miércoles, 15 de enero de 2025

Rosarinos, santafesinos y cordobeses

Desde siempre la élite del fútbol argentino se nutrió de jugadores nacidos en las llanuras de Santa Fe, Córdoba, el sur del litoral y la provincia de Buenos Aires. Esa “pampa gringa”, como se la llamó desde la masiva inmigración que se inició a fines del siglo 19, fue y sigue siendo cuna de futbolistas que no solo brillan en los clubes más poderosos de la Liga Profesional sino que se destacan en equipos de máximo nivel en el fútbol europeo y de otras plazas fuertes del continente americano.

Base del podcast El origen de los colores, de Radio Nacional.

El recorrido de hoy comenzará por la ciudad de Rosario y nos llevará por las provincias de Santa Fe y Córdoba, con un paso por la capital entrerriana. Y es en la Cuna de la Bandera donde un grupo de empleados del Ferrocarril Central Argentino de Rosario se reunió en un bar de la Avenida Alberdi para darle forma a esas ganas de practicar el deporte que ya era furor en Gran Bretaña. Fue en la víspera de Nochebuena de 1889 cuando setenta trabajadores ferroviarios le dieron vida al Central Argentine Railway Athletic Club.

El Central Argentine Railway Athletic Club
En su origen se notaba fuertemente su raíz británica; su primer presidente fue el inglés Colin Bolder Calder. Y tenían una idea muy clara de diferenciarse del Rosario Cricket Club, lo de estos muchachos estaría enfocado al fútbol. La administración del ferrocarril vio con buenos ojos la iniciativa de sus empleados y colaboró cediendo un terreno en el barrio de los talleres, ubicado entre los portones 3 y 4, cerca del Pasaje de las Cadenas (después llamado Escalada).

El problema que tienen todos los pioneros es: ¿y ahora contra quién jugamos? Mr. Mullhal, uno de los fundadores, salió a buscar un rival por la zona portuaria. En el antiguo muelle Comas vio a un buque inglés y supo que allí encontraría a once posible jugadores para proponer un desafío. Aceptaron y le pusieron fecha para mayo de 1890, cuando sabían que andarían de nuevo cargando materias primas en la margen del Río Paraná.

Mientras esperaban el “debut oficial”, jugaban partidos entre ellos, todos empleados del ferrocarril, ya que no se admitía socios ajenos a la empresa. Por entonces los colores elegidos eran el rojo y el blanco a mitades, con mangas bicolores, inspirados en la bandera inglesa o en alguna señal ferroviaria, según versiones diferentes. Sin embargo el socio fundador Thomas Hopper y el exdelantero Daniel Green señalaron que la camiseta era roja y blanca a rayas verticales, no a mitades, pero no existen fotos de aquellos años iniciales.

Llegó mayo de 1890, volvió el barco inglés y se produjo el debut: un 1-1 ante unas cincuenta personas. Se dieron revancha y Central ganó 2-1. Cuatro años después, tuvieron que ampliar las instalaciones y mudaron su cancha a la intersección de las líneas del Ferrocarril de Buenos Aires a Rosario, en un predio cedido por el inglés Oldenford. Allí siguieron hasta 1902, cuando se subastaron esos terrenos y debieron trasladarse a un descampado de la estación Parada, en Villa Sanguineti.

De 1903 data la primera foto, de un partido entre el equipo de los Talleres (Central) y el Rosario Athletic. Y ese mismo año hubo cambio de colores: el azul desplazó al rojo… por un par de temporadas. En 1904 se fusionaron las empresas de ferrocarriles Central Argentino y Buenos Aires: los socios pasaron de 70 a 130 y, reunidos en asamblea resolvieron modificar el nombre. Desde entonces pasarían a llamarse Club Atlético Rosario Central y aceptarían entre sus filas a socios que no fueran ferroviarios; era el comienzo de la expansión.

En 1906 o 1907, no hay certezas, pasaron a usar camiseta azul con cuello amarillo y pantalón negro. Esa ropa duró hasta 1915, cuando quedó definitiva la camiseta a rayas azules y amarillas que ya habían empezado a usar esporádicamente desde 1907.

Ya inmensamente popular, en 1918 tuvieron que desalojar el predio de Villa Sanguinetti y el Ferrocarril les dio un terreno entre los portones 2 y 3, cerca del actual cruce Alberdi. Pero en 1925 el club se independizó de la empresa y hubo que devolverlo. El Concejo Municipal de Rosario les otorgó por veinte años un lote casi a orillas del Paraná, en lo que hoy son las avenidas Génova y Cordiviola. Allí, en 1929 inauguraron la cancha y cuando en 1947 se venció el plazo de dos décadas, ganaron el remate y lo compraron para no irse más. Comenzó la ampliación del estadio que se modernizaría para el Mundial ‘78 y sería para siempre “El Gigante de Arroyito”. 
Central-Newell's, uno de los clásicos más picantes de la Argentina

Central es el club que lleva más años practicando fútbol consecutivamente en la Argentina y fue el creador de la Liga Rosarina de Fútbol, en 1905. El 21 de junio de ese año se enfrentó por primera vez al que sería su archirrival: Newell’s Old Boys, también con origen inglés.

Isaac Newell
En 1884 había llegado desde el condado de Kent un profesor llamado Isaac Newell. Fundó su propia escuela: el Colegio Anglo Argentino de Rosario. Y como todos los inmigrantes británicos, había traído consigo la semillita del fútbol. Su hijo Claudio fue uno de los impulsores de la idea de crear un club, y lo hicieron el 3 de noviembre de 1903 en el mismo patio del colegio.

Aquí empieza otra historia, la de canallas y leprosos, dos apodos que según la mitología rosarina nacieron juntos y cuyo origen tiene diversas versiones, como toda leyenda. Parece que para ir a jugar a los baldíos que circundaban la actual estación Rosario Central, los muchachos ferroviarios debían pasar por el Colegio Newell, en Entre Ríos al 100, rodeado de altos muros que resguardaban los patios de las miradas desde la calle... que a alguno se le ocurrió asociarlo con un leprosario... que una tarde se treparon y la cargada juvenil afloró en gritarles “leprosos” a los alumnos que jugaban a la pelota... y que la respuesta de los estudiantes fue gritarles “canallas”.

De un colegio inglés surgió lógicamente un nombre en inglés: Newell’s Old Boys significa “los exalumnos del señor Newell”, como una muestra de gratitud hacia el maestro. Los muchachos del Colegio Anglo Argentino usaban una camiseta azul y blanca a rayas con una banderita británica en el corazón, pero ellos eligieron para su equipo los colores rojo y negro en mitades iguales: rojo por la bandera inglesa, la patria de Isaac Newell, y negra por la alemana, en honor a Margarth Jockinsen, esposa de Don Isaac. Nunca más la cambiaron.

La primera cancha la tuvieron en un predio que les cedió el Tiro Federal, en el barrio de Los Talleres. Allí debutaron en la flamante Liga Rosarina, ganándole 4-1 a Club Argentino. En ese mismo torneo jugó por primera vez contra Rosario Central, al que venció 1-0. En 1907 Newell’s se mudó al barrio Nicasio Villa (hoy Belgrano) hasta que el 23 de julio de 1911 inauguró su nuevo estadio enclavado en el Parque Independencia, su lugar definitivo.

En 1929, cuando ya la casaca rojinegra era respetada y conocida por los futboleros mucho más allá de los límites de Rosario, estrenó su tribuna oficial con una victoria 3-0 sobre Boca Juniors, nada menos. Y en 1939, junto a su rival de toda la vida, se incorporó a los torneos de AFA para instalar su nombre entre los habitués al fútbol grande.

Las historias y logros de Central y de Newell’s podrían llevarnos horas. De sus filas surgieron decenas de nombres que le dieron gloria al fútbol argentino. Pero antes de seguir viaje, vale pasar por el barrio La Tablada, donde luce el estadio Gabino Sosa, la casa de Central Córdoba, el cuadro fundado en 1906 como The Córdoba & Rosario Railway Athletic Club. Sus colores son el azul y el rojo y los llaman “charrúas”, un apodo que podría asociarse con algún componente uruguayo en sus inicios, pero no: el sobrenombre viene de una deformación del apellido de Claro Arturo Charra, representante del club en la Liga Rosarina. En una nota satírica, para nombrarlo sin decir su nombre, le agregaron una letra y así quedó para siempre el “charrúa” como identificación para el equipo, sus jugadores y sus hinchas.

La travesía por Santa Fe va hacia la capital provincial, donde un grupo de adolescentes que jugaba a la pelota en un “campito” cerca del puerto decidió crear un club. Corría 1905 y una decena de amigos, que además eran compañeros del colegio, fue hasta la casa de los hermanos Rebechi para buscarlos, pero la madre les dijo que Juan no podía salir porque estaba estudiando historia. Pedro Rebechi, primo de Juan, se acordó que el profesor les había mandado como tarea saberse los viajes de Cristóbal Colón y algunos que ya había leído las travesías del navegante genovés propusieron que Colón sería un buen nombre para el equipo que estaban planeando. Lo aceptaron enseguida y quedó.

Se pierden en la historia los primeros colores que eligieron, pero sí queda claro que la divisa rojinegra la adoptaron recién en 1912, cuando entraron en la Liga. Para hacerlo, Colón se constituyó legalmente el 12 de octubre de 1912, siete años después de su creación. Algunas versiones señalan que esa afiliación no se pudo comprobar. Geadá Montenegro, uno de los fundadores, contó décadas después: “teníamos presentes los colores de Newell’s y encargamos las camisetas a una casa de Rosario”.

Cuando tuvieron que dejar aquel “campito” portuario se trasladaron a la zona opuesta de Santa Fe, cerca de lo que hoy es la avenida Gobernador Freyre. Debieron jugar luego en la cancha de Gimnasia y Esgrima y finalmente en 1939 gracias a un subsidio provincial pudieron comprar el terreno de la Zona Sur. Allí, en esa área inundable que hubo que rellenar levantarían el estadio hoy conocido como “el cementerio de los elefantes”, porque allí cayeron varios “pesados” del fútbol.

El Paraná, las inundaciones… y el origen del apodo “sabalero”, que cuando el río crecía era pescado por los canoeros incluso dentro del predio de Colón y hasta en la propia cancha cuando la cubría el agua.
El choque máximo de Santa Fe: Colón vs Unión

Pero todo gran equipo tiene su gran rival, en este caso con un origen diametralmente opuesto. En los primeros años del siglo 20 existió un Santa Fe Football Club, que dejó de jugar en 1906. Catorce de sus integrantes decidieron crear otro, al que bautizaron primero Club United. Era el 15 de abril de 1907, en pleno centro, a metros de donde hoy pasa la peatonal. Por la admiración que causaba el glorioso Alumni eligieron la misma camiseta rojiblanca a rayas, pero como no conseguían quién se las confeccionara al principio jugaron de blanco con cuello y puños negros. Aquella procedencia de familias de origen social acomodado les valió el mote de “tatengues”, como se decía en la jerga de entonces a la gente perteneciente a ciertas elites. Pronto el nombre United se castellanizó como Club Atlético Unión.

La primera cancha estuvo en la manzana delimitada por las calles Urquiza, Junín, Suipacha y Francia, hasta que en 1912, ya con el nombre castellanizado como Unión se mudaron al predio donde ahora funciona la Universidad Nacional del Litoral. Cansado de no tener rivales, en 1913 se afilió a la Liga Rosarina para jugar el Torneo Regional. Finalmente en 1929 inauguró su estadio definitivo con una victoria 3-1 sobre el seleccionado de la Liga Amateur Argentina. Ubicado en la avenida López y Planes, cerca del Boulevard Pellegrini, fue ampliado considerablemente durante nueve décadas.

Unión se sumó a los torneos de AFA en 1940, Colón lo siguió ocho años después y cada vez más alimentan la pasión del clásico santafesino.

Cruzando el túnel subfluvial se llega a Paraná, que desde 2016 tiene una plaza en Primera División: la de Patronato. Su origen se remonta a 1914, cuando el cura Bartolomé Grella consideró que fundar un club sería una vía para acercar a los niños del barrio a la catequesis. Así nació el Club Atlético Patronato de la Juventud Católica, que desde sus inicios vistió camiseta a rayas rojas y negras.

Y el recorrido hace su escala final en Córdoba, donde surgieron -por orden de aparición- Belgrano, Talleres e Instituto.

En 1903 se creó el Club Atlético General Belgrano, con los colores celeste y blanco para honrar al creador de la bandera nacional. En 1905 le dieron forma definitiva al labrar el acta correspondiente, en el corazón del Barrio Alberdi, cerca del centro cordobés. La casaca celeste llevaba una B blanca en su bolsillo y en 1906 tuvieron que defender su identidad contra otro Belgrano que había surgido en el Barrio Nueva Córdoba: lo resolvieron con un partido que ganaron 2-1.

En los años sucesivos los fundadores iniciaron un colecta descomunal que llegó a recaudar ocho mil pesos y pudieron comprar el terreno donde hoy se ubica el estadio. Mientras terminaba la construcción jugaron en el Colegio Santo Tomás, en el Parque Sarmiento, y en la cancha de la Liga Cordobesa. Finalmente lo inauguraron en 1929 con un tremendo 6-1 sobre Estudiantes de La Plata.

Según Carlos Juri Nam, autor de “Un siglo de pasión”, Belgrano tuvo “la primera barra organizada del país… Íbamos a todo el país. Recién tiempo después otros clubes empezaron a imitarnos”. Identificados hoy como “Piratas” desde que hinchas de Racing de Nueva Italia los llamaron así tras un incidente en la cancha de Alberdi. Lejos de ofenderse, adoptaron la acusación de “piratas” como apodo para siempre. En 1968 fue el primer equipo de Córdoba en acceder a los Torneos Nacionales de AFA y en 1991 alcanzó la Primera División.
Talleres-Belgrano, el clásico que paraliza a Córdoba

El gran clásico cordobés es Belgrano-Talleres. El archirrival fue creado en 1913 por un grupo de obreros del ferrocarril y oficiales británicos con el nombre de Atético Talleres Central Córdoba. Su primer terreno quedaba en pleno Barrio Inglés (hoy Barrio Pueyrredón). Thomas Lawson, inglés también, fue el primer presidente y consiguió la afiliación a la Liga Cordobesa en 1914.

La camiseta era a rayas blancas y bordó. El debut no pudo ser más polémico y picante: justamente contra Belgrano, pero los ferroviarios se retiraron de la cancha cuando el árbitro convalidó un gol celeste. Se desafiliaron de la Liga pero recapacitaron y en unos meses volvieron a sumarse. Había nacido una rivalidad desde el primer partido de su historia.

En 1917 modificaron su nombre por Club Atlético Talleres y cambiaron su casaca por una con bastones azules y blancos. Vinieron años de crecimiento. En 1931 inauguró su cancha en la zona llamada Barranca Espinosa, en el sureste de la ciudad. Para todos los hinchas de Talleres esa es “la Boutique”, especialmente por su cambio de fisonomía cuando la pintaron y le inscribieron propagandas publicitarias sobre sus paredones. Dicen que por sus pequeñas dimensiones y su colorido el estadio daba la impresión de ser una tienda... una boutique.

La T, como la llaman en Barrio Jardín, intervino por primera vez en un Nacional en 1969 y tras una década de protagonismo entre los clubes de AFA y con aportes importantes a la Selección Nacional, en 1980 logró ingresar al Torneo Metropolitano, abandonando la liga local, gracias a las gestiones de Amadeo Nuccetelli. Es el único de los clubes indirectamente afiliados a la AFA que consiguió una copa internacional, la Copa Conmebol 1999.

El paseo de hoy por La Docta finaliza en Alta Córdoba, donde en 1918 los empleados de la Sección Tracción del Ferrocarril Central Córdoba salieron a disputarle el predominio ferroviario a Talleres. Decidieron que solamente podrían ser socios quienes trabajaban con las locomotoras y le pusieron el nombre de Instituto Ferrocarril Central Córdoba. Lo particular del nombre viene del lado de Guillermo Dundas, jefe de esa Sección Tracción, quien había sido presidente de Instituto Junín y admiraba al ya extinto Alumni, del que tomaron su camiseta rojiblanca.

Cuando el club se abrió a la comunidad, mutó a Instituto Atlético Central Córdoba, pero siempre para todos fue simplemente Instituto. Afiliado prontamente a la Liga, fue campeón entre 1925 y 1928 con un grupo extraordinario de jugadores que le valieron el apodo de “el glorioso cordobés” que luego el ingenio popular acortó en “la Gloria”.

Mientras jugaban en canchas alternativas, Instituto construyó su estadio en Alta Córdoba, que inauguró en 1951 contra Racing Club. En 1973 hizo su debut en los Nacionales y en 1981 se integró al Metropolitano, indirectamente afiliado a la AFA.
Instituto en 1973, con tres jugadores que cinco años después serían
campeones Mundiales: Osvaldo Ardiles, Mario Kempes y Miguel Oviedo.

Rosario, Santa Fe y Córdoba, tres plazas fundamentales en la historia del fútbol argentino.

domingo, 12 de enero de 2025

Fútbol: juego, deporte y profesión - por César Luis Menotti

En 1980 la Editorial Atlántida publicó otra de las obras maestras de César Luis Menotti: "Fútbol: juego, deporte y profesión". Aquí comparto algunos pasajes sobresalientes del pensamiento del mejor entrenador de la historia del fútbol argentino:

(…) El técnico nace aquí, en la posibilidad de mejorar al hombre dentro de una actividad que es mi pasión y vocación constantes. Pero mi formación no obedece a ninguna influencia específica. Es cultural. Me formaron los libros y la calle. (…) El técnico aprende en todos lados. Esa similitud del fútbol con la vida hace que el episodio más insignificante se transforme en plataforma para una nueva idea, para un nuevo concepto.

En cada reunión con mis jugadores suelo arrojar frases que siguen siendo guías de hierro. Cuando les recuerdo aquello de Tuñón “Todo lo que es, es lucha”, lo hago convencido de que no deben perderlo de vista nunca. (…)

(…) Soy de los que piensan que EL FÚTBOL ES DINÁMICO Y EVOLUTIVO y que, por lo tanto, no hay conceptos de ayer que puedan servir para mañana o para siempre. Pero sí creo en las convicciones personales, las que forman un estilo, una filosofía en este trabajo.


¿Por dónde empieza el técnico?
(…) Esta es una de las tareas iniciales del técnico. Probar con datos que lo que afirma es cierto. En la Selección hicimos un trabajo minucioso de seguimiento individual en partidos. Y un día le mostré a Ardiles dos planillas. En una figuraba el rendimiento del alemán (Bonhof) y en otra la de él. Allí teníamos un detalle a fondo de lo que hacía en la cancha y de lo que producía ese espejo suyo que era Bonhof. (…) Todo. Finalmente Ardiles tuvo la prueba. Aquellas dos planillas indicaban que él podía correr y rendir en una proporción mayor que el volante de la selección germana. Ahora ya estaba convencido de que podíamos jugar contra los alemanes y que la tarea subsiguiente era no perder el estilo: teníamos que correr jugando, creando, respetando la esencia de nuestro fútbol.

Al jugador hay que señalarle el rumbo, PERO EL CAMINO DEBE RECORRERLO EL SOLO. Yo no tengo derecho a decirle que no haga tal cosa; mi deber es prepararlo para que enfrente determinada situación y elabore de antemano las posibles respuestas. Que se dé el golpe, pero que se lastime lo menos posible o –según su inteligencia y habilidad- que a partir de las defensas que le ofrezco, lo evite.

Es más: al grupo de gente que me toca dirigir le pido como actitud fundamental que no me haga sentir el único que cree en lo que emprendemos, y les digo que aprendan a no decir que sí como autómatas, por el solo hecho de seguir en el lugar y dejarse llevar por el proceso.

ESTA MANERA DE PROCEDER ES ANTERIOR A CUALQUIER OTRO ACCIONAR. ES LA BASE SOBRE LA CUAL TRABAJO. He visto a jugadores que haciendo abdominales se mataban por llegar a cien, y después, cuando les preguntaba si sabían para qué lo hacían, se encogían de hombros. Cuando uno le explica qué músculos moviliza con un abdominal, para qué le sirven esos músculos cuando realiza el gesto específico de su deporte, ese hombre pasa a gozar del ejercicio, a entenderlo, a intensificarlo o graduarlo de acuerdo a necesidades que domina a la perfección.


Encontrar a los hombres
Puedo equivocarme en la elección cuando tengo para un mismo puesto a Houseman y Bertoni. Si elijo a uno y era partido para el otro, no es grave. Pero en lo que no puedo fallar es en el manejo del grupo, en la conducción general. Errar en este terreno es caminar hacia el fracaso. Y yo creo que tengo aptitudes para conducir un grupo de gente.

Esto de dirigir un plantel es como tener una tropa comando y que uno de los soldados no sepa la hora. Se le entrega una bomba y se le indica que la coloque a las tres, diez minutos antes de que llegue el resto del grupo para el ataque final. Si el tipo la pone a las tres y diez, la bomba mata a todos los suyos. EN UN EQUIPO DE FUTBOL NO PUEDE HABER NADIE QUE NO SEPA LA HORA. Se necesita gente que esté metida en la cosa hasta los huesos.

(…) Elegir es complicado. Yo tengo bien claro quienes son los que valen en función de equipo, lo que no puedo saber es su condición humana hasta que no convivo con ellos. Y esto de la convivencia es de una importancia enorme. Porque se trata de que, al margen de la personalidad de cada uno, esas distintas personalidades SUMEN y NO RESTEN.

(…) El problema del técnico es descubrir lo antes posible la personalidad de cada uno para empezar a aportarle cosas. Al jugador no se le puede pedir más que lealtad hacia el compañero que trabaja junto a él; sería absurdo pretender de todos que se vuelquen al diálogo abierto, a la confesión, a la amistad absoluta.

Todos estos datos forman parte de la elección final. Y como toda elección, encierra en sí las más dramática de las decisiones: ELEGIR TAMBIÉN SIGNIFICA ELIMINAR.


Yo soy un laburante
Si alguien ha llegado a pensar que sé todo lo que hay que saber de fútbol, se equivoca. Por aquello de que el fútbol evoluciona dinámicamente, la verdad de ayer es la equivocación de hoy. Pero soy un “laburante” de esto. Trabajo hasta cuando descanso, pienso en el juego, en mejorarlo, en buscar estilos y en llevar a la práctica mis ideas. No soy de los que se ponen el buzo para dar dos vueltas alrededor de la cancha. Trabajo pensando.

(…) Ese “full-time” que hay en mí es el que se rebela contra ciertos métodos de trabajo, CREO SER EL TÉCNICO QUE MÁS PUEDE APORTAR A LA REVOLUCIÓN DEL FÚTBOL. Porque estoy convencido de que, con el tiempo, nadie discutirá la idea de que LOS TÉCNICOS DEBEN EMPLEAR EL 80 POR CIENTO DE SU TRABAJO EN EL MEJORAMIENTO DE LAS INDIVIDUALIDADES Y EL 20 POR CIENTO RESTANTE EN APLICAR TÁCTICAS Y ESTRATEGIAS.

Yo no admito que un equipo trabaje tres horas pateando corners. Ese tiempo se puede emplear en mejorar al hombre que lo ejecuta o al que va a buscarlo. Pasarse una hora y media haciendo tiros libres en vez de utilizar ese lapso en aprender a pegarle a la pelota me parece sencillamente un error.

Doy ejemplos concretos:

Si yo le digo a mi equipo: -Vamos todos sobre la izquierda y la pelota la cambiamos a la derecha para que entre… -. ¿Quién? Supongamos que sea Pérez. Si yo pretendo eso, tengo que usar diez minutos en explicarlo y una hora en practicar con Pérez para que, una vez que recibió la pelota, pueda resolver. En esa carrera que lo lleva hacia el elemento, el jugador tiene que entender las doscientas variantes posibles a través de las cuales puede tomar contacto con el balón y las formas de distracción. Porque si siempre va recto, en línea, todo el mundo termina dándose cuenta; lo que tiene que hacer es decirle al marcador: “Tomá un cigarrillo…” y darle una granada de mano.

Aquí entramos en el terreno deseado. Vamos trabajando junto al hombre, vemos si entiende rápido o no, si tiene capacidad para entrar en el mano a mano, si sabe meter al rival en el juego que más le conviene. (…) Así, el técnico aprende, aprende y enseña al mismo tiempo porque va soltando conceptos como al pasar.

Si tengo un jugador ejecutando penales y veo que se para siempre igual, me acerco y le comento: -¿Usted sabe que en Japón un tipo se corría medio metro a la izquierda de la pelota y no le erraba nunca? Era increíble, pero así la colocaba sobre cualquiera de los dos palos sin problema.- Y me voy.

Ese jugador pasa automáticamente a manejar el concepto. Se preguntará como es posible que un japonés lo tire mejor, y seguro que se correrá medio metro a la izquierda. Si le resulta más cómodo habrá tenido éxito sin necesidad de apabullarlo con indicaciones y él sentirá por lo menos haber compartido el descubrimiento conmigo.

(…) El jugador debe conocer estilos, saber qué es lo que les duele a los alemanes, cuáles son los puntos débiles de los brasileños, qué cosas les molestan más a los soviéticos.

(…) En fin, el jugador debe saber que a un fútbol lento, un fútbol rápido; a uno que contragolpea no se le puede hacer pressing en el campo de ellos porque cuando salen dejan a tres cuartos de equipo mal parado; que el pressing se hace en distintos sectores del terreno de acuerdo a la característica del rival.


Las reglas fijas no existen
EL FUTBOL TIENE QUE SER UN REPARTO EQUITATIVO DEL ESFUERZO Y DEL ESPACIO. Esta es la definición teórica del juego, si es que puede encontrarse alguna. El que quiera convencerme de que hay reglas fijas, de que el fútbol es 4-3-3 o 7-2-1, de que el 4 corre al 8 y el 11 al 4, está equivocado. No hay ningún razonamiento táctico que indique que al fútbol se juega de determinada manera. El fútbol es creación permanente.

Una vez Helenio Herrera dijo que los laterales debían subir al ataque. Entonces, todos los laterales del mundo fueron al ataque. Pero resulta que en muchos equipos llegaban el 3 o el 4 y tiraban centritos para tres delanteros que eran enanos. Entonces, ¿de qué sirve una idea aplicada como método y no como recurso?

Lo ideal, siempre, es que todos los jugadores conozcan la mecánica de los once puestos. Si un 9 va a defender a su área y cuando consigue la pelota quiere salir gambeteando en lugar de tocarla a un lateral o entregársela al arquero, no sirve. (…)


El concepto le gana al esquema
Afirmo esto porque estoy convencido de que los conceptos son flexibles y modificables en función de la realidad, mientras que el esquema es duro, pide que la realidad se adapte a él. De acuerdo con esto, el mejoramiento de las individualidades procura darle un correcto funcionamiento a todo el equipo.

Soy de los que creen que no hay nada más fácil que adoptar una táctica defensiva. Alcanza, en principio, con un pizarrón. Marco una línea que pasa por el medio del campo y ordeno: -Desde aquí hacia atrás, ocho jugadores que no dejan ningún espacio. Entre ellos, un volante que meta pelotazos para la diagonal de los dos restantes-. Pero esto no me interesa. Prefiero buscar siempre nuevas alternativas.

Hay una “historia” que suelo repetir. Si a mi equipo le hacen hombre a hombre en toda la cancha, en el fondo siempre tengo uno libre, supongamos que sea Passarella. Si el que sube es siempre él, el 9 rival, encargado de tomar a los dos centrales, no tiene más que taparlo y se le acaban las complicaciones. Pero si una vez sube Passarella y otra vez Luis Galván, el 9 empieza a tener graves problemas. Nunca sabrá quién va a salir del fondo. Por eso sostenía que era preferible un 2 con fútbol, con manejo, aunque no fuera diez puntos defensivamente. El funcionamiento general del equipo se encargaría de hacer que ese 2 fracasara lo menos posible.

Cualquier ejemplo es válido. Hay quienes piensan que el equilibrio en medio campo nace de que si tengo un 10 creador debo poner a un 8 defensivo. Y no es así, porque el rival resuelve el problema marcándome al 10 y yo tengo que sufrir, junto al equipo, viendo a un jugador creativo maniatado y al 8 y al 5 sin posibilidades de ser los hombres de remplazo. Entonces opto por dos volantes de habilidad y que todo el equipo achique espacios, supliendo el déficit defensivo.

Por eso no hay tácticas sino hombres que juegan de determinada manera y a los cuales el técnico debe amalgamar de acuerdo con sus condiciones. Los que inventaron libros con la WM, el 4-2-4 o el 4-3-3, trabajaron sobre el esquema frío, pero no aportaron nada positivo.

Suponer que la verdad está en un dibujo es creer de antemano que los rivales son tontos.

OTRA COSA MUY DISTINTA ES VARIAR LA TÁCTICA DE ACUERDO CON LO QUE HAGA EL RIVAL. Un equipo debe saber hacer pressing arriba o en su propio campo, debe saber contra atacar y atacar, manejar la mayor cantidad de variantes. Si se tiene enfrente a los uruguayos no conviene hacer zona esperándolos en el fondo porque aunque son lentos, llegan bien…; lo correcto es apretarlos sacándolos de su ritmo. Pero si jugamos contra los alemanes, entonces no se puede presionar arriba porque les damos ocasión de contra atacar, porque son capaces de poner un pelotazo de 60 metros a espaldas de Passarella y después hay que correrlo a Klaus Fischer. No lograr esto significaría tener que contar con 150 jugadores y poner 11 de acuerdo a cada tipo de juego que se quiera hacer.

LOS GRANDES EQUIPOS NUNCA CAMBIAN A SUS JUGADORES PARA PODER CAMBIAR LA TÁCTICA. Esta es una verdad irrefutable. (…)

Entonces, un técnico no puede desvariar por ridiculeces. Si recibo un plantel nuevo, cuando hago la primera charla en el campo de juego, ¿qué le digo?: -Bueno, muchachos, nosotros vamos a jugar un 4-3-3… ¡Por Dios! Les tiro la pelota y los pongo a jugar para saber quién es quién y después vamos a ver qué hacemos.

El fútbol nace por los pies
(…) Condenaré siempre a los aventureros que a través de su facilidad dialéctica confunden al hincha y al jugador. Muchas veces se aprende más fútbol sin ver partidos que viéndolos. El fútbol nace en la alimentación, en el modo de vida, en el clima, en todos los aspectos que moldean al ser humano que va a jugar.

(…) El concepto resultante es que el fútbol mejorará en la medida en que se mejore al individuo sin desechar los adelantos en la preparación física y en la psicología aplicada al jugador.

Mejorar al individuo, entre otras cosas, es hacerle entender que representa a todo un medio, que es un ejemplo que imitarán los más jóvenes, que –para ser gráficos- no puede tirarse al suelo, simular, dar trompadas, escupir. Porque así, nadie quiere este juego. (…)



miércoles, 8 de enero de 2025

Rudi Gutendorf, un DT récord

El mundo del fútbol está lleno de personajes poco conocidos que, sin embargo, tienen grandes historias para contar. Uno de esos casos es el del alemán Rudi Gutendorf, que consiguió su lugar en el libro Guinness de los récords por ser el entrenador que dirigió a más selecciones nacionales: 21.

Por PABLO ARO GERALDES

La carrera de Rudolf Gutendorf como futbolista no quedará en los libros de historia. Jugó unos 90 partidos como puntero derecho del TuS Neuendorf, un club centenario pero modesto, que hoy milita en la Regionalliga West alemana. Ya se había ganado su apodo de Oma (la abuela) cuando paralelamente hacía de técnico del SV Rengsdorf, equipo de ligas amateur. Al terminar su carrera, en 1954 obtuvo su licencia de entrenador y allí empezó su gran aventura, un recorrido que sumó 55 estaciones.

En 1964, con 37 años, se convirtió en el técnico más joven de la recién creada Bundesliga, en la que debutó con el Meidericher (luego Duisburg) y con una estrategia extraña a los alemanes: ese catenaccio que aprendió en sus primeros viajes (Suiza y Túnez) y que después exportó a Asia, África, Oceanía y América. Con aquel Meidericher-Duisburg ultradefensivo consiguió el segundo puesto en la primera edición de la Bundesliga, detrás del Köln (Colonia).

En la Bundesliga dirigió a clubes como MSV Duisburg, VfB Stuttgart, Schalke 04, Kickers Offenbach, Tennis Borussia Berlin, Hamburger SV y 1860 München (entonces en la 2.Liga). Su estadística de Bundesliga reseña 227 partidos (82 victorias, 60 empates y 85 derrotas, con 327 goles a favor y 374 en contra). Cultor de las tácticas defensivas, forzó su nuevo apodo Riegel-Rudi (el cerrojo Rudi, o catenaccio Rudi).

Luego empezó su periplo por el planeta. Cuando le preguntaron por qué llegó a recorrer tantos países diferentes, Gutendorf respondió: "Uno no puede mantener la emoción". Pronto empezaría su derrotero de Trainer-Globetrotter, como lo apodaron en Alemania. Su primer trabajo fuera de Alemania había sido la conducción del Blue Stars Zürich, de Suiza, y también había estado en Túnez, donde se había alojado en la residencia del general Rommel. Era la hora de cruzar el océano y se marchó a Saint Louis, Missouri, en el comienzo de la North American Soccer League (NASL).

Nunca fue, sin embargo, profeta en su tierra. Su mejor momento como entrenador lo vivió en el fútbol peruano, en 1972. Los colegas periodistas que cubrían aquella época recuerdan poco de su fútbol pero no pueden olvidar las piernas de Ute, su esposa. La bella alemana acostumbraba vestir shorts muy ajustados y cortísimas minifaldas que encandilaban a los limeños.
El breve paso por Perú

Un período poco feliz en Chile
Pronto le llegó un desafío mayor: en 1972 asumió la conducción de la Selección de Chile, para afrontar el Grupo 3 de la eliminatoria sudamericana para la Copa del Mundo 1974. Pero ni llegó: debutó con una derrota 3-4 ante Argentina, le siguió una opaca performance en la Taça Independencia (para celebrar los 150 años de la declaración de independencia del Brasil) y de regreso a Santiago un amistoso perdido contra México (0-2) selló su final. Corría agosto de 1972 y fue remplazado por Luis Álamos. En sus memorias menciona que había llegado a cultivar una amistad con el presidente Salvador Allende, que fue derrocado y asesinado por el golpe del General Augusto Pinochet. En Chile también quedó el recuerdo de Ute tomando sol en topless en la concentración de Pinto Durán.

La belleza de Ute, su esposa, enloqueció
a peruanos y chilenos

Con su tremenda facilidad para aprender idiomas (hablaba español, inglés, francés y hasta swahili), fue y vino varias veces de Sudamérica a Europa. Después de dirigir con su estilo marcadamente defensivo en Bolivia y Venezuela, en 1975 recaló en el Valladolid español. En tierras castellanoleonesas cosechó más críticas que triunfos y los referentes del plantel no soportaron sus excéntricos métodos de entrenamiento.

En 1977 afrontó uno de los desafíos más pesados de su carrera: comandar al Hamburger SV, por entonces en lo alto de la Bundesliga y de Europa, pero cuenta que allí fue víctima de un sabotaje por parte de los jugadores después de la contratación del inglés Kevin Keegan.
Un breve paso por el Hamburger SV

Su sello disciplinado en lo táctico le hizo un lugar en Asia, el Pacífico, el Caribe y África, donde todo era más "inocente". "Catenaccio es disciplina" es el lema que trató de imponer en las más variadas geografías.

En 1981 se la pasó viajando. En su escala por Tonga entabló amistad con el rey Tupou IV y, según él mismo relata, lo obligó a cortar el césped de los jardines del Pālasi de Nukualofa para marcar una cancha de fútbol.
Entrenamiento con la Selección de Rwanda

Antes de terminarse el siglo XX recaló en Rwanda, donde todavía se sufrían las consecuencias de la  guerra civil que entre 1990 y 1994 había enfrentado a hutus y tutsis y terminó en un genocidio con 800 mil muertos. Ajeno a eso, Rudi organizaba asados entre los futbolistas de las dos etnias.

Gutendorf murió el 13 de septiembre de 2019 en Neudwied, Alemania. Tenía 93 años. Esta es su imborrable trayectoria como entrenador:

1. 1946/54 SV Rengsdorf (Kreisklasse) 
2. 1954 Rot-Weiß Koblenz (Bezirksklasse)
3. 1954 VfB Lützel (Bezirksklasse)
4. 1954 SV Braubach (Kreisklasse)
5. 1954 TuS Neuendorf (Oberliga)
6. 1955 Blue Stars Zürich (Nationalliga B - Suiza)
7. 1955-60 FC Luzern (Nationalliga B - Suiza)
8. 1961 US Monastir (1. Div. - Túnez)
9. 1962-63 TSV Marl-Hüls (Oberliga)
10. 1963-65 Meidericher SV (Bundesliga)
11. 1965-66 VfB Stuttgart (Bundesliga)
12. 1966-68 St. Louis Stars (NASL - EE.UU.)
13. 1968 Selección de Bermuda
14. 1968-70 Schalke 04 (Bundesliga)
15. 1970-71 Kickers Offenbach
16. 1972 Sporting Cristal (Perú)
17. 1972-73 Selección de Chile
18. 1974 1860 München (2. Bundesliga)
19. 1974 Manager de seleccionado de fútbol sala
20. 1974 Selección de Bolivia
21. 1974 Bolívar (Bolivia)
22. 1974 Selección de Venezuela
23. 1975 Valladolid (2da Div. España)
24. 1975 Fortuna Köln (2. Bundesliga)
25. 1976 Selección de Trinidad y Tobago
26. 1976 Selección de Grenada
27. 1976 Selección de Antigua y Barbuda
28. 1976 Selección de Botswana
29. 1976-77 TB Berlin (Bundesliga)
30. 1977 Hamburger SV (Bundesliga)
31. 1978 Selección de Australia
32. 1980 Curso FIFA en Filipinas
33. 1980 Selección de Nueva Caledonia
34. 1981 Curso de entrenadores en Fiji
35. 1981 Selección de Nepal
36. 1981 Selección de Tonga
37. 1981 Selección de Tanzania
38. 1981-82 Yanga Daressalam (Tanzania)
39. 1982 Instructor de técnicos de Arysha (Tanzania)
40. 1982-84 FC Youmiuri (Japón)
41. 1984 Selección de Sao Tomé y Príncipe
42. 1985 Selección de Ghana
43. 1985 Selección de Nepal
44. 1986 Hertha BSC (2. Bundesliga)
45. 1986 Instructor de técnicos en Nepal
46. 1987 Instructor de técnicos en Fiji
47. 1987 Selección de Fiji
48. 1988 Instructor de técnicos en China
49. 1988 Selección Olímpica de Irán
50. 1991-92 Selección Olímpica de China
51. 1995-96 Selección de Zimbabwe
52. 1997 Selección de Mauricio
53. 1998 Director Deportivo del TuS Koblenz
54. 1999 Selección de Rwanda
55. 2003 Selección de Samoa

En 1997, Gutendorf había recibido la Orden del Mérito de la República Federal de Alemania. La cita dice: "Rudi Gutendorf ha promovido como un excelente trabajador de ayuda humanitaria en la reputación deportiva de la República Federal de Alemania en el extranjero".
Por su "importante contribución a la comprensión internacional" en 2011 due condecorado la Bundesverdienstkreuz (Cruz Federal del Mérito).

En sus últimos años fue el entrenador de la Lotto-Elf de los jugadores importantes que juegan en la caridad y en la que se desempeñan figuras de antaño como Wolfgang Overath, Horst Eckel y Kuntz Stefan.

Rudi Gutendorf escribió durante años una pequeña columna de un periódico dominical de Koblenz y hasta contó con algunas participaciones en la televisión alemana interpretándose a sí mismo.

Filmografía
1999: "Der Ball ist ein Sauhund"
1999: "Beckmann"
2006: "Volle Kanne - Service täglich"
2009: "Mein Ehrgeiz galt dem Fußball und den Frauen"

Fuentes: L'Equipe (Francia), ABC (España), Deutsches Sportbund-Journal (Alemania), 11 Freunde (Alemania)

Al frente de la selección de Australia, en 1978.