Artículo publicado en la revista Fox Sports, en junio de 2008, actualizado en enero de 2022.
Por PABLO ARO GERALDES
Los goleadores son los principales generadores de alegría para los hinchas. Y para quienes recopilan estadísticas son los proveedores de una materia prima que puede parecer fría, pero que suele esconder historias curiosas, encerrar anécdotas desconocidas.
A fuerza de marcar y marcar, los goleadores se ganan un lugar en la historia. Su oficio de festejar más que los demás y de romper records les asegura el recuerdo en la memoria futbolera. Otros, signados por el destino, serán recordados no por la cantidad, sino porque abrieron el camino con un grito pionero.
LOS PRIMEROS
Ocho mil personas en una cancha uruguaya era una cifra nunca vista en 1902, una multitud jamás reunida. Pero ese 20 de julio fueron al Paso del Molino conscientes de que estarían ante un hecho histórico: la visita de Argentina era el debut de ambas selecciones y el primer match internacional fuera de las islas británicas (y algún amistoso entre Canadá y los Estados Unidos).
Por PABLO ARO GERALDES
Los goleadores son los principales generadores de alegría para los hinchas. Y para quienes recopilan estadísticas son los proveedores de una materia prima que puede parecer fría, pero que suele esconder historias curiosas, encerrar anécdotas desconocidas.
A fuerza de marcar y marcar, los goleadores se ganan un lugar en la historia. Su oficio de festejar más que los demás y de romper records les asegura el recuerdo en la memoria futbolera. Otros, signados por el destino, serán recordados no por la cantidad, sino porque abrieron el camino con un grito pionero.
LOS PRIMEROS
Ocho mil personas en una cancha uruguaya era una cifra nunca vista en 1902, una multitud jamás reunida. Pero ese 20 de julio fueron al Paso del Molino conscientes de que estarían ante un hecho histórico: la visita de Argentina era el debut de ambas selecciones y el primer match internacional fuera de las islas británicas (y algún amistoso entre Canadá y los Estados Unidos).
Esa tarde, la Celeste no fue el equipo uruguayo sino el argentino, que vistió una abrigada camiseta de ese color, con pantalones blancos y medias negras. Y con sólo 3 minutos jugados, Carlos Edgard Dickinson, de Belgrano Athletic, se metió en la historia del fútbol argentino y sudamericano al marcar el primer gol. De Buenos Aires, hijo de una familia inglesa acomodada. Había estudiado en el English High School, donde conoció a los hermanos Brown, que jugaban en Alumni. Después vivió en Suiza, Inglaterra y volvió a Buenos Aires, desde donde manejaba sus negocios agropecuarios, con campos en Corrientes, Entre Ríos, Salto (Uruguay) y el sur de Brasil. Mientras, se asoció al recientemente fundado Belgrano Athletic para jugar al fútbol. Vistió la casaca argentina en 6 partidos y marcó un solo gol: ése, el primero de todos.
El primer gol mundialista lo hizo Luis Monti, de San Lorenzo de Almagro, a 9 minutos del final del partido ante Francia. Fue el 15 de julio de 1930, con un tiro libre que valió la victoria en el Parque Central de Montevideo, mientras los obreros terminaban el estadio Centenario con el campeonato ya empezado. En ese Mundial, Argentina fue subcampeón al perder 4-2 la final contra Uruguay.
Casi un año más tarde, el 1º de junio de 1931, Alberto Zozaya abrió una nueva era al convertir el primer gol del fútbol profesional argentino. Esa tarde su Estudiantes de La Plata derrotó 3-0 a Talleres de Remedios de Escalada.
Ya en 1960 iba a darse otro hecho 'fundacional', el debut argentino en la Copa de Campeones de América, que más tarde sería famosa como Copa Libertadores. El torneo había comenzado el día anterior, con la goleada 7-1 de Peñarol a Jorge Wilstermann, de Bolivia, y todavía no despertaba mayor interés. Ese 20 de abril, San Lorenzo recibió al Bahía de Brasil en cancha de Huracán. Era un día laborable y una escasa concurrencia fue testigo del gol de Oscar 'Coco' Rossi, el primero del 3-0. Ningún hincha de Boedo, con la pasión mostrada en esta última edición de la Copa, podría imaginar que el comienzo de esta historia continental hubiera pasado tan desatendido.
LOS PROFETAS
Desde que en 1925 el rosarino Julio Libonatti se convirtiera en el primer futbolista de América en ser transferido a Europa, infinidad de jugadores probaron suerte en tierras lejanas. A Libonatti le fue bien: dejó Newell's por el Torino de Italia, donde anotó 164 veces y quedó como máximo goleador de la historia del club.
En ligas de alto nivel competitivo, no son muchos los extranjeros que ocuparon el puesto de goleador, pero varios argentinos lo consiguieron. En Italia fueron ocho los capo cannoniere, todos romperredes de primera línea: Enrique Guaita (1935) con la Roma, Antonio Angelillo (1959) con el Inter, Enrique Sívori (1960) con Juventus, Diego Maradona (1988) con el Napoli, Gabriel Batistuta (1995) con la Fiorentina, Hernán Crespo (2001) con la Lazio, Mauro Icardi con Internazionale (2015, junto a Luca Toni, y 2018, junto a Ciro Immobile) y Gonzalo Higuaín con la Juve (2016).
En la Liga Española hubo cuatro argentinos que se alzaron con el premio Pichichi en 16 temporadas diferentes: Alfredo Di Stéfano (1954, ‘56, ‘57, ‘58 y ‘59) con el Real Madrid, Mario Kempes (1977 y ‘78) con Valencia, Juan Antonio Pizzi (1996) con Tenerife y el romperécords Lionel Messi (2010, 12, 13, 17, 18, 19, 20 y 21) con Barcelona.
Desde el inicio del profesionalismo se vivió un flujo constante de futbolistas uruguayos hacia la Argentina. Un flujo casi unidireccional. Sin embargo, 14 veces el fútbol charrúa consagró a un goleador nacido en las pampas argentinas.
El primero fue Atilio García, juninense que con la camiseta de Nacional rozó el promedio de un gol por partido (hizo 208 en 210) y quedó ocho veces al tope de la tabla de artilleros (1938, ‘39, ‘40, ‘41, ‘42, ‘43, ‘44 y ‘46). Fallecido en 1973, conserva aún varios records: es el jugador que anotó más goles en un año (52 en 1938); es el máximo goleador de los clásicos, con los 34 goles que le hizo a Peñarol... y ninguno de penal. Y para ganarse el amor eterno de los hinchas bolsos, es quien más goles hizo en un clásico: cuatro en el 5-1 del 8 de diciembre de 1940. Impresionante.
Otros tres argentinos brillaron en Montevideo: Juan Hohberg, goleador en 1951 y ‘53, con Peñarol, Luis Artime, máximo cañonero de las temporadas 1969, ‘70 y ‘71, con Nacional, y Gonzalo Bergessio, que lo logró en 2018 también con Nacional.
En Portugal se consagró goleador en 2008 Lisandro López, que hizo 24 para el Porto campeón. Fue un digno sucesor de Héctor Yazalde, máximo anotador en 1974 y ‘75 con la camiseta de Sporting Lisboa. En la primera fue además Botín de Oro europeo, con sus 46 goles; una marca tremenda, solamente superada por los 47 que hizo el rumano Dudu Georgescu en 1977, para el Dinamo Bucarest.
Los franceses tuvieron durante una década el privilegio de disfrutar a dos goleadores de excepción. Primero fue Carlos Bianchi, con Reims (1974, ‘76 y ‘77) y luego con Paris Saint Germain (1978 y ‘79); lo imitó el ítalo-argentino Delio Onnis, goleador con Monaco (1975 y ‘80), Tours (1981 y ‘82) y Toulon (1984).
LOS INALCANZABLES
Por definición, ningún récord es imbatible. Pero de acuerdo al fútbol de hoy, éstos parecen inalcanzables. Son los delanteros que establecieron una marca histórica en una liga. Y ahí irrumpió Lionel Messi, aplastando todas las marcas existentes.
Es el único argentino que alcanzó la cima en una liga de alto nivel, ya que al podio del profesionalismo local subió el paraguayo Arsenio Erico, que con 293 en Independiente no pudo ser alcanzado por Ángel Labruna (292), en cifras que siguen siendo revisadas y sucitan polémicas. El fantástico artillero guaraní llegó a Avellaneda a los 17 años, mientras su país sufría la fraticida Guerra del Chaco, en 1934. Sus goles fueron fundamentales para los dos primeros títulos rojos del profesionalismo, en 1938 y ‘39.
De este lado del océano se metió en la historia el brasileño Evanivaldo Castro 'Cabinho', con 312 goles en el fútbol mexicano de 1ª División. Entre 1974 y 1988 defendió los colores de UNAM, Atlante, León y Tigres y fue 8 veces goleador de la liga. En Uruguay la cima la alcanzó Fernando Morena, que hizo 230 entre 1969 y ‘74, la mayoría con Peñarol. Fue además goleador de 3 Copas Libertadores (‘74, ‘75 y ‘82).
Otros 'históricos' son Víctor Antelo (350 goles en Bolivia), el argentino nacionalizado Sergio Ibarra (274 goles Perú), el argentino Sergio Galván (224 en Colombia) y Ermen Benítez (191 en Ecuador).
Pese a la pronunciación germana de su nombre, Arthur Friedenreich era paulista, hijo de un alemán y una brasileña. Llevaba en su piel el color materno y tuvo que luchar contra la discriminación que imperaba en el deporte a principios del siglo XX, entonces exclusivo de los círculos británicos. Entre 1909 y 1934 anotó 1.329 goles, cifra documentada que nadie pudo (y difícilmente podrá) igualar.
¿Quién conoce a Refic Resmiya? Fue el goleador de Albania con un promedio de 2,56 goles por partido en 1951. ¿Y a Archie Thompson? El australiano le hizo 13 goles a Samoa Americana, por la Eliminatoria a Japón-Corea 2002. Esa noche, Australia goleó 31-0, récord en la competencia.
Ya con rayas celestes y blancas, hubo otros 'scorers' que pueden llamarse pioneros: Alberto Ohaco, del gran Racing que motivó el apodo de La Academia, marcó el 6 de julio de 1916 el primer gol argentino en el Campeonato Sudamericano. A los dos minutos abrió la cuenta ante Chile en cancha de Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires, donde Argentina ganó 6-1.
Casi un año más tarde, el 1º de junio de 1931, Alberto Zozaya abrió una nueva era al convertir el primer gol del fútbol profesional argentino. Esa tarde su Estudiantes de La Plata derrotó 3-0 a Talleres de Remedios de Escalada.
Ya en 1960 iba a darse otro hecho 'fundacional', el debut argentino en la Copa de Campeones de América, que más tarde sería famosa como Copa Libertadores. El torneo había comenzado el día anterior, con la goleada 7-1 de Peñarol a Jorge Wilstermann, de Bolivia, y todavía no despertaba mayor interés. Ese 20 de abril, San Lorenzo recibió al Bahía de Brasil en cancha de Huracán. Era un día laborable y una escasa concurrencia fue testigo del gol de Oscar 'Coco' Rossi, el primero del 3-0. Ningún hincha de Boedo, con la pasión mostrada en esta última edición de la Copa, podría imaginar que el comienzo de esta historia continental hubiera pasado tan desatendido.
LOS PROFETAS
Desde que en 1925 el rosarino Julio Libonatti se convirtiera en el primer futbolista de América en ser transferido a Europa, infinidad de jugadores probaron suerte en tierras lejanas. A Libonatti le fue bien: dejó Newell's por el Torino de Italia, donde anotó 164 veces y quedó como máximo goleador de la historia del club.
En ligas de alto nivel competitivo, no son muchos los extranjeros que ocuparon el puesto de goleador, pero varios argentinos lo consiguieron. En Italia fueron ocho los capo cannoniere, todos romperredes de primera línea: Enrique Guaita (1935) con la Roma, Antonio Angelillo (1959) con el Inter, Enrique Sívori (1960) con Juventus, Diego Maradona (1988) con el Napoli, Gabriel Batistuta (1995) con la Fiorentina, Hernán Crespo (2001) con la Lazio, Mauro Icardi con Internazionale (2015, junto a Luca Toni, y 2018, junto a Ciro Immobile) y Gonzalo Higuaín con la Juve (2016).
En la Liga Española hubo cuatro argentinos que se alzaron con el premio Pichichi en 16 temporadas diferentes: Alfredo Di Stéfano (1954, ‘56, ‘57, ‘58 y ‘59) con el Real Madrid, Mario Kempes (1977 y ‘78) con Valencia, Juan Antonio Pizzi (1996) con Tenerife y el romperécords Lionel Messi (2010, 12, 13, 17, 18, 19, 20 y 21) con Barcelona.
En la Premier League ingles dos argentinos grabaron su nombre como top scorers: Carlos Tevez con 20 goles en 2011 (junto al búlgaro Dimitar Berbatov) y Sergio Agüero anotó 26 en 2016; ambos lo lograron con la casaca de Manchester City.
Desde el inicio del profesionalismo se vivió un flujo constante de futbolistas uruguayos hacia la Argentina. Un flujo casi unidireccional. Sin embargo, 14 veces el fútbol charrúa consagró a un goleador nacido en las pampas argentinas.
El primero fue Atilio García, juninense que con la camiseta de Nacional rozó el promedio de un gol por partido (hizo 208 en 210) y quedó ocho veces al tope de la tabla de artilleros (1938, ‘39, ‘40, ‘41, ‘42, ‘43, ‘44 y ‘46). Fallecido en 1973, conserva aún varios records: es el jugador que anotó más goles en un año (52 en 1938); es el máximo goleador de los clásicos, con los 34 goles que le hizo a Peñarol... y ninguno de penal. Y para ganarse el amor eterno de los hinchas bolsos, es quien más goles hizo en un clásico: cuatro en el 5-1 del 8 de diciembre de 1940. Impresionante.
Otros tres argentinos brillaron en Montevideo: Juan Hohberg, goleador en 1951 y ‘53, con Peñarol, Luis Artime, máximo cañonero de las temporadas 1969, ‘70 y ‘71, con Nacional, y Gonzalo Bergessio, que lo logró en 2018 también con Nacional.
En Portugal se consagró goleador en 2008 Lisandro López, que hizo 24 para el Porto campeón. Fue un digno sucesor de Héctor Yazalde, máximo anotador en 1974 y ‘75 con la camiseta de Sporting Lisboa. En la primera fue además Botín de Oro europeo, con sus 46 goles; una marca tremenda, solamente superada por los 47 que hizo el rumano Dudu Georgescu en 1977, para el Dinamo Bucarest.
Los franceses tuvieron durante una década el privilegio de disfrutar a dos goleadores de excepción. Primero fue Carlos Bianchi, con Reims (1974, ‘76 y ‘77) y luego con Paris Saint Germain (1978 y ‘79); lo imitó el ítalo-argentino Delio Onnis, goleador con Monaco (1975 y ‘80), Tours (1981 y ‘82) y Toulon (1984).
LOS INALCANZABLES
Por definición, ningún récord es imbatible. Pero de acuerdo al fútbol de hoy, éstos parecen inalcanzables. Son los delanteros que establecieron una marca histórica en una liga. Y ahí irrumpió Lionel Messi, aplastando todas las marcas existentes.
El rosarino es el único que logró ocho veces el premio Pichichi al máximo goleador de la Liga española. En sus 17 temporadas con el club catalán (2004-2021) se trepó al podio histórico de la Liga: anotó 474 goles en 520 partidos. Dejó muy relegado al vasco Telmo Zarra, que con la camiseta de Athletic Bilbao anotó 251 entre 1940 y 1955. Atrás quedaron el mexicano Hugo Sánchez (234) y el argentino Alfredo Di Stéfano (228).
Messi es el máximo goleador en una edición de la Liga: en la temporada 2011-12 metió 50, una bestialidad. Y es el máximo goleador de la historia con una misma camiseta: sumó 672 goles con Barcelona, superando los 643 goles que hizo Pelé con el Santos entre 1956 y 1974. El listado de marcas batidas por Leo podría llevarse páginas enteras.
Entre los inalcanzables aparece de nuevo Onnis. Debutó en Almagro en 1966, dos años más tarde pasó a Gimnasia y Esgrima La Plata y en 1971 se marchó a Reims, la tierra del champagne, donde comenzó a edificar su record: con 299 goles es el máximo anotador de la historia del campeonato francés. El Tano, como lo llamaban por su nacimiento en Roma, quedó por delante de monstruos del gol como Bernard Lacombe, Roger Piantoni, Just Fontaine, Jean-Pierre Papin y el propio Carlos Bianchi.
Es el único argentino que alcanzó la cima en una liga de alto nivel, ya que al podio del profesionalismo local subió el paraguayo Arsenio Erico, que con 293 en Independiente no pudo ser alcanzado por Ángel Labruna (292), en cifras que siguen siendo revisadas y sucitan polémicas. El fantástico artillero guaraní llegó a Avellaneda a los 17 años, mientras su país sufría la fraticida Guerra del Chaco, en 1934. Sus goles fueron fundamentales para los dos primeros títulos rojos del profesionalismo, en 1938 y ‘39.
Otros destacados goleadores de una liga europea fueron Uwe Seeler (404 en Alemania, entre 1954 y 1972), Jimmy Greaves (357 en Inglaterra, entre 1957 y 1972), Fernando Peyroteo (330 en Portugal entre 1937 y 1949) y Silvio Piola (274 en Italia entre 1929 y 1954).
Otros 'históricos' son Víctor Antelo (350 goles en Bolivia), el argentino nacionalizado Sergio Ibarra (274 goles Perú), el argentino Sergio Galván (224 en Colombia) y Ermen Benítez (191 en Ecuador).
ILUSTRES DESCONOCIDOS
No todos los nombres asociados al gol quedan en la memoria colectiva. Gestas lejanas o perdidas en el tiempo conspiran contra el recuerdo, pero no desmerecen las marcas conseguidas.
No todos los nombres asociados al gol quedan en la memoria colectiva. Gestas lejanas o perdidas en el tiempo conspiran contra el recuerdo, pero no desmerecen las marcas conseguidas.
Pese a la pronunciación germana de su nombre, Arthur Friedenreich era paulista, hijo de un alemán y una brasileña. Llevaba en su piel el color materno y tuvo que luchar contra la discriminación que imperaba en el deporte a principios del siglo XX, entonces exclusivo de los círculos británicos. Entre 1909 y 1934 anotó 1.329 goles, cifra documentada que nadie pudo (y difícilmente podrá) igualar.
¿Quién conoce a Refic Resmiya? Fue el goleador de Albania con un promedio de 2,56 goles por partido en 1951. ¿Y a Archie Thompson? El australiano le hizo 13 goles a Samoa Americana, por la Eliminatoria a Japón-Corea 2002. Esa noche, Australia goleó 31-0, récord en la competencia.
El récord del iraní Ali Daei como máximo goleador de una selección (109) fue superado por el portugués Cristiano Ronaldo (115, al 24 de enero de 2022).