalmente de cerrar la fábrica. Así, el propio rey formó el seleccionado y no solo eso: convenció al vecino Reino de Yugoslavia para que también mandara a una selección rumbo a Montevideo.
El entrenador era Costel Rădulescu, un veterano de la Primera Guerra Mundial y que, más tarde, estaría entre los fundadores de la Federación Rumana de Fútbol.

Los yugoslavos (o mejor dicho, los serbios, ya que los croatas estaban boicoteando la federación de fútbol de Yugoslavia debido a la política interna) se entusiasmaron y se sumaron al torneo, pero no se embarcaron en el Conte Verde debido a una disputa geopolítica con Italia por el Trieste, región de población eslava sometida a una "italianización" y discriminada bajo el régimen fascista de Benito Mussolini. Por eso, en vez de abordar en Génova siguieron hasta Marsella, donde el 19 de junio iniciaron la travesía a bordo del SS Florida, un paquebote de pasajeros, más pequeño pero bien equipado. Fueron los primeros en comenzar el largo viaje que incluyó una escala en Miami. Junto a ellos debían viajar los egipcios, pero llegaron tarde por una tormenta en el Mediterráneo y se tuvieron que volver a Alejandría: se perdieron el Mundial. Mandaron un cable con sus disculpas: el debut africano en la Copa quedaría para cuatro años más tarde.

Para entonces los rumanos habían iniciado su travesía ferroviaria el 16 desde Bucarest hacia Timisoara y luego hacia Italia: "Perdí dos noches en el tren a Génova. Los asientos eran realmente malos, simplemente mataron nuestros huesos. Pero valió la pena", recordaba Rudolph Wetzer, capitán de la selección rumana. Allí, en Génova, el 19 de junio entraría en escena el Conte Verde, el barco más destacado en la historia del fútbol, el protagonista de estas líneas. Su importancia fue tal que vale resumir sus primeros años: había sido montado a comienzos de los años 1920s en los astilleros William Beardmore & Co en Dalmuir, Escocia, y en 1923 pasó a brindar servicios en la compañía naviera Lloyd Sabaudo de Génova, para unir ese puerto italiano con New York. Llevaba el apodo de Amedeo VI de Savoia (conocido como el conde verde), fallecido en 1383, para quien el color verde era portador de buena fortuna.

Lo operaba una tripulación de cuatrocientas personas; medía 180 metros de eslora y 22,6 de manga. Podía desplegar una velocidad de 18,5 nudos, propulsado por turbinas a vapor, y desplazar 18.760 toneladas. Un transatlántico monumental.
Fotografía de 1923
Artesanos y artistas italianos habían sido contratados desde Florencia para decorar los salones de primera clase. Toda la ornamentación resplandecía con el estilo de los palacios renacentistas. Tenía capacidad para 450 pasajeros en primera clase, 200 en segunda y también 1780 en los llamados "camarotes de los emigrantes". Claro, luego de la primera Guerra Mundial una fuerte ola migratoria partía de Italia y el resto de Europa hacia América: Estados Unidos, México, Venezuela, Brasil, Uruguay y la Argentina eran los destinos que recibían con los brazos abiertos a los europeos. Luego de viajar a New York, cambió su destino final hacia Buenos Aires. Esos pasajes económicos eran los más requeridos por quienes dejaban todo en su tierra ya tomada por el fascismo para venir a "hacerse la América" con la esperanza de un día regresar a la patria natal. La mayoría hizo un viaje de ida y echó raíces de este lado del Atlántico.
El confortable jardín de invierno del barco.

Pero el cruce transtlántico más importante de su historia lo hizo en 1930 rumbo a Montevideo, con sesenta futbolistas, tres árbitros, un rey y un trofeo.

Los rumanos navegaron unas horas desde Génova hasta Villefranche-sur-mer, puerto francés pegado a Niza, donde el Conte Verde hizo su primera escala. Allí, el 21 de junio se les sumó la delegación de Francia que la noche anterior había partido en tren desde París. Junto a la selección iban el presidente de la FIFA Jules Rimet con su hija, dos árbitros (el francés Thomas Balway y el belga Henri Christophe) y un trofeo alado llamado 'Victoire' (victoria), obra del escultor francés Albert Lafleur, destinado al vencedor. Se componía de una copa octagonal, sostenida por una figura alada representando a Niké, la diosa griega de la victoria. Ese que en cuarenta días habría de resplandecer en las manos de los primeros campeones del mundo.

Placa conmemorativa de la partida del seleccionado francés
en el puerto de Villefranche-sur-mer.
Claro, después de que el francés Rimet bregara tanto por la realización del campeonato mundial, el seleccionado del gallito no podía estar ausente. Sus jugadores, todavía amateurs, necesitaron permisos diversos de sus empleadores. El arquero Alex Thépot lo consiguió a último momento gracias a una licencia excepcional de la Administración de Aduanas; el joven mediocentro Marcel Pinel hacía el servicio militar y consiguió otro permiso especial como "enviado extraordinario del cónsul francés en Uruguay", todo gracias a una última intervención del Quai d'Orsay (cancillería) ante el Ministerio de las Fuerzas Armadas.

Tampoco podía faltar Bélgica, impulsada por Rudolf Seedrayers, vicepresidente de la FIFA. Así, ese 22 de junio el Conte Verde siguió su derrotero hacia el sudoeste y ancló en Barcelona, donde se sumaron la Selección de Bélgica y el árbitro John Langenus, también belga, que acabaría dirigiendo la final del certamen.
Aviso de la naviera Lloyd Sabaudo en el diario español La Época:
anunciaba la escala en Barcelona para el 22 de junio.


El buque puso proa hacia el estrecho de Gibratar y al pasar ante Algeciras dejó el Mediterráneo para adentrarse en el Atlántico.

Cuenta el diario catalán La Vanguardia: “Los rumanos nos sorprendieron por sus dotes cantoras. Cada vez que iniciaban un concierto bajo la dirección de su delantero centro, los pasajeros abandonaban los salones para asistir a aquel refinamiento artístico”. El árbitro Langenus recordó que "los franceses se adueñaron de un rincón del barco al que bautizaron Montmartre y se distraían con canciones de Maurice Chevalier”. La música era un buen pasatiempo entre las olas.
Belgas, franceses y rumanos posaron juntos en la cubierta.
En el medio, con boina, Jules Rimet junto al capitán Amedeo Pinceti.
De jugar al fútbol, ni hablar, pero... ¿cómo mantenían la forma física? El cruce del océano duró diez días, en los que los tres equipos se turnaban en sesiones de entrenamiento en la lujosa cubierta. Peculiares ejercicios a babor, movimientos para que el cuerpo no se entumeciera a estribor: algunos trotes, salto de soga y poco más. La pelota solamente se usaba para prácticas de mano, coordinación y ya. “Solo se nos cayó un balón al agua”, apuntó el delantero rumano Rudolf Wetzer, que además de ser el único profesional y capitán del equipo, estaba encargado junto a Octav Luchide de armar los entrenamientos, bajo las órdenes de técnico Costel Rădulescu.

El delantero francés Lucien Laurent no imaginaba por entonces que pasaría a la historia por marcar el primer gol de la historia de las Copas del Mundo. Se limitaba a trotar con sus compañeros, como contó años después: "No se habló de tácticas ni nada de eso, simplemente corríamos alrededor de la cubierta. Corriendo, corriendo todo el tiempo. Abajo hacíamos ejercicio: estirar, saltar, subir escaleras, levantar pesas. También había una piscina que todos usamos hasta que el clima se enfrió. Y nos entreteníamos con un acto de comedia o un cuarteto de cuerda. Era como un campamento de vacaciones. Realmente no nos dimos cuenta de la enorme magnitud de por qué íbamos a Uruguay. Hasta años después no apreciamos nuestro lugar en la historia. Fue solo aventura. Éramos hombres jóvenes divirtiéndonos. El viaje en el Conte Verde tomó 15 días. Fueron 15 días muy felices".

El diario de a bordo del comandante Amedeo Pinceti es un tesoro invaluable a la vez que un romántico retrato de época. Un fragmento de su bitácora: "...una larga travesía que en esta ocasión ha estado acompañada por vientos favorables y en la que en referencia al tiempo no ha acontecido ningún hecho reseñable. Aunque Neptuno y Eolo nos han tendido una alfombra roja hasta Montevideo, he de reconocer que para mí este no ha sido un viaje más, puesto que tengo la sensación de que esta travesía perdurará en el tiempo, más aún al repasar mis conversaciones con un distinguido tripulante: el señor Jules Rimet. He de reconocer que este caballero francés me ha dejado huella, y eso que a bordo del Conte Verde han viajado insignes personajes. De entre ellos destacaría especialmente a Carlos Gardel, que en 1928, acompañado por los guitarristas Barbieri y Aguilar, me pidió que detuviera la marcha de las máquinas e invitara a todos los pasajeros y a la tripulación a rendir un silencioso homenaje de pesar al escritor argentino Ricardo Güiraldes (cuyos restos mortales regresaban de París para ser sepultados en el pueblo bonaerense de San Antonio de Areco). Un genio como cantante y como persona, un tipo fascinante este Gardel. Al igual que el Sr. Rimet, el caballero que ha organizado ese curioso torneo que se disputará en Montevideo, que despierta gran curiosidad en mí y me tiene realmente expectante. Expectante porque desde que zarpamos de Génova me fueron sorprendiendo las historias que rodean a estos futbolistas".
Un rato de esparcimiento para el seleccionado belga.

Pinceti le hablaba a Rimet de Gardel, pero el presidente de la FIFA, que también era admirador del Zorzal Criollo, le insistía que el navío sería más recordado por el viaje hacia la primera Copa del Mundo que por las anécdotas con el cantante. "Pese a que le he preguntado en más de una ocasión por las significativas ausencias de selecciones europeas como Inglaterra, Italia o España, (Rimet) sigue firme en su convencimiento de que está a punto de hacer historia. Para él pesó más lo costoso y largo de la travesía pocos meses después del derrumbe bursátil de Wall Street y la obstinada resistencia de la FA a sumarse a un proyecto imparable, que el propio hecho futbolístico de afrontar una competición Mundial. Un Mundial a disputar en un lejano país que con sus exhibiciones en Colombes y Ámsterdam se ha situado geográficamente en el planeta", escribió Pinceti.

La selección francesa, camino a Montevideo.
El cruce del Atlántico llevó más escalas: Lisboa, la isla portuguesa de Madeira, Canarias... Al cruzar el Ecuador, hubo fiesta con el tradicional "bautismo de Neptuno" y los futbolistas también se sumaron. La última parada antes de llegar fue el 30 de junio, en Río de Janeiro, donde los europeos aprovecharon dos días para pasear y probar frutas desconocidas antes de volver a embarcarse, el 2 de julio, cuando el plantel brasileño se incorporó al último tramo del viaje.

El diario de Pinceti da para escribir un libro entero, vale repetir otros pasajes de su manuscrito: "...Curioso este deporte y estos futbolistas que viajan con un equipaje lleno de zapatos de cuero hasta los tobillos, que cada día lustran con grasa antes de entrenar en la cubierta. Ese puente y esa cubierta de la que se han quejado pero que, hablando de barcos, para mí es lo mejor de Europa. En este barco tienen un gimnasio, es posible pasear, practicar deportes y hacer otras actividades y diversiones. Incluso en la tercera clase -aquella de los inmigrantes- se viaja en camarote y se dispone de agua corriente". Y sigue: "Pintorescos personajes sobre los que de no conocer de antemano su vínculo con el deporte los podría haber confundido con alguno de nuestros fornidos carboneros o algún estibador del muelle. Hombres fuertes, algo por otra parte lógico, puesto que para tener el coraje suficiente como para pegarle con la cabeza al pétreo balón de cuero con el que juegan, dotado de una aparatosa costura exterior, hay que tenerlos muy bien puestos. O como mucho y tal y como me reveló el jugador francés Luciente Laurent, tener el suficiente ingenio como para jugar con una boina rellena con papel de periódico. Buen tipo este Laurent, listo donde los haya y al que le deseo mucha suerte".

Otra toma de la selección francesa.
El belga Langenus era uno de los personajes distinguidos de la travesía. Así lo recuerda el comandante Pinceti: "Un tipo peculiar, culto, elegante, políglota y periodista, con el que he mantenido alguna que otra conversación interesante y al que he observado entrenar con un curioso uniforme: chaqueta, corbata oscura, camisa blanca, pantalones bombachos, zapatos que le llegan a los talones y medias negras que cubren la valenciana del pantalón, todo ello rematado con una gorrita muy peculiar".

Pierre Billotey, periodista enviado especial de Le Journal, transmitía sus crónicas a París por clave morse y daba cuenta de la travesía. Estas notas eran replicadas por periódicos belgas y rumanos, que iban sumando su atención.

Durante los festejos del cruce del Ecuador, Pinceti tuvo otra larga tertulia con Rimet, en la que el presidente de la FIFA le confesó que estaba a punto de ver cumplido su sueño, "un sueño por el que había luchado firmemente y jamás podría llevar a cabo si la Asociación Uruguaya de Fútbol no se hubiera comprometido a correr con todos los gastos, tanto de la travesía como del alojamiento de todos los participantes. Una garantía que sumada al hecho del reparto de los posibles beneficios, más el compromiso de las pérdidas, en caso de déficit, que asumiría Uruguay, han hecho viable un evento de la enorme trascendencia histórica y deportiva. Por ello Rimet se sentía muy ilusionado y me repetía de forma incesante que el Conte Verde pasaría a la historia por ser el barco encargado de llevar a bordo la estatuilla de “Alas doradas” que custodiaba con tanto interés", rememora el comandante.
Los capitanes Pierre Braine (Bélgica), Alexandre Villaplane (Francia) y Emerich Vogl (Rumania).

Entre las aristas risueñas que se guardan de aquel viaje está el hecho de que el defensor francés Agustin Chantrel fue sorprendido con una mujer argentina, esposa de otro hombre a bordo del Conte Verde. Declaró que se casaría con ella cuando ésta obtuviera el divorcio. Sin embargo, a su llegada a Sudamérica, escapó rápidamente del asunto.
En la misma travesía viajaron, entre otros pasajeros, dos estrellas de la ópera: Fyodor Chaliapin y Marthe Nespoulous. Apuntes sueltos antes de la Copa del Mundo.

El 4 de julio, con cinco horas de retraso respecto a la hora estipulada, el Conte Verde atracaba en el puerto de la capital de la República Oriental del Uruguay. El recibimiento fue multitudinario. En Montevideo ya los esperaban los yugoslavos, así como los mexicanos y estadounidenses que habían viajado juntos (los aztecas hicieron primero el trayecto Veracruz - La Habana - New York, donde se unieron al equipo USA y embarcaron en el SS Munargo).
Tras el arribo, Rimet fue invitado a una audiencia personal con el presidente uruguayo Juan Campistegui.
Jules Rimet desembarca en Montevideo.
Concluía así el viaje más recordado del imponente transatlántico. Y en tal sentido lo dejó reflejado su máxima autoridad:

"Tengo la sensación de que esta no será una singladura más, de que estas líneas en mi 'Diario de a bordo' atestiguarán un hecho histórico para el deporte y para la humilde historia del SS Conte Verde y su capitán, el que suscribe y firma este conglomerado de experiencias y emociones"

Amedeo Pinceti, comandante del transatlántico SS Conte Verde, 1930

Antes de empezar el mundial, en suelo montevideano y a modo de entrenamiento, Francia venció en un amistoso informal a Rumania por 5-2. 
El 8 de julio se realizó el sorteo de los grupos para repartir a los 13 participantes.

El presidente de la República Oriental del Uruguay, Juan Campisteguy, recibió personalmente en el palacio presidencial a Jules Rimet y a su compatriota, el árbitro Thomas Balway. La invitación de Balway fue a modo de pésame por la pérdida de su esposa, que falleció mientras él se dirigía a Uruguay, por lo que su participación en los festejos y en el torneo fue muy acotada. Campisteguy tenía ascendencia vasco-francesa y conversaron en la lengua del país cuya fiesta nacional -el Día de la Bastilla, 14 de julio- se avecinaba.

El 10 de julio, Maurice Fischer y los miembros del Comité Organizador convocaron a una reunión de los 15 árbitros para repasar las Reglas del Torneo de la FIFA y garantizar la uniformidad de su aplicación. Luego visitaron el palacio presidencial donde se agasajó a los participantes con un suntuoso banquete. Era el comienzo de la semana de celebraciones por el Centenario de la Constitución. 
Lo que siguió fue una marcha en honor de los héroes de la Independencia, con una procesión de Campisteguy a la que se unieron las delegaciones: recorrieron la Avenida 18 de Julio hasta la Plaza Independencia, donde todos se reunieron bajo la estatua de José Gervasio Artigas, héroe nacional del Uruguay. Las celebraciones era el prólogo para la fiesta grande: estaba por comenzar el primer Campeonato Mundial de Fútbol.

LAS SELECCIONES "PASAJERAS" DEL CONTE VERDE EN LA COPA DEL MUNDO 1930
No les tocó cruzarse en la Copa, los cuatro seleccionados participaron en diferentes grupos y ninguna logró avanzar a semifinales (solamente pasaban los ganadores de cada zona). Francia y Bélgica, en simultáneo, abrieron el mundial: los franceses vencieron 4-1 a México en la cancha de Peñarol, en Pocitos, mientras los belgas cayeron 0-3 ante los Estados Unidos en el Parque Central, reducto de Nacional.

En el Grupo A, Francia continuó su estancia en Montevideo con dos derrotas ante Argentina y Chile, ambas por 0-1. En el Grupo B Brasil debutó perdiendo 1-2 con Yugoslavia, venció luego 4-0 a Bolivia pero no le alcanzó para avanzar.

En el C Rumania venció 3-1 a Perú en el partido con menos concurrencia de la historia mundialista: apenas unas 300 personas asistieron aquella tarde gris a la cancha de Peñarol. Su despedida tuvo más testigos: 80.000 uruguayos presenciaron la goleada 4-0 de la Celeste. Por último, el Grupo D Bélgica se despidió con dos derrotas: después de la mencionada contra los estadounidenses, cayó 0-1 ante Paraguay.
Rumania - Francia
Bélgica - Brasil
La delegación francesa, con Jules Rimet incluido, estuvo alojada en el Rowing Club de Montevideo. Los belgas se quedaron en Punta Carretas. 

La vuelta a casa fue dispersa. Franceses y belgas retornaron a bordo del transatlántico italiano SS Duilio, que hizo escalas (con partidos amistosos incluídos) en Santos, Río de Janeiro y Barcelona antes de atracar en Villefranche-sur-Mer el domingo 17 de agosto, casi dos meses después de haber zarpado.

En otro navío, los rumanos no tuvieron un viaje de placer, precisamente. El mediocampista Alfred Eisenbeisser se enfermó durante la travesía y le diagnosticaron neumonía. Cuando el transatlántico ancló en Génova, lo dejaron en Italia para recuperarse. Días después, la multitud que aguardaba al equipo en la estación norte de Bucarest notó enseguida su ausencia y se corrió el falso rumor de que había muerto en Uruguay. Una vez repuesto, Eisenbeisser (que también era conocido como "Fredi" Fieraru) retornó a Rumania y a la par del fútbol inició una exitosa carrera de patinaje artístico que lo llevaría a competir en los Juegos Olímpicos de invierno 1936, en Garmisch-Partenkirchen, Alemania.

DESPUÉS DE URUGUAY
Aquellas travesías entre el Mediterráneo y el Río de la Plata se terminaron en 1931, cuando al Conte Verde le modificaron las bitácoras y pasó a la compañía Lloyd Triestino para cubrir la ruta Trieste-Shanghai, vía Suez, Bombay, Colombo, Singapur y Hong Kong, un trayecto que demandaba 24 días. El mundo estaba cambiando para peor, el dolor de la Guerra Mundial de 1914 a 1918 parecía no haber dejado enseñanzas. El clima de violencia crecía con epicentro en Berlín, pero pronto iba a extenderse por el planisferio.
El cantante Carlos Gardel en 1931, en uno de los
últimos viajes del Conte Verde al Río de la Plata

Mientras, el Conte Verde seguía navegando y recopilando aventuras, como en 1936, cuando llevó al equipo olímpico chino que participaría en los Juegos Olímpicos de Berlín, o en 1937, cuando superó un tremendo tifón que lo hizo colisionar con otro barco cerca de Hong Kong: quedó encallado un mes en las costas del cabo Collinson. Pronto, el dolor se ganó el protagonismo de esa cubierta que en 1930 había respirado sueños de fútbol. Entre 1938 y 1940 el navío sirvió para exiliar a 17.000 judíos de Alemania y de Austria, que en su huida de la locura desatada por Adolf Hitler buscaron refugio en China. La persecución nazi de ciudadanos judíos se intensificó mucho más después del 9 de noviembre de 1938, tras la tristemente célebre Kristallnacht (noche de los cristales rotos). Literalmente, el navío se había transformado en un barco salvavidas.

Cuando el 10 de junio de 1940 Italia entró en la II Guerra Mundial, el Conte Verde ya no pudo regresar de uno de aquellos viajes y quedó varado en Shanghai. En diciembre de 1941 Japón le declaró la guerra a los Aliados y al año siguiente el barco (bajo el nombre de Teikyo Maru) cursó un extraño viaje a Lourenço Marques (Mozambique) para servir como transporte en un intercambio de prisioneros entre Estados Unidos y Japón, trueque que finalmente no se realizó. Mientras estaba amarrado en el puerto de Yokohama esperando un segundo viaje de intercambio, las negociaciones entre Japón y Estados Unidos colapsaron. El Conte Verde retornó a Shanghai.

Poco después, consumada la caída de Benito Mussolini, la tripulación italiana decidió hundir la nave para evitar que cayera en manos japonesas, cosa que igualmente acabaría sucediendo en 1944. En julio de aquel año las tropas del emperador Hirohito lo reacondicionaron y lo reflotaron pero el 8 de agosto una bomba B-24 de la aviación estadounidense lo hundió de nuevo.

Lejos de rendirse definitivamente, lo que quedaba del viejo Conte Verde fue resucitado por el ejército nipón: lo rebautizaron Kotobuki Maru, y pasó a transportar tropas. El 25 de julio de 1945, dos semanas antes del bombardeo de Hiroshima, un nuevo ataque norteamericano lo volvió a hundir. Fue el final del majestuoso navío. En 1949, lo que quedaba fue desguazado.

viernes, 7 de abril de 2023

Alcanzapelotas

Alcanzapelotas, recogebalones, recogepelotas o balonero según los diferentes países de habla hispana. O ball boy en inglés, raccattapalle en italiano, balle garçon en francés o Balljunge en alemán.

En todo el mundo los jóvenes de las divisiones menores actúan como alcanzapelotas en los partidos de la máxima división nacional y pueden ver de cerca a los ídolos mientras sueñan con ser compañeros dentro de unos pocos años.

Aquí el recuerdo de algunas estrellas del fútbol retratadas cuando niños, junto a grandes jugadores. Si tenés alguna, mandámela a este mail.
Argentinos Juniors junto a un muy pequeño Diego Maradona (con la pelota).

Enzo Fernández y Exequiel Palacios, en River Plate.

Juan Román Riquelme y Carlos Tevez, en Boca Juniors.


Paulo Dybala y Federico Insúa.

Marcelo Gallardo, junto a Gustavo Zapata.

Marco Van Basten posa junto a un sonriente Patrick Kluivert, en el Ajax.

El pequeño Ronaldinho junto a su hermano Roberto de Assis Moreira, jugador del Grêmio.

Raúl González, futuro goleador del Real Madrid, era recogebalones del Atlético. Aquí junto a Manolo Sánchez Delgado (Pichichi de la Liga 1991/92).

Un jovencísimo Josep Guardiola, recogepelotas del Barcelona, sujetando del brazo a Víctor Muñoz, en 1985.

Napoli campeón y detrás de Diego Maradona aparece un jovencito raccattapalle llamado Fabio Cannavaro.

Otra imagen de la gran cantera del Ajax: Frank Rijkaard y el pequeño Wesley Sneijder.

Andrés D'Alessandro y Enzo Francescoli, en River Plate.

Antonio Cassano, alcanzapelotas del Bari, junto a Dejan Savićević, del Milan.


EN BRASIL, CON NOMBRE PROPIO
Puede llamar la atención que en Brasil a los niños encargado de alcanzar los balones se los llame "gandulla". Ese apelativo es en honor al argentino Bernardo Gandulla (Buenos Aires, 1 de marzo de 1916 - 7 de julio de 1999), quien se destacó como delantero en las décadas de 1930 y 1940.

Todo se originó en 1939, mientras jugaba para el Vasco da Gama; no tuvo allí grandes actuaciones pero quedaría en el recuerdo por su actitud caballeresca: cuando la pelota salía de la cancha, él corría a buscarla y la entregaba a quien tenía que sacar, sin importar si era un compañero o un adversario.

Nano Gandulla había surgido en 1935 en la Primera de Ferro Carril Oeste hasta que en ese 1939 se fue a Brasil junto a Dacunto y Emeal al Vasco Da Gama. Después de esa temporada en el fútbol carioca, continuó su carrera en Boca Juniors, volvió a Ferro y cerró su trayectoria en Atlante, pero dejó para siempre su recuerdo en el fútbol brasileño.


POR PRIMERA VEZ EN UNA COPA DEL MUNDO
En 1966 futbolistas en edad escolar de toda Inglaterra fueron escogidos para cumplir funciones en los 32 partidos de las 8 ciudades sede.

Fueron sorteados a razón de nueve muchachitos para cada encuentro, y Neil Rioch, a quien le tocó estar en la final de Wembley, recuerda medio siglo después: "En ese momento yo vivía en Luton y todos tomamos el tren a Londres la mañana del partido. En el estadio, los ball-boys teníamos nuestro propio vestuario, al lado de los equipos, y cuando se acercaba el comienzo, el ruido de la gran multitud era increíble. Salimos a la cancha junto a los jugadores y cuando empezó el partido, mi posición estaba frente al palco real, a un metro de la acción".
Los recuerdos de Rioch (en la foto, el quinto desde la izquierda), recogidos por el Sunday Express, son emocionantes: "Después de unos segundos de comenzado el partido, un jugador de Alemania Federal pateó la pelota afuera y yo la recogí. Puedo decir con toda sinceridad que fui el primer inglés en tocarla en la final de Mundial 1966. Creo que se la pasé a Martin Peters".

"Los alcanzapelotas teníamos instrucciones estrictas de no ingresar al campo de juego, pero al final del partido las reglas se fueron por la ventana. Sabía que nunca volvería a tener una oportunidad como esa y me uní a las celebraciones", dice Rioch, que llegó a tener una buena carrera en el fútbol, incluyendo jugar para el Aston Villa, "pero nada se acercó a la emoción de esa tarde en Wembley. Mis compañeros de clase estaban tan envidiosos... Probablemente fue la mejor experiencia de mi vida".