Publicado en la revista El Gráfico, en noviembre de 2011 (en ocasión de los 60 años)
Por PABLO ARO GERALDES / Ilustración: FERNANDO DELMONTE
En la tarde soleada del 18 de noviembre de 1951, del relato de Ernesto Veltri no surgió ninguna frase memorable ni nacieron muletillas pegadizas. Tampoco en los comentarios de Enzo Ardigó y Raúl Goro, quienes lo acompañaban en la transmisión, pero había algo especial en la narración de aquel San Lorenzo-River: junto a sus voces, unos mil trescientos hogares porteños recibieron por primera vez las imágenes televisadas de un partido de fútbol. Eran pocos, comparados con las 70 mil personas que colmaban el viejo Gasómetro, pero fueron testigos privilegiados de una novedad tecnológica que no conocería límites en su crecimiento.
LR3 Radio Belgrano TV. En marzo de 1956 cambiaría su nombre por LS82 TV Canal 7. |
Don Jaime era un inmigrante búlgaro que en los años 20 había creado “Casa Yankelevich”, su empresa dedicada a la importación y armado de radios. Cuando comenzaron a emitir las primeras “estaciones de radiodifusión”, fundó Radio Belgrano, en 1923. En ese 1951, los Yankelevich estaban decididos a hacer historia, no solo con los medios electrónicos de comunicación, estaban escribiendo la primera página vinculada al deporte.
Pero volvamos a Boedo. Muchos no repararon en ese camión ni en los cables que salían de él, preocupados por mojar un pañuelo y anudarlo en la cabeza, para soportar la tarde de primavera que se despachaba con una temperatura de 35 grados. Tampoco se detuvieron a observar las tres cámaras (dos desde el borde de la cancha y una desde lo alto de la platea) que apuntaban al campo de juego. El propio Samuel Yankelevich dirigía la transmisión, y el ingeniero Max Koelble coordinaba. Era muy importante el clásico y estaba en juego la punta del torneo como para fijarse en detalles. River llegaba a esa penúltima jornada con 40 puntos, dos menos que el líder Banfield, que tenía fecha libre, y uno menos que Racing, que visitaba a Atlanta en Villa Crespo. Era la oportunidad para ese equipo con nombres rutilantes, como Vernazza, Amadeo Carrizo, Walter Gómez, Labruna o Félix Loustau...
UNA MARAVILLA
En la humedad del vestuario, un joven sanjuanino que hacía poco había llegado de su provincia, esperaba por su debut en la Primera de San Lorenzo. No podía creer la cantidad de gente que había en Boedo, pero no estaba nervioso. Y lo demostró a los diez minutos del encuentro, cuando superó con un cabezazo no muy lucido a Héctor Ferrari y al gran Amadeo Carrizo para meterse en la historia; no porque se haya convertido en ídolo de la hinchada azulgrana, sino porque el suyo fue el primer gol captado por la televisión argentina.
José Maravilla |
-¿En ese momento significó algo especial el gol o solamente fue tomando importancia con el paso de los años?
-Ni sabíamos... Ese día fue un partido más. Esto del primer gol lo supe años después, hablando con Amadeo en la cancha de Los Andes, porque en una revistita de Lomas de Zamora había salido algo. Ahí nos enteramos juntos de que ese era el primero televisado y que nosotros éramos los protagonistas.
Como no existía el videotape, Maravilla nunca pudo ver su gol. La única posibilidad por entonces la daban las cámaras cinematográficas de Sucesos Argentinos, ese memorable noticiero que hacía de aperitivo para las películas en el cine. Pero el que tampoco lo vio fue el camarógrafo que enfocaba la tribuna desde arriba, un muchacho que hacía menos de un mes había entrado a trabajar al canal, llamado Nicolás del Boca y que más tarde se convertiría en un exitoso director de cine y televisión, sobre todo dirigiendo a su hija, Andrea del Boca.
Nicolás iba a ser asistente de cámara principal en aquella transmisión, que tomaba el partido desde la mitad de la cancha, en lo alto de la popular. Pero el destino quiso que terminara siendo el cameraman. “Eduardo Celasco, uno de los camarógrafos, bajó a comer algo antes de que comenzara el partido y yo me quedé cuidando la cámara. Claro, la popular se fue llenando y en un momento no cabía ni una aguja. Cuando Celasco quiso subir, la multitud no lo dejó y tuve que manejar la cámara yo”, recuerda Del Boca, y cuenta: “en la tribuna, los hinchas preguntaban qué era la cámara, querían saber. En la calle Florida habían puesto varios televisores y se juntó gente. Fue una necesidad comercial, nosotros no teníamos mucho conocimiento. Si hubiéramos tenido consciencia no se habría hecho televisión en el país, pero en esa época todo era posible”.
Y sigue: “En un momento perdí de vista a la pelota y enfoqué el arco de River. Unas milésimas de segundo después, Maravilla hizo un gol. Se dijo que la tv había visto primero el gol, antes que los hinchas, pero fue pura suerte”. A los 30 del segundo tiempo, Vernazza empató, de penal, y selló el 1-1.
Pese al debut auspicioso en esa tarde histórica, aquella fue la única vez que Del Boca comandó una cámara en un estadio. River no pudo alcanzar a Banfield y a Racing, que terminaron definiendo el título en un desempate. Pero esa es otra historia.
EL PRIMERO
Surgido de la Unión Deportiva Caucetera, José Maravilla recaló en San Martín de San Juan y de ahí pegó el salto al fútbol de AFA. Llegó a San Lorenzo en 1951 como un entreala derecho de buena técnica. Pero apenas jugó 6 partidos y marcó dos goles.
Priorizar su carrera militar (se retiró como suboficial mayor) le jugó en contra: no podía entrenarse en doble turno, razón por la cual San Lorenzo lo canjeó por Roberto Gutiérrez, a Gimnasia. “Fue una historia pesadísima. Entraba al Comando a las 6 de la mañana y a las 12 salía disparando para el club”, sintetizó.
Con el Lobo jugó hasta 1958, cuando se retiró, con 22 goles en 87 partidos. “Por la obra social del Ejército teníamos acceso a un Sylvania a crédito, porque lo hacían en Fabricaciones Militares. El piberío de la cuadra solía pararse ante la ventana, a mirar la tele. Pero aquella tarde no se sabía que el partido iba a ser televisado y nadie me vio marcarle el gol a River”, contó
Con el Lobo jugó hasta 1958, cuando se retiró, con 22 goles en 87 partidos. “Por la obra social del Ejército teníamos acceso a un Sylvania a crédito, porque lo hacían en Fabricaciones Militares. El piberío de la cuadra solía pararse ante la ventana, a mirar la tele. Pero aquella tarde no se sabía que el partido iba a ser televisado y nadie me vio marcarle el gol a River”, contó
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